Parte 7.
¿Por qué estás triste? No lo sé, no lo sé.
Sonríe, dime "Te quiero".
Mírame, aunque me haya dado por vencido conmigo mismo.
Aunque no me puedas entender.
—Jin-hyung...
— ¿Qué necesitas? -Contestó cortante y sin mirarle.
—Decirte algo muy importante. -Siguió el menor con un nudo en su garganta.
—Adelante. -Elevó la vista de su libro y se sentó en la orilla de su cama esperando por la respuesta del menor.
—Hyung... -Su donsaeng se arrodilló frente a él con la mirada triste. —Te amo hyung... -Sus lágrimas empezaron a caer. —Te amo como hombre, te amo como la persona con la que deseo estar el resto de mi vida... Eres mi todo, SeokJin. -Se cortó, los sollozos no lo dejaron continuar, bajó la mirada y lloró en silencio.
SeokJin estaba en shock, ¿esa era la razón por la cual su pequeño había cambiado tanto?, era por su causa, el menor había reprimido sus sentimientos por quién sabe cuánto tiempo, él lo estaba lastimando al ser feliz con alguien más frente a sus ojos pero... ¡Por un demonio! Él no lo sabía, de haberlo hecho hubiera sido mucho más limitado en cuanto a su trato con su novio.
—JungKookie... -Alzó delicadamente el rostro del menor y con sus pulgares limpiaba sus mejillas. —Perdóname pequeño, perdóname por favor. -Le abrazó, los sollozos del contrario aumentaron pero sabía que el chico había entendido el por qué de su perdón.
Estuvieron así por unas horas hasta que el menor se calmó, en ningún momento dejaron de abrazarse mientras el mayor acariciaba su cabello con suavidad, su donsaeng lo agradecía, poder sentir la calidez de su hyung era lo único que su corazón lastimado necesitaba para poder soportar tanta desdicha.
—Lo lamento hyung... -Habló en susurro. —Lo menos que quiero es incomodarte con mis sentimientos... -Se aferró más a él. —Sé que no soy correspondido, pero... Por favor hyung, no te alejes de mí, no lo soportaría. -Alzó su vista y vio los ojos castaños de su hyung con lágrimas escurriendo por sus sonrosadas mejillas.
—Tranquilo Kookie, jamás lo haría... -El mayor besó su frente. —Te quiero mi pequeño.
El menor sonrió con tristeza, abrazó más fuerte al pelinegro en señal de aceptación, pero aún deseaba una sola cosa, sólo una, si su mayor se negaba, por lo menos tendría la satisfacción de haberlo intentado.
—Hyung... -Llamó de forma tímida.
—Dime. -Respondió sin dejar de acariciar su cabello.
— ¿Puedo pedirte algo? -Regresó su vista a esos hermosos ojos color avellana.
—Claro, Kookie. -El mayor le sonrió.
—Bésame, hyung... -Pidió tan suavemente con un color rojo coloreando sus pálidas mejillas.
— ¿Q-qué?
«¿Escuché bien?» Se cuestionó levemente asustado.
—Por favor hyung... Sólo por esta vez, te lo pido... Si quiero dejar de lado mi amor por ti, que sea con un único beso... Por favor. -Le miraba suplicante, temeroso de un posible rechazo.
—Pero Kookie... Eso... Eso sólo te lastimaría más... -Intentó hacerle entrar en razón sin éxito.
—No hyung... No lo hará, sólo es un beso, por favor... -Lentamente acercó su rostro al del mayor, observando esos tentadores labios hasta rozarlos. —Sólo una vez hyung... -Le susurró sobre estos mientras le veía a los ojos.
El mayor no respondió, simplemente juntó sus labios a los del menor, con un sentimiento de culpa, mientras que el azabache no dudó en corresponder a aquel beso lleno de dolor, esa era su despedida, nadie lo sabía, pero quería irse con la satisfacción de haber disfrutado de la exquisitez de los labios de su Jin, su amor, su más grande sueño, besándolo con fervor.
Bajó sus brazos y rodeó al mayor por la cintura, acercándolo lo más posible a su cuerpo, movía sus labios con devoción, lamió su labio inferior pidiendo permiso para profanar su boca, el cual se le concedió al instante, sus lenguas se encontraron, sin prisas, simplemente se exploraron, era curioso la forma en que ambas bocas parecían acoplarse perfectamente para besarse sin parar, aunque el oxígeno empezó a faltar hasta lograr separarlos con un suave chasquido.
Se miraron, ambos agitados, sin soltar su abrazo, sonrojados, con sus pupilas dilatadas y sus labios gratificantemente hinchados y colorados, sabían que si no se soltaban en ese instante, volverían a unirse... Y tal parece que a ninguno le importó pues el menor volvió a chocar ambas bocas en un beso hambriento, diferente al anterior, los brazos del mayor pasaron a aferrarse a su cuello y las manos del menor acariciaban la cintura ajena, sus lenguas volvieron a encontrarse y esta vez fue una guerra campal que el menor ganó, deleitándose con el sabor de la saliva de su hyung mezclándose con la suya mientras se escurría por la comisura de sus labios, se había convertido en un beso obsceno pero delicioso para ambos, en un segundo el menor depositó a su hyung suavemente en la cama, sin cortar el beso, el azabache metió sus manos bajo el holgado suéter del mayor acariciando con detenimiento la piel de su abdomen olvidando la verdadera razón por la cual se encontraban en esa situación hasta que después de unos minutos escucharon voces en la sala, el mayor reaccionó y se separó de golpe, cayendo la culpa como agua fría sobre su cabeza al instante mientras observaba la pena en el rostro del menor. Se levantó bruscamente desviando su mirada y buscando la salida.
—Perdóname, JungKook.
Fueron sus últimas palabras antes de salir despavorido de su habitación, dejando al menor con un nudo en la garganta.
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