Finge que no te molesta que te usen.
Mantente útil. Puedes tener asco de la gente a tu alrededor, puedes odiarlos, puedes sentir nauseas solo con escucharlos; pero debes tragar y ser útil. Los inútiles son abandonados. Los útiles utilizados y conservados hasta que dejen de serlo.
Acto II:
AÑOS DE EXPERIENCIA a su espalda. Amargura en su corazón. Las acentuadas arrugas en el centro de su ceño gritando que es una persona fácil de enfadar, incluso antes de que su lengua afilada baile haciendo correr la sangre. Sus ojos oscuros, llenos de odio y soledad auto impuesta. Su actitud sincera siempre demostrando lo repulsiva que le parece la gente, la sociedad, en general; y que no tendría contemplaciones en usar la violencia contra quiénes tenga delante si es necesario.
Una investigación trás otra.
Una pérdida trás otra.
Una botella de alcohol siendo vaciada hasta la última gota y amontonadas una trás otra.
Su higado se resiente de tanto veneno líquido que se ve obligado a probar. Sus ojos sufren a la luz directa, incluso tras los lentes de espejo. Sus oídos sensibles como los de un bebé, emitiendo quejidos por cada mínimo sonido que capta.
━━ ¡Jack, arriba! ━ Y la cosa se complica cuando llega la única persona que ostenta un cargo superior a él en esta ciudad de mierda. Michelle, aquella mujer hermosa de mirar duro, oscuro y azulado como un lapislázuli, pero también con una voz cargada de furia que pone hasta el último pelo de su cuerpo de punta ━, vuelves a tener trabajo.
━━ ¡Estoy despierto! ━ dice, quejándose por su propia voz alzada.
No es un secreto para sus agentes que duerme en el despacho. Por la mañana todo aquel que haga ruido en los alrededores de su lugar de trabajo, solía ser duramente regañado por el azabache, que dormitaba, borracho como una cuba, antes de empezar a trabajar.
Conway se levanta del escritorio y camina hasta el armario que tiene en su despacho para cambiarse de ropa. El traje apesta como si lo hubiese bañado en etanol puro, incluso tiene partes mojadas con el whiskey que él estuvo tomando antes de su siesta y Jack está seguro sin verse que su cara no está mejor. La mujer de imponente y deliciosa figura sigue ahí para cuando abre la puerta, eso no es muy común, así que con la ceja arqueada, cuestiona:
━━ ¿Todo bien, Michelle? ¿O tienes algo más que decirme?
Sin contestar y con sus afiladas cejas fruncidas, le da un empujon sin contemplaciones y pasa en el despacho. Dueña del lugar ━: El caso es de asesina-
━━ ¿Y para eso necesitas hablar a solas conmigo, red apple? ━ le interrumpe con una sonrisa ensayada cuyo único propósito es hacerlo ver como si estuviese por encima de un caso de una magnitud tan simple.
El mote la hace temblar un poco, reprimiendo un jadeo que ambos saben que él la ha provocado, por mucho que trate de silenciarlo. Es suya, ella lo sabe, y sabe lo que hay detrás de la función.
No es amor.
No es deseo honesto.
No es cariño de buena amistad.
No es anhelo de tenerla por ser ella.
Es poder.
Quiere poder, el poder que ella puede darle solo con una mirada. Y mientras él lo quiera, ella podrá imaginar que lo tiene; que él es suyo tanto como ella lo es de él. Soñar con ello.
La correa que ella debería tener en su mano rodea su cuello. Él tira y ella se arrodilla. Él silva y ella jadea. Él levanta una mano y ella no tarda en tirarse sobre su espalda. Como un perro suplicando afecto de su dueño.
Útil.
━━ Voy a ser superintendente, tú me quieres cerca... Pero un superintendente hace cosas mejores, cosas importantes. Malgastas mi talento. Asigname casos mejores, con muchas muertes, una mafia, tráfico ilegal de armas...
Ella parece tomarse unos segundos para meditar. Mira abajo, mira arriba y vuelve a mirar abajo; parece buscar ojos juzgadores hasta debajo de las carpetas que se amontonan en el despacho del hombre del que está tan encaprichada. Se mantuvo fuerte por mucho tiempo. Se mantiene firme. Pero se acaban las excusas y sabe qué pasará si él obtiene más poder.
Otras personas se moverían con la gentileza que su compañero de baile les pide. Pero Jack no es esas personas.
Cuánto más Michelle pide ir despacio, más se embala. Brusco, rudo, dominante.
Ella es suave arcilla y él un taladro.
Ella un vaso de agua fría y él una forja a rojo vivo.
La vida nos asigna a todos gente con la que congeniamos y gente con la que no. Somos las piezas de puzzles que buscan otras con las que encajar y poder dar vida a la imagen. Y Jack y ella no pertenecen al mismo rompecabezas.
Ella quizá es el bello retrato de unas flores, quizá a la orilla de un tranquilo lago. Paz perpetúa.
Él, es probablemente parte del retrato de un niño con restos de helado en sus pringosos dedos y cara, listo para pisotear las flores mientras corre al lago a manchar sus asquerosas manos en su superficie priscila y perfecta de cristal.
Ella es el ángel de ropas blancas como las nubes en el cielo. Y él es una nube de hollín cruel que quiere arruinar su perfecta vida.
No debería querer acercarse. No debería querer que él la toque. No debería desearlo. Pero ella prefiere conocer la suciedad de sus manchas a quedarse limpia sin probar el fruto prohibido.
Jack cierra la puerta con el pie sin siquiera mirar, solo estirando su pierna hacia atrás, y se acerca a ella. Apoyando su trasero en el escritorio, con sus manos apoyadas a los costado de este mueble, la fémina le observa, expectante. Una sonrisa en los labios del hombre, le dice qué piensa sin necesidad de pensarlo: Su intención es besarla, tomarla.
Hazte con la vaca lechera y no pagarás por leche nunca más.
Michelle es su llave para ser lo que siempre quiso, para ser poderoso entre los poderosos. No solo en esta ciudad de mala muerte, sino en el jodido país... Ella podría darle un puesto en el CNI, sabe que sí. Jack solo debe presionar un poco más, ser cariñoso sin dar lugar a lo platónico.
Y Michelle lo sabe. Jack no sabe que ella lo sabe. Pero lo hace.
Se hace la tonta, la enamorada. Porque lo está. Fingir ser tonta es solo para recibir la atención que debería mantenerla atontada y presa de él.
Sus ojos cerrados, rezando por poder confiar. Pero no puede. Fingir hasta que lo consigas. Finge hasta que consigas ser feliz con las cartas que te ha dado la vida, porque quizá si pides otra, el mazo te dé una peor.
Normalmente Jack a este paso ya la tendría rendida; ella ansía eso, ser domada y reducida a temblores y sacudidas de su propio cuerpo en extasis. Y para él es fácil. Unos simples toques por aquí, otros toques por allá, susurros dulces... Y ella cae en sus manos codiciosas como fruta madura.
Pero Michelle esta vez le aparta. Y lo hace con rudeza, recordándole -o queriendo recordarle- su poder y su capacidad de decir que no, si quisiera decir que no. Quiere intentar tomar la sartén por el mango, de nuevo; pero no la deja. Él es el que tiene la mano más arriba.
Y a pesar de que la pelirroja lo ha apartado una bofetada, más que hacerle sentir rechazado, le hace sonreír. Finge tomar aquello como un simple juego rudo, no como un intento de dominar la dinámica que latente entre ellos.
De todos modos, no es amor lo que causa tanta tensión entre ellos que parece que vayan a estallar y follar como jodidos animales en cualquier momento mientras se observan.
No por su parte.
Y ella nunca lo amaría si fuera conocedora de lo que hay en su mente retorcida de hijo de puta egocentrico y megalomaníaco.
━━ Para ━ le advierte ella, haciendo que le mire confundido ━, no podemos mostrar nuestra relación así, Jack, o sabrán que tengo favoritismos... Debes ganarte el apoyo de la ciudad para que ellos mismos pidan que seas el superintendente. Si yo te pusiera en el trono de la noche a la mañana, ellos te empujaran fuera por su propio pie.
Es una mentira creíble. ¿Verdad?
Parece creersela. Y eso hace que sea difícil contener el suspiro de alivio que trepa por sus labios de piñón.
━━ ¡Pero yo soy mejor que ellos! ━protesta, engreído. Tragada la mentira, las quejas suenan como los de un niño al que no le dejan salir al parque a jugar. Es tan tierno que quiere darle lo que quiere, pero resiste ━, tú lo sabes. He nacido para este puesto. ━ La toma del mentón y se acerca para besarla, susurrando cerca de sus labios antes de recortar su poca distancia ━. Lo nuestro es solo... mucha suerte. Ni siquiera nos conocimos hasta después de ser metido en la lista de candidatos al cargo.
Pero sí que había dejado que ella lo conozca antes. Que conozca lo que él quería que él conozca.
Meses de accidentalmente mostrar sus atributos físicos frente a ella había hecho que ella se sienta tentada; posturas hipersexualizadas para ella, inscribirse en su mismo gimnasio y espiar su horario para entrenar ante ella, fingiendo no darse cuenta, incluso había llegado a ducharse justo cuando sabía que ella entraba, con la cortina mal cerrada. Esos ojos tan fríos lo hacían sentir tan caliente cuando ella creía estar escondida. Había incluso llegado a susurrar elogios en los oídos correctos, con admiración y cariño, para que llegara a ella su devoción total por su imagen y su cabeza. Jack era un artista para el engaño, tejiendo redes de mentiras y 'despistes' meticulosamente ensayados. Había encandilado a cada persona que él había visto que ella hablase más de unas pocas palabras y se había asegurado de ganarse el título de completamente enamorado por ella para que, no importase cuándo y qué hiciera, ellos la recordasen su presencia o ausencia.
Y Michelle estaba enredada completamente a la red. No sospechaba nada, no temía. Era solo ella y un cascarón vacío meticulosamente maquillado y disfrazado como el novio ideal que ella sin querer había dejado ver que quería.
El perfecto engaño para la perfecta engañada.
¿Verdad?
━━ Jack ━ dice su nombre como advertencia de que se aparte, pero él no obedece ━, aquí no, nos pueden ver, Ni siquiera tienes pestillo en el despacho...
━━ Ordena que me pongan uno, o que me den vacaciones. Estoy harto de tener que quedarme aquí tantas noches a acabar casos de poca importancia, cuando lo único que quiero ver en la noche es a mi directora del CNI suplicando cosas tan sucias que traumarias a los estúpidos adolescentes que metemos al calabozo por intentar follar en los parques. ━ El tono aterciopelado, suave y tentador, hace que la mujer suelte un suave gemido de anticipación.
Es una gacela arrinconada por un cruel y hambriento león.
Puede intentar correr, pero no hay dónde.
Se rinde para él sin capacidad de luchar más. De resistir. ¿O quizá solo no quiere resistirse? Una vez más, la respuesta la aterra. Él es más fuerte que su profesionalidad, siempre lo fue. ¿Es él o ella misma? ¿Su engaño o su deseo de ser engañada? Jack es un veneno, un virus, un enfermedad la ha afectado sin compasión; pero él no ha hecho más que disfrazarse como ella, sin palabras ha querido que lo haga.
Ha seguido el camino de miguitas de pan como un pájaro codicioso de tener todo bocados que pueda hallar.
Y ha acabado en las manos del cazador.
«Sé útil y hermoso y el cazador nunca querrá dejarte.» se decía. Su espalda golpea la pared con fuerza y los botones golpean el suelo cuando su camisa es tirada tan fuerte que salen volando.
Los pájaros enjaulados a menudo ignoran que su dueño puede tener más de una jaula, mientras ellos no pueden tener más de un amo. Solo una persona la alimentará, pero muchos pájaros cantarán.
El collar en su cuello, caliente por su propia temperatura, golpea su clavícula cuando es girada. Su cara y su pecho desnudo contra la pared fría, postura degradante, como su propia actitud hacía sí misma.
Se resistiría si no supiera que es inútil.
Apenas reprime sus ganas de abrazarlo, de ser tan tierna que él lo odie y la insista para que le dé la espalda. ¡Oh, otra diferencia! Michelle es una abrazadora y mimosa nata, mientras Jack no soporta siquiera tomarse de las manos o dormir abrazados. Su largo pelo rojo, el que está agarrado con fuerza en la mano firme de él, es muy molesto cuando ella duerme, según él. Michelle siempre duerme abrazándole por la espalda, sintiéndose desprotegida pese a que él esté tan cerca.
«No pienses en eso.»
Se centra en el collar casi por instinto. Acero inoxidable, una chapa con una C grabada cuelga de una cuerda también de acero. No lastima su cuello, pero solo una propiedad llevaría el nombre de su dueño. Una propiedad. Y ella fue la que tomó la iniciativa, técnicamente.
Ella había dejado que él sepa que le gustaría un regalo así. Había dejado que él la vea leer una revista, como había dejado que él sepa que ella le observa; él la había espiado en busca de formas de tomar cercanía con ella, y ella, en lugar de huir, se había dejado acechar. Y esa vez no fue diferente.
Un artículo sobre regalos perfectos para parejas había causado esto. Ella quería un anillo, concretamente uno de compromiso; mucha gente tenía esos anillos por meses o incluso años antes del matrimonio. Eso quería ella, la promesa de más. De que el teatro que él hacía para ella se prolongase.
Pero él había visto algo en esa página que ella rezó que él no viese: un anuncio de collares personalizados que a los adolescentes solían cautivarlos. Ella no esperaba que él pudiera tomar ese artículo como algo que a ella le gustaría. Los jovenes lo llevaban por no poder casarse ni poder llevar más lejos su relación. Pero ellos eran adultos, por amor a Dios.
¿O quizá se dió cuenta de sus deseos, pero se negaba a obsequiar algo asi? ¿Debía ella dar algo más valioso para equilibrar la balanza?
¿Pero qué podría dar, más valioso que su cuerpo deseoso de él y de cumplir sus quereres? ¿Qué existía en este mundo que fuera más importante para Jack que el poder ya teniente sobre ella?
Aquel regalo... Un golpe en el estómago con un oso de peluche habría sido un buen simil. La metáfora perfecta. Duele, pero no como un verdadero golpe.
━━ Te gusta que te trate rudo, ¿Verdad?
No. O no debería hacerlo. Debería querer y exigir ser tratada con cariño. Pero su cuerpo se enciende como un incendio forestal cuando él la toca, cuando la mira, cuando la necesita.
Pero está aquí. Está atrapada, con la correa al cuello y rendida para él y sus intenciones egoístas e interesadas. Y su cuerpo también.
Finge que no te molesta que te use, hasta que deje de usarlo o realmente te deje de importar. Porque es mejor ser útil y tenerlo que no ser útil y perderlo.
... Su yo de antes de Jack estaría tan decepcionada.
Su independiente persona ahora pendiente de los caprichos de un Inspector jefe. Sus designios son deseos, órdenes; ella ya no es la jefa, ni siquiera en la comisaría. Y no debería temblar como lo hace con el pensamiento de estar a merced de él.
Bienvenido sea el quiebre de su ser, a deleite del americano.
Acto III:
━
━ JACK CONWAY, INSPECTOR jefe del CNP. ━ se presenta en la recepción del hospital.
La mujer le mira como si le estuviera contando el chiste más malo del mundo; con sus ojeras notables y una cara de sueño que perfectamente puede competir con la del agente, ella parece tener diez años más. Ni siquiera un maquillaje meticulosamente colocado ocultaría su sueño y estrés. Jack también necesita una siesta de veinticuatro horas, pero al menos él no ha visto entrar gente al borde de la muerte de los cuales pocos abandonan el lugar porque ya es tarde; si Jack viese tantos muertos, moribundos y heridos, él también envejecería solo con ponerse el uniforme.
━━ He venido por... ━ Debe hacer memoría unos segundos, este caso le importa tan poco que le cuesta recordar ━, Gustabo García.
━━ Planta dos, al fondo a la derecha. Pregunte por el doctor Muerte. ━ dice luego de revisar unos papeles que hay tras el escritorio frente al que lleva sentada más horas de las que cualquiera desearía.
Jack no está seguro de haber escuchado bien el nombre del médico.
━━ Disculpe, ¿Doctor, qué?
Ella rueda los ojos. Parece que a ella tampoco le agrada él. O quizá solo sea mal humor por no dormir.
━━ Doctor Muerte. Es el doctor que atiende al chico por el que estás preguntando. Es muy fácil de reconocer; tiene un tatuaje de calavera en la cara, pelo castaño oscuro, ojos verdes... Y un encantador acento italiano. Pasillo derecho, primera escalera, primer piso al fondo.
━━ Okay... ━ suelta, dudoso. Es un nombre muy raro para alguien que se supone que se dedica a salvar vidas; quisiera preguntar la razón del apodo pero no quiere estar más tiempo aquí -en un hospital en un caso que no le interesa-, del necesario ━, ¿Y es necesario que vaya a hablar con él? Yo solo necesito saber la versión de su paciente, ya que estaba en el lugar de los hechos cuando un hombre fue asesinado, y muy probablemente pueda ayudarnos a resolver qué pasó. O incluso él mismo pudo haber cometido el asesinato. No es necesario que conozca de su ficha médica.
Ella rueda los ojos de nuevo y no hace falta ser un genio para saber qué está pensando en ese momento. No es la primera vez que le dicen algo así, ya que no tarda en explicar el por qué de sus palabras.
━━ Debe pedirle hablar con él para que le dé permiso de ver al paciente, ya que el señor Gustabo fue brutalmente atacado antes de que llegara la policía al hotel; imagino que usted pudo ver por qué tomamos estas medidas.
Jack no estuvo allí, su adición al caso fue por Michelle a última hora, y debido a su actitud de superioridad y sus ganas de acabar cuanto antes este caso tan "poco importante", quiso venir aquí directamente. Ni siquiera revisó la información proporcionada por el hotel, porque ni siquiera sabía que había sucedido todo en un puto hotel. Pero no quiere quedar como un tonto, así que solo suspira y asiente con la cabeza, encaminándose a donde le dijo que podría encontrar a Claudio. Por desgracia, en la conversación con este mismo hombre, también se menciona el escenario del crimen, entre otras cosas.
━━ Debe mostrarme a mí -el médico encargado de Gustabo García-, su placa para poder acceder, entienda que la vivencia de Gustabo en ese hotel le ha provocado paranoia, y probablemente nazca de esto un trauma. Además, debo asegurarme de que usted no es peligroso para él. Mataron a su acompañante y a él también han intentado matar.
━━ Soy un inspector jefe, y uno de los candidatos a ser el superintendente ━ dice como si significase algo, y le señala con el dedo ━, debería conocerme a mí y mi impoluta reputación, señor Muerte.
━━ Doctor Muerte. ━ le corrige el italiano, y añade ━: Señor "candidato a ser el superintendente" usted ha visto el lugar, y también a la víctima mortal, ¿Acaso usted estaría mejor que él? ¿Acaso usted recibiría visitas con total tranquilidad, sin miedo de acabar como el otro?
Deja un silencio correr, ya que no sabe qué contestar. El hombre de ascendencia italiana no da crédito, y no se corta un pelo en decir:
━━ ¿Quiere ser superintendente, con más riesgo, más peligro, más muertes y menos tiempo para usted mismo, pero no se toma la molestia de conocer los casos que investiga? ━ No contesta, de nuevo. Ambos se cruzan de brazos casi al mismo tiempo; el azabache actuando a la defensiva, como si eso pudiera protegerlo de sus preguntas, el médico con antipatía y rechazo ━, no se merece un cargo destinado a ayudar a una ciudad, si los problemas del ciudadano de a pie se la traen floja.
━━ Déjeme hablar con Gustabo. ━ Es lo único que dice, pero Claudio aún no ha acabado, a lo que Jack le interrumpe rápido ━: Su trabajo es curar, no proteger a nadie. Y da la casualidad de que mi trabajo sí que está destinado a proteger. Ya sabes el lema: Servir y proteger.
━━ Acreditación de que es usted parte del CNP. ━ Esta vez sí que la muestra, más por querer acabar con esto ya, que por considerarlo necesario. Él es el gran Jack Conway, deberían conocerlo. Frunce el ceño luego de examinar la placa policial y señala una puerta, indicando dónde está Gustabo, pero antes de ir el italiano le toma el brazo ━. Hágale algo, déme una excusa para echarlo a patadas de este puto hospital si se atreve, y le haré daño. Mucho.
Se suelta del agarre como si no fuese digno de tocarlo. Como si fuese un simple plebeyo en presencia de su soberano.
Sus ojos son un pozo de ira sin fondo ni compasión que hacen a Claudio retroceder un paso. Su propio odio dejado atrás, sofocado en el de él. «Ese odio... ¿De dónde viene?» se cuestiona observando la espalda del azabache, que avanza como si nada hubiese pasado, ni siquiera su conversación, hasta la habitación del chico.
Abre y sin siquiera presentarse, observa al chico. Su antebrazo derecho está escayolado y el otro, fuera de la protección de las blancas sábanas, luce varios moretones. En su cuello, luce unas marcas de manos, como si hubiesen querido estrangularlo con saña. Pero lo que más le llama la atención al azabache de ojos de niebla y cabello de carbón, es la dulce cara del rubio; blanca como la nieve recién caída, se ve arrebatadoramente hermosa incluso con el gran moretón sobre el ojo izquierdo y el labio partido con otra marca violácea alrededor y las mejilla de ese mismo lado también amoratada, donde claramente le habían dado más de un puñetazo.
━━ ¿Has venido a matarme o a seducirme? ━ Jack se ve claramente confundido ante las palabras del chico ━, ya podrían haber enviado a un feo. Qué desperdicio que una cara bonita se encargue de silenciarme con una pistola y no con la verga.
━━ ... ¿Qué? Soy uno de los policías al que le han dado tu caso.
El joven rió levemente al ver que el mayor no había entendido la broma ━: Ya lo sé. Claudio no te habría dejado entrar de ningún otro modo; me juró que estaría en la puerta, para vigilar.
Jack se traga las ganas de preguntar si se conocen bien para que el Doctor Muerte se tome el tiempo de hacer eso en lugar de trabajar. No es el momento. Y de todos modos tiene demasiadas dudas sobre demasiadas cosas, como la mirada de odio que sintió sobre él y no tenía un origen claro.
Además quiere irse rápido de vuelta a la comisaría, este trabajo es demasiado aburrido. Malgasta su talento. Que el chico sea guapo, no cambiará eso.
━━ Imagino que querrás hacerme unas preguntas; pero me temo que no pienso hablar.
━━ ¿Por qué no? ¿No quieres que se haga justicia por tu amigo? ━ inquiere el inspector jefe, sospechando. Le examina de nuevo con sus ojos de pólvora y se acerca hasta sentarse en una silla al lado de la cama.
El chico lo mira como si hubiese dicho la cosa más absurda del mundo.
━━ ¿No se supone que has venido aquí a ayudarme? ¿Cómo es que vienes a preguntarme si ese hombre era mi amigo cuando, precisamente porque yo no sé ni su nombre, están tratando de identificarlo por su cuenta? ━ Como en la conversación anterior con el médico, el azabache se queda callado sin saber qué decir. Su cara angelical, de sonrisa burlona y ojos brillantes, se rompe en una mueca enfadada ━, No me puto jodas..., ¿El encargado de protegerme no sabe nada sobre mi y el puto caso? ¿Ni siquiera que ese hombre me pagó solo para follar y que no nos conocíamos?
El lenguaje soez y directo del joven deja al agente de la ley sin palabras. Boquea por unos segundos, buscando cómo defenderse, aún algo sorprendido. Al menos el rubio parece haber perdido algo de molestía al verlo actuar así, porque sonríe divertido y en silencio. Y esa sonrisa hace que se sienta inquieto.
Es el chico quien habla, de nuevo. Su tono suave, cargado de comprensión:
━━ Tranquilo, la primera vez siempre es dura.
El azabache frunció el ceño con molestia.
━━ Este no es mi primer caso, niñato. Llevo en este trabajo desde que chupaste tu primera polla.
━━ Pues no se te debe de dar muy bien tu trabajo si después de tantos años aún no sabes lo importante que es informarte del caso que te han asignado. ━ El agente de la ley no sabe si le molestan más sus palabras o esa sonrisa burlona que parece tatuada en sus labios de fresa. Tose para aclararse la garganta, aún con aquella sonrisa ━: ¿Y si empezamos con lo básico, diciéndonos el nombre, y luego te cuento cómo sucedió todo? ━ El que está postrado y herido en la cama, es el rubio, pero a más este habla, más tiene Jack la sensación de que el más vulnerable de los dos es él. No le da tregua, y vuelve a hablar, humillándolo de nuevo ━: A menos que prefieras seguir jugando a ser el mejor policía del mundo cuando pareces más inútil que una ensalada en una fiesta de cumpleaños infantil. En cuyo caso, te dejaré seguir adelante un poco más; pero más vale que al menos seas entretenido, porque sino, te aviso de que acostumbro a cobrar por hora, y te lo cobraré como a cualquiera con quien yo pase el rato.
━━ Me llamo Jack Conway. Soy Inspector Jefe en el CNP.
Gustabo parece querer decir algo, pero ríe suavemente y niega como si se corrigiese a sí mismo.
━━ Me llamo Gustabo, Gustabo García. ━ No hace falta que repita su trabajo.
Jack asiente con la cabeza y a falta de una libreta donde anotar, saca su teléfono y empieza a anotar en las notas del teléfono ━, ¿Qué nombre prefieres? ¿Prostituto o gigolo?
━━ No soy un gigolo; esos hombres solo ofrecen sus servicios a las mujeres, mientras que los prostitutos como yo, también están con hombres.━ Le corrige mientras mira su brazo escayolado, moviendo este nerviosamente. Le pica bajo la pasta blanca solidificada ━, ¿Me puedes traer un bolígrafo? ¿O algún palo? Me pica.
━━ No, pero aún así no deberías rascarte nada. Te han dado una buena paliza y necesitas descansar para que se sane bien el hueso.
━━ Es un esguince, no una rotura. Búscame algo para que pueda meterlo debajo de la escayola y rascarme, coño, que es como si tuviera hormigas aquí dentro y me da un asco de cojones.
━━ Cuando acabemos, agarrare un boli y yo mismo te rascaré hasta los cojones por detrás; pero habla.
Gustabo rió divertido.
━━ ¡Uy, qué atrevido!
Jack se rió al escucharlo. Espera. ¿Se rió? ¿De la broma de un simple puto sin nada que ofrecer? ¡Ni en broma!
Adoptando un gesto serio, miró el teléfono y se preparó para apuntar.
━━ ¿Sabes lo que es una reconstrucción de los hechos?
━━ Hmm... Es la primera vez que un policía me interroga. Normalmente suelo huir de vosotros por... causas evidentes, ━ Gustabo se encogió de hombros ━, por cierto... como comprenderás, no tengo intención de ir a la cárcel. Si esperas mi ayuda, tendrás que prometerme que me dejaréis ir después.
Podía prometerlo. Así como la protección de testigos, con cambio de nombre y reubicación si fuera necesario. Sin embargo, ¿Por qué gastarlos en un puto? Además, un puto egocéntrico y creído.
━━ No hay problema, sí eres útil.
El menor lo miró con desconfianza unos segundos para después sonreír despreocupado.
━━ ¿Sabes? Creo que no recuerdo nada. Todo está nublado en mi cabeza... Quizá la paliza me borró la memoria. ━ Le miró directamente a los ojos, notando la angustiosa mirada de Jack.
━━ No serás capaz.
━━ Ponme a prueba.
━━ ... ¿No te da pena? Lo mataron estando contigo. ¿Y si fuera un exnovio tuyo? ¿O un cliente tuyo celoso?
Gustabo frunció el ceño y lo miró. Sus ojos azules brillaban en advertencia de dejar el tema ahí. Sin embargo...
━━ De hecho, nada nos garantiza que esto sea culpa tuya. O incluso tu propia obra. ¿Cómo sé que el asesino no es tu chulo y que lo mató porque él no pagó por acostarse contigo?
━━ Vuelve a decir algo así y le pediré a Claudio que te saque de aquí y no te diré nada. Y luego cuando este estúpido crimen se resuelva, conseguiré al puto mejor abogado que haya en esta de mierda ciudad y te meteré una demanda tan brutal por el culo que vomitarás papel y llorarás tinta.
La sorpresa de Jack es palpable. Llevaban sin hablarlo de ese modo desde que salió de la academia de policía; ni siquiera sus compañeros y superiores -cuando era alumno raso- habían jamás expresado tanta hostilidad. El narcisista Jack Conway había encontrado, sin siquiera buscarlo, una persona con su mismo excesivo amor propio; pero una lengua más afilada.
Un escalofrío subió por su espalda y sonrió. ¿Quería jugar con él? Jugaría. Él también podía soltar comentarios desagradables.
━━ Watch it. No eres el primer perro malo que domaría y convertiría en mi perro bueno y fiel...
Pero él no parece incómodo. Aunque su enfado se desaparece, sustituido por su sonrisa divertida de antes.
━━ Los perros de casa no son como yo. Los de calle mordemos hasta el hueso... Necesitarás un buen pedazo de carne para que no te ataque.
¿Qué...?
El sonrojo se extiende por su cara como un incendio forestal. Gustabo ríe, victorioso.
━━ Punto para mi, mejillas dulces.
➤ 5002 palabras.
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