Notas finales.
Nota del autor: El último capítulo está hecho. Me tomó mucho tiempo terminar esto porque no quería dejar de escribirlo. Espero que hayan disfrutado leyendo esto tanto como yo disfruté escribiendo todo el fic. Este es un regalo de cumpleaños para mi mejor amiga, que es meses después de la supuesta fecha de nacimiento, ¡lo siento! Espero que les haya gustado. ¡Y sí, Dongyeon es Kyungsoo!
Si viste Along With The Gods, es posible que reconozcas la referencia. Tengo esta idea de Lee Elijah como Fate y ella es tan bonita. ¡Dame algunas recomendaciones para ver también!
Algunas de las reglas canónicas aún se aplican:
i. Los sombreros son cosas mágicas que te hacen invisible.
ii. Los segadores eran almas que habían pecado gravemente en su vida anterior.
iii. Las almas desaparecidas son almas que se supone que deben morir, pero por alguna razón todavía están vivas. Cada 9 años es cuando un segador los encuentra si se han escondido. Algo acerca de que el número 9 es el número perfecto.
Nota de la traductora: Espero y con esto hayan llegado a las conclusiones de todo el fic, normalmente no dejo notas en los capítulos, pero esto me pareció importante y decidí hacer un apartado por lo mismo. Sí, es verdad, Dongyeon es Kyungsoo, así que quizá ya se hagan una idea de esto. Es un final abierto, pueden tomarse el lujo de imaginar que es lo que pasó después. Agradezco el que hayan leído está historia, que tengan un buen día, tarde o noche <333.
La frase de Fate: «No existen las coincidencias en este mundo. Lo que existe es solo lo inevitable», es de xxxHolic, que es una serie de manga escrita e ilustrada por el grupo CLAMP. La historia gira en torno a Kimihiro Watanuki, un joven estudiante preocupado por su capacidad de ver cosas sobrenaturales. Un día, mientras Watanuki huye de un yōkai, se topa con una extraña tienda donde conoce a Yūko Ichihara, una bruja que puede conceder deseos. Tras esto, el joven desea que ya no pueda ver espíritus y, como forma de pago, Yūko le dice que debe trabajar en la tienda hasta que equivalga al costo de su deseo, en este caso, la frase proviene de Yūko Ichihara.
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