春 Haru
-¿Está bien?- me pregunta un desconocido, tendiéndome la mano para levantarme. Justo al alzar la vista, nuestros ojos se encuentran, dejándome una sensación extraña, como de parcial indiferencia. Tenía un ojo claro como el cielo, a la vez que otro oscuro y rojizo como la tierra.
El pelo correspondía a esos dos colores, blanco y rojo. Facciones cuidadas, alto y una sensación dulce al agarrarme la muñeca que inundó todo mi sistema nervioso.
- Sí, gracias por ayudarme- medio suspiro, intentando no causar una molestia.
- No hay de qué- dice frío, volteándose sin que pueda saber su nombre. No estaba dispuesta a dejar que me diera la espalda de aquella manera, era la ocasión para hacer un nuevo amigo.
- E-Espera, ¿cuál es tu nombre?- le pregunto rápida. Tornea unos centímetros la cabeza, con la ceja levantada.
- Shouto, Todoroki Shouto...- vuelve a reanudar su trayecto principal ignorándome.
- Bien, ¡Espera! Yo soy...- con voz más baja, retrayéndome, ya que me había dado la espalda.
- Toshinori Aiko...-
No conseguí alcanzarle, se había perdido entre la multitud. Pensé en que fuera un poco maleducado antes, o sólo es que actuara tímido. No sé si había llamado su atención, pero estuve con una sensación extraña después de intercambiar palabras, como si alguien me observara. Paku se desliza por mi espalda, asomando su pequeña cabeza para hablar conmigo.
– Bueno, no es la mejor bienvenida de todas, pero por algo se empieza... Aiko-chan – suspira, ambos mostrábamos un aire decadente. Tenía miedo, todos tenemos miedo a lo desconocido, el fracaso es inminente y por ello las adversidades hay que tomárselas con filosofía.
No dejaba de reflexionar en esa mirada, me había dejado perpleja, cuánto odio y tristeza al mismo tiempo. Era una mirada vengativa, una mirada sin alma, una mirada como la mía... Ese tal Todoroki Shouto, ¿no?
– ¿Piensas en ese tipo?– dice el dragón mientras atravesaba el umbral de la entrada, desplegándose sobre mí aquella academia laberíntica. Me conocía bien, captaba mis pensamientos con exactitud.
– Ahora mismo pienso en, ¿donde rayos está la clase 1-A?– digo disimulando.
– Preguntemos.–
Y así fue, pidiendo disculpas a todo aquel que interrumpía con mi pregunta incómoda, ya que, sin resultado, me habían puesto aún más perdida.
– Probemos buscando al profesor principal– declara otra vez Paku.
– Aizawa Shouta...– leía yo a trompicones en la nota que me había dado All Might justo antes de salir de casa. Al final de su escritura aparecía un muñeco Chibi, sonrojado con el pulgar hacia arriba.
Muestro una sonrisa tímida ante aquel dibujo adorable.
– Paku...
– Dime, Aiko-chan– los alumnos pasaban a nuestro alrededor apresurados, poniéndome en contra de su dirección, como si ellos estuvieran de color y yo en blanco y negro.
– All Might es buena persona, ¿verdad?– mi amigo se queda un rato pensativo.
–¿No nos traicionará verdad?– vuelvo a preguntar, él niega sin contestarme con palabras, vuelvo a sonreír.
Me giro de nuevo hacia la puerta, al advertir una presencia abrumadora. Un hombre de unos treinta no muy alto, pelo negro y largo, siniestro. Ropas oscuras y holgadas, unos ojos carmesí muy brillantes. La barba de los tres días. No pude evitar dirigirme a él mientras Paku se escondía.
– Perdone, señor. ¿Sabe dónde está el profesor Aizawa Shouta?
– Yo soy Aizawa...– dice con un tono grave y seco, a la vez que plano sin entonación de voz. Justo después unas gotas de sudor hipotéticas caían por mi frente, era una situación incómoda.
– Mi nombre es Toshinori Aiko– me inclino de forma correcta, me comportaba bastante formal para ser yo.
– Soy la nueva alumna de su clase, espero que se lo hayan notificado.
– Mmm... Ah sí, la hija de All Might...–
Al decir "Hija de All Might" su ceja comenzó a hacer pequeños tics nerviosos– Ese excéntrico...– trago saliva.
– Bueno, pareces ser menos desagradable que él. Ven, te presentaré a tu clase...– todos los estudiantes ya habían entrado en las aulas, caminábamos solos por el pasillo largo. No fueron muchos pasos hasta encontrar aquel portón enorme, con las letras 1-A.
Me habría topado con la estancia, aún sin la ayuda de Aizawa-sensei. Sentía los latidos de mi corazón acelerado, al mismo tiempo de que él abría la puerta lentamente, cerca de que los segundos pasaban más lentos.
El trozo de madera, entreabierto, mostraba el barullo que se podía percibir desde la entrada del edificio.
Todos los alumnos estaban de pie, tirando cosas por el aire, ignorando la mano de Aizawa. Me mira con tono pesado.
– Discúlpame un momento...– entra cerrándome la puerta en las narices, dejando sin palabras mi mirada perpleja. Se disponía a calmar lo ocurrido por haber llegado un tanto tarde. Escucho un silencio sepulcral, a la vez que unos golpes repetidos, me asustaron. Vuelve a abrir la puerta.
– Venga, entra...– cumplí sus órdenes, en correspondencia al umbral de la clase. Ignoré todas las miradas puestas en mí, se sentía igual que acercarse a una parrilla caliente, tanto como una corriente abrasadora. Sigo los pasos del profesor con rodillas temblorosas hasta colocarme delante de la pizarra, me giro y miro a un punto al fondo de la habitación.
No me atreví hasta pocos segundos después, a mirar los rostros de mis compañeros.
Por la franja izquierda, caras desconocidas, curiosas por saber mi nombre, aunque otras molestas por la bronca del profesor, hasta que llegué a Todoroki Shouto... Espera, ¿Todoroki?¿Qué hace aquí? Se dió cuenta de mi expresión confusa, mirando hacia otro lado. Por un momento mi cuerpo se había acelerado. ¿Qué pensará de mí aquel sujeto? Seguí repasando la identidad de todos, hasta llegar a la franja derecha, donde unos cabellos verdosos se inquietaban inocentemente. Exhale con fuerza por la impresión del todo.
Paku muestra la cabeza ligeramente, para poder hablarme.
– ¿Ese no es... El joven del otro día?– pregunta entre la presentación del profesor. Yo asiento con disimulo.
– ¿Qué hace aquí?– ignoro la pregunta disimulando, intentado no mirar mientras me fijo en el lenguaje corporal del chico.
Me dirigía la vista todo el tiempo, intentando disimular sus actos con las mejillas rojas y ojos como platos. Ya que nos habíamos reconocido, actúo natural y le saludo con la mano, haciendo que todo el salón le mirara fijamente a él, como si fuera cómplice de un asesinato. Él peliverde parecía que se iba a desmayar.
– Aiko, ¿serías tan amable de presentarte?– dice Aizawa despertándome del trance. Asiento.
– Por supuesto,– mi mirada se posó en aquel chico rubio de mirada arrogante y furiosa. El mismo que me había tirado al suelo esta mañana. No paró de comerme con la mirada desde que entré al salón, en el mal sentido de la palabra. Tenía un profundo odio hacia mí, por la situación por la que le hice pasar.
Se me escapa una risa sorda. Recordé la humillación de aquel joven, este se había percatado de la burla inmediata.
Al mismo tiempo me giro a la pizarra, para escribir mi nombre en kanji.
俊憲愛子
Era irónico como mi nombre significaba "niña querida". Odio mi nombre. Dejo la tiza desgastada, e intento sonreír de media gana.
– Mi nombre es Toshinori Aiko, me acabo de mudar hace poco a este barrio, y espero poder estar a la altura de vuestras espectativas, o de lo que cabría esperar– digo con voz dulce tímidamente, Aizawa ya buscaba algún asiento en el cuál poder posar mi trasero, al mismo tiempo que veía caras fascinadas por mi correcto léxico al hablar.
– Bien Toshinori, siéntate al fondo, al al lado de Midoriya–
Midoriya, Midoriya Izuku. Ese nombre no lo conseguía recordar con certeza, fue en ese momento de lucidez, rememoré esos instantes reticentes y cordiales.
A la vez que caminaba, escuchaba comentarios entre susurros.
"¿Una chica nueva?"
"¿Qué hace aquí?"
"Qué linda es"
Los comentarios pervertidos provenían de un muchacho con el pelo morado y el joven rubio de cabellos encrespados.
Me apresuré a reencontrarme con el chico agradable, pero sin tanta prisa, como la inquietud a la vez que el sosiego. Izuku estaba a un metro de mí, no quité la mirada hasta que mis rodillas se flexionaron. Mientras la imagen de él se desplegaba ante mis ojos oscuros, como un cachorro asustado.
– Hola, Izuku– sonrío, actuando totalmente diferente a mi naturaleza. Antes de contestarme se queda consternado.
– ¿C-Cómo te... acuerdas de mi nombre?
– Nos viéramos la semana pasada, ¿recuerdas? Me ayudaste mucho ese día, gracias– Izuku no sabía dónde meterse, ya que nuestra conversación alertaba oídos indiscretos, además de que lo avergonzaba al instante.
– P-Pero, si no hice nada... Aiko-san– le miro un tanto extrañada.
–¿Aiko-san? Por favor, no utilices ese sufijo tan formal, llámame Aiko sin más– fuera una conversación graciosa a la vez que inocente por parte suya, me sentía bien al estar en clase al lado de Izuku, alguien que conocía.
Pero había personas que no veían bien aquella situación. El joven rubio, mantenía sus ojos en mí además de en Izuku, lo que me confundió. ¿Qué clase de relación tendrían aquellos dos?
Además de Todoroki y sus ojos temperamentales, puestos en todos lados. Me ponía un tanto nerviosa.
Por lo demás, se veía un ambiente tranquilo. No pedía nada más, sólo un poco de paz y serenidad. O eso creía yo en ese momento.
– Bueno, para la clase de hoy iremos al exterior, quiero enseñaros una cosa– responde el profesor al andar hacia la puerta. La confusión se podía percibir en la mayoría de los que estaban allí.
Todos nos fuimos levantando de nuevo y en ese momento una presencia se interpuso en mi camino.
Una chica de pelo castaño claro, y unos ojos grandes enternecedores. Me sonreía con benevolencia, sin mediar palabra.
– Hola soy Ochako, encantada– se inclina brevemente, cuando me tiende la mano. Yo un tanto sorprendida por su tono vivaracho y natural.
– Yo soy...
– Aiko-chan, ¿verdad?– asiento.
– Veo que Deku-kun y tú os lleváis bien. ¿Os conocíais?
– ¿Deku?– pregunto, el peliverde se acerca al escuchar la conversación.
– Sí, así es como llamamos a Izuku.
– Uraraka-san, no creo que haga falta explicárselo...– dice preocupado.
– Por supuesto... ¡Mmm!...– Deku le estaba tapando la boca con fuerza, mientras sonreía, como si fuera un profundo y oscuro secreto la razón de aquel nombre. Se veían lindos aquellos dos juntos, en una situación graciosa.
– Vamos chicos, debemos seguir al grupo– otro sujeto se había unido a la conversación. Alto, pelo azabache y lentes que le hacían ver más serio para su edad, además de que escondían un rostro perfilado y griego.
– Tenya-kun, esta es Aiko-chan ahora está en nuestro grupo– me sorprendí por la gravedad de sus palabras, no habían pasado apenas minutos y ya conocía a tres personas. Aquella chica me resultaba realmente agradable. Comenzamos a caminar detrás del grupo.
– Encantado de conocerte,
Toshinori-san, yo soy Iida Tenya
– Igualmente– sonrío,
¿qué es lo que hago? Aiko, deja de sonreír como una tonta estás pareciendo agradable, ¿qué pretendes?
– Vosotros dos, será mejor que dejemos de atosigar a Aiko-san, acaba de llegar a la escuela y...– dice Izuku preocupado.
– No me molesta, me gusta ver que aún queda gente amable en el mundo– Ochako me sonríe hasta que reímos todos inconscientemente. Acabamos saliendo todos al patio, esperando a las palabras de Aizawa.
Estábamos todos bastante juntos, Izuku y yo rozábamos nuestros hombros, el chico tiembla como un flan, sonrojándose. No entiendo esa manera de actuar tan extraña, era extremadamente tímido al parecer.
– Bueno, la actividad de hoy consistirá en una preparación para El Evento Escolar que está al caer– se nota un sentimiento de misterio en el ambiente. Creo que nadie sabía de lo que hablaba.– Haremos un minitorneo de batallas uno contra uno, para ensalzar vuestras habilidades– El rubio chasquea sus dedos con la mano derecha y una expresión desafiante, daba miedo...
– Cogeré estas papeletas, para saber con quién os toca...– la mitad del grupo, incluida yo esperamos a los papeles en el que dentro escondería la identidad de nuestro adversario.
Era el primer turno, no puedo evitar el miedo. No quiero crear un enemigo tan rápido en la clase. Aizawa abre las dos solapas.
– Toshinori Aiko...– trago saliva.
– Bakugō Katsuki– al principio me extrañé, luego sentí un escalofrío por la espalda, helador. La mirada preocupada de Izuku, tampoco me daba muchas esperanzas. El azar no había sido generoso conmigo y parecía que todos sintieran lástima por mí.
¿Quién rayos era Katsuki?
– Deku,– le dije susurrando disimuladamente al oído. Se puso totalmente erguido y tenso.
– ¿Quién es Katsuki-san?– me señala temeroso al mismo rubiales de mirada asesina y sonrisa maquiavélica. Aunque en ese momento estuviera serio y normal, cuando puso sus ojos en mí, rápidamente se frotó las manos y chocó un puño con la otra palma. En señal de desafío.
– Mierda...– musité haciendo que Midoriya se sorprendiera. Pero rápidamente él también dirigió una mirada asesina a Katsuki.
– Lo conseguirás Aiko-san, eres fuerte, yo creo en ti– sentencia Deku.
¿Qué? ¿Cómo había conseguido tanta confianza en sí mismo, y en mí? Me había sonrojado un tanto, rayos...
– En cada clase haremos una batalla, también para que vosotros aprendáis de vuestros compañeros, y esas cosas típicas– responde Aizawa de forma decadente– Shouji te encargo el arbitraje– le lanza un silbato al chico con la boca tapada, era gracioso.
– Bien, Bakugō y Toshinori al campo, venga.– Aizawa se cubrió con un saco amarillo, para luego tumbarse. Vaya ejemplo de responsabilidad.
Ambos nos colocamos el peto de pruebas físicas, notaba su mirada en mí, en un punto fijo sin esclarecer.
Mientras Shouji, un tipo extraño con múltiples brazos, no sabía cómo dar la señal. Ya nos encontrábamos en el campo de batalla.
– ¡Venga dar la p*** señal ya! Tengo ganas de destrozar muñecas, como tú– dice mi oponente. La última frase dirigida a mi persona, con un susurro endiablado, daba miedo.
– ¡Psss!– Paku quería hablarme, murmurando– Aiko no te preocupes, he estado investigando un poco sobre tus compañeros, y parece ser que este tiene la Particularidad "Explosión". Te puedes hacer a la idea de como es–
Sin responder, asiento. Debo crear una estrategia, basándome en lo elemental. Suponiendo que él hace explosiones reaccionando el fuego y la pólvora, el aire que lleva mis huracanes puede hacer que ese fuego se extienda. Estoy en clara desventaja.
No sé cómo, pero consiguieron dar la señal haciendo que Katsuki se lanzara sobre mí, de forma bruta y desgarradora. No puedo dejar que adivine mi kosei de forma instantánea. Necesito esperar.
Utilizo el viento para aumentar mi velocidad, lo esquivo, confundiendo a espectadores y oponente.
– ¡Vuelve aquí, cobarde! Me vengaré por lo de esta mañana– vocifera un grito de guerra. Comencé a sudar.
¿Yo? ¿Desde cuando sudo?
Carga una explosión, en su mano para poder arrancarme la cara. Muevo un poco la cabeza, evitando de nuevo el golpe pero el sonido del estallo fue ensordecedor. Se movía rápido, pero torpe a la vez. Era un luchador de tipo tanque, (ataques poderosos y veloces, pero demasiado tiempo de recarga).
Eso daba puntos a mi favor, ya que era más rápida y ágil que él, aunque no tuviera tanto poder.
Sin embargo en un momento, vacilé, llevándome un gran golpe en el rostro, el humo arrastraba mi cuerpo y me hizo rodar por el suelo arenoso.
Me levanto a duras penas.
Intento huir de nuevo, me había bloqueado, todas mis técnicas se habían esfumado. Noto la boca con un sabor férreo, y como aquel líquido rojo caía por el suelo.
– ¿No sabes hacer otra cosa que escapar?–lo dice de manera victoriosa. Busco las miradas de mis compañeros, mientras gateo. Deku mostraba lástima por mí, además de impotencia. Sonrío ligeramente, por su acto comovedor. Ochako y
Tenya-san también conservaban esa expresión.
– ¿¡De que te ríes, idiota?!– hunde mi cabeza en el suelo, rompiendo la roca. Su mano sobre mí rostro, al mismo tiempo que sentía un dolor horrible en la espalda.
Dolía, bastante. No os lo recomiendo...
Noté como todos exhalaban con fuerza, por el terror a presenciar.
Yo sonreí cubierta de tierra y sangre, no habían pasado ni una hora y ya se preocupaban por mí.
– ¡Rápido Shouji-san! Pita, la están demacrando– el grito de Deku.
Como si fuera a morir de nuevo...
Aquellas palabras me recordaron a todas las adversidades que había tenido que atravesar. Siempre había buscado ayuda de los demás, gente que creía en mí: El viejo de la estación, Paku, All Might e incluso Deku, me habían dado fuerzas para esta batalla.
Katsuki me hacía rememorar aquel abusón del orfanato. El problema es que ahora era yo el chico apalizado. No había nadie como Aiko en mi ayuda.
Mantenía una mirada seria y sin alma hacia él. Lo que le hizo dudar por un instante, calmando sus palabras envenenadas.
– A-Aunque me mires así, perderás.
– ¿Perder?...– la primera palabra que le digo en aquella situación, haciendo que se sorprendiera y abriera los ojos de par en par.
– Si al menos... Supieras los que es una pérdida... lo que es la derrota...– tenía la voz como si fuera papel.
– ¡¡¡Podrías usar esas palabras, desgraciado!!!– lo había dejado anonadado, no esperaba esa reacción de mí. Yo mientras agarro su brazo con fuerza, con un grito de guerra. Usando todo mi poder. Tal furia y potencia, que el tornado lo mandó por los aires. Poseída por el afán del odio, vuelo hacia él para rematar un golpe final desde el aire. Hundiéndolo como él hizo conmigo. Concentré toda la tristeza cargada con los años, en él.
Una vez los dos en el suelo, yo sobre el chico con una mano amenazante. Lo había inmovilizado, eso me daba la victoria.
El pitido final de la batalla. Veo que Katsuki se muerde el labio inferior, mientras una lágrima impotente caía por su mejilla.
– ¡Bakugō está inmóvil, gana Toshinori Aiko!– para mi sorpresa los espectadores vitorean de alegría.
– Nunca subestimes el poder del viento, Katsuki-san...– con la mirada perdida, lo dejo en el suelo además de la incertidumbre de mis palabras. Curioso, como se habían cambiado las tornas.
– ¡Bien hecho, Aiko-chan!– Ochako me abraza fuertemente, me reconfortó.
También había un grupo de chicas junto a ella, que me miraban con esperanza. Me extrañé un tanto.
– Has estado increíble, Aiko-chan– una joven de piel rosada y cabello iguales me sonreía– Soy Ashido Mina por cierto, ja ja.
– Encantada,– y con eso me fui presentando a las demás del grupo de Ochako. Eran bastante agradables y peculiares. Me alababan sin explicación, poniéndome como un tomate. Pero algo iba mal...
– ¡¡¡Esto no ha acabado Aiko!!!– Katsuki iba a arremeter contra mí, con su gran explosión. Era demasiado tarde, cerré los ojos esperando al impacto.
Pero en vez de eso, una sensación helada atravesó mi campo visual, deteniendo al agresivo. El causante de la muralla de hielo, era Todoroki. Me había salvado de nuevo.
– La próxima vez que quieras hacer daño a alguien, que sea en el campo de batalla, Bakugō... Has perdido– Responde fríamente, algo en mi interior se había derretido. Me estaba mirando de reojo, de manera misteriosa.
El rubio chasquea la lengua.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top