光 Hikari

No quise pensar en nada a excepción de poder salvarlo, no debo. No debo recordar la atrocidad que acababa de efectuar, todo era por una finalidad. Continuar mi camino. Mi carrera por aquellas calles desiertas era incesante y llegaba al agotamiento más extasiado. Después de todo era incapaz de utilizar mi quirk en esos momentos y aún por encima mi cuerpo no respondía como quería. Lo notaba cada vez que mis pies rozaban el frío suelo. Lo siento Shinsou-kun, espero que algún día puedas perdonarme.

La noche se cernía entre mis pasos y tropiezos, algunas personas que merodeaban por allí eran incapaces de mirarme con preocupación. Otros no dudaban en prestarme su ayuda de buena gana.

- No pasa nada...estoy bien,- decía repitiendo una y otra vez sin cesar. Sólo quería encontrarme con el dragón deseando que no le hubiera ocurrido nada. ¿Qué habrá pasado con el viejo de la estación? ¿Por qué ahora? La Liga de Villanos está detrás de todo esto..

Si tan sólo pudiese alzar un poco el vuelo... Poco a poco los edificios se iban haciendo cada vez más familiares, caminos que conocía bien. Lugares dónde pasé parte de esa infancia demoledora.

•••

Tal vez esa visión extraña que tuve fuese el presagio de algo aún mayor, necesito saber que está ocurriendo. Estaba claro que la Liga de Villanos estaba detrás de todo.

El cansancio era tal que mis ojos comenzaron a mostrarse borrosos, no diferenciaba las formas de lo que se encontraba en frente de mí. Aquel ataque consumió parte de mi forma.

«Necesito dormir» los instintos naturales podían con mi raciocinio. Mas mi voluntad por salvar a mi amigo prevalecía por encima de todo.

Una gran entrada se postra a mi vera, torné la cabeza por un segundo pudiendo vislumbrar el gran reloj de la estación y la muchedumbre entrando y saliendo de los vagones.

Pronto lo que eran personas se hacían como sombras carentes de identidad.


Y las sombras carentes de identidad desparecieron por completo siendo invisibles a mis ojos, centrándome en una sola y quejumbrosa figura.

Shigaraki Tomura.

A su vera un séquito de transeúntes secuaces sin importancia en el escenario que le pertenecía. Cada uno comenzaron a rodearme lentamente, sin prisa ya que por mi estado no tenía opciones de hacer nada. Todo era una trampa.

– Mierda...– sentencié en esos momentos. La vida se me consumía con cada segundo. No podía ni respirar, los sudores fríos continuaron.

– Estás sentenciada a muerte Aiko, sabemos tu secreto, lo sabemos todo...— ¿Todo? ¿All Might? Maldigo mi nombre una y cien veces, como he sido tan descuidada... Cada vez los párpados me pesaban más, aún así continuaba manteniéndome en pie.

— Je, je... — musitaba yo ignorando la situación — Siento que no ves la situación con perspectiva, Shigaraki. Estáis en clara desventaja... — intentando ganar tiempo.

— ¿Desventaja? Intento ver tu perspectiva pero claramente tú estás sola y nosotros somos muchos más. Es tu momento de perecer Perra de All Might— en el instante que dijo esas últimas palabras, los secuaces hambrientos y sedientos de agonía ajena comenzaron a gritar y vitorear. Muchos me gritaban y vejaban a mi nombre sin miramientos, realmente contenían un odio profundo hacia mí. Lo único que podía hacer era mantenerme en pie y aguantar mi posición a la espera de un golpe de suerte.

...



— ¡Shigaraki! Tú tienes algo que me
pertenece— sabía que Paku lo tenía en su poder todas las pruebas apuntaban a ello. Pasaba el tiempo y el círculo de muchedumbre iba acotando su diámetro, cada vez más y más cerca. La situación me sobrepasaba tenía claro que ese era mi sino, solo me arrepentía de una sola cosa... No había sido capaz de despedirme de mi padre, de Paku ni de las personas que quiero. Y mucho menos del único y primer amor que he tenido en mi vida...

Todo ha acabado en un simple y llano juego de valor, por no haber sido más fuerte, por no haberme apoyado en los demás...

Todo ha acabado...

...

Simplemente es el fin.








— ¡ Aiko!! ¿Aiko eres tú pequeña? — una voz anciana y débil se alzaba entre la muchedumbre— Pequeña, ¿estás bien?— no podía verle bien el rostro, su canto lo tenía grabado en mi mente eso sí. Sentía como se acercaba y se apartaba de todos aquellos hombres. A su lado una pequeña silueta serpenteante y reptiliana caminaba hacia mí. Paku mi pequeño compañero y a su lado el revisor de la estación que me había acompañado en mi orfandad, mi felicidad era completa hasta que una idea fatal sondeó mi cabeza. Mi rostro de alegría cambio en cuestión de milisegundos, ellos no debían estar aquí, ellos no, mi familia...

— ¡Aiko-chan!~ Paku se abalanzaba sobre mis brazos, mientras el anciano acariciaba mi cara con afecto, como un abuelo a su nieta.

— ¡Aiko estás súper malherida necesitas ir al hospital ya! ¿Quien es esta gente, cielo ?— el revisor ignoraba completamente la situación, sabía que algo no pintaba bien. Esta situación es demasiado peligrosa.
— Escuchadme los dos, tenéis que iros de aquí, ¡Ya! ¡Esto es muy peligroso os van a matar!— exclamé hacia ellos con apuro. Shigaraki les echó una mirada aterradora y psicótica, al instante el miedo y la angustia acapararon mi ser.

— ¿Está gente te está haciendo daño Aiko?— me respondió.
— Aiko-chan no te preocupes hemos venido a ayudarte— me consolaba Paku mientras me abrazaba con fuerza.

— ¡Akiyama-san! Por favor váyanse de aquí los dos, os van a matar — nunca le había llamado por su nombre al anciano revisor, un escalofrío estremecedor recorrió mi espalda a la vez que mis fuerzas me abandonaban. Estaba llegando a mi límite no voy a ser capaz de protegerlos, pensé con vértigo.

— Pequeña deja de llorar, déjame ayudarte esta vez— esas palabras desgarraron los últimos pedazos de mi débil corazón, él era consciente de toda la situación y no dudó ni un segundo en ponerse al frente pese a su edad. — ¿¡Que quieres de ella, gamberro?!— asaltando a Shigaraki sin saber que este era uno de los mayores criminales de Japón y el mundo villano.

— Vaya, vaya mira quién ha aparecido, una vieja gloria. Señor los samuráis ya no existen— bromeaba el villano, al instante los demás comenzaron a reírse a carcajadas. No fueron capaces de detener la temple del señor Akiyama, él seguía mirándole a los ojos listo para defenderse.

«Oji-san seguro que quieres enfrentarte a nosotros, no estamos aquí para jugar al shogi, Ja, ja ja...»

«Le dejaremos algo de ventaja si quiere, ja, ja...»

Los adeptos de la Liga de Villanos no dudaban en unirse a las burlas, yo solo podía pensar en lo que iban a hacerle. El quirk de Akiyama-san estaba bien, aún así pese a su edad se limitaba a animar a pequeños objetos o juguetes como había hecho con Paku. La situación no podía ir a peor vileza.

— Aiko-chan confía en él, él es quien me creó al fin y al cabo. Deja que te ayudemos por
una vez  — me consolaba el pequeño dragoncito. Mi desesperación no hacía más que aumentar, ni si quiera yo estudiante a héroe alcanzaba a mover un solo dedo. Mis pensamientos cesaron al vislumbrar dos golems de piedra surgir del suelo de la estación que no dudaron en abalanzarse sobre el enemigo, este se hallaba desconcertado por el creciente poder de aquella errática figura. Más de la mitad de aquellos indeseables acabaron en el suelo. No cabía en mi total asombro y estupefacción.

— No sé si lo sabías Aiko, pero Akiyama-san antes de ser revisor, fue héroe en el pasado. Lucho junto a personas de renombre pero tuvo que retirarse.— me explicaba Paku sin yo hacerle el mínimo caso. Mi mirada estaba concentrada en esa pelea frenética. Aquella pequeña esperanza que había brotado en las ruinas de mi pecho, pronto sería arrancada de cuajo.

— Nomu...— ordenó Shigaraki y al instante emergió un coloso deforme con rasgos monstruosos. Este no dudó en destrozar los golems de piedra y en arremeter contra el anciano. Lo sostenía por la garganta, ahogándolo. Me quedé paralizada, quería gritar, llorar, escapar, luchar, destruirlo todo. La impotencia que sentía era insostenible.

Mientras el Nomu sostenía el cuerpo casi inerte del señor Akiyama, Shigaraki se acercaba con paso lento. Disfrutaba con alevosía esa situación, saboreaba cada momento en el que sufría, se alimentaba de mi agonía. Le encantaba el hecho de arremeter contra All Might mientras me torturaba a su vez.

El Nomu despistó al anciano en el suelo en el instante que lo soltó de su atadura, por unos instantes pudo respirar antes de su ineludible muerte. Tomura Shigaraki alzó su mano para acabar con su vida y en menos de un parpadeo el hombre se desintegró como un azar de arena y polvo. Polvo que el viento fácilmente soplaba frívolamente.

— NOOOOOOO!!!!— grité explotando en agonía y sollozos asiduos. En un instante sin pensarlo, miré al pequeño dragón de mis brazos. Su fuerza vital se iba consumiendo poco a poco, sin yo apenas poder hacer nada.

— A..Ai..ko-chan— musitaba sus últimas y perecederas palabras bañado en mis lágrimas que no cesaban. —Por favor no me dejéis sola, no ahora no... Os necesito, ¡No por favor!

— Gracias... por... cuidarme... te quiero... Aiko— sentía como las palabras de Paku eran también las del anciano, su esencia final, su alma había pasado al cuerpo inerte por una última vez para exonerar su último mensaje
—Vas a ser una gran heroína... Aiko, vas a ser la... luz que los ilumine a todos..., vas a ser... el Símb-olo de La... Paz. Y dile lo que sientes... al chico ese, que ya es hora...

— ¡Paku! ¡Paku no me dejes por favor!— sollozaba a la vez que reía por sus tonterías— Ahora no, no me dejes... no me dejes te necesito...— repetía tenaz y continuamente, una y otra vez las mismas palabras. Entretanto los ojos del dragón se iban cerrando convirtiéndose de nuevo en un peluche sin vida. No podía cesar de abrazarlo, implorar y gritar. Se había ido y no había hecho absolutamente nada para impedirlo...

...

Adiós amigo...













— Ahora te toca a ti...— ordenaba Shigaraki acercándose a mi persona. No podía parar de pensar en Paku y todos los recuerdos bonitos que me había brindado. En el señor Akiyama, su calor y su amor por una chica abandona y olvidada. Solo quería que mi turno llegara, solo quería morir... Como un maldito ganado.

— ¡Si vas a hacerlo hazlo ahora hijo de puta!!— le grité en rabia y dolor, se quedó un tanto sorprendido por mi reacción.
— Acepta tu destino, chica maldita...— su mano iba a posar mi cabeza...


— ¡TEXAS SMASH!!— una explosión de poder azoró el lugar, varios héroes surgieron detrás de la figura de All Might el Símbolo de La Paz. Alcanzaba a vislumbrar alguna que otra personalidad conocida. Pensé que eran alucinaciones a causa del dolor, pronto descubriría una cabellera morada entre los héroes. Al instante me desmayé y perdí el conocimiento a causa del dolor físico y de mi corazón hecho ruinas.



— Aiko lo siento...









...
Unas semanas después.




— ¿Cuál es su estado enfermera?
— Sus constantes son estables, tiene un poco de reticencia al respirar pero es normal debido al daño de su particularidad...

— Bueno parece que hemos hecho un buen trabajo señorita, enhorabuena. Lo único que falta es que despierte de su estado de coma... Las previsiones son favorables sin embargo cualquier precaución es poca, podría recaer.— afirmaba el Doctor. Una tercera persona entraba en la sala con paso agitado.

— ¿¡Cómo está!? ¿Hay novedades Doctor?— su voz resultaba agradable, conocida.
— All Might-san relájese, está todo normal lo único que podemos hacer es esperar a que despierte...—tranquilizaba el médico. All Might se acomoda en el asiento de visitas nervioso echándose las manos a la cabeza. Deposita las flores que había comprado esa mañana a su vera.

«Toc, toc» se escucha de nuevo en la puerta.

— Disculpen, ¿se puede pasar?— varias voces de jóvenes se acotaban en el fondo de la sala.
— ¿¡Quienes son todos estos chavales?!— exclama el médico.

— Chicos no podéis estar aquí...— musitaba la enfermera.

— Disculpe la impertinencia señorita, somos compañeros de Aiko-san,— como usualmente se daba, con cortesía Midoriya.
— Si, si nosotras somos sus amigas tenemos derecho a entrar primero— Mina exigiendo una audiencia.

— Yo también quiero ver cómo está... — el callado Todoroki. Todas las personas comenzaron a discutir sobre su derecho a entrar en aquella habitación del hospital, rápidamente el alboroto inundaba el pasillo.

— Chicos, por favor abandonen la estancia— exigía el Doctor— No pueden entrar más de cinco personas, está en la norma...—

Enseguida los alumnos comenzaron a proferir gestos y comentarios ante la negativa de los sanitarios.
— Disculpad, ¿podríais dejar el paso?— entra una nueva voz a la escena, se hace el silencio.
— Shinsou-shonen...— espiró el héroe colosal. El joven pasa entre los demás y se adentra en el cuarto sin miramientos.

— Siento llegar tarde...Fui a recoger unas cosas.
— No se preocupe Shinsou-kun— adhiere la enfermera— Ella aún sigue dormida. No puedo evitar darle las gracias por todo lo que ha hecho por ella.

— Su ayuda ha sido clave en su recuperación. Unos minutos más y hubiera tenido secuelas crónicas...— explica el letrado.
— No ha sido tanto...

— ¿Por qué él puede entrar y nosotros no?— cuestiona Mina y los demás.
— Ustedes esperen en el pasillo y entren por grupos ordenados de cinco en cinco, testarudos estos jóvenes de hoy...— cansado el médico entorna la puerta, siento alguien acercarse al pie de la camilla.

—Shinsou-shonen... Quería agradecerle...— intenta aludir All Might.
— Por favor, no se preocupe...— responde él, a lo que el héroe asiente con gratitud.— Espero que despierte pronto...

Poco a poco, a medida que iba recuperando la consciencia mis ojos vislumbraban ciertas formas, estaba comenzando a despertarme. Mis latidos intentaban recuperar su estabilidad normal, noté la máscara de oxígeno sobre mi rostro. Realmente había sido dramática la situación.

La primera cara que vi fue la del joven pelimorado al lado de mi cama que mostraba cierta emoción. Más adelante All Might, el personal y un grupo de chicos que no paraban de gritar del júbilo y la alegría.

— ¡Aiko-chan!!
— ¿Aiko estás bien?— se acerca mi padre. Midoriya y Todoroki también entran en la estancia al igual que las niñas, estas sollozando. Intento quitarme la máscara para hablar.

— ¿Dónde... estoy? ¿Que ha... pasado?— me costaba tanto pronunciar, parecía que tenía una pasta pegajosa y pestilente en la boca.
— No te preocupes joven, todo ha pasado ya... Más tarde te explicaré , por ahora intenta no hablar mucho— me decía All Might.

— Aiko-san, ¿se encuentra usted bien? ¿Tiene hambre?— se acerca la enfermera.
— Un poco...
— Eso es bueno, de momento estará con el suero hasta media tarde luego podrá tomar algo sólido, ¿okey?— asiento levemente.

No puedo evitar mantener contacto visual con Shinsou, estaba muy concentrado en mí.
— Shinsou-nun, siento todo lo que ha pasado... Te golpeé...

— Aiko, está todo bien. Sé que lo hiciste para protegerme— añade mientras me agarra la mano con delicadeza. Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo, el medidor de pulso se dispara y comienzan a sonar los pitidos. Mi cara enrojecida era una obviedad en la sala.

Una fulminante mirada atraviesa al chico de pelo morado. Si las miradas mataran Todoroki lo habría fulminado y descuartizado, me extrañe ante su reacción, por poco tiempo. Enseguida retome contacto visual con Shinsou, al ver que no me soltaba la mano este se da cuenta y rehusa de su acto atrevido con vergüenza.

Mi cabeza daba vueltas, necesitaba pensar. Aún así la presencia de aquel chico calmaba mi dolor y sufrimiento. ¿Estaré siento algo más allá de la simpatía? No sabría ni por donde empezar...






— ¡¡Aiko-chan!!!
Mina, Ochako, Hagakure y las demás se abalanzan sobre mí llenándome de lágrimas y mimos.

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