❇️ Kaori ❇️

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«El suave tacto de la hierba, pronunciaba mis ruborizadas mejillas con solo decantarse. Las cosquillas en mis brazos me hacían sonreír, por un instante olvidé la miseria humana, y mi propia calamidad. No era un día de vientos fuertes ni brisas imperceptibles, era un día para recordar.»

«No había pasado ni un mes desde que desembarqué en la Isla de Coe, uno de los cientos de islotes del Nuevo Mundo, de aquel mar de esplendor en el Grand Line. Si no cumplo mi deuda no podré salir de aquí»

«Me levanto del sueño con pétalos sobrevolando mi rostro, para poder ver en la lontananza un mascarón brillante como el sol y de forma felina. Cruzaba las pequeñas olas de la costa. Se mantenía firme e impasible, era como si el mar le abriera paso delicadamente acariciando la quilla en babor y estribor. La bandera pirata decía todo de sus intenciones, ya se habían arrimado otros navíos buscando algo de oro en esta tierra de pobres, pero no puede ser sólo eso. Tengo que ir a investigar, no debo arriesgarme a que me descubran»

Unos minutos antes, a bordo del Thousand Sunny, nuestra tripulación más tres "polizones" disputaban el rumbo más acertado para poder escapar de los indeseables de la Marina. Los más prudentes barajaban diferentes opciones. El capitán utilizaba su cuerpo elástico haciendo rebotar los proyectiles del buque.

–– ¡Nami, nos están alcanzando! ¡¿Qué hacemos?!––se aventura a pronunciar el aterrado Usopp. La contramaestre no podía evitar sentir un poco de presión, habían pasado miles de veces por estas situaciones, mas poco a poco se le terminaban las alternativas.

–– Debemos atracar en una isla, en tierra los perderemos.––sentencia la pelirroja.

«¡¿QUÉ!?»

Los miembros se alarmaban. Pues a su alrededor no había más que la inmensidad del mar abierto.

––P-Pero, ¿cómo? Falta mucho para
la siguiente isla que marca el
Log Pose.––Chopper se tapa las orejas al oír las balas de cañon.

––¿Tienes algún plan?––el tranquilo Roronoa Zoro musita a la vez que ejecuta un corte limpio partiendo en dos una de las bombas.

––A unas millas de aquí hay una isla pequeña, escuché que es un punto de paso para viajeros, el Gobierno Mundial no tiene mucha influencia allí.––Nami hablaba con emoción.

––Seguramente esté habitado por caníbales que nos despellejarán la piel uno a uno y luego nos hervirán como conejos y...—comentó la morena.

––¡Robin deja de decir esas cosas!––se queja Usopp.–– Yo no tengo carne...–– susurra el músico.

––Aún así es una oportunidad. ¿Capitán, te parece bien?–– Luffy gira la cabeza curioso.

––¿Habrá comida?—preguntó él.

–– ¡Pero si ya has desayunado!––el cocinero Sanji desespera.

––Me refiero a tomar el segundo desayuno.––pronuncia con una risa pícara al final.

––Maldito niño glotón...––comienza a perseguirlo por la cubierta. Trafalgar Law los miraba con preocupación.

––Perfecto, ¡Franky, prepara el Sunny! Vamos a hacer un «Coup de Burst».—ordenó Nami.

–– ¡A la orden, hermana!–– el hombre biónico se prepara para el vuelo. Nami seguía dando órdenes con fiereza.

––¡Brook, vira a sotavento!––alzó su brazo.

––A sus órdenes, ¡Yohoho!––gira la proa unos quince grados.

––Kin'emon, Momo, será mejor que os sujetéis a algo, rápido. Tu también Torao.––este último mira al pequeño reno.

––Muy bien, vamos allá chicos...
¡¡COUP DE BURST!!

La velocidad que producía al volar parecía divertir a nuestro capitán, no paraba de reír a la vez que parte de su tripulación temblaba de vértigo.

Cerca de unos segundos pasaron, para escuchar el estruendo del agua salpicar, mostrando entre las gotas brillantes la isla remota que estaban a buscar. Un volcán dormido custodiando una pequeña ciudad, rodeada de acantilados y verdes bosques.

––¿Estáis todos bien?––pregunta Nami incorporándose de nuevo.
–– ¡Hey! Mirad allí.––Usopp señala la isla que asomaba por estribor.
––¡Ohh! Que bonito...––parecían salirle estrellas de los ojos a Chopper.

–Así que esta es la isla...– pronuncia Sanji suspirando.
– Ahora que no nos persiguen podremos recuperar provisiones y prepararnos mejor.– dice Nami justo a su lado terminando con una sonrisa. El hombre se sorprende avergonzado.

- ¡Nami-swann! ¡Que linda eres!
- ¡Cállate, maldito pervertido!- antes de que pudiera abrazarla golpea la cabeza de este.
- También eres bella cuando me regañas...- susurra mientras le produce una hemorragia nasal, completamente indispuesto.

- ¡Sanji! ¡No mueras, te ayudaré!- a Chopper le caían lagrimones mientras correteaba por todo el navío despavorido.

- ¿En qué barco me he metido?- Law se echaba las manos a la cabeza.
- No se preocupe Law-dono, aquí los samuráis de Wanokuni estamos para poner orden- Kin'emon posó su mano en el hombro del joven como calmante.
- Maldita sea...- maldice a sí mismo sin mucho consuelo.

Por extraño que pareciera, Luffy se sentó en el mascarón del barco a la vez que miraba la playa cercana a la villa. En silencio...


- Luffy, actúas extraño, ¿no te alegras de que los hayamos perdido?- un peliverde se acerca con media sonrisa de satisfacción. El capitán como si fuera sordo, continúa mirando la playa que se acercaba más y más.

- ¡Responde cuando te hablan, idiota!
- ¡Ay! Duele, duele...- se tapa el coscorrón que casi le atravesó el sombrero de paja. - No es nada, Zoro... Sólo me pareció ver a alguien.
- ¿Alguien? ¿Quién?
- Una chica, en la arena- se le mostraba una expresión seria, bastante raro que estuviera así.

- ¿Y?, Seguro que hay muchas chicas en la playa, no es de extrañ...
- Estaba sola y me miraba fijamente, parpadeé, hizo "puf", y despareció.- al decir la onomatopeya junta las llemas de los dedos y las separa como un niño pequeño.

- ¿Desapareció?- extrañado,

«¿Habrá sido un fantasma?»
«Que va, que va... Imposible»

•••

- ¡Que bien se siente! Tierra firme.- dice Nami mientras estira los brazos con fuerza.
- Que puerto más pintoresco- le responde Robin con gracia,- seguro que hay tiendas bonitas en esta ciudad- a su alrededor se mostraban una serie de barcos de todo tipo además del bullicio de gente, daban un ambiente muy agradable.
- Podremos ir tú y yo de compras de nuevo Robin, ¡Genial!- la abraza cariñosamente.

- Oye, oye. No vais a ir por ahí de turismo mientras nosotros hacemos todo el trabajo- se queja Usopp.
- Eso, eso. Necesitamos Cola y un repuesto para las velas del Sunny.

- Yo voy a buscar una tienda de armas, tengo curiosidad- sentencia Zoro.
- Pero Zoro no puedes ir sólo, te perderás- el espadachín no era capaz de hacer nada con la sinceridad de Chopper.
- O-Oye, bastardo...

- ¡Co-mi-da, Co-mi-da!- Luffy ya había comenzado su trayecto, como un rayo había desaparecido del puerto.
- Bueno chicos, nos vemos a la noche- se ríe Robin en tanto que las dos también comienzan a caminar.

- Llamad por el Den-Den Mushi, si pasa algo- grita Nami despidiéndose con la mano alzada.

- ¡Espera, Luffy no vayas sólo!- Usopp comienza a correr detrás de él.
- Oye, Usopp maldito bastardo...- Franky no podía creérselo.
- ¡Chicos, yo también voy con vosotros!- El reno se transforma en una apariencia diferente para poder correr más rápido.

- Yo te acompañaré Zoro-san, así no tendrás problemas, ¡Yohoho!- Brook con buena intención.
- Gracias, Brook... Eh, Espera, ¿Qué?- el espadachín totalmente confundido.
- Supongo que yo me encargaré de las compras y los recados...- el rubio suspira después de encenderse un cigarro.

- ¿No te importa Sanji? Yo me quedaré reparando el barco.- pregunta Franky. El cocinero hace un gesto de aprobación con la mano a la vez que comenzaba a caminar.

- ¿Y vosotros? ¿Que vais a hacer?- Franky mira a Law, este le responde con un silencio pedante.

- Para Momonosuke y para mí será más seguro quedarnos aquí- Kin'emon con una risa incómoda.
- Pero yo quería ir con las chicas...
- Será mejor que te vayas callando niño pervertido...

- ¡Nami-nee!!! ¡Ayuda!-

Franky suspira ante la escena.

Un rato más tarde en el centro de la ciudad...

- ¡Mira, Mira! Luffy, takoyaki- señala Chopper las brasas de aquel puesto. Su capitán babeaba de manera incesante.
- Chico, parece que tienes hambre, ¿Te apetece uno?- le ofrece el amable señor.
- ¡OH! Gracias ojiisan.- coge la bandeja rápidamente, engullendo de manera instantánea.

- Pero Luffy, ¿como vas a pagarlo?- dice Usopp, la voz de la conciencia.
- No te preocupes va a la cuenta de la casa.- muestra el amable anciano.

- Muchas gracias, señor. «Luffy, da las gracias»- Ussop susurra a Luffy disimulando.
- Gracias, ojiisan- Luffy y su sonrisa adorable una vez más. De pronto, un gran alboroto se engendraba en el fondo de aquella calle. Gritos e insultos cerca de nuestros amigos.

- ¿Qué ocurre?- pregunta Chopper curioso.
- Parece una pelea.- menciona el tirador.

- Esta tarde hay un torneo de lucha libre, siempre hay algún que otro problema por las apuestas. Si no queréis meteros en líos no os acerquéis a esos tipos- los tres se despiden del señor y continúan su senda hacia el ojo del huracán, sin saber que estaban siendo observados. Un poco más lejos del puesto de takoyaki...

- Quiero participar en el torneo- sentencia el pelinegro.

- ¿¡QUÉ!? Pero si el abuelo dijo.
- No pasa nada, seguro que será divertido- pone sus brazos detrás de la cabeza con satisfacción. Usopp y Chopper se mantenían sorprendidos ante la impasibilidad de Luffy.

- Avisaré a Nami,- saca el pequeño caracol del bolsillo.- Oye Nami, Luffy quiere participar en el torneo de lucha libre, ¿Qué hacemos??

- ¡Luffy! No puedes hacer eso, llamarías mucho la atención, tienes que saber que estamos de incógnito. Las tropas de Doflamingo pueden estar acechando- la pelirroja medio gritaba al otro lado del aparato. Entre tanto el pequeño Chopper se agacha un poco y recoge un folleto publicitario del evento.

- Aquí pone que la recompensa es de 500,000,000 berries al que quede invicto.- murmura el reno.
- ¡LUFFY! Ve a por ello, tienes que ganar el primer puesto. Así podremos tener esos 500,000,000 berries. - se le podían ver los ojos de berrie de Nami del Den-Den Mushi.

- ¿¡Cómo!? Pero no decías qué...- la chica cortó la llamada dejando a Usopp con la palabra en la boca. Para tardanza de los dos, Luffy ya estaba en dirección al puesto de participación. Alrededor sus aspirantes, unos hombres que parecían gigantes a su lado, lo miraban con tal altanería que parecían que sus cabezas salían de sus hombros.

- Tu nombre...- farfulla el seleccionador a causa de la rutina.
- Monkey D. Luffy.
- Ocupación económica...- parecía que se le iban a caer los ojos del sueño.

- Mmm, no entiendo que es eso.- dice sincero.
- ¿Tú trabajo?
- Ah sí, en ese caso, yo voy a ser el próximo Rey... ¡Mmm!- Usopp le tapa la boca a tiempo.

- Pescador, je je...- responde por él.
- ¿Pescadores?- uno de los participantes alto y forzudo los descubre, asustando al moreno- No os he visto nunca por el puerto, ¿Quiénes sois?

- S-Somos una compañía del North Blue, hemos estado viajando mucho, si...- el marinero se queda gratamente atónito.
- ¿Del North Blue? Impresionante, mucha suerte...

- G-Gracias, «Y tú cómo no estés calladito, vas a hacer que nos descubran, imbécil» - susurrando- Ahora eres un pirata conocido, menos mal que aún tu nombre no es familiar en esta isla remota. Uf... Por los pelos- suelta a su capitán ahora más aliviado. El seleccionador continuó preguntando otro tipo de detalles como el peso, la estatura...etc.

- Chicos, ¿Qué hacéis aquí?- Zoro llega de improviso, a su lado Brook agitando su bastón en círculos con parsimonia.

– Luffy, va a participar en el torneo de lucha libre- confiesa Chopper.
– ¿Qué...? ¿No creéis que es un poco llamar la atención?– expone el peliverde.

– Intenté explicárselo a Nami, pero...
– Podría ser divertido– Brook viendo el lado positivo ante la resignación de Zoro.

– ¡SUÉLTAME! ¡Detente por favor!– una mujer gritaba en medio de la calle, alertando además de a los Mugiwara, a la multitud congregada por el torneo.

– Va-Vamos,... no seas ruidosa mujer..., si vienes conmigo lo pasaremos muy...bien– aquel que se había pasado bebiendo de más, hablaba con lenitud y de manera asquerosa hacia la dama. Esta al no tener demasiada fuerza, le era imposible desatarse de los inmensos brazos de aquel marinero ebrio.

– Bastardo...– maldice Zoro dispuesto a desenvainar la espada. En cambio Luffy le impide hacer una tontería, indicando que se fijara bien en la escena.

– Que pesada, no podrías callarte ya.– la mujer recibió una torta de revés que la dejó en el suelo, su compra cotidiana estaba tirada por toda la calle al igual que sus lágrimas de impotencia. Estaba teniendo muy mala suerte, aquel desalmado no podía ser más ruin y miserable.

– ¿Por qué la gente no hace nada? ¿Por qué no dejan de mirarla? ¡Haced algo chicos!—se preguntaba el justo Usopp. Zoro seguía sin entender lo que le quería mostrar su capitán.

Hasta que una figura se alzó al instante en medio de aquel tormentoso encuentro, «un problema que quería erradicar de inmediato». Un enmascarado justiciero de ropajes negros, extenso pelaje salvaje y silencio espectral, había decidido intervenir.


Sus pasos eran lentos pero no menos que prudentes, a su espalda portaba dos grandes katanas, y en su mano derecha la larga naginata rojiza. Pero lo más llamativo era su máscara de demonio de cuernos gigantes, le daban un aspecto amenazador.

Antes de decantarse por el hombre desagradable, ayuda a la mujer en el suelo con suma delicadeza y le recoge sus pertenencias. El desconocido se gira de nuevo para enfrentarse contra el agresor.

– ¿Y t-tú, quién... cojones eres? ¡¡¿Te crees en d-erecho de dejarme en ridículo, delante de estos inútiles?!! ¿¡Vas a matarme, verdad!? Justiciero.– el gigante estaba dispuesto a aplastar al valiente guerrero. Justo en el instante en el que alzó su mano amenazadora, el enmascarado apartó el puño sin fuerza alguna, como si de un insecto se tratase. Y con su pierna desequilibró al hombre cayendo de manera estruendosa. Apoyó el mango del arma en su garganta, para que no fuera capaz de levantarse de nuevo.

– Agh ¡Zorra de mierda!– vocifera el marinero.

Lo hizo tan raudo que tardaron varios segundos en darse cuenta de tal destreza. Sin más dilación, golpea de nuevo su cabeza noqueándolo definitivamente. Aún los que estaban a su alrededor seguían boquiabiertos, sin saber cómo habían llegado a esa situación. Vuelve hacia la pobre mujer, que no se sabía si lloraba de la emoción, o del miedo. Le tiende la mano para entregarle una compensación por las "molestias".

– P-Pero no tienes que darme nada,– responde acongojada la aldeana. El héroe sólo se limita a musitar...

– Disculpa...– con voz tranquila y comienza a caminar hacia el puesto de participación, paso a paso, como si sus pies pesaran plomo. La gente empezaba a cuchichear por dónde cruzaba, estaban asombrados de la misma manera que si hubieran visto una aparición.

– «Wow, ¿Quién será ese?»– balbucea Usopp emocionado.

– «No lo sé pero es muy fuerte,»– susurra Zoro– «La gente parece temerle aún él no haber hecho nada malo...»
– Quiero que sea mi nakama.– lo dice en alto, como si no hubiera personas a su alrededor.

– «¿¡Qué!? Otra vez no por favor...»– farfulla el cauto de Usopp.– «Luffy no puedes llamar nakama a todo lo que te parezca peculiar, ¡Vuelve aquí!»
– «Luffy, maldito ahora no es el momento».
– Por alguna razón me siento identificado con ese caballero– menciona el esqueleto al recordar aquella vez que fue reclutado.

– Sólo voy a preguntárselo– explica Luffy inconsciente de la situación. Los otros lo agarran como pueden casi asfixiándolo, evitando que ocurriera una catástrofe. Al mismo tiempo que los demás hacían aquel espectáculo, el pequeño Chopper continuaba observando al héroe en silencio desde la distancia, con suma admiración. El enmascarado parecía estar cubriendo la información para apuntarse al torneo, los ojos de Chopper se le encendieron como bombillas.

– ¡Chicos, se está apuntando en el torneo también!– grita Chopper felizmente.

– Luffy, va a ser tu contrincante, ¿Aún sigues pensando que se una a la banda?– Zoro utiliza la psicología inversa.

– Claro, así podré ver que tan fuerte es, Je, Je.– no le había servido mucho contra la lógica de Luffy. En el instante que terminó su sonrisa, el hombre de gran pelaje y máscara demoníaca cruza miradas con Luffy, sopesando la información con un oído agudo, para después desaparecer en la oscuridad. El organizador se alza en el estrado de allí, iba a anunciar los resultados.

– ¡Las plazas para el torneo están completas! Os deseo mucha suerte a los luchadores.– de seguido un coro de hombres forzudos como grito de guerra. – Comenzaremos a las cinco de la tarde, preparaos.

– Bueno, tendremos que reunirnos con los demás, es hora de comer.
– ¡CO-MI-DA! ¡CO-MI-DA!– el pelinegro iba dando saltos por la calle.

– Zoro-san, sospecho que sospecha algo.– Brook se acerca a su compañero.
– Es por aquel guerrero, y esta condenada ciudad. Hay algo que no me cuadra...

«¿Por qué la gente se asustaba tanto?, encima que ayuda a la mujer en apuros»

Los piratas del Sombrero de Paja, se disponían a degustar un sabroso plato de ramen, a sabiendas de oídos indiscretos. Rápidamente Nami y Robin se pusieron al día de los hayazgos de sus amigos. Aunque faltaban algunos miembros.

– ¿Quién creéis que puede ser?– Nami indagando lo que podía, su curiosidad era abrumadora.
– Ni idea, en ese momento no proporcionó más que misterio. Esa extraña arma...– el esqueleto recogía su vaso de leche.
– Era una Naginata estoy seguro, el otro día estuve hablando con Kin'emon y me explico algunos cosas sobre Wanokuni. Al parecer es un arma que utilizan allí.– informa el espadachín.

– Entonces, ¿creéis que es nativo de Wanokuni?– Robin con su voz melodiosa.
– No lo sé, pero en ese momento me conciencié de que no era un guerrero normal y corriente. Por lo menos pudo tirar a ese tipo gigante sin esfuerzo.

– ¿Y si es un fantasma?, ¿O tal vez un demonio? Esa máscara daba miedo...– la faceta cobarde de Usopp era difícil de ocultar.
– ¡Yo quiero que sea mi nakama! ¡Camarero, otro plato por favor!– el capitán entre medias engullía sin cesar, hablaba con la boca llena. Nami lo ve con indignación.

– ¡Luffy, llevas 12! Espero que ganes ese condenado torneo, así el premio será mío... Ejem, nuestro, nuestro...–
Robin se queda un rato reflexionando, sobre las palabras de Luffy. Más después le surge otra duda en su mente.

– A todo esto, ¿Y Sanji?– el resto también se quedan en vilo, a excepción de Luffy el cuál se sentía satisfecho de encontrar a su futuro nakama.

•••

No muy lejos de allí, Sanji el cocinero terminaba de hacer los recados que se le encomendaron.

– El repuesto de las velas está listo, ahora sólo falta la comida...– saca una pequeña lista del bolsillo del pecho, la lee mientras camina. Continúa mirando los puestos uno por uno, a la vez que cogía los productos que más le interesaban, palpando su calidad con mucha experiencia y maestría.

– Señora, cóbreme estos durianes, por favor
– Por supuesto, qué gusto da ver a un jovencito tan guapo hacer los recados, ji, ji.– la anciana se coloca la mano en la boca con gracia.

– Sólo hago mi trabajo, señora– sonríe solemne.
– Hacen falta más hombres como usted en esta ciudad, la mayoría no hacen otra cosa que pelear – suspira– Serán cinco berries caballero.

– Aquí tiene, que tenga un buen día– marcha de allí satisfecho por su buena obra.

«Seguro que Nami-san, y Robin-chan estarán orgullosas de mí, debo esforzarme por ellas» «¡Ánimo!»
De seguido bufa repetidas veces, sonrojado a la vez que ríe coqueto dándole una imagen un tanto estúpida.

Sin darse cuenta, ni percatarse de la presencia abrumadora. En cuestión de segundos esa figura desconocida, encapuchada de blanco lo alcanzó sin esfuerzo alguno. Muestra su mano afilada y blanquecina para luego posar en el pecho del hombre, suavemente, un mensaje sencillo. Un secreto sólo para él. Tardó varios segundos en mirar a la persona ya que lo único que pudo captar fueron esos ojos hipnotizantes, unos orbes de jade rojo, como los de un demonio.

– ¡Espera!–se giró para poder alcanzarla sin embargo se había desvanecido por completo. El papelito cae meciéndose sobre el aire, este es capaz de cazarlo al vuelo.– ¿Pero qué?

«Marchaos de la isla, saben quiénes sois, van a por vosotros.»

El cocinero no cabía en extrañeza, no concebía la idea de lo que estaba a pasar. Lo único que se le venía a la mente era el peligro. Debía avisar a los demás.

Un golpe en la nuca hizo que se desplomara en un instante, los ojos se iban entrecerrando poco a poco.

–D-Debo, a-avisar...– de seguido cayó en un profundo sueño.

•••

– ¡El festival del torneo de lucha libre está por comenzar!¡Pasen y vean sangre, muerte y destrucción...! Esto es batalla en carne viva– el presentador se veía emocionado.– Yo soy Luchi, y esto es el Torneo Nacional de la Isla Coe, estaré hoy presentando con un gran invitado especial, vosotros.

– Ese hombre me irrita un poco, tengo ganas de sacar a mi "Shisui"– alarga su pulgar para asomar la katana.
– Zoro no seas agresivo, haberte apuntado al torneo también.– Nami lo mira de reojo.

– Pues no sé si darte la razón, je je...– la frase del espadachín provoca una risa cantarina en Robin. Cerca de allí, Luffy esperaba en la zona para contrincantes, una carpa cubierta de harapos viejos que reunía a todos los participantes. El capitán buscaba con la mirada a aquel justiciero misterioso, no lo encontraba por ningún lado, mas algunos de los hombres comenzaban a preocuparse por la llegada de él.

– E-En serio va a luchar... él– se lamentaba un hombre.
– Todos lo vimos, es oficial. Uno de nosotros tiene que luchar contra ese monstruo– la mayoría de las caras eran de lamentación, otros aprovechaban la situación para jactarse.

– Seguro que no es para tanto, yo seré quién lo derrote mierdecillas. Aquí no hay nada más que niñitas asustadas– otro más grosero se le iba la fuerza por la boca.
– ¿Por qué dicen eso, chicos?– Luffy no podía evitar meterse dónde no le llamaban. Todos lo miran estupefactos.

– ¿N-No sabes de qué hablamos?– le dice el hombre asustado.– ¡De esa cosa de allí fuera, la misma que vendrá aquí a llevarse nuestras almas!

– Tampoco fantasees chico, sólo son rumores– el otro sujeto más maduro.– Dicen que apareció esa cosa hace unos meses, lo llaman El Purgador. Castiga a la gente de sus pecados, siempre acechando, como una aparición.
– Pero si salvó a esa mujer, no creo que sea mala persona– Luffy se mostraba sincero.
– No te lo niego, chico no te lo niego... Pero hay gente que no duerme bien por miedo a que venga el Purgador– Luffy ahora tenía sus ideas bastante claras, ya nadie le haría cambiar de opinión. Suelta una risa pícara y silenciosa.

– Ahora tengo más ganas de que sea mi nakama– susurra para sí.
– ¿Dijiste algo chico?
– No.– miente enseñando los dientes. El fanfarrón había estado escuchando la conversación, no podía evitar abrir su bocaza.

– Vaya, vaya... ¿Y tú se supone que estás con esa cosa?– Luffy lo mira debajo de su sombrero serio.– Nunca había visto a alguien tan estúpido, como para querer defender a ese tipo. Sinceramente, hubiera deseado que nunca hubiese aparecido por allí. Las cosas entre hombres se quedan entre hombres... – lo último lo fórmula de una manera asquerosa que se le quedaría grabado a fuego en la mente del joven. Su expresión cambió completamente, sin embargo fue interrumpida por la primera llamada al ring.

– Bueno parece que me toca, deseadme suerte– el tipo se va con aires de grandeza. El segundo contrincante nadie podría habérselo imaginado.

– Purgador, pase por el ring por favor...– como de la nada, aquel tipo de máscara cornuda y grandes pieles de animal que le cubrían su cuerpo, había estado escuchando hasta ahora sin que nadie se percatara de su presencia. Los dejó a todos asombrados y boquiabiertos mientras caminaba hacia su victorioso destino.

– ¡Espera, «Tsuno»! ¡Necesito hablar contigo!– vocifera Luffy poniéndole uno de sus característicos motes. Pero ya era tarde, se había marchado.

No pasó mucho tiempo hasta que el tipo que había insultado a Luffy, apareciera en una camilla todo magullado y destrozado.

– ¡El Purgador se mantiene invicto en esta primera ronda!– se escuchaba desde fuera. Un griterío hipócrita del público lo arropaba.

– Es muy fuerte, ¿Estará bien Luffy?– pregunta Usopp preocupado.
– Tranquilo, nuestro capitán es el más fuerte del mundo. Nunca podría perder en este torneo– Nami se mostraba desbordante de confianza.

Y así fueron pasando uno a uno, el "Purgador" siempre quedaba victorioso. Poco a poco llegaba la hora de que Luffy saliera a la batalla, esa lucha estaba predestinada.

– ¡A nuestra izquierda! Con un 1'74 cm de alto, y unos 75 kg de peso.
El pescador...¡Monkey D. Luffyyy!– la gente lo aplaudía con emoción. Los Mugiwara no hacían otra cosa que animarle.

– ¡A nuestra derecha! Con un 1'90 cm de alto, y peso desconocido. Al cuatro veces invicto... ¡El Purgador!–

La gente lo recogía en ánimo y aplausos un poco falsos, ya que en realidad tenían un miedo terrible.

– Repasemos las reglas de nuevo...
Podéis luchar con armas o con lo que queráis, el primero en dejar inconsciente al otro o echarlo del ring, gana. ¡Tengamos una última batalla, inolvidable!–

Luffy comenzó a observar a su contrincante fijamente, tenía una mezcla entre emoción e impotencia por no poder decirle su oferta.

– ¡Empezad!–

El Purgador realiza pasos cautelosos, un tanto encorvado. Dejando el arma alargada como separación entre ellos dos.

– ¡Esto es genial! Por fin podré ver de qué eres capaz, «Tsuno»– suelta Luffy descolocando un poco a su adversario.

«No deberías estar aquí, ese chico rubio debió haberte avisado, entonces... Han tenido que ser ellos...»

– ¡Gomu Gomu No Pistol!– grita el pelinegro impaciente y emocionado, alertándolo. El puño no es capaz ni de rozarle a lo que tan sólo tornea la cabeza, esquivándolo. El público se queda asombrado por las habilidades de la fruta de Luffy, jamás hubieran visto algo igual. Y con ello algunas personas se atrevieron a especular dada la fama del pirata.

«¿Cuál es su poder? ¿Una fruta del diablo»

– «¿Ese no será Monkey D. Luffy? ¿El Salvador de la Isla Gyojin?»
– «Tiene que ser él, mira sus brazos larguísimos»– susurraban los espectadores.
– «Dicen que es capaz de tumbar a un Rey del Mar»– y seguro que es capaz.

– Chicos, creo que la gente está empezando a sospechar, ¿Qué hacemos?– dice Usopp como no, la voz de la conciencia.

– Tranquilo, ahora Luffy no puede echarse atrás. Ganará y nos iremos con el oro– Nami calmaba a sus compañeros deleitándoles con buenas noticias, no obstante ella también se sentía contrariada.

El pequeño joven continuaba lanzándose contra el gran guerrero, quién no se limitaba a nada más que evitar sus ataques. Estaba actuando diferente, como si su verdadero objetivo no fuese ganar la lucha.

– ¡Deja de moverte! ¡"Tsuno"! ¡Lucha!– se queja Luffy. Entre las gradas había cierta confusión en efecto. ¿Qué estaba a pensar el Purgador? ¿Acaso no quería ser invicto?

– ¿«Tsuno»? ¿No significa "Cuernos"?– pregunta curioso, el médico del barco.
– Al parecer, Luffy-san tiene un nuevo mote para el enmascarado, Yohoho– el esqueleto se coloca la mano en la boca al soltar la carcajada.

– Gomu Gomu no... ¡Rocket!– le lanza las manos cargadas desde gran distancia recubiertas de poderoso Haki, el demonio hundió sus pies resquebrajando la tarima, formando una sólida pared inquebrantable con su cuerpo, aquel desprendía un calor insufrible, descargando grandes cantidades de energía. No pudo ni moverlo un centímetro. Esos ojos centelleantes estaban dispuestos a cumplir el cometido

«¿Qué clase de fruta será?»

– ¡Ohhh! ¡Qué genial! Esto es demasiado súper– vocifera el emocionado haciendo una referencia a su robótico amigo. Él contrincante no paraba de mirar a los lados, buscando quién vigilaba sus movimientos. La naginata con la que se había estado defendiendo toda la batalla, es lanzada al aire con delicadeza para que fuese clavada exactamente en un punto del ring. Por fin se decidió a contraatacar

Al instante arremete con todo su cuerpo contra el futuro Rey de los Piratas, chocan, cada uno se entrelazaban las manos con el otro empujando como verdaderos titanes. Y justo en aquel roce de fuerza y energía inhumana...

– Debes dejarte perder...– susurra al oído con voz distorsionada el Purgador.
– ¿Qué? ¿Qué estás diciendo...?– ambos intercambiaban una pequeña charla, él podía percibir el acalorado aliento que desprendía aquel monstruo, sin que nadie se percatara. O eso pensaban...

– Creo que intenta decirle algo...– sospecha el espadachín.– Esto no me gusta...– Robin lo observa a su verde amigo con algo de pavor.

– Si continúas... La victoria podrá ser tu perdición,... y la de tus amigos... Hazme caso por favor...– proseguía el Purgador, Luffy fue capaz de ver algo de sinceridad en aquellos orbes de color rojo, detrás de esa máscara había una persona astuta. Alguien que intentaba advertirle de la verdad que se cernía sobre la isla.

– ¿Qué pasa si gano? Yo quiero que me demuestres tu fuerza– aún continuaban chocados uno con el otro.
– Si ganas serás capturado como tu amigo el rubio, debes escapar cuánto antes...
– ¿¡Sanji?! ¿Qué le ha pasado a Sanji? Dímelo...– la expresión le cambió totalmente al escuchar el nombre de su nakama, el Purgador sabía que no estaría dispuesto a desprenderse de él en esta isla. Todo lo decían sus ojos decididos.

– Si pierdes todo será mejor para todos, y te ayudaré a buscar a tu amigo.
– Genial, de acuerdo– fue fácil de convencer, aunque en el momento en el que su expresión se tornó oscura, el héroe no pudo evitar tiritar un poco.

Casi en un chasquido de dedos, ambos dejaron de empujar, se quedaron inmóviles. Justo cuándo Luffy estaba dispuesto a voltearse para salir del cuadrilátero, ocurrió lo inevitable.

– ¡Ahhh!– el Purgador no paraba de estremecerse de un dolor inexplicable, el capitán lo mira asustado queriendo saber la raíz del problema. No era capaz de ver la verdad.

– ¡¡Tsuno!! ¿Qué te ocurre?– recoge la cabeza enmascarada mirando en todas las partes de su cuerpo.

– ¿¡Qué rayos está pasando??!– Zoro no pudo aguantar más.

«Aquí hay algo que no me cuadra»
«Maldita sea...»

Los ropajes destapan sus muñecas rodeadas por unos brazaletes electrificados. Alguien no quería que El Purgador hablase más. De repente, un telón de terciopelo cubre el escenario y con ello a la pareja que acababan de debutar. Luffy siente un dolor inexplicable en la nuca, cae rendido al instante. Sale de nuevo el presentador con cierta prisa.

– Bueno, parece que el ganador es ¡Monkey D. Luffy! Con su extraña y sorprendente habilidad que acabó con el mejor luchador de esta isla. ¡Ya ha ganado! Así que todos para casa...– automáticamente la gente se levanta de las gradas también apresuradamente cumpliendo las órdenes un tanto confusa por lo que había ocurrido, todo el montaje estaba siendo desmantelado con una velocidad inaudita. Sólo unos pocos se rebelaban contra la situación impuesta.

– ¡Eh, eh, eh! ¿¡Qué estáis haciendo, chicos!? ¿Dónde está Luffy, estúpidos?– Usopp, gritaba lleno de furia.
– ¡Eso! ¿Dónde está mi dinero? Digo... ¡Devolvednos a nuestro capitán!– responde Nami, algo sincera.

– Lo siento, el Torneo ha terminado vuestro capitán ya no os necesita más, ahora pasara el resto de su vida entre gloria y fama...– dice el organizador mientras se colocaba un jet-pack para huir lo antes posible. Esas palabras eran imposibles de creer.

– ¡Rufián embustero! ¿Qué has hecho con Luffy?– habla Robin por todos.
– ¿Zoro q-qué está pasando?– Chopper no podía evitar llorar a lo que acontecía a su alrededor. El sujeto a punto de escapar volando, provoca que el espadachín decida actuar de una vez por todas con un movimiento inconsciente. Lanza sus tres espadas acompañadas de su precisión característica en dirección al rufián, acabando con una enganchada al hombro, otra muy cerca de la entrepierna, y la restante atravesando aquel tupé falso. El presentador no podía evitar temblar de miedo.

Tú... Malnacido, nos vas a decir a dónde os habéis llevado a nuestro capitán, o tendrás que sufrir las consecuencias...– todo ello lo pronunció con un tono ronco, comparable a la voz de ultratumba, de su persona. No por nada era la mano derecha de su capitán. Muchas preguntas sucedían en la mente de nuestros héroes ¿Dónde está Luffy y «Tsuno»? ¿Cuál es la verdadera identidad del joven enmascarado?

EXTRA:

Me desperté un tanto atolondrado, la cabeza me daba vueltas era una sensación desagradable, acompañado de un mareo agobiante, me era imposible respirar. Sentía que habían pasado horas, entre las rendijas de la jaula ambulante se podía percibir las estrellas bañando el manto nocturno. Al parpadear y sacudir levemente mis pestañas, pude ver el causante de mi agonía entre la oscuridad.

– ¡Malditas esposas de Kairoseki! Maldita sea, m-me siento muy débil...– aún con esas, yo seguía intentando romperlas con mis dientes, con los pies y mi rostro siquiera. Sin percatarme de la enorme prisión andante en la que me acababan de encerrar. Intento recordar lo ocurrido: el torneo, «Tsuno», el golpe en la nuca y terminando en oscuridad total. Me va a caer una buena después de esto, jo... ¿Cómo he acabado así?

Golpeé el suelo con frustración e inconsciente de saber que había alguien más en la prisión de acero. De entre las pieles y los ropajes amontonados, se diferenciaban bien sus múltiples facciones: Cabello castaño y largo, una piel blanca como la nieve, orejas puntiagudas y aquellos cuernos pequeños y tímidos que me asombraron; y hasta el día de hoy me maravillaron.

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