𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐥𝐢𝐞
; Donde el demonio, miente dulcemente...
─Nos vemos luego... Señor Kruger...
Fueron las últimas palabras de Emily hacia él, antes de marcharse junto a Falco.
Eren apretó sus puños, intentando aguantar sus ganas de detenerla y pedirle perdón, explicarle o inventarle algo para que le hablara. Pero si seguía cediendo ante ella y sus sentimientos traicioneros, su plan y el futuro de sus amigos, estaría en juego.
De todas maneras, ¿realmente valía la pena sacrificarlo todo, por alguien a quién llevaba conociendo apenas un año?, ¿si no era capaz de hacerlo por Mikasa, Armin y los demás, por qué tenía que hacerlo por ella?.
La amaba, lo aceptaba honestamente y no cabía duda de eso. Pero ese sentimiento no podía seguir interfiriendo entre su destino y lo que deseaba, asesinar y masacrar al mundo entero para morir y vivir y ser libre al lado de quienes él apreciaba.
Emily no era su salvación, al contrario, ella sólo era la perdición suya y la de Eldia.
Por un lado, tenía ese sentimiento hacía Mikasa y querer estar junto a ella y los demás, lo que lo impulsaba a cometer aquel acto atroz e inhumano, pero por otro lado, estaban sus sentimientos hacia Emily y su anhelo por estar a su lado siempre, lo que lo detenía y hacía buscar en lo imposible, una solución al amargo final que dictaban las líneas futuras. O al menos, aquellas donde su amada Emily no moría como en la mayoría, que ahora se le presentaban tan insistentemente.
─¿En qué piensa con tanta seriedad señor Kruger?─ preguntó Peter, mirándole con su típica curiosidad.
Eren le miró momentáneamente y se dispuso a realizar una pregunta al azar.
─Peter... si tuvieras que escoger entre tu familia y tu amante... ¿qué elegirías?...─ cuestionó el castaño mirando atento la expresión de procesamiento que hacía el pequeño.
Pasaron unos largos minutos sin recibir respuesta alguna, y como se lo imaginaba, aquello no tenía sentido y nadie podría responder a esa pregunta por lo absurda que era.
─Escogería a todos...─ respondió rascando su cabeza, pensar mucho lo cansaba a veces.
Eren le observó atento, analizando sus palabras.
─Porque, todos son importantes Señor Kruger, y al fin de cuentas, amamos a todos... bueno por su puesto, por cada uno recibimos y sentimos un amor especial y diferente, pero que nos hace felices y complementan...─Peter sonrió y miró un punto invisible en la oscuridad.
Eren por su parte, analizó sus palabras entendiendo lo que Peter quería decir con todo eso. Él, no se lo había planteado así desde un principio.
─¿Usted tiene una familia que lo espera, verdad?─ preguntó Peter, imaginándose lo peor, que tenía dos esposas, cinco hijos una casa en la colina.
Eren se limitó a asentir despacio, dejando escapar un largo suspiro amargo, al pensar en quienes lo esperaban en Paradis, su verdadero hogar. Peter comprendió y la curiosidad lo comenzó a tentar.
─Y Emily, vendría siendo su amante, ¿no?─ volvió a preguntar, recibiendo nada más que la mirada entristecida del castaño, que parecía encontrarse atrapado en un laberinto que no tenía escapatoria.
─¿Sabe, Señor Kruger?... yo sé que usted siente mucho cariño y aprecio por mi hermana...─ Eren alzó levemente una ceja.─y eso es bueno, antes... Emily no se veía tan alegre, lo era, pero algo le hacía falta... y desde que apareció, creo que aquello que le hacía falta lo encontró en usted...─reveló haciendo estremecer con sus palabras al hombre que iba a su lado.─pero...
─¿Pero...?─Eren preguntó ansioso ante aquella larga pausa que hizo el infante, quería continuar oyendo esas palabras que el futuro le había enseñado durante su beso en la playa con Emily.
─Pero sé que como usted le puede traer mucha felicidad a Emily, puede hacer que ella sufra mucho... sé muy bien que no es un Marleyano...─ dijo con una mirada astuta. El hombre ni se inmutó al oírlo decir eso.─las personas creen que porque soy un niño no me doy cuenta de nada, pero se equivocan... yo los oí hablar a Emily y a usted sobre Paradis y que se infiltró aquí...
Eren desvió su mirada al suelo y soltó una carcajada, confundiendo al pequeño que se mantenía tranquilo, como su hermana siempre le aconsejaba que hiciera.
─Tal vez yo no pueda hacer nada señor Kruger...─habló resaltando con notoriedad su "apellido".─ pero haré lo que está al alcance de mis manos y lo único que me importa realmente, y eso es mantener la seguridad de mi hermana, no quiero que la involucre en esta tonta guerra... por favor... si realmente quiere a Emily, no la use como un peón más en esto...
─Tienes mi palabra Peter...─dijo Eren viéndolo con verdadera seriedad y seguridad.─de todas formas, para mi, Emily nunca fué una pieza en esto... ella no tiene y nunca tuvo nada que ver con este asunto... pero conociéndola, me será difícil alejarla de mi...─dijo, más por él que por ella.
─Entonces, ¿por qué no se queda aquí con nosotros?─ Peter se hallaba preocupado ahora por la felicidad de su hermana. Eren le miró, y sonrió levemente, confundiéndolo y haciéndolo enojar, ¿acaso se estaba burlando de la situación?.─si usted amara realmente a Emily sería capaz de sacrificarlo todo por ella, así como lo esta haciendo ella al mantener a salvo a un demonio de la isla...─habló enfurecido sin medir sus grotescas palabras llenas de odio y rencor.
Peter al caer en cuenta de lo que había dicho, se tapó la boca avergonzado, bajando la mirada con disgusto por haber perdido los papeles.
Eren no se había sorprendido exactamente con las palabras del niño, incluso concordaba con sus pensamientos que, por muy hirientes que fueran, eran verídicos. Lo que tampoco quitaba que de alguna manera le hallan afectado, puesto que él sabia que esas palabras eran su realidad y no podría hacer nada para cambiarla, nada, porque eso mismo significaría ponerla a ella en riesgo.
─Señor yo...─ Peter intentó disculparse por sus palabras, pero Eren lo interrumpió sin borrar aquella sonrisa tan trágica, que desde que lo conoció pudo notarla en varias ocasiones.
─No tienes por qué disculparte conmigo Peter... lo que dices, es verdad... y decir la verdad no es malo... y por mucho que duela saberla, no podemos ocultarnos de ella para siempre, realmente, más bien... te agradezco el que me hallas hecho darme cuenta, que muchas personas hoy en día siguen siendo tan buenas e inocentes, como tú y como Emily...─ el niño frunció sus cejas asustado y preocupado por la forma y el tono que tomaba la voz de Eren, y por el pesimista curso que tomaba su conversación.
─Pero eso no quita que tengo un deber que cumplir... lo siento mucho, pero no puedo dejar mi responsabilidad por Emily, ella no es lo suficientemente importante en mi vida como para poner en riesgo a mi gente y a mi familia...─ habló fríamente. Peter le miró horrorizado y dirigió sus ojos grises a los fríos y sin vida del hombre en quién estuvo a punto de confiarle lo que más amaba, a su querida hermana.
─Eres, un monstruo... ¡Le diré a Emily!...─ gritó Peter con algunas lágrimas acumulándose en sus grisáceos ojos.─¡no sé como pudo confiar en ti!, de verdad... ¡dime que es una mentira!, ¡dilo!, sé que mientes...─ el niño sollozó apoyando sus manitas contra sus ojos intentando secar sus saladas lágrimas de rabia.
Eren se levantó de la silla de ruedas y se acercó al infante sin que este último lo notara.
─Ser honesto con las personas no se me da bien...─ le dijo tomándolo de los hombros, exaltando al niño que temblaba del miedo.
─Entonces... no, la amas...─ dijo Peter sin comprender si lo que dijo, era una pregunta o una afirmación.
─¿Realmente deseas saber la verdad, Peter?─ Eren miró fijamente al niño con sus ojos que parecían dos canicas de cristal, sin rastro de vida en ellos y tan vacíos que era como si viera un fantasma.
El niño, en su inocencia y preocupación, asintió asustado por oír la respuesta que aquel demonio le daría. Aquello lo haría saber si ese hombre mentía sólo para proteger a su hermana o porque todo este tiempo la vio como algo pasajero, mientras planeaba como acabar con todo Marley.
Eren se acercó a la oreja del niño y susurró unas palabras muy suave y lentamente en un murmullo casi que inaudible. Peter al oír y procesar todo lo que le dijo, abrió sus ojos y de inmediato vio con lástima al hombre ante él.
─Prométeme que vas a cuidar de ella...─ dijo el hombre con su voz apagada y moribunda, el niño asintió sabiendo en lo que terminaría aquello.─eres el único que puede hacerlo por mi... cuando yo me valla de este mundo...─confesó Eren, para finalmente chocar su frente contra la de Peter.
Un pequeño destello iluminó todo el lugar tenuemente. Peter abrió y cerró sus ojos rápidamente al sentir un insufrible dolor en su cabeza. ¿Se había golpeado?, ¿qué rayos hacía ahí el sólo en el medio de la calle?.
─¿Uh?...─ dijo algo confundido y desorientado.─tal vez... me golpee otra vez con un poste...─ Peter volteó a los lados, sin encontrar rastro de alguna presencia familiar, juraría que estaba con su hermana Falco y, más nadie, sólo habían salido ellos tres esa tarde como era la costumbre.─¡diablos!, ya es bastante tarde, mamá me matará...─ exclamó viendo la hora que marcaba su pequeño reloj de mano, algo desgastado y roto por el tiempo.
─Quizás, ¿Emily acompañó a Falco?─ conjeturó confundido, pues era bastante extraño viniendo por parte de su hermana, que lo dejara sólo por su cuenta y más a esa hora.
El niño sin hacerse mucho lío por la extraña situación, metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y siguió tranquilo, el corto tramo que faltaba para llegar a su casa. Mientras que a sus espaldas, un sujeto misterioso lo seguía para asegurarse de que llegara sano y salvo a su hogar.
Peter, llegó al local de su familia que por la hora, aún seguía abierto y con los últimos clientes que recibiría por ese día. Eran casi las seis de la tarde, y ciertos truenos y uno que otro rayo, anunciaban la llegada pronta de un posible diluvio.
─¡Hola mamá, hola abuela, ya llegué!─ exclamó el niño entrando a la cocina donde su madre y abuela, se hallaban preparando los postres que faltaban para concluir la ronda final del día.
─Hola mi amor, ¿dónde está tu hermana?, ¿no vino contigo?─ preguntó extrañada la mujer que portaba un delantal lleno de harina, chocolate y demás ingredientes de repostería.
─No, creo que fué a acompañar a Falco...─ respondió despreocupado el niño, metiendo un dedo dentro del tazón que contenía ganache de chocolate.
─¡Peter!─ le regañó su madre.
─¡Perdón, perdón!─ se disculpó soltando una risa traviesa.─por cierto, está muy bueno...─ dijo y su madre rodó sus ojos con una sonrisa mientras negaba por las ocurrencias de su hijo.
─¿Por qué mejor no vas a barrer al frente?, has algo productivo y deja de comer tanto dulce... te dará dolor de barriga...─ le exigió su abuela severamente, entregándole un delantal, la escoba y una pala para que limpiara la entrada y veredas del local.
El niño se quejó con flojera, pero debido a las amenazas peligrosas de su abuela, fué de inmediato a cumplir su labor y el trabajo que siempre le asignaban dentro de la repostería.
─Que fastidió, me pregunto cuándo van a dejarme cocinar...─ se siguió quejando Peter, mientras barría con cuidado de no levantar demasiado polvo.
─Disculpa...
Una extraña y reconocida voz, llamó la atención del niño. Peter sintió una sensación de extrañeza, como si al oír esa voz, estuviera viviendo un deja vu o algo parecido.
Sin mucho ánimo, el rubio elevó su mirada al tipo que interrumpía su "magnifica labor", viéndole de pies a cabeza con desconfianza. Era un sujeto alto, flacucho, de cabello largo y castaño, ojos de un color que no supo definir, algo de barba, falto de una pierna y lo más curioso, una mirada que denotaba ser alguien con severos problemas emocionales y que bebía alcohol para matar las penas.
Sí, definitivamente era un vagabundo, de esos que piden limosnas.
─Lo siento señor, usted y yo no somos muy distintos, no traigo ni un céntimo conmigo, hable con la jefa del negocio... tal vez ella le de algo...─ dijo elevando sus hombros y señalando con el pulgar en dirección de la puerta de la repostería.
─¿Así te refieres a tu madre?...─ preguntó, haciendo que el infante detuviera su acción para mirarle ahora con más detenimiento.
─¿Acaso eres un acosador?, ¿cómo sabes que la dueña de aquí es mi mami?─ le miró desconfiado agarrando con fuerza su escoba, si era necesario, lo golpearía con ella, poco le importaba que fuera un inválido.
─No lo soy, y tu familia es reconocida en toda la ciudad por su negocio, y por ser de la familia Tybur...─ le respondió relajado.
Peter se calmó y suspiró aburrido, había olvidado que su familia era considerada de la realeza sólo por ser Tybur.
─Y no soy un Tybur, no me asocies con esa gente...─ le habló con molestia, tal vez era ese tipo de gente tan rara como la insoportable "novia" de Falco, que alababa a su, por desgracia, familia materna.
─Comprendo...─ dijo y se quedó parado ahí, mirando fijamente la ventana de la habitación de Emily que se hallaba iluminada por las luces del cuarto.
─Oye, ¿y qué esperas?, ¿te quedarás ahí toda la noche?, por cierto, deberías comer más estás bien flaco, si convences a mamá, puede que hasta te deje dormir una noche aquí...─ Peter hizo un ademán con las manos y continuó con su labor.
─¿Emily, se encuentra aquí?─ le preguntó, sacando algo de su chaqueta rota. Peter se tensó y se dispuso levantar su escoba para atacarlo. El tipo ni se había asustado por su accionar.─tranquilo, sólo vine a entregarle esto y hablar un asunto con ella...
Peter se calmó y vio que el hombre traía un sobre consigo.
─¿Conoces a mi hermana?─ le preguntó recibiendo una respuesta afirmativa.─ya, eres un militar que salvó durante su servicio, que se acabó enamorando de ella y en esa carta confiesas tu amor, ¿no es así?...
─Puede ser, si no te molesta, ¿podrías entregarle esto por mi?─ confesó, estirando su brazo hacia el niño para entregarle aquel sobre. Peter le miró suspicaz, a él y a la carta, pero al final la tomó sintiendo un mal presentimiento.
─¿Por qué demonios no se la entregas tú?─ habló con brusquedad.
─Por que no dispongo del tiempo que tanto desearía para hacerlo... ya debo irme, muchas gracias, Peter... hasta luego...
El niño se quedó congelado, viendo al tipo que tan inquietante le resultaba. Peter reaccionó y se dispuso a llamarlo, pero el hombre nunca volteó y desapareció entre la inmensa oscuridad que se formó en un santiamén al irse la luz en aquel sector de la ciudad.
Apurado, miró su reloj viendo que las agujas marcaban las seis en punto.
─¿Quién demonios es ese tipo...?─ se preguntó con un mal sabor de boca. Peter revisó la carta con detenimiento para ver si no había algún detalle que le diera indicios de algo, pero no había nada.─no tiene remitente...
Una gota calló con velocidad, y tras ella miles más. El niño que aún se encontraba en la vereda miró el cielo lluvioso y oscuro por las nubes, pensando en su hermana y en que ella estaba sola por ahí.
─Cariño, vamos, entra, te enfermarás si no lo haces...─ le pidió con dulzura y amabilidad su madre quién llevaba un paraguas y una farola en manos.
─No me iré hasta que no regrese Emily...─ el niño se puso de brazos cruzados y se giró molesto.
─Lo sé, yo también estoy preocupada por ella, pero estoy segura que cuando Emily regrese, no le sentará verte en cama y con fiebre...─ razonó su madre, logrando convencerlo para que entrara a su hogar.─vamos, te darás una ducha y luego te daré galletas, pero no le digas a tu abuela...─ le dijo susurrando aquel "secretito".
Peter sonrió asintiendo con emoción, pero su mente, seguía aún en Emily, la carta y el extraño hombre que había venido a buscarla, incluso, no sabía si contarle a su madre o esperar que Emily regresara para conversar sobre el tema.
Peter, caminó con su madre hacia la entrada del local y le dio una última mirada al callejón por el que se había marchado aquel hombre de aura peligrosa, y rezó porque ese tipo que parecía muy alejado del buen camino, no tuviera malas intenciones contra su querida hermana.
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