第十二章 | 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 𝔱𝔴𝔢𝔩𝔳𝔢🌹❠
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𝐢 𝐛𝐞𝐟𝐨𝐫𝐞 𝐛𝐞𝐢𝐧𝐠 𝐦𝐞
; Donde el ángel expía su pecado con el demonio...
𝑚𝑎𝑟𝑙𝑒𝑦; 𝑎𝑛̃𝑜 𝟾𝟺𝟼
—¡Emily ten cuidado por el amor de Dios!... te terminarás haciendo daño...— exclamó una mujer bastante joven, de brillantes ojos color miel y oscuro cabello castaño, que regañaba una vez más a su traviesa e inquieta hija atolondrada. Y pensar que iba por el tercero.
La niña le sacó la lengua a su madre soltando una risita burlona al desobedecerla. La mujer le miró con seriedad intentando sacarse el zapato con el que la amenazaría, asustando a la niña de inmediato.
—¡No!— exclamó la pequeña niña asustada.—¡Percy dile a mamá que no me haga daño!— la niña corrió directo a los brazos de su hermano mayor quién no podía evitar reír por las ocurrencias de su hermanita.—protégeme de esa vieja bruja malvada...— dijo la niña inflando sus cachetes en un adorable puchero.
—Emily, respeta a mamá...— le regañó su hermano con una mirada tranquila e indulgente. La niña se avergonzó por su actuar incorrecto y se acercó a su madre, plantándole un becito en la mejilla.
—Perdón, mami...— murmuró poniendo sus manitas tras su espalda y viendo a su madre en espera de una respuesta.
La señora Rose seguía observando con un semblante serio a su hija, pero rápidamente su mirada se suavizó y besó la frente de la niña quién emocionada sonrió feliz.
—Solo sé más cuidadosa, ¿sí?...
—¡Sí!...— gritó agudamente dejando casi sordos a su hermano y madre.
—Ven Emily, lo mejor será dejar descansar a mamá...— dijo Percy con una mirada nerviosa y algo apenado con su madre, quién en sus últimos meses de embarazo la había pasado algo mal.
Percy tomó la mano de su hermanita y se pararon ante la puerta de su hogar.
—¿Qué te parece si te llevo a mi trabajo?... hoy no habrá nadie...— preguntó con una radiante sonrisa. Él ya se había despedido de su madre y todos sus seres queridos, solo faltaba Emily.
Emily asintió emocionada, jalando a Percy del brazo hacía el lugar donde él trabaja, ella se sabía mejor el camino hacía allá que su propio hermano. Emily adoraba el trabajo de Percy, ella deseaba con todo su corazón ser como él cuando creciera, por eso se esforzaba tanto en los estudios.
Porque de grande deseaba salvar vidas como su hermano y curar todas las enfermedades del mundo.
La madre de ambos hermanos les miró con una sonrisa llena de de sentimientos mezclados, acercándose a la ventana para ver como estos desaparecían en la lejanía de la gran ciudad donde vivían, mientras una pequeña lágrima resbalaba por su mejilla.
Percy Tybur era el mayor de los hermanos Fritz, pertenecientes a la familia Tybur, una famosa familia aristocrática y noble de Marley. Él era considerado por muchos como un verdadero héroe, debido a sus sorprendentes contribuciones en campos de medicina y química. Aquel joven muchacho era el orgullo de los Eldianos y los mismísimos Marleyanos.
Pero tras aquella imagen perfecta, se ocultaba un joven revolucionario que estaba dispuesto a darlo todo de si para derrocar el régimen militar y la tiranía que tenía impuesto Marley sobre su tierra natal y acabar con el martirio de los Eldianos. Su espíritu no descansaría nunca hasta conseguir la paz y la libertad de toda Eldia, esa era su misión.
—Oye Percy, ¿y qué haremos hoy?...— preguntó emocionada Emily abrazando a su leoncito de peluche.—por fin me enseñarás tu descubrimiento súper secreto...— susurró la pequeña niña, aumentando cada vez más su curiosidad por saber qué era aquello que su hermano había descubierto acerca de los Titanes y los descendientes de Ymir Fritz
Percy observó a su hermana durante unos instantes y recordó algo que por semanas estuvo rondando en su cabeza, tal vez aquello era el ingrediente faltante. Ni si quiera sabía a ciencia cierta si todavía le faltaba algo más en la formula a la que le había dedicado casi toda su vida.
—¿Qué te parece si te sacamos la sangre hoy Emily?— le preguntó con una sonrisa a su hermanita quién de inmediato le miró aterrada, ella odiaba, no, detestaba con todo su ser las agujas y las inyecciones, por eso su salud era tan delicada, por culpa de su miedo.
—¡No!, sabes que odio las inyecciones Percy, aparte, no necesitas hacerme ningún examen, mi salud está en perfecto estado...—dijo con reproche y apenas culminó su oración, estornudó violentamente.
El chico le miró con una ceja alzada haciendo suspirar a la niña. Emily temblaba levemente al pensar que una fea aguja sería clava contra su piel y le extraería ese líquido horroroso que todos teníamos en nuestro interior.
Ambos hermanos llegaron al centro de investigación en que trabaja el mayor de ambos. Era un lugar gigantesco, donde fácilmente se podía terminar perdido. Y le daba un aspecto aún más inmenso, lo solitario que se hallaba hoy el lugar, literalmente, no había nadie. Pero eso no era problema alguno para Emily y Percy.
Al llegar al laboratorio donde se esforzaba trabajando duro día y noche Percy. El muchacho sentó a su hermana en un taburete y con delicadeza tomó su brazo para iniciar con su cometido. Debía actuar rápido, no le quedaba mucho tiempo.
Emily dirigió su mirada a otro lado, apartándola para no presenciar aquella "grotesca escena". Con fuerza se abrazó de su leoncito de peluche sintiendo como aquel frío y filoso metal se hundía en su vena y extraía su sangre.
—Bien, ya puedes abrir los ojos Emily...—dijo Percy con una sonrisa dulce.
Emily secó las lágrimas que sus ojos habían liberado sin permiso y se abrazó a su hermano, comenzando a sentirse con sueño.
—¿Te encuentras mejor?— la niña asintió ante la pregunta de su hermano, y como si nada hubiese ocurrido, Emily comenzó a corretear de un lado a otro observando las cosas del laboratorio y jugando con todo lo que captaba su atención.
Percy sonrió con ternura al ver a su hermanita ser tan enérgica como siempre, le hacía feliz poder apreciar esos momentos.
Percy empezó a hacer unas pruebas con aquel peligroso líquido amarillo extraído de un titán, aplicándolo cuidadosamente con la ayuda del cuentagotas sobre un porta objetos, el cual puso bajo la lente del microscopio que se hallaba ante él. El médico observó a través del lente ocular los movimientos de aquella cosa que denominaba "bacteria", por ponerle un nombre, y notó como el oxígeno comenzaba afectarle evaporándose poco a poco.
Percy suspiró estresado, y se pasó las manos por su largo cabello negro, alborotándolo un poco.
—Si esto no funciona...— el muchacho dirigió su mirada a su hermanita que al parecer trataba de ocultar una cosa que rompió accidentalmente.—Emily no será libre jamás... ni mamá... ni los abuelos... ni Lily... ni Eldia... nadie será libre...— Percy agarró un tubo de ensayo completamente vació y vertió desconocidos líquidos en el interior de este, removiendo con desespero la bagueta para que se mezclaran.
Un extraña sustancia magenta y espesa fue lo que le dio como resultado de la mezcla de todos los componentes que había estado juntando para llegar a aquel resultado.
Ahora solo faltaba probarla y ver qué efecto produciría sobre el fluido de la médula espinal de los titanes. Esta sería su única y última oportunidad, ya no había escapatoria, se hallaba atrapado en un callejón sin salida.
Con un cuentagotas nuevo, extrajo una pequeña cantidad del escaso liquido que había conseguido desarrollar. Nuevamente, centró su atención en el fluido de los titanes que había aplicado en aquella lamina de cristal, y tras esto inyectó toda la cantidad del líquido magenta en este.
Percy se halla expectante y atento, no parpadeaba y pequeñas gotas de sudor resbalaban por su frente. No había sucedido nada. Ni una mínima reacción. La frustración removió todo su cuerpo, golpeando con violencia e ira la mesa de su escritorio.
—¿Percy, estás bien?...— la vocecita de su hermana fue lo que lo trajo nuevamente a la realidad.
Percy miró a Emily, y dirigió su mirada de inmediato a la rejilla donde reposaban frascos con muestras de sangre. Y vio la respuesta al último ingrediente faltante en su experimento.
—Sí, Emily, no te preocupes, sigue jugando...— le dijo con una sonrisa. Emily le miró con desconcierto y siguió en lo suyo.
Rápidamente, Percy tomó aquel pequeño tubo de cristal que contenía sangre sacando una insignificante cantidad para verterla en su fallido experimento. Su cuerpo temblaba del miedo, y sus ojos casi desorbitados miraron a través del microscopio.
Y entonces un milagro ocurrió ante sus opacos ojos grises. Su creación en conjunto con la sangre de la que hizo uso, habían comenzado a contrarrestar los efectos y a mermar la reproducción de genomas de aquel microorganismo. Osea, anular las consecuencias que producía la transformación de titanes.
Percy se levantó de sopetón soltando lágrimas, no podía creerlo, realmente lo había conseguido. Había creado el antígeno anti-titan. Al fin, limpiaría el nombre de los Eldianos y demostraría que no había tal cosa como un supuesto demonio de la tierra y mucho menos.
—¡Emily!— Percy llamó la atención de su hermana quien de inmediato corrió hacía él.
—¿Quieres saber, qué descubrió tu hermano mayor?...— preguntó emocionado. Emily asintió desesperada por saber todo.—ven...— Percy se hizo a un lado para que Emily se acercara al microscopio.—aquí está, este es mi descubrimiento...— Emily le miró expectante.—al fin seremos todos libres... mira a través de los binoculares...
Emily hizo caso a las palabras de su hermano y fijó su vista en los lentes que le mostraban como unos pequeños microorganismos eran velozmente aniquilados por una sustancia roja y espesa. La niña frunció sus cejas sin entender que era aquello ni comprender las palabras de su hermano.
—¿Qué significa esto Percy?— preguntó mirando a su hermano confundida.
—Significa la solución a nuestros problemas Emily...—la tomó de los hombros.—esta... esta es la vacuna que cree para combatir y contrarrestar la transformación de los Eldianos en Titanes...— la mirada del joven desprendía esperanza y alegría, estaba completamente aliviado, sentía que ya podía morir en paz, le era inevitable seguir llorando por la emoción.
Emily se quedó en silencio estupefacta sin poder creer lo que decía su hermano realmente, jamás creyó que algo así existiría, no dudaba que hubiera una solución a los problemas de los Eldianos, pero ese antídoto sería la solución que los liberaría.
Emily se sumó a Percy en el llanto por la emoción, estaba orgullosa de lo increíble que era su hermano.
—¿Quieres decir que al fin podremos ser libres Percy?— el muchacho asintió y se abrazó a su hermana con emoción. Ahora debía encontrar una manera de llegar al portador de la coordenada y deshacerse de aquella cosa que tenía en su interior.
—Sí... Emily, ahora seremos libres, y más nadie morirá, pero-...— el agudo y resonante sonido de un disparo, detuvo las emotivas palabras de Percy, y una bala se hizo paso en el abdomen del castaño que poco a poco comenzaba a perder sangre.
Emily abrió sus ojos con miedo, temblando al ver tanta sangre y a su hermano herido.
—¡Percy!— gritó desesperada y llorando, pero su hermano sacó un arma de su ropa acabado con la vida del sujeto disparándole en el cráneo. Todo pasaba en cámara lenta ante los ojos miel de Emily.
Un escalofrío recorrió la espalda de la niña y su hermano le miro con una expresión que le resultaba indescifrable.
—Ten esto Emily...— dijo sufriendo constantes hemorragias, la sangre escurría por sus labios y nariz en pequeños hilos carmesí. Seguramente aquella bala había atravesado un órgano vital, y aquello le terminaría quitando la vida en cuestión de horas.
—No, eso es tuyo, yo... yo no lo quiero...— la niña se negó a tomar el diario de apuntes de su hermano. Ahí, Percy guardaba todas sus anotaciones e investigaciones que durante años había hecho sobre los titanes y la gente de Ymir.
—Emily...— el chico accidentalmente expectoró una gran cantidad de sangre que empezaba a pintarlo todo de un fuerte tono rojizo, espantando a la niña ante él. Su respiración se había tornado lenta y pesada.
Percy sabía que moriría ese día, pero no pensaba que aquellos sujetos irían tan pronto por él.
—Emily te amo...— gruesas lágrimas se acumularon en los ojos de la niña que no quería aceptar lo que veía, su hermano iba a morir, y todo por su culpa.
La memoria de Emily la llevó hasta hace unos días atrás. Donde en un irracional arranque de ira expuso a su hermano ante unas personas que al parecer, buscaban problemas desde hace tiempo con Percy. Y por su culpa ahora este moriría. Ella era la asesina de su hermano.
—¡Cállate Percy!, o le diré a mamá que estuviste saliendo a escondidas con esa chica fea otra vez...— dijo sollozando y apoyando sus manitos en la herida de su hermano, intentando creer que al hacer presión, la sangre dejaría de salir, pero al hacer eso solo conseguía mancharse con la sangre de su hermano.
Percy observó con tristeza a su hermana, soltando una risa de amargura, dolor y felicidad. Había conseguido lo que buscaba, pero al costo de morir y tener que abandonar lo que más amaba en su vida. Un sacrificio que le costó tomar, pero valía más que vivir sufriendo por arcaicos pecados.
Percy acarició la mejilla de su hermana secando las lágrimas que brotaban de sus ojos. Su mirada se iba desvaneciendo poco a poco, pero debía resistir, por Emily.
—Aquí encontrarás todo lo que necesitarás saber sobre el antídoto Emily, pero antes, necesitas...— Percy se detuvo tratando de recobrar el aire.—necesitas encontrar al portador del titan fundador... debes acabar con el maldito gusano que tiene en la espina dorsal...— dijo perdiendo por poco el conocimiento.—pero no lo olvides Emily... tú... tú eres la clave de to...do...
Percy se levantó con las últimas fuerzas que le quedaban y temblando abrazó a su hermana quién no detenía su escandaloso llanto.
—Siempre voy a amarte Emily, y te protegeré, no importa donde me encuentre...— Percy plantó un beso en la frente de su hermana a quién empujó por la puerta que daba hacia el auditorio que la llevaría a la salida de emergencia. Ella debía huir antes de que mandará al demonio todo.
—¡Percy qué estás haciendo!, ¡regresemos a casa... con mamá para que te cure!— gritó alterada Emily, lastimando sus cuerdas vocales. Estaba desesperada.
—Perdóname Emily, dile a mamá, a los abuelos, a la tía Sina, a Arthur y a Lily que me perdonen también...— el chico bajó su mirada arrepentido por tener que confiarle aquella peligrosa misión a su hermana pequeña, pero ella era su única opción, solo ella podía continuar con su legado.—Emily...
La niña le miró una vez más, sus ojos habían perdido el brillo y su mirada estaba vacía, como si su alma hubiese sido arrancada pedazo por pedazo.
—Confió en ti para continuar con nuestra investigación, yo no hubiese llegado hasta aquí si no hubiese sido por ti... eres la persona en la que más confió y eres la niña más brillante de todo Marley...— Percy sonrió.—no te culpes por esto Emily, nada de esto es tu culpa, ¿sí?... anda... sonríele a tu hermano una última vez...— dijo derramando lágrimas. La niña como pudo hizo una mueca algo torcida pero consiguió sonreírle a su hermano una vez más.
—Ahora vete Emily...— le pidió extremadamente amable. La niña se negó rotundamente.—¡Corre y huye de aquí ahora mismo!...—gritó perdiendo la paciencia, lo volvía loco pensar que su hermana podía morir.
Así que cerró la puerta para separarse de su hermana. Emily sin saber qué hacer y cómo reaccionar se quedó agachada abrazando a su leoncito y el diario de su hermano mayor, sollozando con lágrimas y mocos que escurrían por su nariz y ojos.
La respiración de Emily se entrecortaba y un sonoro estruendo la hizo reaccionar. Ella debía huir y vivir.
Sus deseos de morir y dejar de existir en ese cruel y violento mundo, defraudarían la última voluntad de su hermano, ella no quería que Percy se sintiera frustrado por su tonta e irracional personalidad, no, ella solo deseaba que ser su mayor orgullo y que se sintiera feliz por sus logros por muy pequeños que fueran.
Ella debía sobrevivir a cualquier costo en ese mundo y cumplir el deseo de su hermano mayor, el cual compartía ella también; la paz.
En sus manos yacía el destino de Eldia.
Y lo conseguiría, no importa si acaba como su hermano, ella heredó su voluntad. Percy le confió su deseo, y lo cumpliría a como de lugar. Después, si la vida así lo deseaba, moriría. Qué más daba seguir viviendo si por tu culpa, uno de tus seres más queridos acabó muriendo. Emily no soportaría vivir con aquella culpa tantos años.
—Percy... por favor... perdóname...— la niña comenzó a bajar las escaleras pero unos grandes estruendos la asustaron, no eran explosiones, eran como las pisadas de un gigante.
Emily dirigió su vista a todos los ángulos del auditorio, parándose justo en medio del lugar. Y una repentina y estrepitosa explosión sacudió todo el sitio asustándola cada vez más, todo el lugar se empezó a llenar de ardiente fuego, como si el mismísimo infierno se hubiese desatado en la tierra.
—¿Qué está pasando?...— pensó asustada Emily corriendo hacia la puerta que conducía a las escaleras de emergencia pero estaba sellada, y nuevamente escuchó las fuertes y grandes pisadas de algo.
Entonces sin otra escapatoria abrió las puertas que conducían al laboratorio de su hermano, topándose con un gigantesco ojo gris azulado, igual al de Percy. La niña no supo que hacer más que gritar de la desesperación y el terror que viajaba por su cuerpo, aumentando su adrenalina, aquella cosa la estaba mirando fijamente.
—¡Ayuda por favor!— suplicó gritando desesperada, golpeando la única ventana que daba hacia la calle.—alguien que me ayude...— el humo que producía el incendio poco a poco se fue acumulando en una gigante nube tóxica, que obstruía la visión y la respiración ya defectuosa de la pequeña niña que había perdido las esperanzas de seguir viviendo.
Los estruendos y temblores se hacían cada vez más fuertes y el techo y suelo se iban fracturando con cada movimiento, aquel lugar se terminaría desplomando con ella en su interior.
—Percy...— la mirada borrosa de Emily presenció una figura distorsionada que se acercaba a ella.—¿Percy eres tú?... viniste por mi...— dijo casi inconsciente, pensaba que ya había muerto y su hermano la había venido a buscar al purgatorio.
—Lamento todo por lo que tuviste que pasar Emily... pero tranquila, ahora estarás a salvo...— la niña no podía distinguir bien la voz de aquel sujeto, y tampoco podía discernir su rostro, pero le recordaba mucho a su hermano.
—¿Eres mi ángel guardián?...— preguntó inocente, siendo cargada por los brazos del hombre que la llevaría devuelta a su hogar.
—No... pero siempre te protegeré...— respondió el hombre viendo a la niña que yacía en sus brazos con dulzura. Pero su mirada se había tornado triste al apreciar las quemaduras en los bracitos de la niña, la sangre, y el rastro de lágrimas en su rostro.
Para aquel entonces, Emily había perdido completamente el conocimiento, ella se encontraba aferrada a su leoncito y al diario que le entregó su hermano, en ningún momento los soltó. Pero no vio y ni siquiera sintió en qué momento consiguió salir de aquel edificio. Y jamás supo quién era el hombre a quién le debía su vida.
Todo parecía haber sido un mal sueño, pero desgraciadamente, no había podido resultar así para Emily y su familia.
Aquello, había sido una pesadilla vivida en carne propia, que dejó consigo grandes cicatrices emocionales en la familia Tybur.
Dándole inicio al exilio autoimpuesto de la parte más afectada a Liberio y a una nueva historia que sería narrada por la pequeña niña en quién reposaba aquella gran responsabilidad.
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—Luego de eso... aquella niña, muchas veces se sintió tan presionada por todo, que no era capaz de soportar cargar con la muerte de su hermano, el sufrimiento y la separación de su familia... todo eso había sido culpa suya... muchas veces se acobardó e intentó quitarse la vida, pero no podía hacerlo, no quería abandonar a sus familia y tenía miedo de morir... le tenía mucho miedo a la muerte...— susurró Emily mirando la luna que se asomaba por la ventana.
—Pero cuando nació su hermano menor, encontró una razón más para seguir viviendo aparte de su familia y la voluntad de su hermano mayor...— Emily dirigió sus ojos a Peter, quién dormía tranquilo acurrucado entre las cálidas mantas de su cama.—saber que tenía a alguien a quién proteger y por quién morir, le devolvieron las ganas de luchar y querer protegerlos a todos y arriesgarse, para mantener a su familia con vida, "no importa a que costo"... se decía siempre así misma para animarse a seguir peleando por sobrevivir y cumplir con el destino que se le había confiado...
Eren observaba impactado a Emily, quién tranquilamente miraba con su cabeza levemente inclinada el suelo, su mirada estaba perdida en la nada, se había vuelto a perder en el infinito vacío. Sus ojos derramaban lágrimas cristalinas y sus manos no detenían de arañarse con agresividad embarrándose de su propia sangre mientras temblaba del miedo.
El castaño nunca imaginó que ella hubiese podido vivir una cosa así, y no porque no fuese posible, sino por cómo había sido capaz de sobrellevar aquel peso durante toda su vida. Ambos eran tan iguales. Él podía entenderla perfectamente, incluso, se sentía identificado.
—Eren...— la voz entrecortada de Emily salió en su suspiro corto, llamándole con desesperanza. El hombre de inmediato la miró preocupado, parándose sin mucha dificultad para llegar hasta ella y consolarla, no podía soportar verla así, quería verla sonreír como siempre.
Eren realmente deseaba que aquella felicidad jamás desapareciera en Emily. No quería que ella se convirtiera en un ser corrompido como él, no, él necesitaba que siguiera esa chispa de vida en ella, ella era la esperanza que seguía viviendo en el mundo, era su esperanza.
—Eren, yo maté a mi hermano...— dijo respirando erráticamente estando a punto de entrar en un colapso, pero Eren tomó sus mejillas con delicadeza, para conectar sus miradas logrando apaciguar sus temores.—¿cómo puedes creer... que he logrado vivir con este pecado?...— la chica tragó el nudo en su garganta y dibujó una sonrisa irónica en su rostro.
—Supongo que tus pecados deben ser peores que los míos... y si piensas que eres alguien malo, no eres la única persona que comete errores, eso forma parte de la naturaleza humana... y como te dije, y como se lo prometí a Percy... estoy dispuesta a hacer lo que sea Eren, déjame ayudarte y yo te ayudaré... ambos buscamos lo mismo... la paz...
Eren se quedó en silencio, apreciando los hermosos ojos miel de Emily, que habían recobrado nuevamente su característico brillo risueño y bondadoso.
Sí, era verdad que ambos buscaban la paz y la libertad para Eldia. Pero como el mismo le había dicho innumerables veces a su querido amigo Armin, la única solución, era la guerra y destruir a sus enemigos, ellos debían sufrir por todo lo que los hicieron pasar. Las charlas y diálogos no servirían para nada.
Ellos eran tan diferentes a la vez. Ambos compartían el mismo objetivo, pero ambos buscaban conseguirlos de distintas maneras. Uno buscaba destruir y castigar a su enemigo con métodos sanguinarios, y el otro sanar y resolver las heridas del pasado con diálogos benevolentes.
—Emily...—susurró Eren tomando las heridas manos de la chica y besándolas con dulzura.—eres una médico... tus manos fueron creadas para curar y dar vida, no para quitarla, no hagas esto más difícil por favor... no quiero perderte a ti también...— Eren se acercó desvergonzadamente al rostro de Emily rosando sus narices, sus alientos se mezclaban y podían sentir el latir agitado del corazón del otro.—quiero protegerte, y para eso deberé cometer todos los pecados del mundo...
❪✐idk, pequeña aclaración: Emily nunca le reveló a Eren que el experimento de Percy es una vacuna anti-titan. Por si no se sobreentendió que ella obvio esa parte. Pero sí, se lo va a contar... creo...❫
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