第二章 | 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 𝔱𝔴𝔬🌻❠
𝐜𝐚𝐤𝐞
; Donde la dulzura de un gesto, derrite un gélido corazón apunto de tomar una decisión de la que se arrepentiría en un futuro cercano...
Emily junto a sus nuevos amigos y su viejo amigo Onyankopon, llegaron a la pequeña repostería que pertenecía a sus abuelos, lugar donde vivían desde que abandonaron la Casa Tybur hace siete años atrás.
El lugar era un pequeño establecimiento pintoresco que era decorado por aromáticas flores multicolor, desprendiendo una cálida aura hogareña y familiar.
—¡Aquí es!... ya llegamos...— dijo Emily emocionada, haciéndose a un lado para que todos entraran siendo ella la última en ingresar a la pastelería donde la fragancia dulce de las flores y de los postres se mezclaba.
Todos miraban encantados el ambiente cuidadosamente decorado, tomando asiento en una mesa cercana al vitral que adornaba el paraje.
Emily llamó al despacho esperando que uno de sus abuelos la atendiera pero no había nadie en casa, cosa que la preocupó y angustió mucho. La chica le dedicó una sonrisa a sus invitados, agarrando el delantal que dejó un par de horas atrás en la percha para ponerse manos a la obra y preparar los mejores dulces y postres que el apurado tiempo permitiera. Sus invitados dentro de un rato debían seguir con su camino y se sentiría fatal si no podía recibirlos de la mejor manera posible.
Pero cuando la castaña de aceitunada tez estuvo apuntó de comenzar con su labor, la puerta del local fue abierta por una pareja de ancianos y un niño que entró al lugar llamando la atención de todos por los moretones que adornaban su rostro junto a rastros de sangre en su cara y ropa.
Emily al observar la escena, dejó caer los cachivaches que traía en manos causando un escandaloso ruido, pero eso no le interesó y desesperada corrió hasta su pequeño hermano menor.
—¡Peter ¿pero qué fue lo que te ocurrió?!— exclamó al borde de la desesperación Emily, viendo las heridas y hematomas que tenía su hermanito por todo el rostro.
El pequeño de hebras claras veía a su hermana mayor al borde de las lágrimas mientras restregaba su bracito por su cara para borrar todo rastro existente de lágrimas, soltando sollozos bajitos. Los abuelos de ambos hermanos vieron a la mayor con una expresión de lástima y arrepentimiento, dándole a entender a la castaña lo que había sucedido.
Emily cargó en sus brazos a su hermanito para sentarlo en una silla haciéndole un gesto para que guardara silencio y no dijera nada comprometedor.
—Lamento este inconveniente, enseguida los atenderé...— se disculpó la chica sonriendo con los ojos cerrados, tratando de aliviar la situación, los "clientes" asintieron comprendiendo la situación.—abuelos, ustedes deberían ir a descansar, yo me encargo de todo... no se preocupen— pidió la joven insistente, logrando que sus abuelos se fueran a descansar.—ya vuelvo mi pequeño...— susurró la chica acariciando con extrema dulzura el cabello de su hermano y retirándose del lugar en busca del botiquín.
El niño miró a la nada sollozando silenciosamente, le resultaba vergonzoso que vieran lo débil que era, pero ya nada le importaba. Los desconocidos que acompañaban al moreno veían con pena al niño que jugaba con sus manos demostrando los claros signos de ansiedad que padecía.
Uno de ellos se dirigió a preguntar algo que tomó por sorpresa al pequeñín.—¿Por qué te hicieron eso?— indagó el hombre de expresión aburrida y cabellera azabache.
Todos observaron expectantes al niño que tragó saliva dejando escapar unas cuantas lágrimas.—¿Si les digo... no me golpearan ni le dirán a la policía?...— cuestionó temblando del miedo al imaginar ser golpeado violentamente por personas que odiaban a su pueblo otra vez, o aun peor, ser condenado a convertirse en un titan y vagar por el desierto eternamente.
El moreno abrió sus ojos entendiendo lo que había ocurrido con el hermano menor de su amiga.
—Tranquilo, puedes confiar en nosotros...— le contestó un rubio de pasiva mirada azul.
Peter guardó silencio unos segundos pensando en si revelar la razón por la que lo lastimaron o no. Tenía miedo de decirlo. Las única personas en quienes confiaba verdaderamente eran su hermana, su tía, padres y sus abuelos. Pero aquellos desconocidos se veían "amables", sin contar que Onyankopon quién era amigo cercano de Emily, estaba ahí. El de ojos grises suspiró dispuesto a hablar.
—Porque dije... que pienso que los Eldianos que viven en Paradis no son demonios...— respondió abrazándose a sus rodillas, dejando escapar pequeños lamentos por haber sido tan idiota, al decir algo así en un arranque de ira que tuvo contra un niño déspota que se jactaba de humillar y de burlarse de los Eldianos.
Los de la legión de reconocimiento miraron sorprendidos al pequeño. Al parecer era un hecho evidente que no todos en Marley odiaban a Paradis, o bueno, al menos no Emily y su familia. Quienes por lo visto apoyaban en silencio a su gente. Pero antes de que alguien pudiese decir algo, Emily apareció apurada preparada para curar, limpiar y vendar las heridas de su hermanito, de quién se aseguró que sus heridas no fueran tan graves y severas.
—¿Quieres quedarte aquí o quieres ir conmigo a la cocina?...— pregunto Emily siendo rápidamente jalada de la mano por su hermanito hacia donde la magia de los postres cobraba vida, la cocina.
Los de la legión vieron a ambos hermanos desaparecer manteniéndose en silencio y cuestionándose si habían más personas que sufrían lo mismo que aquella pequeña familia.
La hora pasó volando, sintiéndose desde hace rato un sobresaliente aroma a dulces que inundaba todo el local y que cubría las fragancias florales.
El sonido de un portazo fue lo que sacó a cada uno de sus pensamientos y charlas. Emily entró al lugar con un carrito repleto de bandejas ocultas por cubiertas de plata. Emily le hizo una seña a su hermano y este de inmediato quitó las cubiertas mostrando los hermosos postres, que en sus vidas imaginaron ver. En sus mentes pensaban que aquella muchacha estaba adelantada a su época al crear algo como eso.
—¡¡Ahh, me da lastima comerlo, se ve muy lindo!!— lloriqueo Sasha al recibir el postre helado que Emily le preparó, siendo ayudada por su hermano para servirle a los demás invitados.
La castaña sonrió enternecida.—No te preocupes, es solo un elemento visual...— le restó importancia haciendo un ademán con las manos.
Sasha tomó una cucharada del postre mirando con un gran sonrojo y brillo en su mirada a Emily quién se alegraba de ver satisfecha a su clienta. Los demás comenzaron a probar sus postres quedando sorprendidos y maravillados por el exquisito sabor de estos, era algo mágico y fascinante.
Emily se acercó a la última persona que faltaba por recibir su postre, con una dulce y resplandeciente sonrisa.
—Aquí tienes, lo hice especialmente para ti, te noté bastante tenso y algo triste... ¡un buen postre alegrará tu día!...— exclamó cariñosa poniendo ante él, un lindo plato donde reposaba una pequeña tarta cilíndrica adornada con arándanos y chocolate blanco.
El de orbes esmeralda miró con algo de sorpresa a la muchacha, apreciando la sincera sonrisa que esta le dedicaba a él. Los ojos de Eren reflejaban un brillo especial que fue notado por cierta azabache que miraba atenta a aquel par.
Eren asintió agradecido por el amable gesto desviando su mirada del rostro de la chica.—Gracias...— susurró bajito, esperando que ella se fuera pero seguía ahí parada.—¿Necesitas algo?...— inquirió con demasiada brusquedad, notando como espantó un poco a la chica quién bajó su mirada decepcionada.
Eren se relajó de inmediato, tal vez estaba siendo demasiado cruel con ella.
—Solo, quería ver que te parecía el postre...— explicó balbuceando con nerviosismo mientras mordía la uña de su pulgar. El chico comprendió y trato de "actuar normal".
—Entonces siéntate... ¿qué esperas?— respondió obvio y con un tono algo frío pero menos amenazante y grosero. Los ojos de la pequeña chica retomaron su característico brillo común y emocionada se sentó frente al chico apoyándose en sus brazos, fijando atentamente sus risueños ojos en él.
Eren hizo una pequeña mueca, curvando sus labios en una sonrisa prácticamente invisible que la chica no notó. En lo profundo de su ya corrompido ser, le resultaba extrañamente adorable aquella actitud torpe y cariñosa que ella mostraba hacia todos. Pero justamente eso era lo mismo que no era capaz de soportar de ella, él odiaba a los débiles y sensibles, o al menos trataba de convencerse así mismo de eso, y ese odio era aún más grande y justificable al ser ella una "marleyana".
El castaño tomo una cuchara, la cual por descuido y andar pensando en tonterías se le resbaló de la mano cayendo al suelo.
Emily, en un acto reflejo, se arrodilló en el suelo y cambió la cuchara que cayó por otra, tendiéndosela al joven castaño mientras lo veía con sus hipnotizantes ojos suaves que le causaban y generaban al portador del Titan Fundador, ganas de no llevar a cabo su plan del todo, al pensar que en Marley no eran malos enteramente.
Por eso él se dispuso generar ese odio imaginario hacia la chica, porque la calidez y afabilidad de la joven, lo hacían cuestionarse en su cabeza si lo que él vio y haría era la mejor solución o si había una posibilidad aunque sea mínima de resolver aquel conflicto sin acabar con muertes indeseables. Algo simplemente imposible, Eren vio todo y esa era la única salida.
Eren tomó la cuchara rosando su mano con la de Emily percatándose del contraste que había entre la temperatura de ambos. Ella se sentía tan cálida, como si una llama eterna estuviera encendida en su corazón, mientras que él, se sentía frío, como si hubiese muerto hace mucho tiempo y todo rastro de vida y emociones se hubiesen marchitado para siempre con su corazón.
Pero, al tocar la mano de aquella chica sentía como su corazón latía rápidamente devolviéndole esas ganas de vivir que dio por perdidas hace mucho, y él odiaba con todo su corazón eso, porque sabía lo que terminaría ocurriendo si se dejaba llevar por aquellas emociones.
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