第二十章 | 𝔠𝔥𝔞𝔭𝔱𝔢𝔯 𝔱𝔴𝔢𝔫𝔱𝔶🥀❠
𝐜𝐨𝐮𝐧𝐭𝐝𝐨𝐰𝐧
; dónde la cuenta regresiva comienza, y el tiempo empieza a agotarse para el ángel y el demonio
Emily caminó sosegada bajo la casi extinta luz que la acompañaba hacía su escritorio de madera, viejo y corroído por los largos años. Se sentó cansada en la chirriante sillita de roble y con agotamiento posó sus brazos encima del escritorio tomando su rostro con angustia.
Debía hacer algo, comenzar con una idea, o algo para empezar a idear su plan para derrotar a Eren Jaeger o mejor dicho evitar una catástrofe mundial. "Es como intentar evitar un atraco", se decía en su mente para aliviarse a sí misma.
—Lo único que puedo hacer por ahora, es escribir todo lo que he visto en mis diarios...—susurró decepcionada, abriendo un cuaderno para empezar a detallar la parte en la que iba; dónde explicaba cómo Ymir se había sacrificado por amor para salvar al rey Fritz, aquello le resultaba, en su mente que había presenciado eso y más, un acto tonto de amor pues consideraba que aquel tipo no se merecía eso.
—¿Aunque de qué me quejo?...—se dijo así misma en voz alta. —si yo misma estoy sacrificando mi vida por quienes...y quién amo...— finalizó dando un largo suspiro de fastidio, le faltaba un gran tramo de historia que contar, quizás acabaría en la mañana del día siguiente, pero aquello poco le importaba.
Emily siguió y siguió toda la noche escribiendo todo con lujo de detalle incluso con algunos dibujos e ilustraciones detallando escenografías que no hallaba con palabras expresar en los largos textos que la coordenada le enseñó. Hasta que había logrado llegar a la actualidad un año atrás cuando su participación y debut en aquella historia se hacía presente.
Ya eran las 7:00 de la mañana y cuando finalizó de explicar cómo Eren y toda la Legión de Reconocimiento se marchaban de su local para encontrarse con Kiyomi Azumabito, la embajadora de Hizuru en Marley, una algo loca e inesperada idea cruzó veloz su mente como un destello.
Los ojos miel de Emily se abrieron llenos de esperanza y emoción parándose inmediatamente de su asiento y revisando por la ventana si aún estaba muy temprano para salir a hacer una diligencia fuera de Liberio.
—Espero que esta idea no falle...
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Emily caminaba discretamente y con la mirada gacha entre las ajetreadas calles fuera de Liberio, la adrenalina en su cuerpo subía y bajaba con mucha alteración, y su corazón latía desbocado por el miedo que sentía de lo que tenía pensado hacer.
Apurada, la joven se montó silenciosa como una sombra en un tranvía que la dejaría lo suficientemente cerca de la embajada de Hizuru en Marley.
Los minutos pasaban lentos en la mente de Emily y su alteración crecía descomunalmente, un minuto más un minuto menos, ella tenía el tiempo contado aquel día caluroso y sudoroso. Si se tardaba demasiado en aquella "diligencia" no lograría acudir al encuentro que tenía dispuesto para la tarde de ese mismo día, algo que llevaba años esperando.
En su ajetreado andar y temerosa de que alguien la viese por aquella zona, Emily entró rápidamente a la embajada viendo a todos lados, observando como las personas iban y venías presurosas en su andar errante metidas en sus propios problemas personales.
Su mirada viajó buscando identificar a alguien que trabajase ahí y le pudiera indicar dónde se hallaba la señora Azumabito para hablar con ella cuanto antes. Emily caminó y caminó hasta que accidentalmente tropezó con una señora un poco más baja que ella y de rasgos asiáticos y finos.
Emily se avergonzó profundamente de su descuido e hizo inmediatamente cortas reverencias para disculparse por su torpeza con aquella dama. La señora le sonrió sin tomarle importancia al asunto hasta que detalló bien a la joven ante suyo.
— ¿Emily Fritz?... — inquirió la mujer de oscura cabellera lacia.
Emily elevó sus nerviosos ojos a la mujer y reconoció inmediatamente a Kiyomi Azumabito, definitivamente aquella era ella. Emily asintió con una pequeña sonrisa nerviosa intentando ocultar el miedo de sus ojos. Lo que haría era una completa locura.
—Sí... soy yo señorita Kiyomi...— respondió con elegancia.
— ¿Qué hace la sobrina de Willy Tybur por estos lares?... — preguntó extrañada, ¿Será que Willy pudo haberla enviado por ella para darle un mensaje o algo parecido?, le resultaba extraño aquello. —ven cariño, te invito na taza de té...— le dijo dispuesta a descubrir a qué se acontecía su inesperada visita.
Emily agradeció la invitación y siguió a Kiyomi directo a su gran despacho en la embajada. Estaba realmente nerviosa y sus manos sudaban demasiado y no era exactamente por el infernal calor que hacía aquel día.
Ambas mujeres se sentaron en elegante lugar decorado por preciosas obras de arte asiáticas, asumía Emily, bastante costosas por su aspecto de calidad. Las dos intercambiaron miradas llenas de intriga y curiosidad, pero ninguna se disponía a dar las primeras palabras, aunque notoriamente Emily se moría de ganas por arremeter con su plan, pero debía ser paciente. Así que Kiyomi se dispuso hablar primero para invitar a la joven a que resuelva sus dudas.
—Y cuéntame Emily, ¿a qué se debe tu inesperada visita cariño?...
Emily la miró con un extraño destello en sus ojos miel y por un segundo se congeló en su asiento, era ahora o nunca y si no era capaz de actuar ya y dar el primer paso, jamás lograría salvar a su familia, a Eren y a toda Eldia. Este era el inicio de todo y debía demostrar su valía y capacidad para enfrentar esto como una verdadera guerrera.
—Sé que le debe parecer demasiado extraña mi visita el día de hoy señorita Kiyomi...— comenzó Emily soltando todo el aire contenido en sus pulmones. La mujer se acomodó en el sillón pues sentía que aquella jovencita se extendería con sus palabras. Emily sonrió divertida ante aquel gesto y juntó sus manos sobre sus piernas cruzadas. —pero no me queda mucho tiempo y usted es mi único puente confiable entre Paradis y Marley... ¿entiende eso...? ¿Señora Azumabito?...
La mujer abrió sus ojos horrorizada y asombrada. ¿Cómo ella sabía aquello?, se cuestionaba aterrada. Ahora era Emily quién se acomodaba en el sillón contrario a Kiyomi y sonrió de lado viéndola fijamente. Ella no había ido a visitarla amistosamente ni a darle un mensaje de parte de su tío. Claro que no.
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Emily salía victoriosa y con una gran sonrisa de la embajada de Hizuru directo a esperar el siguiente tranvía que la dejaría a las afueras de Liberio, apenas eran las 3:00 en punto y aún tenía tiempo de sobra para llegar a su tan ansiada reunión.
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— ¡¿Cómo lo sabes?!... — exclamó alterada la mujer asiática.
—Sé muchas... demasiadas cosas señora Azumabito... cómo, por ejemplo, que su tan...— hizo una pausa con disgusto. — cómo decirlo, interés en Paradis es por sus minerales y que por eso y quizás por otras cosas es que contribuye con ellos... ¿O me equivoco?... —la joven interrogó sin escrúpulos avergonzando a la mujer que inmutó ante la amenazadora forma que estaba tomando las palabras de aquella chica.—Y es por eso que usted ahora me va a ayudar... si es que no quiere que el resto de las personas se entere que está contribuyendo con... —Emily hizo otra pausa y sintió como su corazón se comprimía.—el enemigo...
Kiyomi la miró con disgusto.
— ¿A dónde quieres llegar con todo esto? ¿qué esperas que haga? No hay nada que podamos hacer...— habló desesperanzada. Y Emily sonrió una vez más.
—O sí hay algo que usted puede hacer... claro que sí lo hay...
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Emily subió quizás al mismo tranvía al que se había montado en la mañana, el cual se hallaba a esas horas ya prácticamente vacío y sin muchos pasajeros que dejar.
Veía con mucha tranquilidad por la ventana en movimiento, observando los árboles y las soleadas callecitas, ahora tenía un plan y ya había dado el primer paso de él, y aunque fuese bastante improvisado, estaba totalmente convencida de que funcionaría lo que su mente le enseñaba.
Quizás las cosas no estaban tan perdidas como lo creían Kiyomi Azumabito, Eren e incluso como ella mismo creyó.
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—Escúcheme atentamente Kiyomi, esta es la única oportunidad de evitar una guerra que tenemos... y más le vale hacer al pie de la letra lo que le indicaré, porque si no, todos estaremos perdidos...— habló totalmente decidida Emily sorprendido a la mujer ante ella. —hará lo siguiente...
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Emily se bajó del tranvía y caminó unas cuantas cuadras hasta llegar al gran muro que separaba a los Eldianos del resto de Marley, como si ellos fuesen un rebaño, y cruzó el lugar para luego dar su identificación y seguir de largo hacía su hogar.
La joven caminó un largo y estrecho tramo, agotándose bajo la intensa llamada del sol de la tarde, hasta que se topó con alguien que no esperaba ver y mucho menos a esas horas por ahí.
— ¿Falco?... — pronunció Emily confundida al ver al pequeño rubio con un par de cartas en sus manos.
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—Una vez a la semana, durante los cuatro meses restantes que faltan para que se realice el festival donde mi tío piensa declararle la guerra a Paradis... usted recibirá de mi parte un cargamento que debe ser inmediatamente enviado ese mismo día a Paradis... sin falta y sin falla debe mantenerlo oculto de alguna manera de todos allá...
—¿Qué cargamento? ¿Qué quieres que lleve a la isla?... —preguntó Kiyomi preocupada de lo que pasaba por la mente de aquella joven y lo que tenía planeado hacer. Sonaba insignificante, pero algo oculto había en ello. Una vez más Emily sonrió y le hizo un gesto a la mujer de silencio y negó con la cabeza.
—Lamentablemente no puedo compartir esa información con usted... por ahora...— la mujer se resignó y aceptó sin otro remedio.—y por último...— mencionó Emily, sacando del bolsillo de su sobretodo azul celeste, un sobre marfil con un sello azul oscuro que resguardaba su contenido.— quiero que le entregue esta carta a Armin Arlert, y dígale que la abra el día que indica el sobre...por favor...
Kiyomi se quedó pasmada al oír aquel nombre salir de los labios de Emily ¿Cómo ella conocía a aquel muchacho?, ¿de dónde?, ¿qué estaba ocurriendo?, ¿Acaso el mundo se había vuelto loco?
Emily se levantó de su asiento dispuesta a tomar la mano de Kiyomi Azumabito para sellar aquel trato y retirarse finalmente. La mujer observó a la muchacha llena de confusión pues no tenía la más remota idea de qué era todo ese plan que ella quería llevar acabo, ¿buscaba ayudar a los Eldianos o destruirlos? ¿Y por qué le mandaba una carta al muchacho de la Legión de Reconocimiento? ¿Qué se traía entre manos, Emily Fritz?
—Confíe en mi Kiyomi, por favor...— hablo seriamente, pero su semblante no expresaba la maldad de una persona que deseara acabar con la existencia de nadie, más bien era todo lo contrario.
—Muy bien... haré lo que me pides...— le dio finalmente la mano a la muchacha sellando el trato. Emily sonrió una última vez con su sonrisa genuina pues se hallaba realmente feliz de haber logrado su objetivo, estaba aliviada y orgullosa.
—Que este sea nuestro secreto Kiyomi, que tenga buena tarde y gracias por su tiempo...— fueron las palabras finales de Emily antes de salir con apuro de la embajada.
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— ¿Uh?... ¡Oh!, Señorita Emily es usted...— sonrió el rubio dirigiéndose ahora hacia dónde se hallaba ella. —que agradable coincidencia señorita Emily, ¿viene de a fuera? — preguntó curioso.
—Sí, solo estaba dando un paseo y fui a comprar unas especies nuevas y unos cuantos ingredientes que faltan en la repostería...—respondió alegre, pero sin ser capaz de quitar su mirada de las cartas que llevaba consigo Flaco. Seguramente aquello era obra de Eren, no cabía duda de ello. — ¿y esas cartas?
—Oh, bueno, un hombre al que conocí en la maña y de quién me hice amigo me pidió que le hiciera el favor de entregar estas cartas por él... son para su familia, él se halla incapacitado y quise ayudarlo...— Emily asintió comprendiendo y confirmando su teoría, aquellas cartas seguramente contenían información que Eren va recopilando para Paradis. Eren ya se había puesto en marcha con su plan, así como lo hizo ella.
—Es un gesto muy lindo de tu parte Falco, ayúdalo siempre que puedas nene...— le dijo acariciando su cabellera rubia.
—Sí...‒ le respondió sonrojado.
—Bueno cariño, debo irme, el deber me llama...— mencionó elevando las bolsas de compras mientras carcajeaba. Ambos se despidieron yéndose finalmente por caminos distintos. Hasta que Falco recordó algo y llamó y corrió apurado tras Emily, era una gran ventaja que ella caminara lento como un abuelo.
—Había olvidado mencionarle señorita...—Emily asintió curiosa. —el Señor Kruger me habló de una joven que lo atendió durante la guerra y lo cuidó día y noche...— mencionó sorprendiéndola. — y me dijo que ella se había convertido en su amor imposible...— dijo rojito como un tomate pensando que había traicionado la confianza que tenía con el señor Kruger.
Emily abrió sus ojos impresionada, y su corazón latió de una forma lenta, como si estuviese apunto de congelarse en el tiempo.
—Cuando me dijo eso, no sé por qué me vino a la cabeza usted, creí que podría tratarse de usted señorita Emily...— explicó nervioso Falco.
Emily se hallaba conmocionada sin saber qué responder, absorta en un trance recordando aquellos días en el campamento junto a él. Liberando por accidente una pequeña lágrima que se escapó de su ojo cristalino.
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Emily se paró ante la repostería de su familia y tomó una gran bocanada de aire, ya había logrado una parte de su plan, ahora debía entrar en la otra faceta, infiltrarse entre los peses gordos y aliados de Marley.
La muchacha entró al lugar que se hallaba completamente vacío, afuera habían puesto el cartel que decía "cerrado". Él ya estaba aquí. Su momento ya había llegado y la segunda fase comenzaría a rodar en la ruleta de la suerte que era girada por el destino.
Silenciosa subió las escaleras caminando directamente al lugar que ella bien sabía que estaban, sin hacer pausas ni dar pasos en falsos. Simplemente se paró ante la puerta de la pequeña sala que tenía su casa y tocó tres veces. Y espero microsegundos en que se oía una voz del otro lado dándole permiso de entrar.
Emily al abrir la puerta, se topó con sus abuelos reunidos con un invitado especial, su tan ansiado y esperado invitado. Su tío, Willy Tybur que al verla sonrió encantado.
—Emily, que alegría verte...— dijo el hombre acercándose a ella para abrazarla. —qué bueno que apareces... ya nos tenías preocupados a todos aquí sin saber nada de ti pequeña...
La nombrada sonrió levemente al sujeto que la miraba atento.
—Bueno, creo que como ya llegaste cariño, lo mejor será que se queden a solas y puedan conversar más tranquilos...— dijo rápidamente la abuela de Emily llevándose a su nieto y a su marido de ahí. —los dejaremos solos, si necesitan o quieren algo avísenme, iré a preparar café...
Ambos asintieron agradecidos y se dispusieron a sentarse para conversar. Willy y su padre habían compartido rápidamente antes de que este saliera del salón una violenta mirada de odio. El rubio sonrió y soltó burlón:
—Dime padre... ¿qué se siente?... —antes de perder al hombre canoso de vista.
Willy y Emily se quedaron durante un largo rato en silencio viéndose a la cara. La mirada de Emily expresaba seriedad y osadía, cosa que llamaba mucho la atención de Willy, entonces este se estiro en su asiento dispuesto hablar, pero Emily ya había dicho unas palabras.
— ¿A qué se debe tu visita tío? —preguntó con inocencia Emily regalándole una sonrisa a Willy que le costó descifrar.
—Vaya, veo que me atrapaste Emily...— le respondió en el mismo tono juguetón a su sobrina. —vine a pedirte que trabajes conmigo...— soltó sin más Willy. Emily ni se había inmutado solo se había extendido su sonrisa.
—Ya eres mayor de edad...— continuó Willy. —eres un médico, muy buena y, por si fuera poco, eres una Tybur... y yo... quiero que te desenvuelvas en el mundo al que perteneces realmente Emily, somos políticos, las personas necesitan de quienes los guíen y les digan qué hacer, una imagen dónde apoyarse...y eres alguien en quién las personas pueden depositar sus esperanzas y sueños...
Emily aguantaba las ganas de soltarle un puñetazo a su tío, aquel era mismo vacío y banal discursillo que le había dado a su hermano cuando lo vino a "reclutar", se veía que él pensaba que su memoria era muy mala pues jamás olvidaría aquellas palabras.
—Así como lo hicieron con Percy que todos cada uno teníamos fe en él...— Emily abrió sus ojos por un instante y la ira subió a su cerebro, con fuerza e inconscientemente encajó sus garras en el dorso de su mano aguantando la furia que bombeaba su sangre para mantener su rostro sereno.
Willy sonrió feliz y giró levemente a un costado su rostro esperando una respuesta de su sobrina, que se veía bastante conmocionada por sus palabras. Había dado en el blanco como supuso, en la parte sensible de su pasado. A Emily nadie podía hablarle de Percy porque entraba en crisis de histeria casi que incontrolables, a menos que ella misma fuese que tocara el tema, que era casi lo mismo ero menos severo.
La chica, se quedó en silencio pensando en las inmensas ganas de borrarle la sonrisa de idiota a su tío, él no tenía el más mínimo derecho de pronunciar siquiera el nombre de su hermano. Pero no podía alterarse ni volverse loca solamente por eso, aquello era una clara prueba de s tío, y a toda costa ella debía demostrar que aquel pasado lo había superado, o al menos debía intentar demostrar que tenía control sobre sus emociones fugaces.
Emily encajó más sus uñas en su mano hasta que finalmente se sintió aliviada, y soltó todo el aire que guardaba con ansiedad en sus pulmones. Emily se dispuso a mirar a su tío y asintió sonriente y alegre, como si ninguno de esos sentimientos deseos violentos jamás hubiesen disparado un instinto animal en la muchacha de actuar contra el sujeto ante ella.
—Entiendo perfectamente el deseo de tu corazón tío Willy...— pronunció finalmente. —y estoy totalmente dispuesta a ayudarte en tus asuntos políticos... sinceramente llevaba tiempo esperando que habláramos de esto, pues, yo realmente deseo terminar lo que mi hermano empezó...— habló con doble sentido la muchacha sin apartar su mirada filosa de su tío que asintió orgulloso. —he estado pensando en los últimos años, que defender a los habitantes de la Isla Paradis no tiene objeto en este mundo, y que lamentablemente el único destino que les espera es la muerte por los pecados que cometieron...— habló afligida y con lástima.
Willy observo a su sobrina esperanzad, finalmente alguien había comenzado a entender las cosas. Pero no podía fiarse completamente de la muchacha así que solo le quedaba demostrar su lealtad a Marley en los últimos cuatro meses antes de que la verdadera guerra entre ellos y Paradis comenzara.
—Muy bien...—dijo carcajeando de alegría. —mañana mandaré un coche a que venga por ti en la noche, te llevaré a una importante cena con los altos mandos del ejército de Marley, luego pasaremos por el laboratorio en el que te voy a poner a trabajar, espero que te sientas cómoda Emily...
La nombrada se dispuso a asentir felizmente. Bingo, era la única palabra que decía el subconsciente de Emily. Ahora solo necesitaba terminar de escribir las memorias que obtuvo en los diarios y ponerse manos a la obra con su plan para arruinar el ataque de la Legión de Reconocimiento. Pero, ¿cómo lograría ahora eso?, si él plan de ellos era muy bueno y al final había funcionado pese a la cantidad de bajas que tubo. "Las bajas" pensó Emily y su mente le mostró el recuerdo de alguien que moría muy injustamente a manos de un verdadero demonio.
—Debo empezar desde ya, necesito acceder a la información sobre cómo se organizará el festival... pero ¿cómo?... —ahora, había comenzado la cuenta regresiva antes de que el final llegase para Emily, Eren y toda Eldia.
hola otra vez :D
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