۰ ⸂ ࣪˖⁩ iv

Diciembre 20.

Por fin, los exámenes de invierno habían terminado y con ello, los jóvenes estudiantes de cada una de las casas dormían plácidamente a pesar de que el reloj marcará las 10:20 a.m.

Sólo unos cuantos alumnos se encontraban sentados en el comedor tomando su desayuno.

Soobin llevó una cucharada de avena caliente a su boca. Se encontraba sumergido leyendo el periódico, más específicamente la sección de Quidditch.

El torneo internacional de Quidditch de los colegios de Magia y Hechicería comenzaría el siguiente año,
Por lo que la nota mostraba una tabla con el Top 3 de los equipos favoritos a ganar y una pequeña narración de sus pasados juegos.

En primer lugar se encontraba el colegio de Magia y Hechicería de Brasil; en segundo, el colegio de Japón y en tercer lugar se encontraban ellos.

Hace dos años, el pelinegro no pudo participar en el equipo general que representa al colegio de China de manera internacional por haber estado debajo de la edad mínima pero aquel año, él estaría clasificado.

Tan sólo necesitaba seguir teniendo sus calificaciones aprobatorias, y estaría dentro del equipo, sin duda.

Llevó otra cucharada hasta su boca mientras le daba la vuelta a la siguiente página, entre las líneas pudo descifrar su nombre y casi se atraganta con la avena al leer el texto que le proseguía "Choi Soobin es un jugador prometedor del equipo de Quidditch de la casa Sliether en Shanghái, apenas tiene 16 años y juega en el puesto de cazador, es mejor tener un ojo puesto sobre él. Así también como el Japonés Hiru Tinomoto..."

Realmente estaba impactado de que su nombre estuviera escrito en El Conde, habían algunos nombres más de los jugadores estrellas de los otros colegios que él conocía y con quienes estaba ansioso de enfrentarse.

Siguió leyendo el texto complacido de que no se hubiera desmayado, su plato de avena había sido recorrido a un lado ya sin intenciones de ser comido.

Y gracias a Merlín que en ese momento no estuviera tomando su té de pimientos y menta porque lo hubiera escupido como si de una fuente se tratará al leer el último párrafo:

“El ex capitán de los Montrose Magpie's y jugador leyenda del Quidditch, Albein Concourt, ha anunciado oficialmente que trabajará como reclutador de los nuevos jugadores Junior de Montrose Magpie's Club y otorgará una beca para el final de la temporada. Por lo que ha confirmado su asistencia a la Final del torneo Internacional de los Colegios...”

Algo en su estómago se revolvió.
Su ídolo asistiría a la final, Soobin no sólo tenía la oportunidad de que uno de los más grandes jugadores de la historia del Quidditch lo viera jugar, sino que también podría ganar una beca para jugar en el club de su equipo favorito.

Él realmente necesitaba salir a tomar aire o colapsaría ahí mismo.

Se levantó de su asiento dejando el periódico en medio de la mesa como comúnmente estaba y salio corriendo hasta llegar al vestíbulo.

Justo antes de salir por la puerta principal, alguien llamó a su nombre.

―¡Soobin!, Por amor a Merlín, vengo gritándote desde el segundo piso ― Beomgyu terminó de bajar las escaleras y se acercó a él.

―Lo siento, creo que mi cabeza está un poco perdida ― Dijo.

―Como sea, en un rato más iremos los chicos y yo al pueblo de Xibe ― Sus ojos se movieron cuando un Granddier pasó por su lado ―Tenemos que comprar los trajes para eh... El baile. Sí el baile.

Soobin no perdió detalle de cómo su blanquecino amigo había olvidado todo por esos cortos segundos pero no quiso preguntar nada. No porque pensará que Beomgyu no fuera a responderle, sino por que, en ese momento, él no estaba en posición de querer tener una charla tan profunda con el contrario.

―Claro, me parece bien.

―Nos vemos en dos horas en las columnas de la parte norte del castillo ― Beomgyu sin esperar respuesta salió a paso ligeramente rápido en dirección al gran comedor.

Soobin dio un respiro hondo y emprendió marcha hacia su destino: El aula de herbología.

Kai y sus otros tres amigos, bajarón por la calle principal de aquel iluminado pueblecillo.

El contraste entre la blanca nieve y las  cascadas de luces de colores hacían parecer como si estuvieran en un cuento de navidad.

Las monedas de plata tintinearon dentro del bolsillo de su pantalón.

El joven castaño hizo un recuento en su memoria de cuánto dinero llevaba, en total poseía dos monedas de oro y doce monedas de plata. Por lo que, tendría que comprar los artículos más baratos que hubieran en las tiendas o regresaría al castillo con las manos vacías.

Dio una bocanada profunda, el aire frío le hinchó el pecho haciéndolo sentir un poco más tranquilo. Si era positivo, todo iría bien.

―Kai, ¿En qué piensas?.

Su amigo japonés, Dai, le dió un tierno apretón en la mano en la que iban tomados de la mano. Era una linda costumbre entre ellos. Sus ojos recorrieron las tiendas por las que iban pasando.

―En que no hay forma de que yo pueda comprar algo en aquella tienda ― Kai señaló el lugar por el que segundos antes Taehyun y Keing entraron.

El contrario sólo rio y lo jaló dentro de aquel lugar.

―No te preocupes, seguro encuentras algo acorde a tu presupuesto.

Kai miraba aquellos trajes de diversos colores: negros, blancos, azules, rojos, grises. Se aventuró a tocar la tela de algunos de ellos, y tan pronto como lo hizo, se asombró por la suavidad y ligereza de éstas.

Sus otros tres amigos ya estaban en los vestidores con diversos trajes dentro. Y él aún no había tomado ninguno a pesar de que llevaba alrededor de diez minutos allí. Todos sobre pasaban su presupuesto.

―¿Lo puedo ayudar en algo, jovencito?.

Una señora de mediana edad se encontraba a su lado, era una de las vendedoras del establecimiento.

―No, gracias... Sólo estoy viendo ― Se apresuró a decir.

La mujer ignoró sus palabras y le dio una mirada rápida a todo su cuerpo, haciéndolo sentir por un momento cohibido.

―Tienes un porte realmente espléndido, los trajes que te enseñaré te quedarán perfectos ― La mujer acomodó sus lentes y comenzó a caminar entre los pasillos de la tienda tomando trajes a diestra y siniestra.

La mujer regresó a donde estaba él parado con alrededor de 10 trajes elegantemente acomodados en un carrito-perchero.

―Escoge los cinco que más te gusten y ve a probártelos.

Kai dio un asentimiento de cabeza y tomó los más baratos.

Acomodó los trajes dentro de uno de los probadores que se encontraba solo y cerró la puerta. Comenzó a desvestirse hasta quedar en boxers y calcetines.

Tenía tres trajes negros, uno azul rey y otro verde esmeralda.

Primero se probó los negros y en cada uno de ellos Taehyun y la señora de anteojos le habían dado un rotundo "NO" cuando se los mostró.

Kai bufó, los tres negros eran los más baratos.

Cuando regresó enfundado con el traje azul, Taehyun, Keing y la señora le dieron una sonrisa con aprobación.

A Kai también le gustaba ese. La tela era cómoda.

Por último, volvió con un traje verde esmeralda, que se ceñia perfectamente a su cuerpo. Se sintió un poco cohibido por que pensaba que sobre salía demasiado el color. Y lo comprobó una vez frente a los cuatro pares de ojos que lo recorrían con la mirada, y casi con la boca abierta.

Taehyun se levantó aplaudiendo.

―Kai, ¡Te ves wow, creo que jamás te había visto tan guapo!.

Keing se acercó y lo miró por todos los ángulos posibles.

―Es el traje perfecto.

Kai se miró al espejo que tenía a su espalda y se sorprendió ante la imagen de si mismo. Aquel traje resaltaba cada una de sus facciones, su cara se veía deslumbrante. Casi podía decir que una sonrisa asomó por sus labios.

La campana de la puerta sonó dejando ver a un chico alto, de tes blanca y cabello negro, Choi Soobin quiénes estaban ahí dentro.

"Ah, los perdedores de los Ravenite" Pensó.

Pero antes de siquiera ignorarlos y comenzar a buscar un traje negro de satín.

Sus ojos se vieron atrapados por aquella vista frente a él.

El delgado y bien proporcionado cuerpo de un chico siendo enfundado por un traje verde esmeralda que se ceñia a su cuerpo como si la reconocida marca de moda mágica, Quiventti®, hubiera mandado a hacer ese traje sólo para el joven castaño.

Su mirada viajó un poco más arriba conectándose inmediatamente con el par de avellanas.

Los ojos de Huening parecieron asombrados al verlo ahí. El castaño lo ignoró y se volteó a con sus amigos intercambiando palabras, los otros Ravenite se acercaron a pagar sus compras y salieron de la tienda, mientras que Kai entraba al vestidor y salía poco después nuevamente con el uniforme del colegio puesto y cinco trajes en mano. Supuso que todos esos se había medido. Pero el verde esmeralda era el ganador.

Soobin guío sus pasos hacia los trajes negros de diseñador que aquella tienda albergaba sin quitar los ojos de Huening.

Infiernos, ¿Por qué no podía ―ni quería― parar de mirarlo?.

Kai se acercó a la caja registradora
―Aquí están los trajes ― Formó una pequeña sonrisa.

―Muy bien, entonces, te cobro el verde, ¿Es así? ― La mujer estaba a punto de pasarle el precio cuando la voz apenada del castaño la detuvo.

―No, yo... No puedo costearlo ― Sus mejillas estaban rojas ―Es hermoso, pero, no entra en mi presupuesto, así que, llevaré el negro de botones plateados.

―Oh, ya veo, no te preocupes ― Dijo gentilmente la mujer con el semblante un poco decaído como el del pelinegro que presenciaba todo a unos cuantos pasos de ellos.

Pasos que se volvieron centímetros una vez que Soobin llegó hasta allí.

―Olvide lo que dijo ― Choi habló con voz neutra ―Nos llevarémos el verde esmeralda.

El chico sacó cuatro monedas de oro y quince de plata que entregó con determinación a la encargada de cobrar.

Kai por su parte frunció el ceño completamente ofendido.

―¿Qué rayos haces, Choi?, No necesito tu dinero.

―Tsss ― El contrario lo calló ―Y lo envuelve junto a aquella camisa negra, por favor.

La mujer con rápidos movimientos hizo lo que se le pidió. Un par de minutos después, le hizo entrega al castaño que se encontraba ya muy rojo de la cara por el enojo y una mirada poco menos que amistosa para el pelinegro de mandíbula fuerte.

La mujer quiso reír por la divertida escena que aquellos dos jovencitos de ojos brillantes realizaban.

―No te preocupes, Huening. Podrás pagarmelo después.

―¿Ah?, Y cómo se supone que te pagaré, si no lo compré es por que realmente no tengo dinero para pagarte ― Refutó.

Salieron del local y comenzaron a caminar, muy juntos, sin rumbo fijo.

―Ah.. Bueno, ya pensaré en algo.

El pelinegro rio, y dio un tierno apretón en la rojiza mejilla del contrario.

Soobin comenzaba a presentar una fijación por tocar al chico de ojos marrones sin siquiera darse cuenta.

―¿Sabes que escuchar eso de un sliether es condenadamente terrorífico? ― Dijo Kai con dote dudoso mientras masajeaba la mejilla pinchada.

Sin esperarlo, Soobin tomó por los hombros al castaño y lo estampó sin fuerza contra la corteza dura de un pino.

De un momento a otro Kai se dio cuenta que estaban alejados de Xibe, sin nadie a su alrededor.

―Entonces, ¿Te doy miedo, Huening? ― Soobin habló con voz baja y un poco ronca, sólo a centímetros de su cara. Sólo a centímetros de su boca.

Kai tragó duro. Si Choi quería intimidarlo, esta vez no lo lograría. Él era un Ravenite ingenioso y el contrario un Sliether impulsivo.

―Soobin ― Le habló informalmente.

Los ojos del contrario brillaron, sus pupilas se expandieron.

Kai continuó.

―Si querías pedirme tutorías de Transformación, no era necesario este juego de Sugar Witcher.

Pero antes de que Soobin pudiera hacer o decir algo. Las voces de tres perdedores a su espalda lo sacaron de la creciente necesidad que comenzaba a formarse dentro de sí.

―¡Eh!, Choi, hijo de puta ― Kalagi se acercó a ellos, y sin medir su fuerza arrancó sus manos del cuello del contrario, espera, ¿En qué momento sus manos habían viajado al cuello terso del castaño? ―Si quieres tratar de ahorcar a mi amigo, primero tendrás que enfrentarte a mí.

Kalagi de un rápido movimiento desenfundó su varita apuntando directo hacia Choi.

―¡Expeliarmus!.

Soobin reaccionó de igual forma girando su varita.

―¡Salvio Hexia!.

A tiempo, su hechizo lo protegió de salir volando, pero Kalagi no parecía satisfecho.

El Ravenite estuvo a punto de lanzar otro hechizo pero Kai lo impidió.

―¡Inmobilus!.

Kalagi por fin se quedó quieto.

Kai dejó salir el aire de su pecho. Todo esto se había salido de control. Unos segundos después el hechizo se deciso.

―Perdón por las molestias Choi, Keing vámonos ― Kai habló, Keing no rechistó al darse cuenta de la mirada matadora de su amigo.

Entonces, los dos chicos con el logo de Ravenite sobre sus pechos desaparecieron. Kai ni siquiera había aclarado la situación.

"Y qué querías que dijera, ¿Que estaban a punto de terminar con la tensión?, Que estabas a punto de..."

la voz irritante dentro de su cabeza se apresuró.

Él no lo iba a besar.

Él era ChoiSoobin, a él le gustaba salir con chicas, a él le interesaba Mei.

¡MEI!.

Por un momento la cara de la chica pelirroja se materializó en sus pensamientos después de sólo haber pensado en Huening Kai... ¡No!.

Soobin palmeó ligeramente su frente por la marea de pensamientos y sentimientos inusitados que el castaño le estaba generando .

Salió de aquel lugar con una meta en mente le pediría una cita a aquella hermosa chica de pecas y cabello rojo, de esa forma su cabeza volvería a centrarse.

Kai despertó por los chillidos irritantes que provenían de su sala común.

¡Por Merlín!, ¿Y ahora qué pasaba?.

Sin poder recobrar el sueño se cambió y dirigió a la sala común azulada que estaba repleta de estudiantes, entre ellos sus tres amigos.

Todos tenían una tarjeta dorada y sonreían como si hubieran tomado un frasco entero de amortentia.

Cierto. Hoy era el día. Hoy se entregaban las tarjetas con el nombre de tu pareja para el baile de navidad.

Por un momento, el castaño quiso dar media vuelta y regresar a su cama, pero las manos de Taehyun lo detuvieron.

El día anterior había sido un desastre. Primero Choi y su rara forma de tratarlo y luego Keing por esparcir el falso rumor de que Choi Soobin estaba a punto de estrangularlo. Un caos.

―Kai, adelante, mete la mano al baúl para que saques tu tarjeta dorada.

―Chicos, tengo mucha hambre, ¿Que tal si vamos a comer algo y después saco la carta? ― Dijo, tratando de evadir la situación. Quería leer en privado el nombre de la persona. Tenía un mal presentimiento.

―Vamos Ning, todos aquí ya sacamos nuestras tarjetas ― Dai mencionó muy emocionado ―Sólo estamos esperando por tí para leer los nombres a la vez.

A Kai se le revolvió el estómago. No tenía otra opción.

Metió la mano dentro del baúl mágico y después de unos segundos sintió algo en la palma de la mano indicando que podía sacarla ya.

La carta dorada lo deslumbró.

―Bien, a la cuenta de tres decimos el nombre ― Keing habló ―Uno, dos, ¡tres!.

―Wong Ka Hei! ― Dai mencionó muy emocionado.

―La jefa de la casa Sliether ― A Keing casi se le salen los ojos ―¡Kim Jung Eun!.

― Zheng Zhen Lu ― La sonrisa de Taehyun brilló.

―...

A Kai no le salían las palabras.

El nombre en letras negras ocupaba el espacio justo en el centro de la carta.

Sus amigos al ver que el más joven se había quedado callado, asomaron por sobre su hombro, buscando la respuesta a la cara impactada de su amigo.

"Oh".

Fue lo único que pudieron decir.

Choi Soobin. Maldita sea, su tarjeta decía Choi Soobin.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top