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Diciembre 18.

Los días siguientes a aquella pelea los cuatro amigos dejaron sus pergaminos con letra tosca.

Oh perdón... Sólo tres chicos, por que un castaño con gabardina azul y lentes posados sobre su nariz aún no depositaba su pergamino sobre el baúl.
Era lunes por la tarde, y Kai se encontraba metido en la biblioteca rodeado de gordos y viejos libros de pociones avanzadas.

Sus ojos estaban llorosos por la rapidez en que las letras pasaban delante de él, pero apenas llevaba una hora y para nada era suficiente, si quiere que su desempeño sea el mejor en la competencia, tenía que tomar horas de estudio de aproximadamente tres o cuatro horas por día. Era un hecho, él no se iba a levantar de su asiento hasta que terminará de estudiar cada uno de los temas.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco pasos que se aproximaban, un chirrido del asiento frente a él hizo perder su concentración.

―Vaya Huening, no sabía que tus únicas relaciones amorosas fueran con libros ― Soobin se burló mientras depositaba un libro en la mesa, irónico.

Kai ignoró el comentario, ya sabía de quién se trataba y poco le importaba que estuviera él ahí.

Soobin soltó un suspiro, estaba claro que el chico frente a él no le iba a dirigir la palabra, no quería que se mal interpretará la situación pasada. ¿Se había enojado por su comentario?, Sí, él se había enojado, pero extrañamente Huening Kai no parecía ser una mala persona, ni siquiera le caía mal. Y ahora él estaba ahí sentado frente a aquel castaño con sus intenciones de disculpa destruidas.

Quería volver a decir algo pero Huening realmente parecía ocupado. Soobin sacó un cuaderno y un pincel para comenzar a escribir sus tarjetas de investigación.

Durante la última hora, el pelinegro volteaba a ver al castaño para ver si seguía despierto, ya que en ningún momento escuchaba ruidos del contrario y eso era bastante extraño, se mantenía en silencio dedicándose enteramente a leer y hacer apuntes en un cuaderno de un material extraño, ¿Sería un material muggle?, ni idea. Volvió su vista y siguió trabajando en lo suyo.

Una hora más tarde, Soobin depositó sus tarjetas de investigación dentro de su maletín, estiró sus brazos y dirigió su mirada por el libro que el contrario sostenía, "Pociones avanzadas. Nivel IV."

―Huening, eres muy bueno en pociones, pero por tu ceño fruncido, claramente hay algo que no entiendes, ¿Quieres mi ayuda? ― Soobin ofreció.

Por primera vez en esas dos horas, Kai levantó la mirada, con el ceño fruncido como Soobin lo había descrito.

―Choi, son Pociones Avanzadas, no creo que puedas ayudarme, sólo sería un desperdicio de tiempo ― Y volvió a enfocar sus ojos sobre el libro sin esperar respuesta del contrario.

Soobin bufó y se levantó del asiento, Kai pensó que el contrario se iría pero muy para su sorpresa no lo hizo, en cambio, el pelinegro se sentó a un lado de él entrometiéndose en su espacio personal.

―Dame eso Huening ― Le dijo mientras le quitaba el libro de las manos y recorría con sus ojos el texto.

El pelinegro comenzó a leer el caso que narraba el texto, entendiendo en su totalidad cada una de las palabras y situaciones, en su mente ya se comenzaba a formar los ingredientes y cantidades que se necesitaban para la poción y cómo era su método de utilización. Al terminar de leer aquel texto de tres páginas, tomó la libreta de Huening y revisó lo que él había hecho, hallando rápidamente el error.

―Aquí, Huening, te equivocaste en las cantidades de la cola de rata y las algas putrefactas ― Soobin mencionó mientras que tomaba el pincel y re escribía las cantidades ―Además, agregaste tierra fértil cuando no lo es, se debe de agregar tierra no fértil para que la reacción mágica quede acuosa, de lo contrario sólo se echaría a perder.

Kai quedó perplejo, ¿Cómo era que Choi supiera resolver aquello sin necesidad de asistir a tutorías de pociones avanzadas?, De pronto se sintió estúpido y avergonzado. Bajó la mirada y comenzó a guardar sus cosas dentro del estuche de cuero que descansaba a un costado.

Soobin pensó que Kai le agradecería y le preguntaría si podía ayudarlo con alguna otra cosa pero en cambio, el castaño mostró incomodidad y  decepción.

"¿Qué era lo que le pasaba?" Pensó Soobin.

Más se sorprendió al verlo guardando sus cosas, con una mueca en la cara, ¿Esa era su cara de tristeza o de enojo?, Sus pensamientos recordaron automáticamente la cara de Kai el día anterior y supo que su cara de enojo no era como la de ahora.

―Gracias, creo que necesito seguir estudiando ― Kai dijo mientras daba una breve inclinación con cortesía.

Y tan pronto como terminó aquello se fue, dejándo a Soobin sólo en la mesa.

El pelinegro salió segundos después de la biblioteca y se dirigió a su habitación, aún consternado por lo anterior. Al llegar, sacó su ropa de entrenamiento y luego tomó su escoba de debajo de su cama.

Tres o cuatro veces por semana tenía entrenamiento de Quidditch a las 5:30 pm. Pero por ser época de frío esos entrenamientos se reducían a dos veces, los lunes y jueves.

Y aunque allá afuera hacia un frío horrible se sintió emocionado y feliz de que hoy fuera día de entrenamiento, había estado esperando toda la semana a que el día llegará.

Con una sonrisa estampada en su cara se acercó al campo, dos de sus compañeros ya estaban calentando los músculos.

Soobin los saludó y corrió directo a los vestidores de hombres, tomo la bolsa de ropa, guardando su uniforme y túnica verde esmeralda, supliendola por la ropa de entrenamiento. Además, cubrió sus manos con unos guantes de piel que tenían pelaje de borrego por dentro; de forma que, cuando se encontrará volando por el campo, las manos no se le entumieran y pudiera seguir teniendo el control total de su escoba.

―Soobin, por aquí, acércate ― El capitán del equipo de Sliether, Jaehyun, que era un año mayor que el mencionado, le gritó desde el lado izquierdo de las tribunas.

Las habilidades de Jaehyun eran impresionantes, se podría decir que el chico sin duda era el jugador más bueno después de él mismo.
Soobin sabía que se convertiría en el capitán una vez que Jaehyun terminará sus estudios. Y eso realmente lo emocionaba.

Soobin tenía seis años cuando su hermano mayor entró al colegio de magia y hechicería de Japón y por ende sus padres le habían comprado su primera escoba aquel verano; recuerda vagamente cómo su hermano terminaba por aburrirse fácilmente de volar dejando la escoba botada en el patio de su casa, el pequeño Soobin aprovechaba aquello para tomarla y darle el buen uso que se merecía aquel objeto.

La primera vez que montó la escoba, su pequeño yo de ese entonces cayó de bruces contra el pasto pero eso no lo hizo tener miedo de subir nuevamente, sino que lo alentó a aprender a montar la escoba y deslizarse sobre sus pies a una pequeña altura.

A sus nueve años, ya el pelinegro podía hacer algunas volteretas y deslizarse por sobre los 5 metros y volar a una velocidad de 40km/1h su familia sabía que Soobin tenía habilidad para volar, pero no estaban de acuerdo en que Soobin decidiera dedicar todo su tiempo en el Quidditch, simplemente ellos no entendían su pasión ante el deporte mágico.

Su familia esperaba que Soobin se convirtiera en especialista de pociones para tratamientos médicos como su abuelo.

Querían ver a su hijo con una carrera prestigiosa, y ser jugador de Quidditch profesional no entraba en el término de 'prestigio'. Y eso condenadamente lo frustraba.

―Muy bien chicos, vamos a hacer un calentamiento rápido ― Gritó Jaehyun ―Comencemos estirando los músculos, uno, dos, tres...

Los siete jugadores hicieron una combinación de pasos ya sabiédolos de memoria, brazos, piernas, cuello, espalda, absolutamente todos sus músculos comenzaban a calentarse.

―Bien, ahora den 2 vueltas completas al campo, ¡Los quiero a todos con pasó constante!.

Soobin rápidamente encabezó la fila junto a Haseul, la chica mantenía el mismo paso que el pelinegro, ambos eran rápidos, hábiles y determinados, en pocas palabras, Haseul y él eran bastante parecidos, sí él fuera chica, Haseul sería su representación misma y al revés.

Las gotas de sudor comenzaron a resbalar por su frente y cuello, su respiración pausada acorde al ritmo de sus pasos.

Miró a su izquierda, Haseul había disminuido el paso.

―Vamos Haseul, más rápido ― La chica lo miro con nariz roja.

―El aire frío está causándome estragos ― La chica habló con voz entrecortada.

Soobin le dió un empujón y siguieron corriendo hasta que llegaron a donde el capitán se encontraba. Jaehyun atrajo a Haseul a su persona y le dió una bolsita caliente junto a su tapabocas negro.

―Póntelo ― Dijo demandante.

Soobin ya no sentía frío, en cambio, tomo una toalla y limpio el sudor que estaba esparcido en las zonas visibles de su cuerpo.

Habiendo llegado todos a la zona de prejuego, tomaron sus escobas y esperaron las indicaciones de su capitán.

―Hoy practicaremos la jugada número seis, no quiero ningún error en las estratégias que hemos estado ideando, ¿Me escucharon? ― Todos respondieron con un fuerte Sí.

Soobin se pocisionó en su lugar de cazador.

El silbato sonó, de forma rauda el pelinegro voló hasta tomar la quaffle, deslizandose a toda velocidad hacia el extremo receptor, por el rabillo del ojo visualizó una bludger que venia en su dirección con toda la intención de estamparse contra él. En el momento justo hizo girar su escoba a trescientos sesenta grados, la bludger pasó de largo rebotando fuertemente contra un muro de madera y se re direccionó hacía uno de los golpeadores, quien la mando lejos de la zona de juego, Soobin pasó la quaffle a la otra cazadora, ésta la mando directo hacia el aro mayor con un golpe limpio y poderoso de la escoba.

Los gritos eufóricos de los siete jugadores salieron, empapándolos de excitación creciente.

―Hey, ¿Kai? ― El toque sutil que Taehyun le dió a la puerta de su habitación lo hizo salir de sus pensamientos ―Iremos a cenar ahora mismo, ¿Vienes?.

Kai se encontraba peor que un oso saliendo de su cueva, el cabello castaño enredado, ojos rojos y llorosos, piel caliente y ropa desaliñada.

La combinación podría haber hecho pensar que se encontraba enfermo, pero nada de eso, él simplemente había hecho una revisión exhaustiva de toda su bitácora y libro de pociones II y III. Choi tenía razón en todo, él se había equivocado en lo que le había señalado aquella tarde. Jodida frustración, ¿Cómo era posible que Choi Soobin supiera aquello?.

―Adelántense, yo guardaré esto y en un momento los alcanzo ― Dijo sin mirarlo, el contrario musitó un débil 'bien' y se fue.

Unos minutos más tarde, Kai salió de su habitación, de la misma forma que antes.

―¡Estoy tan emocionada! ― Una chica de cuarto año dejó caer un pedazo de pergamino.

―Hay un libro en la biblioteca que habla sobre cómo tú varita está conectada enteramente a tus pensamientos, emociones, sentimientos y lo más importante ― La chica hizo una pausa ―A tu corazón.

―¡¿Enserio?!.

―Sí, así que, tu varita seguramente le dará el indicio al baúl mágico para saber con quién emparejarte.

Las chicas rieron emocionadas y desaparecieron subiendo las escaleras.
Kai se había quedado parado con una mano en la puerta. Dudando.

Resopló y volvió sobre sus pasos.

No podía creer que lo iba a hacer.

Aquella mañana había recibido una carta de parte de su madre. Era una nota escrita a mano por ella misma:

Querido Kai.

Me he enterado que el baile de navidad se festejará en los próximos días.
Esta vez no quiero que faltes con la excusa de "tenía mucho trabajo que hacer" por lo tanto, quiero que te diviertas con tus amigos y bailes con un chico muy guapo. ¡No olvides tomarte muchas fotos y enviármelas, mi vida!

Pd. Compra un traje y unos zapatos lindos con el dinero que te mando, no es mucho pero creo que es lo justo para ello.

Kai sonrió recordando las palabras de su madre, y aunque le había enviado 20 monedas de plata, él sabía que con ello sólo alcanzaría a pagar los zapatos.

Miró a su alrededor observando que nadie estuviera en la sala común, para suerte suya, sólo se encontraba el castaño y el baúl que ya se había abierto dejando escapar destellos de luz a su alrededor. Kai, con mano temblorosa sacó su varita desde el fondo de su túnica, su varita era de un color café cremoso, medía 15 cm de largo y un poco menos de dos pulgadas de diámetro,  por lo que era muy ligera, pero allí en ese momento le pareció extremadamente pesada sobre su palma.

―¿De qué rayos te asustas, Huening Kai?, Es sólo un baile de navidad, nada importante... ― Siseó entre dientes para sí mismo.

Ya con la creciente confianza tomó un trozo de pergamino y escribió su nombre con su singular letra inclinada.

A continuación, echó el pergamino doblado por la mitad, el baúl mágico lo deboró sin cuidado como si hubiera estado esperando por él.

Kai dio un suave suspiro y salió de la sala común ya más aliviado.

Caminó desganado y con un montón de pensamientos en su cabeza que lo hacían afligirse. Ser un joven mago con muchas metas y sueños a veces lo cansaba.

Las puertas del comedor fueron jaladas antes de que el castaño lo hiciera, trastabilló, sus piernas perdieron firmeza pero cuando pensó que iba a caer de bruces las manos de una persona y un fuerte pecho lo hicieron parar.

―Lo siento, perdón, yo... ― Kai subió su mirada, el logo verde esmeralda quedó frente a sus ojos. Un sliether. Rayos.

―Ah, Huening, ¿Por qué no me sorprende? ― Choi Soobin se encontraba parado frente a él, con sus fuertes hombros tensados y una sonrisa ladina adornando su rostro.

El castaño elevó sus cejas, todo en Choi parecía perfecto, cabello perfecto, piel perfecta, ropa perfecta.
Totalmente diferente a él.

Choi pareció percatarse de su insufrible apariencia, sus manos viajaron por sobre su frente tomando su cabello, sus dedos se deslizaron acomodando los alborotados mechones castaños.

Kai se quedó ahí parado muy quieto y nervioso, tratando de evadir las ganas de ver la cara de Choi que estaba a pocos centímetros de él, pero falló, el ceño del azabache estaba fruncido y concentrado. Segundos después, el contrario se apartó pasando sus manos sobre sus hombros y dando pequeñas palmaditas.

―Ten más cuidado la próxima vez, Huening.

Kai sin hacer contacto visual musitó un corto sí, y escapó pasando entre las mesas del comedor dirigiéndose al grupo que ya esperaba por él.

Soobin no perdió de vista cómo las mejillas del más jóven se tornaban rojas, y su persona se volvía tímida.

Por una extraña razón eso le gustó. Mucho.


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