· ✦ 05: beso

Lo primero que vio Hueningkai al despertarse fue un tierno Alfa dormido, cosa que no se veía siempre ya que estaba mal visto que un Alfa "grande" "mandón" o "prefecto" tuviera esa imagen tan tierna, sin embargo ahí estaba Hueningkai, añorando con cada parte de su ser ver los tiernos en forma de corazón entre abiertos, sus párpados con sus pequeñas pestañas, cerrados absolutamente.

Lentamente, el Alfa fue despertando, encontrándose con los ojos avellanas del menor, quien lo miraba con dulzura y devoción de amor absoluto. De un salto salio de la cama dejando a un Hueningkai con el cabello rubio despeinado, el rostro hinchado por estar apoyado en la cama, y las múltiples marcas en su cuello, mas que extrañado.

Aunque intentara negarlo, la noche anterior era recordada a flor de piel por Soobin, pero ¿Como carajo iba a explicar que lo suyo solo fue mero instinto? Ese día a ambos les tocaba ir al parque, pero el temperamento de Soobin había cambiado, ya no era el dulce Alfa que había dormido junto a el, el que le daba abrazos y besos en el cuello, volvió a hacer ese Alfa amargo, gruñón y distante.

A Hueningkai eso le dolió, y ahora estaban compartiendo el helado que Soobin a rastras compró para el, aun pensando, Hueningkai seguía comiendo el helado de vainilla, mientras que sus ojos picaban pidiendo soltar todo el daño convertido en lágrimas que Soobin causaba, y sin querer un aullido de dolor broto de su garganta. Tratando de disimularlo, fingió que se ahogaba, pero Soobin sabia perfectamente que ese aullido no era por "atragantarse", solo que lo dejo pasar de largo.

Desde ese día ―el tercero― hasta el día actual de ellos ―el noveno― se la pasaron haciendo lo mismo, y cada día la atmósfera menos tensa, solo gracias a Hueningkai, siendo sinceros. El siempre trataba de entablar conversación, contar chistes, hacer sonreír al mayor, al principio no lo lograba, pero al pasar de los días lo hacia con más facilidad, y con menos presión sobre su alma.

Hueningkai pensó que quizás estaba ganando algo de Soobin, una amistad para ser exactos, y eso no le dolía en lo absoluto, paso toda su vida tratando de que al menos el Alfa lo notara, con sólo tener una amistad, aunque fuera pequeña como un grano de arena, eso lo ponía feliz. Lo que Hueningkai no sabía, es que estaba ganando algo mas que una amistad con Soobin, algo con mucho más sentimiento.

Claro, Soobin no lo amaba, pero se negaba a admitir que le gustaba. Le gustaba como sonreía y sus ojitos se volvían pequeños, como sus mejillas se sonrojaban cada vez que se avergonzaba, o como ensuciaba alrededor de sus labios con el mismo olor, sabor y color a vainilla helada.

Hueningkai estaba feliz, ese día era el último que tendrían para comer helados en su "maratón de helados" según Yerin Noona, por lo cual Soobin lo seguía, tratando de ocultar su tristeza debido a que ya no compartiría helados con ese niño.

Al pedirlo, ambos se sentaron en el mismo lugar que estuvieron en los últimos días, frente a ese arbolito de cerezos que aun no daba frutos, junto al helado, siempre le daban un vaso de agua ya que según la leyenda ―mas bien lo que dicen las madres― si bebes mucho helado te dará sed. Con ese vaso, Hueningkai regaba el cerezo cada vez que podía, y Soobin simplemente lo observaba.

Mientras tomaban el helado, Soobin se animo a preguntar después de unos días.

―Hueningkai, ¿Que soy para ti? ― La pregunta lo descolocó, dejándolo con la mirada fija y seria sobre su helado.

―S-Somos... ¿Amigos? ― Pregunto, tratando de no sonar demasiado infeliz al decir eso, no queriendo que se le notara lo mucho que estaba perdido por el.

Pero carajo, todos saben que estas perdido por el, como lo miras, como lo pides sin darte cuenta, cuanto añoras que vuelva ese día que te trato como lo mas valioso de su vida, no puedes pretender que nadie se de cuenta que estas perdido por el.

Reprochaba su lobo, y claro que tenía razón. Por otro lado Soobin se encontraba analizando todo, y de verdad el necesitaba una oportunidad.

―Y... ¿Nunca pensaste en mi, en otra forma? ― Preguntó vacilando, si bien cuando estaba nervioso no tartamudeaba, vacilaba de la mierda.

―Y-Yo n-nunc-ca lo pensé.

Mentiroso...

Soobin no tenia nada que perder, mas que el amor de Hueningkai, ya que aunque podría perder la gran suma de dinero, sinceramente le importaba una mierda.

Se acerco lentamente a el, tratando de adivinar que pensaba solo mirando sus ojos, y no le era nada fácil, los ojos de Hueningkai eran tan atrapantes, profundos, llenos de expoliciones de colores avellanos, que le era imposible saber con certeza que pensaba.

Mientras se acercaba, pudo olfatear los labios del menor, sintiéndose atraído por el aroma ―y posible sabor― a vainilla, mientras Hueningkai sentía lo mismo con el aroma de chocolate que emanaba de la boca del pálido.

De un momento a otro, solo aplastó sus labios, que con el tiempo fue cambiando de dirección, no fue un beso suave, tampoco uno brusco, estaba en su punto medio, los labios de Soobin se movían con avidez sobre los de Hueningkai, y los de el igualmente sobre los de Soobin, algo realmente raro, ya que ninguno había dado su primer beso hasta ese momento, quizás solo se guiaron entre ellos.

El beso era demasiado genial para ambos, los labios del otro mezclaban los sabores de vainilla y chocolate, haciéndolo delicioso, la saliva, que debiera ser tibia, o como mucho caliente, pero estaba helada. Y según las madres ―sobre que el helado llevaba a estar sediento― no se habían equivocado, dando la situación de que ambos querían la boca del otro. En ningún momento paso a nada sexual, solo hasta que Soobin por inercia mordió juguetonamente la pequeña lengua de Hueningkai, haciendo que este gimiera bajito,y el agarre en la nuca del mayor aumentará por un segundo, hasta que se dio cuenta donde estaban. Si bien no había nadie ya que a las 9:00 p.m. en lo general oscurecía.

Hueningkai iba pedirle que parará, pero antes de pedírselo lo hizo, y dejo su frente apoyada en le hombro de Hueningkai, el cual acarició sus hebras pelinegras, hasta que sintió como el cuerpo de su Alfa daba leves espasmos, asustado trato de socorrerlo, pero solo se escuchó la voz agrietada de este.

―P-Perdoname cachorro, y-yo n-o se por que te trate así, me gustabas y no sabia como decírtelo, eres hermoso, no me mereces, pero por lo que mas quieras quedate, por que siento que si ahora no estas me sentiré triste ― Entre sollozos trato de explicarle la situación al menor.

Y si bien, pedirle que se quedase solo por que eso le parecía triste, podría ser una razón sencillamente estúpida, pero para Hueningkai era casi una demasiado grande.

―Te quiero cachorro ― Logro fórmular cuando su llanto cesó.

―Y yo a usted... ― Dijo acariciándole ahora su mejilla limpiando lágrimas. Antes de seguir hablando, le robo un casto beso a su Alfa para luego acurrucarse en su cuello y olfatear aquel aroma que le encantaba, pero así en su cuello terminar de decir entre susurros, risas y pequeños besos ―Alfa bonito...


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