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Exquisito aroma se le había quedado impregnando en la nariz, incluso podía percibirlo entre el tumulto de olores que había dentro del lugar. Alfas en celo, Omegas buscando Alfas adinerados, secretando sus hormonas más atrayentes, y aún así lo tenía presente.

A Soobin no se le olvidaba fácilmente el aroma de alguien, y menos alguien tan particular como ese hermoso Omega, de cabello rubio rizado, que se cruzó en la puerta del baño, aunque se dió cuenta tenía algo más mezclado a su fascinante aroma. Era muy dulce y como si estuviera alterado, pero no sabía qué era. No fue solamente sus ojos verdes esmeraldas lo que los cautivaron, no, también su altura poco usual para un Omega, su cabello ondulado y sus piernas aparentemente infinitas.

Las luces seguían centelleante, la gente seguía bebiendo, charlando y el mundo seguía girando, aunque afuera una tormenta invernal se estuviera por desatar, dentro nada afectaba. Soobin pensó en todos los Omegas ahí presentes en esa fecha tan especial y sintió tristeza en su corazón, ¿Hasta que punto la necesidad influirá en sus decisiones?, ¿Eran libres de decidir siquiera por ellos mismos el estar ahí?, dudaba.

Estaban los tres amigos en el mismo lugar desde que había llegado, cubiertos por las luces opacas. Taehyun miraba con deleite una Omega con prácticamente nada de ropa, una copa en la mano y los ojos cielos dilatados. Yeonjun hablaba con el beta barman y pedía otra ronda.

―Ya has visto alguna presa Bin-Bin ― Murmuró él Alfa pelirosa. No era una pregunta, sino una afirmación. Su camisa con saco oscuro abierto dejaba a la visto parte de su pecho, justo donde la camisa estaba abierta un par de botones.

Soobin gruñó en dirección a su amigo.

―No son presas, Yeonjun ― Le echó una mirada filosa, dejando su trago sobre la barra. Odiaba que alguien se dirigiera de esa manera hacia los Omegas, odiaba.

―Lo sé, lo sé. Lo he dicho a propósito ― Se apuró a aclarar, levantando las manos y excusándose de todo. Soobin desvió la mirada y volvió a su vaso. Paseó su vista por el lugar.

―¿Quién es? ― Preguntó Taehyun divertido, completamente ajeno al intercambio de los Alfas.

―¿Quién es qué cosa? ― Intentó no sonar agresivo, pero aparentemente así fue por que su rubio amigo se sorprendió por instante.

A lo lejos, una Omega era llevada prácticamente a las rastras por un jóven Alfa. Soobin no le daba más de 16 años, seguramente era su primer celo. Sintió pena por ella, pues los primeros celos de los Alfas eran bastante agresivos.

―El o la Omega que estás buscando ― Dijo, y lo miró con burla como si lo hubiera descubierto haciendo algo indebido. Soobin por un instante se sintió así, ésto no le gustaba y sentía que no iba a salir del todo bien.

―No es así Jun ― Mintió ―No estoy buscando a nadie ― Le dió un trago largo a su bebida amarga. No era cierto, desde que se sentó busco con la vista al dulce Omega. No sabía que quería, pero quería verlo. Necesitaba hacerlo.

En su pecho un ligero rumor.

Los minutos pasaban y el primero en desaparecer en una de las habitaciones privadas con una Omega hermosa, alta y de cabello largo y oscuro, fue Taehyun. Soobin y Yeonjun rieron y negaron con la cabeza. Su amigo, la rubia teñida como solían decirle, les hizo una mueca divertida antes de desaparecer.

―Vamos Soo ― Lo animó Yeonjun, mirándolo divertido y con evidente bastante alcohol en sangre, mientras meneaba la cintura al suave ritmo de la música ―Es tu cumpleaños, no todos los días se cumplen 25 años.

―Ya lo sé, ya lo sé. Es que ― Hizo un sonido de exasperación ―No lo sé. No me siento cómodo, es todo ésto. Yo...

―Tú tienes que conseguir un buen Omega que te quite el mal humor. Por ahí quién te dice, conoces el amor de tu vida ― Le guiñó un ojo y bebió el resto de lo que tenía, ya levantando la mano y llamando al barman.

La barra era larga, y a parte de ellos dos, más adelante habían otros dos Alfas con una Omega cada uno, con las manos afianzadas sobre las caderas. El aroma de exitacion de los Alfas llegaban hasta el par de amigos, quienes desviaron la mirada cuando una mano se colo por debajo de la blusa de la chica.

La mirada de Soobin se desvió hacia la entrada del lugar. Frunció el ceño cuando un Alfa entró, con aire superior, y de eso ahí abundaban. Alfas que prácticamente se creían dueños de todo ser viviente dentro del lugar. Le llamó la atención el aroma que expedía.

Yeonjun seguía hablando cerca de su oído, pero no estaba escuchando absolutamente nada de lo que éste estaba diciendo. Pero algo más le llamó la atención. Antes de que apareciera en su capo visual le llegó el aroma a menta y vainilla. Cerró lo ojos con fuerza y sin buscarlo, se puso de pie. Aspiró profundamente, llenando sus pulmones de ellos. Se sentía flotar, era lo más maravilloso que jamás olió, y su Alfa interior demandaba reclamar ese Omega como suyo, era una fuerza invisible que tiraba de él sin permiso. Lo sentía en todo su cuerpo, en sus pies, en sus manos que picaba por tocar, en su garganta seca y los colmillos que crecieron sin pedir permiso.

Se volvería loco, pensó. Abrió más los ojos, buscando entre la penumbra y el océano de cuerpos.

Abrió los ojos, y ahí estaba. Sonrió involuntariamente y tosió cuando Yeonjun lo miró curioso. Intentó disimular cuando éste paso por frente suyo y no le dirigió no siquiera una sola mirada. A su Alfa le molestó. Le molestó mucho sentirse ignorado, y luchó fuertemente por no correr hasta él y hundir su cara el cuello y aspirar hasta saciar su sed de él. Pero debía controlarse, no le gustaba tratar a Omegas como algo de su propiedad y aborrecía aquellos Alfas que si lo hacían.

―Ahora sé a qué se refería Tae ― Susurró el otro Alfa y Soobin desvió, con evidente molestia, su mirada del hermoso Omega hasta su amigo ―Es a ese Omega al que estabas buscando, eh.

―¿Te puedes callar la maldita boca y no decir tonterías? ― Repuso. Seguía parado en su lugar.

―¿Él te gusta? ― Inquirió y Soobin afinó su vista sobre él. Sus dedos exigían tocar a ese bello chico, hundir su cabeza en sus cabellos y tocarlo como su fuera la más hermosa pieza de arte. Antes de que pudiera decir algo, el pelirosa volvió a hablar ―Lo podemos llamar, va a ser mi regalo de cumpleaños ― Sonrió con suficiencia.

Soobin gruñó, no quería que su amigo tratará de esa manera al chico, no era ninguna mercancía.

―Yeonjun ― Advirtió, pero éste estaba más borracho que cuerdo y la advertencia de su ojiazul amigo entró por un oído y salió por el otro. Sin escalas.

Para cuando calculó, Yeonjun ya estaba acercándose al Omega que había dejado de hablar con ese Alfa que le había llamado la atención a Soobin hace un rato. El ojiazul negó con la cabeza. Mañana, cuando su amigo estuviera sobrio, le iba a pagar todo lo que estaba haciendo.

Pero, no podía negar que se corazón se exaltó cuando vió al chico acercarse con Yeonjun. Su pecho vibró en demasía a cruzar miradas con él. Azul contra verde, Alfa contra Omega. El chico, claramente menor que él, lo miró con una sonrisa que derretiría glaciares e incendiaria a cualquiera. Se movía con gracia, elegancia y un buen porte, como si supiera lo mucho que vale y lo importante que era. Para Soobin, sin conocerlo ya lo era.

Su lengua picaba, quería saber y pronunciar su nombre. ¿Cómo sonaría el suyo propio en eso labio rojo rubí?, la boca era lo que le estaba mirando, y podría jurar morir y renacer en ese instante.

―Hola, Alfa ― Y si, su voz era melodiosa. Tal como lo había comprobado en el breve cruce que tuvieron hace un tan solo un rato.

―Hola, bello Omega ― Éste sonrió tan lindo, como si de verdad le estuviera sonriendo a él. A Choi Soobin, no a un mero cliente de una noche. Ni eso, de un rato. Eso golpeó con fuerza en su estómago, pero intento empujarlo fuera de su sistema.

―Aquí, Kai... ― Lo presentó Yeonjun ―Está más que gustoso de ayudarte en tu cumpleaños, Soo querido ― Yeonjun sonrió, y se tambaleó.

Al estar más cerca, Soobin sentía con mayor intensidad su aroma. Era tan excepcional.

―Feliz cumpleaños, Soobin ― Sonrió coqueto el Omega, se acercó sigiloso y dejó un suave beso en la mejilla del Alfa. A Soobin se le seco la garganta, otra vez.

Segundo pasaron, y el Alfa estaba siguiendo al chico, entre la gente, como si fuera un perrito faldero, hacia uno de los largos pasillos. El Omega sonrió con gusto ante ésto.

La habitación era tal cual se la imaginaba, olía a otros Alfas y eso no le sorprendió para nada, aún así le disgustó. Todo era muy lujoso, las luces y la mueblería. Las alfombras y las paredes recubiertas de terciopelo, los espejos cincelados. La inmensa cama y el baño tipo suit que vió al pasar.

Al entrar, Kai se sentó en la cama. Soobin noto como ésta se hundió suavemente con el peso del chico. Éste tenía una mirada penetrante, y una sonrisa de lado.

Soobin jamás sabría lo nervioso que Kai estaba, era bueno en disimular y lo había probado muchas veces, pero para el Omega ésto era distinto. Se sentía distinto y no entendía bien por qué. Luchó por empujar a su animal dentro suyo que exigía rendirse ante el hermoso e imponente Alfa, el que tenía una mirada cálida, y suave. Como si de verdad se interesara por él y no fuera un simple pedazo de carne dónde saciar sus deseos más bajos.

Cuando se iba a desprender el botón superior de su camisa, escuchó a Soobin gruñir bajo y alzó la mirada. El azul era hermoso, pero era uno apagado. Sus ojos no denotaban lo que su presencia hacia, se lo veía un poco triste y a la vez feliz, Kai no sabría cómo definirlo.

El Alfa se sentó a su lado, y con una extrema delicadeza que sorprendió al Omega, quitó su mano de dónde estaba y la sostuvo entre la suya. Se quedaron viendo una en la otra.

Soobin notó que su propia mano era más pequeña que las del Omega, pero evidentemente más fuerte, que su piel era más trigueña y la del chico más palida y cremosa. Con parsimonia, la acarició con delicadeza. Llevó la mano hasta sus labios, y beso cada uno de los nudillos, sin quitar el mar de sus ojos de los bosques del de Kai.

Todo había desaparecido a su alrededor, eran solo ellos y hasta la música lejana calló.

―Hermoso ― Murmuró ―Bello Omega.

Kai se sintió sonrojar hasta las orejas. Y no era que nunca nadie le haya dicho algo parecido, de hecho todos lo hacían y él sabía que lo era, pero que lo haga éste Alfa era completamente distinto y no sabía por qué.

Lo sintió gruñir, cuando de un solo movimiento se encaramó encima del Alfa y éste aseguró sus manos en las caderas del Omega, tembloroso. Como si tuviera miedo de dañarlo.

El Alfa de Soobin se sentía tan único, pleno y feliz por tener a su Omega entre sus brazos. Sacudió su cabeza, no podía pensar así. Kai no era su Omega, era uno que estaba haciendo su trabajo, solamente eso. Pero de todos modos qué bien se sentía, su calor, su cercanía. Su piel pegada a la suya y la respuesta bajita sobre su rostro.

La tenue luz daba desde atrás del Omega, y éste lo miraba con profundidad y Soobin se sintió completo por primera vez en toda su vida. El menor rodeó el cuello con sus brazos, y el Alfa acarició con suavidad sobre la tela de la camisa. Se iba a volver loco, era simplemente hermoso.

Pero no. No podía hacer ésto, lo podía permitir caer bajo sus más primitivos deseos, todo ésto era lo que siempre estuvo en contra. Ésta clase de lugares y los pobres Omegas utilizados como muñecos para satisfacción de quienes por ser de otra casta, se sentían superiores en todo sentido.

Hizo fuerza mental para volver a la realidad, para bajar de esa nube de feromonas en dónde se encontraba envuelto en ese momento, del extenuante aroma del Omega entre sus brazo, por que de seguir así iba a sucumbir ante los deseos de su Alfa y no podía permitirse, no podía hacerle ésto a Kai por que sin siquiera conocerlo, sentía que le debía respeto y no quería usarlo como se supone que debería hacerlo.

Así que, otra vez, en un solo movimiento, bajó con cuidado al delicado Omega de su regazo y éste lo miró más que confundido. El chico sintió el aire cambiar, el aroma a enojo que estaba expulsando el Alfa lo hizo gemir bajito, y exponer su cuello en señal de sumisión.

―P-Perdón, no he querido hacer algo malo, Alfa ― Se excusó, con voz casi aterrada. No quería molestar al Alfa frente suyo. Un Alfa enojado nunca era bueno, y menos un cliente por que eso traería sin dudas problemas, pero más que eso le dolió sentirse rechazado por el hombre.

Soobin lo miró, consternado. Dándose cuenta que el Omega mal interpretó su actitud y entonces cayó en cuenta del aroma que estaba expulsando.

Miedo.

―No, no. Hermoso Omega, tu no has hecho nada malo ― Se apresuró a colocarse a su lado, y mirarlo con ojos que pedían perdón. Se sintió un estúpido y un mal Alfa por hacerle sentir de ese modo ya que el aroma de Omega había cambiado y dejó de ser dulce y exquisito, para ser más cítrico y picante, evidencia del miedo que estaba teniendo.

―Soy un mal Omega, perdón, perdón ― No sabía de dónde salía ese deseo de ser sumiso ante el Alfa, y de que lo perdonara por algo que evidentemente no hizo mal pero no le importaba, necesitaba calmar el enojo del hombre.

―No, no. No es así, eres el Omega más lindo que ví nunca, y el más bueno ― Lo calmó, acariciando su mejilla y éste se inclinó ante su toque. Al alfa de Soobin le encantó esa actitud.

―Pero, p-pero no... Tu te has enojado.

―Sh... Tranquilo Omega, tranquilo ― Susurró, haciendo una caricia detrás del oído del chico que hizo que cerrara los ojos ―Sí, pero no ha sido contigo. ¿Por qué lo haría?, fue conmigo, nunca me gustó tratar a los Omegas como un objeto, como algo inferior. Y me molesté conmigo mismo por estar por hacer eso contigo, no te lo mereces.

El Omega abrió los ojos, mirándolo incrédulo.

―Si te vas... Si sales enojado de aquí, voy a-a tener muchos problemas, por favor no ― Suplicó, su voz aterrada.

A Soobin tampoco le sorprendió eso. De seguro tenían que lograr que cada cliente saliera satisfecho de ese lugar, y un Alfa con aroma a enojo saliendo de la habitación de un Omega, no era buena señal, así que trato de tranquilizarse para no llamar la atención de nadie.

―No me iré enojado, no te preocupes ― Habló despacio, viendo a los ojos verdes más lindo del mundo ―No tendrás ningún problemas, si eso es lo que te preocupa, Omega.

―Gracias, Alfa ― Suspiró, con la voz entrecortada. Soobin notó que estaba más tranquilo pero aún así tenso todavía.

―Te pagaré el turno completo, pero no quiero que hagamos nada. Salvo acostarnos y descansar un poco, si quieres.

―Pero tu amigo ya me ha pagado ― Le dijo. No iba a robar a una persona de ese modo. El otro Alfa ya le había pagado, y no podía ser así con alguien estaba siendo bueno, gentil y generoso con él.

―No importa, y no lo hago por que te considere un objeto o nada por el estilo. Calculo que si estás aquí, en Nochebuena, es por que realmente necesitas, así que no te preocupes por nada, bonito.

―Gracias, de nuevo ― Se animó a dejar un beso en la mejilla del Alfa. Éste sonrió con gusto.

El aire se aclaró entre ellos, y enseguida el dulzor volvió entrar en Soobin.

―Ahora, dulce Omega, si te quieres acostar y descansar un rato, yo solo estaré aquí o si quieres me puedo ir y decir que tuve algún problema personal, si alguien me pregunta ― La voz de Soobin estaba consternada, no quiera causar problemas al pobre chico.

―¡No! ― Se apuró a decir el Omega. Un fuerza invisible se resistía a dejar ir al Alfa que mejor lo había tratado en toda su vida. Se movió hasta que la cabeza estaba sobre la almohada, estiró la mano y llamo al Alfa con un gemido bajito que lo hizo vibrar por completo ―Ven, y acuéstate conmigo Alfa, por favor.

Soobin no lo dudo. Se acercó a la altura del chico, se acostó y al instante Kai se acomodó en su pecho, oyendo casi como ronroneaba sobre su piel y el Alfa sonrió orgulloso. Ésto si que le gustaba. Abrazó por la cintura al bello Omega, teniendo a milímetros su cabello, tomo una respiración y se acercó a olerlo y sin pensar en nada más y sin sentir otra cosa más que la respiración del chico y su sabroso aroma, se durmió.


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