◜𝖊𝖝𝖙𝖗𝖆 𝖘𝖍𝖔𝖗𝖙 ˖
Había sido en una mañana de Septiembre cuando, acariciando su no tan hinchado vientre, Kai miró las noticias, y su respiración se irregalurizó.
Recuerda que Soobin estaba en la cocina, preparándole uno de los primeros antojos que tendría durante el día. Aquello del embarazo le tenía comiendo montones de alimentos, desde cereales hasta palomitas con mostaza, y aquello era rarísimo.
Habían adquirido una TV ante su insistencia, es decir, amaba jugar con Nomi, y platicar con MoonByul, también muy a menudo SiYeon iba y le regalaba algunas golosinas, pero también se aburría y demasiado.
Su esposo le regalaba bastantes cariñitos en su cabello, y susurraba palabras dulces contra su vientre. Y amaba ver al pelinegro a punto de llorar cuando le pedía a su bebé que ya naciera, por que estaba muy emocionado por conocerlo.
Kai sabía que tenía en la palma de su mano a Soobin, y muy a menudo se aprovechaba de aquello. Lo utilizaba para poder conseguir dulces, o besitos en la noche. Así que haciendo un adorable puchero se había parado frente a él y le había dicho:
"―¿Sabes?, nuestro bebé se aburre viendo tu cara, por eso me ha dicho que prefiere ver un poquito la televisión―"
Soobin se había reído, y después se había hecho el indignado. Aunque claro, jamás podría enojarse con su Kai, mucho menos cuando él se veía tan adorable con los cabellos revueltos mientras le chantajeaba.
Y tras mucho insistir, habían terminado por comprar una TV. Sí, de esas grandes y de excelente calidad ―Era obvio, Soobin no escatimaría en gastos, y menos si se trataba de Kai―
Kai le había agradecido con un besito en la mejilla, y había amado ver esa sonrisa reluciente en su rostro por los siguientes días.
En retrospectiva, Kai se había pasado la mañana viendo alguna caricatura. Y sí, se había vuelto demasiado mimado desde que se había enterado que estaba embarazado, ¿Cómo?, aún no lo sabía. Pero había una hermosa criaturita creciendo en su interior.
Se había entretenido viendo Winx, a pesar de que fuera una caricatura para niñas, él amaba ver a Musa, y al idiota de Riven. ¡Definitivamente ella merecía algo más!, Aún así él los shippeaba.
Y el programa había terminado, y mientras cambiaba los canales, uno tras otro, hubo algo que le llamó la atención de uno en especial.
Era el canal de las noticias, y él claramente había escuchado al reportero decir:
"Aún se desconoce el paradero de Huening Kai, familiares solicitan que si le han visto se contacten con ellos".
E inmediatamente pensó en su papá, y su mamá.
El tiempo había pasado volando, y él no había tenido tiempo para pensar en aquello alguna vez.
Sí, podían llamarlo tonto. ¿Cómo iba a olvidar, que antes de formar su propia familia, él pertenecía a una?.
Inevitablemente, lágrimas se deslizaron por sus mejillas, y náuseas le invadieron. ¿Qué había pasado con sus padres?, Seguramente habían estado como locos buscándole, y él simplemente había estado entregándose al mismísimo hijo de Lucifer cada noche.
No pudo soportar demasiado el golpe que aquello significó para él, y corrió al baño a tropezones para vomitar en la taza del baño.
Había sido un mal hijo. A pesar de que había aceptado todo, y su mente era muchísimo más abierta, no pudo evitar sentirse mal.
Sí, sus padres le habían inculcado un montón de cosas que ahora él sabía que tal vez no eran del todo ciertas, pero a final de cuentas, habían sido buenos padres. Y él les amaba.
Los espasmos le recorrieron el cuerpo, y regresó todo lo que había desayunado más temprano. Escuchó pasos apresurados en la habitación y después a la puerta del baño siendo abierta. Una palma se posó en su espalda, y le acarició como terciopelo.
―Mi amor, ¿Estás bien?.
Soobin le sostenía con dulzura, besó su nuca un par de veces y le acarició el cabello. Su mirada preocupada caía en él, Kai estaba seguro de que Soobin estaría muy preocupado al verle llorar. Y lo que menos quería era traer problemas a su matrimonio.
Se reincorporó a rastras, y Soobin le ayudó a enjaguarse el rostro y la boca. Le cargó hasta la cama que compartían y le abrigó para después abrazarle.
―Bin... ― Había susurrado bajito, mientras se aferraba a su pijama. Los brazos fuertes le sostuvieron, y él lloró sabiendo que Soobin estaba ahí para sujetarle.
―Tranquilo, cariño, todo estará bien.
Kai confió en él, y mientras el medio día se acercaba él se dejó caer en los brazos de su amado, y se sumió en un profundo sueño. Escapando, al parecer, de algo que aún no estaba listo para enfrentar.
Cuando Kai despertó, tomó por sorpresa a Soobin quien le había estado acariciando el vientre y dejando besitos en su hombro. Se removió entre sus brazos, hasta que Soobin le dejó un beso en su nariz y él la frunció.
―Buenas tardes, dormilón.
―¿Huhg?, ¿Ya es de tarde? ― Kai se alzó tantito, y vio por el gran ventanal de la habitación que, efectivamente, el atardecer ya estaba llegando. El cielo se pintaba de bonitas tonalidades naranjas, los rayos cálidos del sol no podían hacer competencia con lo cálido que se sentía Soobin mientras le abrazaba.
―Dormiste mucho, cariño ― Kai medió lloriqueó y se trepó a Soobin como un koala, cuidando su vientre para que no se lastimara ―Huh, ¿Y ahora qué te crees?.
―Un monito ― Respondió juguetón, mientras los restos de sueño aún yacían en él.
Soobin soltó una risa larga.
―Más bien pareces un pinguinito.
―¿Cómo que un pinguinito?, no soy uno ― Se hizo el indignado, mientras se bajaba del pelinegro y le daba la espalda.
Sintió los brazos de su esposo rodearle, su espalda quedó contra el pecho y sintió las corazonadas de su amado latir en sincronía con las suyas.
―Claro que sí, mi pinguinito.
Soobin apoyó su barbilla contra los cabellos rubios. Se quedaron ahí disfrutando de la compañía del otro, en silencio.
Kai se sintió en plena paz, en la comodidad de su cama y en el amor que Soobin podía ofrecerle.
Jamás se esperó estar así, en esa situación, maravillosamente embarazado y con un esposo. Pero ahí estaba, y lo estaba disfrutando. Se sentía bien, se sentía feliz.
―¿Te encuentras mejor? ― Soobin habló, acariciando su pecho y dejando besos en su mejilla. Él suspiró ante las caricias, sentía que hasta podía ronronear ahí.
―Mhh, claro, ¿Por qué no lo estaría?.
Bajando la voz y carraspeando, Soobin continuó.
―En la mañana te veías mal, cariño, ¿Seguro que estás bien?, ví las noticias.
Ouh, y ahí estaba. Golpe bajo.
Nuevamente, sus ojitos se cristalizaron. Era inevitable. Se sentía mal al pensar en si había sido un mal hijo por no, como mínimo, avisar que estaba bien. No podía imaginar cuánto habían sufrido sus padres, el corazón se le cerraba.
―Yo-Yo no sé cómo sentirme, Bin, ni siquiera.. Me había acordado de ellos, ¿Estuvo mal?.
Soobin le giró el rostro y depositó un beso suave en sus labios, masajeó su rostro con calma y le miró a los ojos.
―Claro que no, mi amor. Estabas demasiado ocupado encargándote de un demonio tonto como para pensar en ello.
―Pero aún así, m-me olvidé de e-ellos y-...
―Shh ― Soobin le atrajo en un abrazo, transmitiéndole confianza e intentando que su esposito calmara su llanto.
Tal vez, tan solo tal vez, se sentía enormemente culpable. Él le había privado de su libertad a Kai desde el momento en el que le mandó a raptar, y sí, no había sido la mejor forma pero- ¡Puaj!, ¿A quién quería engañar?.
Había sido lo suficientemente egoísta como para no detener en que Kai también tenía una familia mucho antes de todo, y posiblemente había tenido muchísimos amigos que le querían.
Ahora, posiblemente era el peor esposo que habitaba la tierra.
―Kai, mi amor, ¿Puedes perdonarme?.
― Pe-Pero, ¿Por qué?, no has hecho nada...
―Claro que sí, te alejé de tus seres queridos, de tu familia, de tus amigos, prácticamente te quité todo.
Kai se volteó y le encaró rápidamente, viéndole chiquito y asustadizo, negando repetidamente con su cabeza.
―Binnie, no digas eso, al final yo elegí estar aquí, no tienes culpa de nada, ¿Sí?.
Soobin le sostuvo el rostro, amándole con la mirada y preguntándose qué había hecho para merecer a un ser tan etéreo como solo Kai podía serlo.
Se fundieron en un beso parsimonioso, brindando la calma que solo el otro le podía otorgar. Demostrando que, realmente eran el uno para el otro, y que a esas alturas nadie podía separarlos.
―¿Quisieras ir a ver a tus padres? ― Dijo Soobin cuando se separaron, acariciando las mejillas que tanto amaba besar.
―No lo sé, ¿Sería prudente?, la verdad, bueno... Me aterra, tengo miedo.
―Todo estará bien, ¿Sí?.
Kai había estado aterrado la siguiente semana en la que se pasó pensando en cuál sería la solución más... Beneficiable. O menos tormentosa.
Se pasó noches enteras pensando en cómo reaccionarían sus padres al verle.
Estaba más que claro que no podía llegar y plantarse para decirles:
"―¡Hey!, ¿Qué tal?, ¿La señora In les pagó lo que les debía?, bueno, ¡Sorpresa!, me casé con el hijo de Satán y ahora van a ser abuelos, ¡Sorpresa por segunda vez".
No podía llegar así como así. Y temía sus reacciones. Después de todo, eran adultos que toda su vida habían sido criados en la iglesia cristiana, y sus ideas y principios estaban basado en ello.
Afortunadamente, Soobin estuvo ahí para apoyarle y decirle que no importaba qué decisión tomara, él estaría ahí para él.
Fue así como finalmente se decidió, y se dijo a sí mismo que no podía hacer sufrir a su padres, ni a él mismo.
Esa mañana era particularmente fría, estando en el mes de Enero y el frío de la mañana recorriendo las calles. Soobin le había abrigado demasiado bien, exageradamente a decir verdad. Cargaba encima un suéter, un abrigo afelpado y una bufanda cubriéndole parte del rostro.
Según Soobin, así se veía demasiado tierno.
Los nervios le carcomían, y su mente había estado atormentándole lo suficientemente como para hacerle creer que todo iba a resultar muy mal.
Y el viaje dentro del carro fue tortuoso. Soobin le sostuvo la mano y nunca le soltó. Vio por las ventanas las calles pasar, y se preguntó cuando había sido la última vez que había salido. Es decir, con la compañía de Soobin sus días habían sido más que entretenidos, y en casa no había necesitado nada como para tener esa necesidad de salir de aquella comodidad.
La melancolía le recorrió cuando logró reconocer las calles cerca de la casa de sus padres. Lamió muchas veces sus labios en señal de nerviosismo, y tuvo que controlar su propia respiración varias veces.
En algún momento llegaron, y él no lo supo hasta que estuvo frente a la puerta de sus padres. La fachada se veía igual a como la última vez que estuvo ahí, todo estaba exactamente igual.
―Tú puedes, cariño ― Animó Soobin y él en un impulso tocó la puerta tres veces.
No se escuchó nada, hasta que la puerta delante de él fue abierta y antes de poder ver quién era o de reaccionar, un cuerpo se había abalanzado contra él, apretujándole en un fuerte abrazo.
Sintió sollozos contra su hombro y su pecho se oprimió, ni siquiera pudo reaccionar hasta que el cuerpo se separó de él y pudo ver de quién se trataba.
―Chae-Chaeyoung...
―¡Dios, Kai!, Kai, mi Kai, Por fin, fin-finalmente estás de vuelta, te-te extrañé demasiado, ¿Dónde estabas?, ¿Por qué-por qué desapareciste así?.
Quien había sido su mejor amiga se soltó a llorar ahí mismo, y él le siguió casi al instante. Se abrazaron durante un par de minutos que fueron como una eternidad, en los que sus corazones se podían sentir aliviados.
―Tus padres, ellos-ellos han estado buscándote, ¿Dónde te habías metido?, nos preocupamos mucho por ti.
―¿Ellos... Están aquí, en casa?.
Chaeyoung asintió apresuradamente. Aún con los ojos hinchados y una enorme sonrisa en su rostro. Escaneaba al rubio frente a ella, agradeciendo a Dios por llevarlo de vuelta a su hogar, sin poder creer que estaba ahí realmente.
―Están preocupados por ti, será mejor que entres.
Ella le arrastró hacia adentro, girando su cabeza incontables veces y sonriéndole con ojos llorosos. Soobin, a pesar de que fue totalmente ignorado por la fémina, también entró al hogar del matrimonio Huening.
Dentro, todo estaba acomodado. Habían cuadros y varios floreros, la casa era muy acogedora. Incluso captó un cuadro de Kai de bebé, y por un momento pensó en robarse aquel cuadro.
Claro que también le resultó un poco incómodo el lugar. Todo ahí gritaba Dios, y resultaba que él era un demonio. Captó múltiples biblias, y hasta una botella de aceite, que sabía, ocupaban los cristianos al realizar un exorcismo. La piel se le enchinó.
El sonido de una mujer llorando le sacó de su pequeño trance, y cuando volteó hacia el llanto, vio a su esposo ser abrazado por una mujer, que supuso, era su madre.
El llanto era desgarrador, los pequeños gimoteos de Kai también lograban escucharse. Ambos se presionaban contra sí, ante la lejanía que sentían, había entre madre e hijo.
―Gracias a Dios, sabía que volverías, te extrañé muchísimo, Kai.
―Mamá... También te extrañé.
Huening Dahyun siempre había sido una mujer hermosa, amada por muchos y excelente madre. Pero justo ahí, se veía destrozada. Con grandes ojeras y cabellos despeinados, rostro afligido y la pesadez de haber sido una mala madre que se asentaba en su pecho.
Había llorado demasiado la perdida de su tesoro. Y le había orado incontables veces a Dios para que le regresara a su pequeñín, y mientras apresaba a Kai, ella únicamente podía pensar en que todo aquello había sido gracias a Dios. Y por ende, era quien debía de agradecer.
―Kai, ¿Estás bien?, ¿Dónde estuviste?, ¿Por qué desapareciste?, ¿Te hicieron daño?.
Kai negó rápidamente, intentando limpiar sus lágrimas y viendo la apariencia cansada de su madre.
Únicamente quería explicarle todo a sus padres, reestablecer su relación y que todo saliera bien. Pedía por que fuera así.
―Estoy bien, mamá, todo este tiempo lo estuve. Yo-... Lamento haber desaparecido así, de verdad.
―No importa, cariño, ahora debes de estar muy cansado, ¿No?, puedo prepararte algo de comer Y-...
―Mamá, ¿Dónde está papá?.
Dahyun calmó su parloteo, y respiró tranquilamente. Diciéndose a sí misma que claramente su hijo también necesitaba ver a su papá después de haber pasado mucho tiempo sin verles.
Ella le hizo una seña a Chaeyoung quien salió rápidamente de la sala y se dirigió escaleras hacia arriba.
Volvió a penas unos segundos después, con un Nabil sorprendido por la noticia, bajando de las escaleras.
La escena se repitió una vez más. Nabil se lanzó hacia Kai y le apresó y lloró largos minutos mientras seguía agradeciendo a Dios por traer de vuelta a su pequeño.
Tras pequeños golpecitos por parte de Kai, finalmente el hombre se alejó.
―Antes que nada, ¿Podemos hablar?, es muy importante.
Kai alcanzó a Soobin y lo arrastró hacia su lado, tomándole como soporte para no derrumbarse ahí mismo. Claramente, ante la conmoción del momento nadie había notado la presencia del pelinegro, y todos susurraron un pequeño "oh, claro, siéntense, están en casa".
Los nervios y la incertidumbre atacó al matrimonio, todos tomaron asiendo en los muebles de la sala. Aún moqueando y llorando por el reciente suceso, sintiendo la alegría en sus corazones.
―Bueno, sé que esto será muy, eh, muy loco, ¿Sí?, y puede que se sientan asustados, pe-pero realmente espero que puedan comprender ― Comenzó Kai.
Las miradas de las personas que por tanto tiempo apreció se pusieron sobre él, poniéndole más nervioso de lo que estaba. Su garganta se secó, sin saber cómo iniciar adecuadamente. Soobin le apretó el brazo, en señal de apoyo y él asintió listo para todo lo que venía.
― Primero, la-lamento haber desaparecido así, realmente no fue mi intención. Pero todo este tiempo estuve bien, más que bien, no hay de qué preocuparse. Y, esto será raro, y extrañamente va en contra de todo lo que me enseñaron, pero...
Kai se colocó de pie, y enlazó su mano con la de Soobin bajo la atenta mirada de sus padres, y de Chae. Incluso pudo ver cómo el rostro de su madre se contrajo notablemente.
―Bueno, él es Soobin, todo este tiempo estuve con él, y yo-... Nosotros, bueno.. Somos esposos ― Soltó rápidamente, nadie dijo nada, y temiendo lo peor se apresuró a seguir hablando ―Nos casamos hace apenas un par de meses, él, yo- yo le quiero muchísimo y justo ahora soy muy feliz, no tienen de qué tem-...
Un golpe impactó contra su mejilla.
Todo el mundo se le vino hacia abajo, por que resultaba que sus padres jamás le habían puesto una mano encima. Y recibir una cachetada de su padre, fue lo peor que pudo recibir.
Su mano sostuvo su rostro golpeado, Soobin le jaló detrás de él protegiéndole y vio el rostro rojo de su padre.
―¿Qué has dicho, Kai?, hijo, querido, ¿Qué te hicieron?, estás... Estás mal, por favor, retractate ― Habló su madre, intentando acercarse a él de no ser por que Soobin aún le protegía.
Aún seguía en su shock. Realmente, no se esperó eso. Tal vez sí esperaba negación por parte de ellos, pero pegarle... Le rompía todas sus esperanzas.
― Mamá, es verdad. Po-Por favor, créeme, no puedo cambiar lo que ya está hecho, y, y, ¡Soy feliz ahora! ― Lágrimas resbalaron contras sus mejillas. Decepción y miedo eran palpables en el rostro de sus progenitores.
―No permitiré que mi único hijo caiga ante tales artimañas del enemigo ― Habló por primera vez Nabil. Su mirada se calaba en él, y solo pudo hacerse chiquito en su lugar.
―Señores, yo-... ― Soobin intentó hablar, pero fue abruptamente detenido.
―¡Tú cállate! ― Bramó molesta Dahyun.
Pronto, el ambiente se volvió pesado e intranquilo. Todo estaba yendo muy mal, y Kai dudaba que pudiera mejorar. Aún así debía seguir intentando, después de todo, aún eran sus padres, y necesitaba, como mínimo, recibir la misma mirada cálida que le daban cuando era mucho más pequeño.
―Mamá, por favor... Incluso, incluso serás abu-abuela.
Aquello derramó la última gota del vaso.
―¡Kai!, ¡Deja de blasfemar de tal forma! ― Gritó Nabil.
―¿Q-Qué?, ¿A caso te has vuelto loco?, Kai, no eras así. No sé qué te hicieron pero te curaremos ― Dahyun intentó acercarse una vez más a él, pero Soobin le detuvo y endureció su mirada ante el daño que le estaban haciendo a su pareja.
―Tú... ¿Qué le has hecho a mi hijo?, Ojalá y Dios pueda perdornarlos, pecadores.
Aquello fue señal verde para que finalmente Soobin tomara suavemente a Kai y lo sacara de ahí. No detuvo sus pasos aún cuando escuchó los lloriqueos de su esposo, pero no podía permitirse ser tratado así, mucho menos que le lastimaran a su amado.
Kai paró justo en la puerta, de la que alguna vez fue hogar, y respiró hondamente mientas aún lloraba a cantaros.
―Lo siento, mi amor, de verdad... ― Soobin le ayudó a sostenerse correctamente, mientras intentaba regular su respiración y calmar sus espasmos. También tenía que hacerlo si no quería poner en riesgo la vida de su bebé.
―Creí... Creí que todo s-saldría bien, por un momento lo hice.
― No te preocupes, aquí estoy yo para tí.
Kai apoyó su rostro en el hombro y dejó que le acariciaran la espalda por unos segundos. Le dolía, y muchísimo. ¿Cómo no iba a hacerlo?, El rechazo de sus padres le dolía demasiado.
Se imaginó que podrían ser felices todos juntos, tal vez, podían haberse reunido todos los domingos en familia para compartir una rica comida. Con el hijo de Chaeyoung jugando con su pequeño bebé y su madre diciéndole que hacía una buena pareja con Soobin. Pero, lamentablemente, nada de aquello había sucedido.
Su mejilla aún dolía, y tenía unas increíbles náuseas. Deseó jamás haber ido hacia allí.
―¿Podemos irnos? ― Pidió suavecito y bajito.
Soobin asintió y le ayudó a incorporarse para poder caminar hacia el auto que les esperaba.
Estaban alejándose, cuando la voz de Chaeyoung rompió el silencio que habitaba las, prontas, frías calles.
―¡Kai! ― Había gritado, y se había mantenido considerablemente alejada de ellos. Kai volteó y le vio esperando a que ella hablara, con los sentimientos encontrados.
―Kai, tú... ¿Realmente volviste? ― Dijo ella con mirada impaciente ―Quiero decir, ¿Sigues siendo tú?.
Kai asintió frenéticamente, esperanzas aún volviendo hacia él.
―Siempre he sido yo.
Chae asintió con una leve sonrisa, empuñando las manos contra su abrigo.
―Al menos, él te cuidará, ¿Cierto?.
Esta vez, Soobin asintió y se dirigió hacia la mujer.
― Siempre le cuidaré, no dudes de eso.
Chaeyoung lloró en su lugar. Por que se sentía demasiado feliz de ver a su mejor amigo de nuevo, y ella no lograba comprender nada de lo que había escuchado. Pero, si veía a los ojos de Kai, ella podía ver la felicidad que iluminaba su alma. Y entonces estaba bien. Si Kai estaba bien, ella lo estaba, y con ella, todo también lo estaba.
―Te extrañaré muchísimo.
Y tomando aquello como despedida, Chae se adentró hacia la casa, y Kai se sintió bien.
La vio desaparecer por la construcción, y se perdió de su vista en un par de segundos. Lloró una última vez, antes de que Soobin le limpiara las lágrimas y besara sus mejillas.
―¿Estás bien?.
―Contigo estoy bien, lo sabes ― Soobin juntó sus narices en un beso esquimal, respirando la fragancia que su amado liberaba.
―¿Te arrepientes? ― Preguntó entonces ―¿Te arrepientes de haberte casado conmigo?, ¿De todo esto?, Justo ahora, podrías estar con tu familia, viendo pelis, o compartiendo un chocolatito.
―Soobin ― Kai enrolló sus brazos en el cuello del más alto, pegándose más a él y juntando sus frentes ― Tú eres mi familia.
Soobin sonrió, sintiéndose feliz. Por que Kai seguía siendo aquello que siempre había soñado, y no podía estar más agradecido por tenerle allí. Le amaba, le amaba tanto que toda la espera que tuvo que soportar para verle, era compensada por los besitos en las mañanas por parte de su amado. Era compensada por cada Te amo que Kai soltaba cuando se enterraba en él, era muchísimo más que compensada por aquel fruto de su amor que crecía en el vientre de Kai.
Le amaba, y Kai le amaba.
Por que ellos eran su familia, y estaban a nada de agrandarla aún más.
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