﹒ " ✶ ˖ capítulo uno ۫
El celular comenzó a sonar.
La señora Choi tanteó con los ojos aun medio cerrados, donde estaba aquel ruidoso aparato que interrumpía su sueño, gruñendo unos segundos después al no poder encontrarlo y hacer que se calle.
¿Quien demonios está llamando a estas horas?, Se preguntaba algo malhumorada al ver que eran las cuatro de la madrugada en punto.
―Hagan silencio ― Se quejaba el señor Choi entre balbuceos, frunciendo el ceño por ese irritante sonido ―Aaahg. Hyorin, callalo.
―Ya, va, ya, va ― Le respondió en un gruñido, contestando la llamada y llevándose el celular a la oreja entre un bostezo ―¿Ho-Hola?.
―Hola, yo... Perdón por despertarte a esta hora, Hyorin ― Se disculpo rápidamente la señora Huening del otro lado de la línea, se oía desesperada.
―¿Sucedió algo?, ¿Están todos bien?, ¿Que le sucede a Hueningkai? ― Preguntó rápidamente. mientras al mismo tiempo, trataba de despertar a su esposo a puros zarandeos; podía escuchar el doloroso llanto del bebé a lo lejos.
Habían pasado solo dos días desde que fueron a visitar al nuevo integrante de los Huening.
―Si, estamos bien... ¡Es decir no!... Necesitó pedirte un enorme favor ― Susurro Huening NaRa algo avergonzada.
―Claro, dime...
―¿Pu-Puede venir Soobin a mi casa?.
―...
Hyorin se quedó sorprendida y a su lado, su esposo la miraba queriendo saber que lunas pasaba.
―¿So-Soobin? ― Repitió con algo de incredulidad, queriendo asegurarse de que había oído bien.
―S-Si, se que puede sonar extraño pero... Kai no ha dejado de llorar en estas dos noches, ayer en la tarde lo llevamos al hospital pensando que tenia algo grave pero estaba completamente sano... Creo que mi hijo extraña a Soobin.
La señora Choi abrió sus labios muy sorprendida.
―Miren, se que tal vez pido demasiado, pe-pero nuestro Hueningie no deja de llorar y queremos saber si es por eso o...
―En unos minutos estaremos allí, no te preocupes ― Fue lo único que le respondió antes de cortar.
―¿Que sucedió? ― ChungHe miraba a su esposa totalmente preocupado, ella había llevado su mano a la boca para cubrir la conmoción que sentía ―Hyorin... ¿Que sucede?, ¿Están bien los Huening?.
―No preguntes por que, querido. Pero tenemos que llevar a Soobin a la casa de los Huening... Parece que el bebé extraña a nuestro hijo...
ChungHe también se quedó sorprendido.
―¿Lo extraña?, pero eso... ¿No creo que ese bebé sea?... Son muy pequeños ambos, ¿Como puede ser?...
―No tenemos tiempo para hacernos preguntas, hay que llevar a Binnie para allá, hace dos días que los Huening no duermen bien.
ChungHe asintió y corrió hacia la habitación de los infantes. Entro de puntitas para encontrar a sus dos hijos durmiendo en la misma cama. Soobin estaba acurrucado aun lado de su hermano mayor, mientras que Jungkook parecía apuntó de caerse de la cama.
Despertó lentamente al mayor y una vez abrió los ojos le ordeno con su dedo índice sobre sus labios que haga silencio. Fue al armario, busco una campera para abrigar al pequeño y lo tomo a upa.
―¿Papá? ― Soobin, al sentir el aroma de su padre, sé despertó lentamente.
―No pasa nada, bebé. Vuelve a dormir ― Le ordeno mientras lo acomodaba mejor contra su pecho, dejando la cabeza del niño contra hombro.
El niño no protestó, volvió a cerrar sus ojitos y cayo en un sueño profundo.
―¿Que sucede, papá? ― Fue Jungkook quien preguntó, mientras también se ponía un abrigo.
―Iremos a casa de los Huening ― Le explicó en un bajo murmullo mientras salían al pasillo, donde Hyorin los esperaba con una manta extra.
―Dame a Soobin ― Pidió extendiendo sus brazos ―Y ve a abrigar mejor a Jungkook, hace bastante frío afuera.
ChungHe obedeció y pasó al niño con su madre, una vez la Omega mecía a su hijo contra su pecho el Alfa colocó la manta extra, asegurándose que su cuerpo quedará completamente tapado.
Luego tomó la mano de Jungkook y lo llevó a la habitación para abrigarlo.
―Muchas gracias por venir ― Agradeció el señor Huening mientras dejaba pasar a la familia Choi dentro de la casa.
―No agradezcas ― Exclamó ChungHe, mirándolo preocupado ―¡Por la santa luna!, tienes unas terribles ojeras, ¿De verdad no durmió en estas dos noches?.
El señor Huening suspiro mientras negaba ―Se entre-duerme unos minutos pero luego despierta llorando. El doctor no encontraba lo que podría pasarle... Esta completamente sano.
A medida que explicaba la situación los adentraba a la casa, donde la cálida calefacción del lugar hicieron suspirar de gusto a los Choi, pues el frío de la madrugada era crudo.
―NaRa esta en la habitación de Hueningkai, vengan ― El señor Huening invitó a Hyorin a avanzar mientras observaba el rostro de Soobin durmiendo pacíficamente en su hombro. Sonrió con ternura.
Hyorin lo siguió por las escaleras hasta llegar a un amplio pasillo donde en las paredes retumbaba el desconsolado llanto del bebé. Su Omega se removió inquieta en su inferior ante el llanto del cachorro ajeno.
―Ya llegaron ― Aviso el señor Huening mientras ingresaba a la habitación. NaRa los miro avergonzada.
―Pon a Soobin en la cuna, es lo suficientemente grande para que entren los dos ― Explicó NaRa totalmente nerviosa mientras mecía a Hueningkai sobre su pecho.
Hyorin asintió mientras se acercaba a la cuna y acomodaba a su hijo en ella, acariciando su mejilla antes de alejarse.
NaRa besó la frente de su cachorro y rezó a la diosa luna, lo dejó en la cuna. Alejándose nervosa.
Los adultos contemplaban la escena expectantes, aferrándose a la madera de la cuna a medida que pasaban los minutos.
Al principio, Hueningkai comenzó a quejarse al no sentir el calor del pecho de su madre, entre abrió sus ojitos y contrajo su carita apuntó de llorar. De hecho NaRa estuvo apuntó de intervenir pero su esposo la detuvo y negó con la cabeza indicando que esperé un poco más.
Fue entonces cuando Hueningkai se dio cuenta que no estaba sólo en la cuna, giro su cabecita a un lado y descubrió al niño pálido durmiendo plácidamente. Sonrió, mientras soltaba carcajaditas y estiraba su manita para atrapar la ropa del niño. Con un poco de esfuerzo, el bebé se arrastró hasta quedar pegado al pecho del niño mayor, quien al sentir algo a su lado inconscientemente lo abrazo, tal vez pensado que era su hermano o su peluche de conejo.
El bebé, tras unos cortos minutos, logró dormirse plácidamente.
‧˚✩‧. La Luna allá arriba.
cantaba una nana.
sonriendo encantada.
por aquellas dos almas.
siglos y siglos pasaban,
y por fin
ya estaban en casa.
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