Siempre dijiste que las rosas estaban sobrevaloradas, pero a mi me gustaban.
Y yo, idiota, nunca te lo dije.

Me infravaloraste y me sentí rosa, y yo, idiota, me centré en los defectos que tanto criticabas y olvidé todo lo que me gustaba de mi.

Pasé noches recorriendo mis espinas y mi notable escasez de agua, maldeciendo a todas las deidades que conocía por hacerme así, cuando en realidad debí maldecirte a ti.
Me olvidé de lo bellos que eran mis pétalos y del dulce aroma que desprendía esos miércoles de febrero.

Tardé en comprender que nada de lo que viví contigo volvería.
Tardé en darme cuenta de lo malo que eras conmigo cada vez que abrías la boca.

Me sentí rosa y juré que si alguna vez permitía que alguien volviera a hacerme sentir así sería solo para amarme y respetarme, para acariciar mis pétalos y oler mi aroma hasta volverse adicto.

Si alguien te menosprecia, te infravalora o te juzga sin jodido sentido, recuerda esto y sientete bien contigo mismo, porque estés donde estés y seas como seas el único juez en tu vida seas tú.