• XXI •
《 Kunikida Doppo es el tipo de novio que... 》
• Trataría —hasta más no poder— de mejorar la calidad de vida, de su pareja.
Debido a que la felicidad de ésta,
—literalmente— sobrepasa en relevancia a los horarios anotados con anterioridad, en su libreta.
- ♢ -
Después del haber optado por salir de su zona de incertidumbre, rodeó con sus dedos la manija adherida a la puerta, —de característico terminado en madera— y empujó ésta en dirección hacia adelante, de modo que pudo por fin obtener un acceso a la habitación donde él suponía que te encontrabas.
Para su nula sorpresa, estaba en lo cierto.
En una cama, y bajo la suave capa de unas finas sábanas blanquecinas, yacías dentro de las condiciones que conformaban un evidente estado durmiente.
—Esto tiene que ser una mala
broma.—comentó, amargando con su entonación cansada el silencio que predominaba la atmósfera presente en el cuarto.
Cruzó ambos de sus brazos--uno sobre el otro, contra su pecho, con la yema del dedo índice de su mano derecha golpeando suave su brazo contrario—pero en un ritmo desesperado, casi denotando la frustración ocultándose astuta bajo el reluciente reflejo de esos lentes.
Él estaría mintiendo si dijera que; él no estaba a menos de dos pasos del volver a ingresar derrotado a su zona de duda.
Pero no había nada de lo que Kunikida quisiese cuestionar en ese momento, pues toda acción que realizase estaría justificada por la resistente firma de su pensar, reververando preocupación por tu bienestar, mediante las nivelaciones de los complejos sectores que cohabitaban en los extremos de su mente.
Soltó un suspiro ante el vacío de la habitación.
No podía dejar que su horario —por más relevancia que éste impusiera dentro de sus ideales— sobrepasara en importancia a una persona que podía ocupar los solitarios vacios dentro suyo, que la libreta a su poder no podía llenar.
Acercándose al borde de la cama, con su ancha espalda ayudándole al adoptar de una postura erguida, bajo su mirada—de modo que, ahora, su vista se enfocaba en lo poco que podía ver de tu rostro, con algunos mechones de cabello ligeramente esparcidos sobre la almohada y por arriba de tu frente.
Sentía que la acción que estaba planeando realizar podía tomarse en un mal sentido contra sus verdaderas intenciones, pero decidió dejar la opinión ajena de lado, o al menos hasta que lograra su cometido.
Extendió la palma de su mano, hasta que sintió ésta posarse sobre —lo que él suponía, y esperaba que fuera— tu hombro. Desde ese punto, comenzó a mover éste con la ayuda de sus dedos promoviendo ayuda al contacto, a un posible despertar más temprano proveniente de tu parte.
Al recibir un único gruñido molesto como réplica, y el como volteabas sobre tu espalda —ahora sin nada que Kunikida pudiese visualizar de tu rostro— como réplica, el rubio dejo que su enojo comprimido pasara por otro suspiro escapando sonoro de sus delgados labios.
—De antemano, quiero decirte que el quedarte en cama y saltarte un día de trabajo no te hará ningún bien,
(T/N).—reprochó, para luego encorvarse en un ángulo que le favorecía notablemente--para proseguir repitiendo sus actos anteriores sin freno alguno.
Eventualmente, —y sin poder negar que estabas algo molesta— volteaste, con los ojos entrecerrados, para poder verle al rostro con propiedad.
—Personalmente, preferiría que te abstuvieras de hacer tanto escándalo, quiero dormir.—dijiste, a lo que él te miró expectante por una mejor explicación respecto a lo que te referías.—No hay nada de lo que trabajar en la agencia, hoy es un día libre.
Kunikida quedó estático, debido al impacto que recibió por parte de esa inesperada noticia—de la cual no estaba consiente del todo.
Con un tono tan serio, empleado por tu parte, le resultaba descortés el cuestionarselo dos veces. Mas, ni podía evitar sentirse algo apenado por haber insistido en asistir a un evento cuyo ocurrir no se daría en ese día.
Retirando su mano de tu hombro con suma lentitud, —con ésta manchando traviesa con la duda opacando la calidad de sus acciones, él decidió que; una vez que justificase el porque de sus actos, se marcharía de la habitación y dejaría que descansaras tranquila.
—Yo--
Mas, esta vez, Kunikida si fue tomado por sorpresa.
Quebrando entretenida la fachada que predominaba sobre tu falsa expresión facial, y reemplazando ésta con el esbozo de una sonrisa divertida sobre tus labios, te abalanzaste cercana al borde de la cama—con el envolver de la cintura del rubio ayudándote por los extremos de las sábanas siendo una acción consecuente.
Con el ya atrapado entre sábanas,
—de un sólo jalón— acercaste su cuerpo tensado al tuyo. Aprovechando la ventaja de la situación a tu poder, le envolviste en un abrazo.
—Sin embargo, no me importaría pasar el resto del día,—le confesaste al portador de gafas, acurrucándote contra su pecho.— o de mi vida en
si,—continuaste, con esas últimas palabras siendo silenciadas por hablar intencionalmente contra sus ropas.— contigo.
Aún bajo el procesamiento del asimilar tus acciones, él te veía sin habla. Pero pese a la confusión que sentía llevándole de incógnitas, no pudo evitar que una ligera sonrisa fuese plasmada en sus labios--al escuchar tus palabras.
Y también, esa felicidad que sentía en ese momento, le había brindado una respuesta, a esas preguntas que él no era capaz de resolver por su propia cuenta.
¿Por qué se preocupaba tanto por ti, tu calidad de vida, y tu bienestar?
La razón; para proteger esa sonrisa sincera que tanto amaba.
———
lmao, ¿qué tan mala es mi manera de escribir/expresar?
sólo me lo estoy preguntando, ea ea.
—shyniasenpai (pao).
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