• II •
《 Kunikida Doppo es el tipo de novio que... 》
• Sería tímido en cuanto a ciertas cosas respecto al cariño mutuo en las relaciones, pues al ser un hombre serio el no está acostumbrado a recibir ese tipo de trato.
• Por lo que cuando es su turno de devolver el afecto, se pone nervioso muy fácilmente.
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Sonidos de Tipeo.
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Sí, definitivamente el estaba muy concentrado en su trabajo.
Casi parecía un robot, pues las diferencias entre Kunikida y este eran casi nulas en este momento.
Sus ojos amarillos permanecían pegados a la pantalla, mientras que el único sonido audible en la habitación era aquel que pertenecía a las teclas de la laptop siendo presionadas por el alto hombre rubio.
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'Qué aburrido.'
30 Minutos.
Estuviste esperando a que terminara su trabajo durante un trancurso de 30 minutos.
Pero aún así el no parecía estar ni cerca de terminar su reporte, o lo que sea que estuviera escribiendo.
Eran ya las 19:00 p.m. Casi todos se habían marchado de la Agencia de Detectives, salvo algunas secretarias—
Espera, esa fue la última.
...
Bien.
—¿Kunikida?—le preguntaste al hombre de ideales.
—...
—¿No crees que ya es algo tarde?
—...
—Deberías descansar.—sugeriste, aún cuando dudabas sobre si él te escuchaba o no.
—...
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Sin respuesta.
—...Kunikida.
—...
—¿Necesitas ayuda?
—...no, pero gracias...
Finalmente, el había respondido.
Aunque la forma en la que hablaba y lo que decía no parecían concordar.
Esto hacía que tuvieras que asegurarte de que el en realidad se encontrase bien, y que no estuviese ocultando detrás de una fachada su verdadera condición.
—¿Seguro?—le cuestionaste nuevamente.
—Si.—replicó, prosiguiendo con sus acciones.
En efecto, estaba mintiendo, ese
"Si" no fue sincero, sino forzado por su propia voluntad.
Además, no había levantado la vista de la laptop en ningún momento.
Eso te frustaba un poco, aunque ese sentimiento de angustia que sentías se fue convirtiendo en uno nuevo, pues se te había ocurrido una idea.
Te acercaste sigilosa y lentamente hacia Kunikida, este estaba muy concentrado así que no te presto atención.
Ya que estaba sentado en su asieno, e inconsiente de lo que pasaba a sus cercanías esto te resultaría más fácil.
Acercaste tu rostro a su oreja, dándole una lamida rapida y ligera al lóbulo de la misma, causando que un escalofrío en el cuerpo, seguido de un intenso sonrojo, le ocurrieran al hombre de ideales.
—¡¿Q-Q-Qué estas haciendo?!—exclamó, exaltado por tus acciones, levantándose de su asiento y, a su vez, alejandose un poco de ti, con un demasiado notorio tono carmesí esparcido en todo su rostro, mientras que cubría su oreja —anteriormente lamida— con la palma de su mano.
—Parecías nervioso.—le replicaste de forma breve, a lo que el rubio te miro perplejo.
—¿Ah...? ¡Eso no es una excusa..!
—¿Pero lo estabas?
Un largo e incómodo silencio reinó en el ambiente que estaba entre ustedes dos, hasta que el más alto se rindió ante tu persistencia y decidió hablar.
—Si...
'Entonces era cierto...' pensaste, confirmando tus dudas respecto a la verdadera condición en la que se encontraba el hombre de ideales.
—Ya veo, ¿Quieres hablar de ello?—le cuestionaste, a lo que el se tensó, pero logró recuperar su compostura al instante.
—No...— él suspiro con los ojos cerrados, y una expresión cansada plasmada en los largos de su rostro.— Estoy bien...te lo aseguro.
—...—permaneciste serena, en silencio, ante su réplica.
Decidida, te acercaste a el alto hombre rubio lentamente.
Esta estaba confundido sobre el porque estabas caminando hacia él de tal tranquila manera.
Dejaste de caminar cuando estabas justo al frente de él.
Después de eso, levantaste ligeramente tu cabeza, debido a la diferencia de altura, pues Kunikida era un poco—más alto que tu. Le miraste directamente a los ojos, como si de un interrogatorio se tratara, mientras tu tratabas de descubrir la verdad.
—¿Qué estás-
Antes de que pudiera terminar su frase, posicionaste tu mano en la cabeza de el rubio y empezaste a a acariciar esta de manera suave y lenta de manera que el hombre de ideales se calmará ante tu toque.
—A-Ah...—él estába confundido, sorprendido, sonrojado hasta las orejas, junto a más emociones que no podían ser descritas.
—Tranquilo, se que hay algunas cosas que no puedes decirme, pero siempre que necesites ayuda o estés preocupado por algo recuerda que siempre estaré para ti, sin importar que, siempre daré lo mejor de mi para que conviertas ese ceño fruncido en una hermosa y cálida sonrisa.—le dijiste al rubio, quien miraba atónito a las acciones que realizabas.
—...
—Bien, pareces tranquilo ahora, te espero afuera del edificio
¿vale?—
—E-Entendido...—replicó tartamudeando el de gafas.
Sonreíste rebosante de alegría, comenzando a caminar hacia los exteriores del edificio.
Mientras tu estabas marchando afuera de la agencia, Kunikida logro apreciar el movimiento de tus (L/C) mechones (C/C) cuando giraste para alcanzar la perilla de la puerta, saliendo finalmente de la habitación.
El había sonreído inconscientemente.
Que afortunado era él, por tener a una novia que fuera capaz de alegrarle el día sin el que el se diera cuenta.
No era tu elegante caminar o algún aspecto físico de ti.
Era tu personalidad.
Lograbas alegrarle cada día con tu mera presencia.
Lograbas calmarlo con aquella cálida sonrisa tuya.
Lograbas animarlo con tus hermosas palabras alentadoras, que le ayudaban a seguir adelante siempre que estuviese decaído por alguna razón.
El te amaba.
Y tú a el.
No podría haber una felicidad mayor.
Kunikida sonrió una vez más, sólo que con los ojos cerrados está vez.
Una vez abrió sus ojos, su mirada fue dirigida automáticamente a una ventana.
A través de ese transparente cristal él te podía ver.
Estabas afuera del edificio, esperándolo pacientemente con una sonrisa, para que pudieran ir a casa juntos.
El suspiro en alivio.
Todavía estabas ahí.
—¿Aún si me tardará unos 30 minutos más seguirías esperando por mi, ¿huh?—dijo burlonamente el rubio, riendo un poco al final de esa frase.
—Gracias.—agregó al finalizar su risa.
—En serio...muchas gracias.
Decidido a irse, camino lentamente hacia la puerta y cuándo estuvo a punto de sujetar la perilla—
'Cierto, el archivo.'
Antes de finalmente irse, el se camino hacia su escritorio, donde su laptop descansaba en la superficie de este, y fijó su mirada al archivo de texto que había estado escribiendo para durante esos frustantes 30 minutos.
El lo hubiera terminado antes, pero habían algunos detalles que no le gustaban, así que tardó bastante.
El resultado final quedo aceptable, aunque él seguía un poco nervioso por ello.
Aún con todas esas dificultades, el logró escribir algo lleno de sus sentimientos, sinceros y cálidos sentimientos.
"100 Razones por las que te amo."
...
* ▪ "Guardar archivo." *
Archivo guardado.
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* ▪ " Enviar a..." *
* ▪ "Enviar a: (T/N) (T/A)." *
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clic.
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Enviado a (T/N) (T/A).
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Mensaje de: (T/N) (T/A).
"Yo también te amo, Kunikida 💕."
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