- Capítulo 4: Nada más que cariño -
Saiki miraba con atención al paquete que estaba frente a él.
Misteriosamente, esta mañana le había llegado una caja a su domicilio. Sin remitente, sin paquetería, sin nada más que una pequeña nota.
"Disfrútalo" decía el papel.
«Yare yare.» el psíquico pensó. Ni siquiera quiso usar sus poderes para ver qué había dentro, pero su curiosidad le ganó, y comenzó a abrir el paquete.
De alguna forma, sabía que este día llegaría, sabía que lo descubrirían y que el gobierno de Estados Unidos lo mantendría en el área 51, sabía que había sido descuidado y qu-
«¿Qué?»
..Bueno, definitivamente no se esperaba que la caja estuviera llena de gelatinas de café. Seguramente estaban envenenadas, ¿O no? Es imposible que alguien le haya mandado eso, casi nadie sabía cuánto le gustaban las gelatin-
Ah, había sido Yoshiro.
Bueno, eso tenía mucho más sentido. Usando sus poderes, vió a su amigo poniendo las gelatinas delicadamente en los paquetes de plástico. Al saber que no había ningún mal en las gelatinas, Kusuo no se contuvo y tomó una para comer.
La jalea se derritió casi instantáneamente en su lengua. La dulzura del postre inundó sus papilas gustativas, Saiki saboreó cada segundo de la gelatina en su boca. Esta era, probablemente, la mejor gelatina que había probado en su vida. La terminó de inmediato, y en todo el proceso no paró de preguntarse en cómo el chico tan distraído que Yoshiro era pudo haber hecho un postre tan delicioso.
Pensó que tal vez su ama de casa lo había ayudado, pero decidió sacarse de dudas utilizando sus poderes.
Vió al chico con una sonrisa en el rostro, preparando completamente a solas la gelatina de café. La cocina era un desastre, y la apariencia de Yoshi lo era aún más. Pero aún así, pudo notar en los ojos del pelinegro que realmente lo hacía con esmero, dedicación y gran, gran paciencia.
Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisita se asomó en el rostro de Saiki, cosa que pasó inadvertida por él mismo.
— Ku-Chan, ¡Te buscan! — Su madre gritó desde la puerta, mientras Saiki pensaba en una manera de escaparse de la casa.
«¿Porqué Teruhashi está aquí? No debí distraerme comiendo gelatina de café.» El psíquico se quejó, cruzando sus ojos para ver a la hermosa peliazul quien ahora se encontraba en la sala de su hogar, hablando animadamente con su madre. Suspiró y sin más opción, bajó a paso lento las escaleras.
— Saiki, ¡Hola! — saludó Kokomi, levantándose del sillón. Kusuo la miró desinteresadamente — Me preguntaba si querías ir a una cafetería nueva que abrió ayer, ¡Tienen dos por uno en postres!
...¿Si quiera debo aclarar que con eso se lo ganó?
Justo después de que la chica terminara de responder y con su madre apunto de decirle que fuera, Saiki arrastró a una Teruhashi sonrojada hasta la puerta y se puso sus zapatos — «Ya nos vamos, mamá.»
Un gran silencio abarcaba la mesa en dónde se encontraban sentados Kokomi y Kusuo. La chica estaba muy nerviosa para dirigirle la palabra, ciertamente no esperaba que su crush aceptara la invitación. Mientras tanto, a Saiki sólo le interesaba comer lo más que pudiera, aprovechándose descaradamente de que Teruhashi pagaría.
Mientras le daba un sorbo a su malteada, el psíquico escuchó una voz en su cabeza que le parecía muy familiar.
«¿Este? No, mucho chocolate. ¿Compro este otro? Mhm, no me gusta mucho el glaseado de fresa. Pero tiene forma de corazón... Pero si lo compro no lo voy a querer comer, es muy lindo.»
Estaba comenzando a pensar que Yoshi lo perseguía. ¿Qué probabilidad hay de que ellos dos estuvieran en la misma cafetería y al mismo tiempo? Considerando que su amigo vivía a más de cuarenta minutos del lugar.
Aún peor; ¡Estaba con Teruhashi! ¿Y si pensaba que era su pareja? Ella ni siquiera es su amiga.
Pero, ¿Porqué le importaría si Yoshi piensa que ella es su pareja? Bien, suficiente azúcar por hoy, le está afectando al cerebro.
— ¿Teruhashi?
La voz de Yōshiro lo distrajo de sus pensamientos. Antes de poder siquiera pensar, la peliazul respondió al llamado.
— ¡Ah, Ōkane! Hace mucho no te veo, no tenía idea de estabas por aquí. — sonrió. El psíquico frunció el ceño, era obvio que se conocían. Urgando en los pensamientos de la chica, se dió cuenta de que no había ningún signo de maldad en su interacción.
Esta vez, Yoshi miró al chico. — Ah, hola Saiki.
...¿¡Qué había sido ese saludo tan desinteresado!? Le regresó el saludo, tratando de aparentar normalidad.
— ¿Se conocen? — Teruhashi preguntó, invitando al chico menor a sentarse.
Yoshi asintió, sentándose junto a ella. — Somos amigos.
— ¡Qué casualidad! Él y yo vamos a la misma escuela.
— ¿A la P.K? Hm, qué pequeño es el mundo.
Los dos amigos siguieron hablando, poniéndose al tanto con su vida. Saiki nunca había visto hablar tanto al otro chico con alguien más que no fuera el, su ama de llaves o la bibliotecaria. El pelirosa seguía comiendo los postres, mirando la interacción de los dos cuál partido de béisbol.
— Saiki, ¿Te gustó el regalo que te mandé? — Yōshiro preguntó, mirando al mencionado.
Este asintió lentamente. — Si, estuvo bien. Gracias.
«¿¡Gracias!? ¿Regalo? Ellos dos son amigos, Yoshi me lo dijo, ¿¡Pero cómo!?» la linda chica pensó, intentando cubrir su rostro sorprendido.
Yoshi sonrió, pero antes de que pudiera decir algo, otra voz se les unió.
— Ah, Ōkane. Sabía que te había visto en otra parte. ¿Qué hace alguien cómo tú aquí? — esa otra voz era Saiko Meteori. Esta vez volteó a ver a los otros dos presentes, Saiki y Teruhashi. Meteori no pudo evitar soltar un ofu por la belleza de la chica.
El chico pelinegro se quedó viendo al recién llegado por unos segundos antes de responder.
— ...Estoy disfrutando el día con unos amigos. — respondió secamente. «¿Qué hace este aquí?» Yoshi pensó, siendo esto leído por Kusuo. Su pequeñísimo puchero y su ceño fruncido casi imperceptible, era la primera vez que Yoshi demostraba disgusto abiertamente.. tenía que admitir que era algo divertido de ver.
— Ajá, ¿Te molesta si me uno? — Saiko preguntó, y antes de que Yoshi pudiera responder, el peli-plateado ya lo estaba sacando de su lugar para poder sentarse con Teruhashi.
Ellos dos comenzaron una conversación banal, aunque era el millonario quien hablaba más, Kokomi sólo asentía con la cabeza y le sonreía incómodamente, más por compromiso que por verdadero interés y amabilidad. Aunque con ella rara vez era amabilidad.
Saiki se cuestionó si sería buena idea salir en este momento de la tienda, no tenía nada de ganas de lidiar con Teruhashi y Meteori juntos, un completo desastre. Pero luego volteó a ver a Yoshi que aún estaba parado, sin tomar lugar en la mesa, su puchero ahora era inconfundible y sus manos estaban en puño.
Sus miradas se cruzaron y el psíquico juró por un momento ver los ojos del contrario cristalizándose, pero tan poco cómo lo notó este se fue.
Yoshi desvió la mirada y suspiró, la fuerza en sus puños aflojándose.
— Fue bueno hablar contigo, Teruhashi. Me tengo que ir, así que nos vemos después. — el dijo, dirigiéndose a la única chica. Ella le sonrió genuinamente, aunque no pudo responder por estar lidiando con la palabrería de Saiko.
Mientras Saiki veía a Yoshi alejarse, pensó en si debía ir con el. Bueno, disfrutaba de su compañía, podría aprovechar para agradecerle otra vez por su regalo y además podría sacarse a los otros dos de encima.
...Si, para nada era porque estaba preocupado por la expresión en su rostro.
Antes de que lo pudiera procesar adecuadamente, ya estaba caminando hacia Yoshi, quién ya salía de la tienda.
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