🍸𝘜𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘱𝘢 𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 | 18
Chuuya se apoyó en la barra, sus brazos sirviendo como almohada a su cabeza. Aquel idiota llegaba tarde otra vez.
El pelirrojo había decidido esperarle. Aunque llevaba cuatro horas de retraso, había decidido hacerlo. Ni siquiera había roto su promesa, no había bebido una sola gota de alcohol en toda la noche.
—"Prométeme que me reservarás la primera copa cuando llegue y entonces iré" —murmuró para sí entre dientes, recordando sus palabras—. Una mierda. Maldito Dazai.
Jugó con el hielo de su refresco, suspirando. Llevaban un año sin definir exactamente lo que eran, y para un día en el que Chuuya quería aclarar la historia, Dazai decidía no aparecer.
Chuuya sabía perfectamente que no iba a ser capaz de hablar algo así con él sin estar, por lo menos, algo bebido. Sabía que con un poco de alcohol en sus venas podría soltarse, podría hablar con más facilidad.
Podría ser sincero.
Sobrio no podría hacerlo. No podría mirarle a la cara y decirle lo que llevaba pensando tanto tiempo. Volvía a ser verano, había pasado un año desde que Dazai le besó, desde que Chuuya le correspondió. Desde entonces todo había sido extraño.
No podían definirse más como compañeros. Eran algo más, sin duda, pero no eran una pareja. Dazai no tenía un sentimiento romántico con respecto a él, y Chuuya hubiera deseado que fuera igual en su caso. Sin embargo no había sido así.
Al principio eran solo besos. Y a Chuuya le gustaba, porque nunca había besado a nadie, nunca había sido besado. Era diferente, era como si hubiera electricidad entre ellos cada vez que sus labios se tocaban. Habían aprendido de memoria qué es lo que más le gustaba al otro cuando se besaban.
Después habían empezado las caricias. No las que solían darse cuando se besaban, las cuales solían ser suaves, en el cabello o en el cuello. Sin embargo, pronto empezaron a filtrarse debajo de la ropa, y a Chuuya le gustaba sentir la piel que se adivinaba entre las vendas de Dazai, a la vez que sentía escalofríos cuando Dazai le tocaba la espalda o el abdomen, como si buscase memorizar sus cicatrices.
No era de extrañar que acabasen llegando a la cama en un determinado momento. Ninguno de los dos había tenido nunca experiencia con nadie en sus dieciocho años de vida, asi que ambos tuvieron que aprender apoyándose el uno en el otro. Sin embargo, sería mentir si Chuuya dijera que no le había gustado estar con Dazai.
Sin embargo, sentía que quería más. Más que tan solo lo que tenían. Quería coger a Dazai de la mano mientras iban por la calle, quería dormir en sus brazos y despertase con él en las mañanas, sin que desapareciese en medio de la noche. Quería ser el que iluminase aquella mirada cada vez más y más oscura.
Quería decirle que le quería.
Pero Chuuya era orgulloso, y Dazai también. Nunca habían dicho que se querían, ni siquiera cuando tenían sexo. Era algo prohibido, como si al pronunciar esas dos palabras, toda su relación cambiase de repente.
Pero Chuuya estaba cansado. Estaba cansado de seguir en esa situación, y había decidido hablar con él en serio. Decirle lo que tenía que decirle y asumir si Dazai no le quería. Si se lo decía a la cara sería doloroso, pero no podía seguir en una relación tan inestable como aquella.
—Chuuya~ —Dazai le abrazó por detrás, y Chuuya se tensó, pero luego se relajó.
—Llegas tarde, idiota.
Chuuya no le veía, pero sabía que estaba sonriendo.
—Lo siento —susurró contra su oído, provocándole un escalofrío—. He tenido... un pequeño problema.
—¿Otra vez lo del almacén? —le miró de reojo, sabiendo la respuesta.
—Han vuelto a atacarlo, sí —sintió su nariz recorrer su cuello—. Pero eso no importa ahora, ¿o sí?
—Es tu excusa para haber llegado tarde, más vale que importe —Dazai rio contra su piel, y se alejó para dar la vuelta a la barra y abrir la alacena.
—¿Cuál vino vas a querer?
—¿Sabes siquiera distinguirlos? —apoyó esta vez el rostro sobre sus manos.
—Te sorprendería —sonrió ampliamente, sacando uno de los vinos junto a una botella de whisky.
Chuuya sonrió también, divirtiéndose mientras veía a Dazai sirviendo las bebidas.
—De barista te mueres de hambre —rio cuando le vio pelear contra el corcho de su vino.
—Lamento no ser un experto.
Al final Chuuya acabó sirviéndose a sí mismo.
—No deberías beber tanto, no tienes mucho aguante —recomendó Dazai al verle servirse una segunda copa.
—¿Qué eres, mi madre? —arqueó una ceja, divertido.
Dazai solo suspiró y Chuuya aspiró el aroma del vino, moviendo la copa antes de saborearlo de nuevo, mirando de reojo al ejecutivo. Sabía que a Dazai le encantaba verle bebiendo vino, según él, se veía muy elegante cuando lo hacía.
Chuuya esperó a que Dazai rellenase lo que era ya su tercera copa y sentir el calor en sus mejillas antes de volver a hablar.
—Tenía algo que decirte —dijo, ayudándose de su habilidad para dejar la botella en su sitio
—Pues dímelo.
Era algo difícil cuando Dazai estaba tan cerca, abandonando su bebida en favor de jugar con su cabello con una mano mientras con la otra acariciaba la parte baja de su espalda.
Apartó la mirada ante su sonrisa, intentando concentrarse. Sin embargo, no logró mantenerse así mucho tiempo. Era imposible con Dazai prácticamente encima de él, el aliento a menta y licor a un suspiro de sus labios.
—¿No vas a decirlo? —se burló. Lo hacía a propósito.
—Eres...
Dazai le besó, impidiéndole acabar. Y Chuuya se dejó llevar por él, porque el alcohol realmente estaba haciendo efecto en él y no podía pensar con claridad sintiendo a Dazai en todo su cuerpo.
—¿Soy...? —preguntó con diversión tras separarse lo mínimo para respirar.
Chuuya no respondió, sino que le atrajo hacia sí de nuevo, iniciando un nuevo beso. Y a partir de ahí, todo fue de nuevo una vorágine de sentimientos en la que, una vez más, no pudo decir nada de lo que quería decir.
Sin embargo, una vez satisfechos y con Dazai dormido mientras Chuuya jugaba con un mechón suelto de sus cabellos castaños, sonrió y susurró un «te quiero» antes de caer dormido entre sus brazos.
Quizá, más adelante, se arrepentiría de no haberlo dicho más alto.
¡Hola!
Bueno, me ha quedado un bonito capítulo. Me ha gustado. He dudado en mi vida mucho con el final, pero creo que este es el que quería darle y que queda mejor.
¡Espero que os haya gustado! Por si acaso, tengo que guiarme por ciertas frases en cada día que vienen dadas en la historia de MotinFanficker «Multifadom Week», dónde están todas las frases. Ahora editaré las demás para que sepáis cuáles son.
En este caso era: «Un par de copas juntos, quizás ahora sea capaz de decirte lo que me he guardado por tanto tiempo»
Y eso es todo :) ¡Nos vemos!
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