✨ ᗪ𝖾𝗌𝖼𝗎𝖻𝗋𝗂𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈 | 20
La verdad dolía.
Chuuya había aprendido eso bien durante sus veinte años de vida, pero también había aprendido a asumirla. El dolor eventualmente desaparecía, podía cargar con ello.
Tal vez porque las mentiras dolían más, aunque fuese casi irónico que alguien como él, que llevaba ya cinco años dentro de la Port Mafia y era ya un ejecutivo, detestase tanto las mentiras cuando vivía en un mundo lleno de ellas.
Estaba seguro de que si Dazai le hubiera dicho la verdad, que nunca hubo una intención romántica en todo lo que había sido su relación, le hubiera dolido, pero lo habría soportado. Habría sonreído y lo habría aceptado. Con el tiempo, seguramente lo habría superado.
Sin embargo, no lo hizo. Fue cuando finalmente se marchó cuando descubrió que todo había sido una mentira, una ilusión que ni siquiera había sido creada por el propio Dazai. Chuuya sabía a la perfección que Dazai nunca había dicho una sola vez que le quería. Debería haber sido suficiente.
Lo peor de toda su historia era que Chuuya se había mentido a sí mismo.
Tardó bastante en darse cuenta, incluso tras la marcha de Dazai de la Port Mafia. Cuando descubrió que se había ido, se sintió traicionado. No entendía por qué le había hecho eso, y se había llegado a culpar a sí mismo. En su mente de dieciocho años pasaban muchas cosas, pero sobre todo estaba el sentimiento de culpabilidad que llevaba arrastrando desde que Shirase le apuñaló.
No hacía más que pensar qué había hecho mal. Por qué Shirase y los demás no pudieron darse cuenta de que Chuuya jamás les hubiera traicionado, ni siquiera tras lo que hicieron. Por qué Dazai se había ido sin decir nada, sin siquiera advertírselo. En ningún momento se habría esperado aquello, y no entendía por qué.
Había tardado en darse cuenta, pero finalmente lo entendió, y le cayó como una jarra de agua fría. El problema estaba en que siempre esperaba demasiado de los demás. Esperaba que confiasen en él lo mismo que él confiaba en ellos y eso no era así.
Siempre acababa engañándose él solo.
En su mundo, en el momento en el que confías, has fallado. Chuuya lo había aprendido a las malas, y lo sabía de memoria, pero algo en él le impedía entenderlo por completo. Aunque le dolía y le seguía doliendo, sabía que si Dazai estuviera ahí y le pidiese que confiase en él una vez más, lo haría. Sin dudarlo un segundo, porque era así de idiota.
Porque, sin darse cuenta, Dazai había calado más hondo en él de lo que jamás hubiera imaginado.
Chuuya no era tonto, aunque quisiera negarlo y pudiera gritarle al mundo lo contrario, no podía hacerlo. Habían pasado exactamente dos años desde la marcha de Dazai, dos años exactos desde que se tomó aquel Pétrus del 89 cuyo sabor había sido el más amargo que el de cualquier otro vino a pesar de su calidad, otro verano terminaba y no era posible que le siguiera doliendo como el primer día si Dazai no hubiese significado algo más para él.
Era más que una simple atracción romántica. Si fuera eso, ya lo habría superado. Superó con menos tiempo la traición de quien había sido su familia durante años.
Chuuya se había enamorado tan estúpidamente de él que, dos años después, seguía extrañándole como el primer día. A veces pensaba en él cuando hacía la compra y pasaba por un estante con cangrejo, su comida favorita, y el día ya no era igual. Evitaba ir por el paseo marítimo de Yokohama, porque le recordaba la primera vez que pasearon por él con las manos enlazadas, viendo los fuegos artificiales del festival de verano. Su yukata, ese que tan solo usó ese día, estaba escondido en el fondo de su armario desde entonces.
Aunque quizá lo que más le ardía era que ni siquiera se fue por él, algo que en principio hirió su orgullo pero que luego comprendió. Había sido muy egocéntrico y arrogante al pensar que alguien que ni siquiera sabía quién era podría ayudar a otra persona cuando ni él mismo podía ayudarse.
Chuuya había podido observar cómo su mirada iba cada vez perdiéndose más en la oscuridad. Había podido ver cómo sus ganas de vivir se desvanecían cada vez más y Chuuya quizá había sido muy idiota para creer que podía hacer algo. Lo intentó, de verdad que lo intentó, pero quizá, simplemente, no había sido la persona indicada para ello.
Por eso no podía culparlo. Detrás de toda la rabia y el dolor que sintió y seguía sintiendo por su traición, en el fondo lo entendía. Dazai no sería feliz a su lado, Chuuya no podía obligarle a estar con él y, al final, era su vida.
Su error había sido dar por supuestas muchas cosas, por pensar que había una promesa entre ellos cuando nunca se había dicho nada.
Dazai nunca había dicho «te quiero», nunca habían esclarecido que tuvieran una relación amorosa, nada le ataba a él más que como su compañero.
Aunque quisiera culparlo y su parte egoísta le gritaba que lo hiciera, no podía. Porque en el fondo, todo se resumía a lo mismo: había querido más de lo que en realidad tenía, y ese era el resultado.
Miró su copa, jugando con ella entre los dedos. Dos años después, estaba ahí de nuevo, en su solitario apartamento con una copa de vino que sabía demasiado amargo. No era culpa del Romanée, eso seguro.
Quizá era irónico que, dos años después, justo el mismo día que Dazai se marchó de la Port Mafia, Kouyou le dijera que había descubierto que se había unido a la Agencia de Detectives Armada, esa a la que Mori precisamente no idolatraba.
¿Casualidad? ¿Premeditado? Chuuya no quería saberlo, aunque viniendo de Dazai, sabía la respuesta. Pocas cosas escapaban del conocimiento de su excompañero, Chuuya era consciente de ello.
Si Dazai sabía lo enamorado que estaba de él... Chuuya prefería no descubrirlo.
Pero, al fin y al cabo, la verdad dolía.
Frase: «El día en que me di cuenta de la verdad me sentó como un jarro de agua fría, no entendía cómo había podido hacerme eso»
¡Hola!
Bueno, este ha sido especialmente raro de escribir. Es más corto que los anteriores por eso. Mientras lo escribía iban ocurriéndoseme trescientas ideas de muchas cosas y era como ¡Céntrate! y pues quizá no esté muy bien del todo, mis disculpas.
Siempre me ha encantado ahondar en el personaje de Chuuya (no sé si se nota, pero es mi favorito xD) y siempre saco headcannons cuando le escribo, porque Asagiri no nos da casi nada pero a la vez con lo que nos da se pueden deducir tantas cosas que empiezo a divagar cada vez que le escribo. Dentro de que es un personaje secundario tiene tantas posibles salidas por su construcción que me fascina esta parte, y pues aquí estoy, metiéndoos mis headcannons.
En fin, que me voy por las ramas. ¡El siguiente es el último! Ay, que he cumplido bien la week. Ay, qué ilusión.
Como dato curioso, mientras escribía este relato (como siempre cuando escribo, con música de fondo) se me ocurrió una ideaza para mi fanfic «Once More» en la cual trabajaré en nada y pues es gracioso cómo escribiendo algo me puede salir una idea que no tiene nada que ver con lo que estoy haciendo.
Ahora sí que me voy jajaja. ¡Nos vemos mañana! ✨
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