Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....-  diálogos
●●●● cambio de escena

Desde hace tiempo atrás la tierra se regía de manera peculiar, dioses y humanos habitaban en una especie de relación simbiótica, su presencia no afectaba al otro y viceversa. 

Compartían conocimientos, ambos poseían la inmortalidad y enriquecían la tierra con su amor y buenos sentimientos. A pesar de todo, ningún dios se había fijado en un humano antes, tenían como norma coexistir sin mezclarse entre ellos. Los dioses ocupaban la parte alta de la tierra, mientras los humanos rodeaban sus dominios sin poder acceder a los mismos.

Eso hasta que la hija del dios del sol se enamoró irremediablemente, Kaguya, la hermosa y bella Kaguya había caído en las garras de un hermoso sentimiento, que la llevó a desafiar las costumbres que separaban ambas razas y perseguir un amor correspondido. El humano en cuestión era nada más y nada menos que Tenji, uno de los futuros líderes de las tres grandes naciones.

El 'amor' que se profesaban terminó de unificar ambos mundos y tiempo después, Tenji asumió el cargo de líder. Los dominios de su amado eran prósperos gracias a su llegada, la tierra era aún más fértil y bendecida, los animales eran abundantes y las aguas eran más cristalinas.

Pero la abundancia y la prosperidad siempre traen ambición y envidia a su paso. Líderes de los demás dominios deseaban tener a la diosa con ellos, para sus propios fines, pues se decía que su poder era incomparable, podía otorgar vida o simplemente sumir al mundo en muerte y agonía. Deseaban ese poder para expandirse y dominar toda la tierra perteneciente a los humanos.

Lo más temido ocurrió ese día. Era de noche, y al no llegar su esposo se dispuso a buscarlo por toda la mansión sin encontrarle. Una idea cruzó por su mente, debía estar en el templo del sol, donde se elevaban plegarias a su padre. Salió al patio trasero y se adentró en el bosque con dirección a la colina, el templo no quedaba tan lejos de donde se encontraba, desde ahí se podía ver todo el pueblo.

Al llegar notó algo extraño en el aire, así que corrió todo lo que su larga túnica y delicados pies le permitían. Entró al templo y vio horrorizada al amor de su vida revolcándose con la hija del líder del país aledaño al suyo, no sólo le estaba faltando a ella sino que además profanaba el templo de su padre, cometiendo adulterio con alguien no digno de estar en el lugar. 

Hombres la rodearon en un parpadeo, cada uno identificado con el estandarte de la tierra a la que pertenecían, y tras ellos apareció el padre de la chica en cuestión.

— Tan preciosa como decían las leyendas — habló aquel hombre repugnante mientras dibujaba una ladina sonrisa.

— ¿Qué significa esto? — preguntó afligida, deseando que lo que veían sus ojos fueran sólo espejismos.

— El bastardo de tu esposo te ha vendido a mí, a cambio de más fortuna, joyas y mujeres dispuestas a hacer lo que tú te negabas a cumplir. Ahora eres mía — respondió con sorna. 

Su traición le oscureció el corazón, era bien sabido que los dioses poseían sentimientos fuertes y que a la mínima alteración de estos su energía podía cambiar gravemente. La diosa se llenó de un sentimiento amargo, odio era lo que crecía a velocidad vertiginosa, el dolor de tal acto hacia su persona no la dejaba respirar con normalidad. No sólo era por ella, un bebé se gestaba en su interior producto del amor que sentía por aquel hombre y que pensaba era correspondido.

Su belleza se fue transformando, luz empezó a ser emitida de su cuerpo, y todo su poder fue desatado. Desde entonces el mundo sufrió grandes cambios, entre ellos, los dioses abandonaron la tierra dejándola sumida en la miseria y el dolor, llevando consigo la inmortalidad de los humanos, quienes se sumieron en un mundo de muerte y destrucción.

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Bien, este sería el prólogo de la historia Nejihina. Estaría ambientada a un mundo diferente al de Naruto y sería una historia corta.

Los leo (✿◡‿◡)