Epílogo
Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.
"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena
El tiempo había pasado y las cosas poco a poco fueron tomando el orden que debían. Kakashi se había encargado de que a Hinata y su bebé no les faltara nada, desde amor hasta lo más básico. Había sido difícil enfrentar a los dioses que se oponían al regreso de su amada, pero pudo controlar la situación. Sin embargo, la joven diosa no se sentía cómoda rodeada de tantas deidades que en un principio mostraron rechazo hacia ella, por tanto decidieron habitar en la luna y dirigir todo desde allí pues eran los nuevos responsables de reinar la tierra de los dioses. No por nada eran el dios de la noche y la nueva diosa del sol.
— ¿Sabes dónde está Hatsumi? — le preguntó su esposa preocupada por la pequeña cría.
— Debe estar recorriendo los jardines — después de todo a la pequeña joven le gustaba merodear los alrededores.
Hinata había tenido a una hermosa niña la cual decidió nombrar Hatsumi en honor a su padre. Kakashi la había reconocido como propia, debido a que los dioses cuestionaron la procedencia de la chiquilla. Era la descendiente de un alma maldita, eso sin contar que debido a los cambios que experimentó su madre aquella vez habían afectado es aspecto de la niña, y les preocupaba que ese detalle acarreara problemas en un futuro, pues los malos espíritus aún no cesaban en sus intentos de tomar el control de la tierra.
Luego de los sucesos de aquel día, Hinata junto a Kakashi reconstruyeron el daño que esta había causado y en una muestra de misericordia habían bendecido la tierra nuevamente.
Resulta que Sasuke había sido manipulado para llevar a cabo todas las atrocidades que cometió, y aunque eso no lo eximia de su culpa, si le daba el chance a redimirse. Oportunidad que fue dada por su hermano luego de que Tsunade, la diosa de la sanidad, le ayudara a recuperarse.
Después de eso Hinata había procedido a despedirse de Hanabi, quien se quedó como la nueva líder de la tierra del arroz, ayudando a que se convirtiera en una nación tan importante como las otras. Los demás gobernantes habían tomado la noticia de buena manera, apoyando a la joven junto con Hanna, su madre. Gracias a la conexión y el vínculo que conservaban con la diosa, en conjunto, procedieron a construir el templo del sol y la luna, donde se elevaban plegarias y rezos a los dioses.
Todo pintaba de maravilla para la tierra de los humanos, quienes volvían a contar con las bendiciones que los dioses les otorgaban. Pues habían retomado la antigua tradición de compartir conocimientos, iluminando aquellos que podían crear grandes cambios para bien.
Kakashi hizo un último recado antes de partir a su nuevo hogar, había salvado el alma de Neji de la maldición que le habían impuesto. Tomando la energía pura de su ser convirtiéndolo en una estrella que brillaba intensamente sobre el firmamento. Representaba una puerta de entrada para las almas de los humanos para que, cuando estos dieran sus últimos suspiros, pudieran habitar en un mágico mundo más allá de todo lo conocido.
Los años pasaron y Hinata aprendió a amar al apuesto peliplata que se desvivía por hacerla feliz a ella y a su pequeña hija. Aunque nunca podría borrar de su corazón a aquel castaño que significó su primer gran amor. Eran felices, y demostraban el cariño que se tenían cada vez que podían.
— ¿Crees que alguna vez podamos volver a la tierra, Kakashi? — le preguntó, mientras ambos salían al balcón tomados de la mano, disfrutando de la hermosa vista.
— Aún no estamos listos para convivir juntos — le dijo mientras estrechaba el cuerpo de su amada contra el suyo, mientras acariciaba su blanquecina cabellera — Pero tengo fe en que un día podremos... —
Ambos siguieron su plática sin imaginar que la joven Hatsumi utilizaba sus escapadas para admirar el mundo de los humanos como su madre una vez hizo, soñando con todas sus fuerzas pertenecer a aquel magnífico lugar que la llamaba, invitándole a formar parte de él.
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Esto no es un adiós, es un hasta luego (✿◡‿◡)
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