Capítulo 1: Impureza y Deshonra

En 1633, Japón cerro sus fronteras al resto del mundo...

Sus ciudadanos nunca verían una cara blanca, ni ninguna que no fuera japonesa, rondando por sus tierras...

Cualquier niño mestizo que naciera sería considerado menos que un humano...

Sería algo lamentable...

impuro...

monstruoso...

pero en esa época, surgió una leyenda...

de dos espadachines...

de dos espadas...

de dos caminos...

uno de justicia...

y el otro de VENGANZA...

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El aire del gélido invierno soplaba a través de un bosque en la tierra del sol naciente, un viajero caminaba a través del frio y blanco manto de nieve, envuelto una capa azul oscuro y con una kasa de paja sobre su cabeza. Su viaje lo habría llevado a un pequeño pueblo que parecía desolado, pero el viajero se limitó a seguir su camino a través de la aldea. De uno de los callejones, saldría un trio de niños que acecharían al viajero, silenciosamente, corrieron detrás de él y uno de los niños tomaría una roca para arrojársela al hombre, pero a este simplemente le bastó con lanzarles una breve mirada fulminante para que el niño tirara la roca al suelo y se fuera corriendo junto con los otros dos. El viajero no le tomo mayor importancia y retomo su camino. 

Llego hasta un restaurante de soba, tras abrir las puertas shōji, una ráfaga de viento helado levanto el noren, adentrándose en el local, algunos de los comensales dirigieron su mirada al viajero, pero rápidamente le dejaron de dar importancia, mientras que el sujeto del sombrero grande se dirigía a una mesa en la esquina de la habitación. En la cocina del local, se encontraba un hombre alto y rechoncho, de cabeza rapada, y vistiendo un uniforme de chef, pero que además tenía la peculiaridad de carecer de manos, algo que parecía no perjudicarle pues manejaba los utensilios de cocina con gran habilidad.

— ¡Ringo! Hay un cliente. Sombrero grande. — ordeno el dueño del restaurante al cocinero sin manos. Ringo hizo caso y se dirigió a la mesa de la esquina, sentándose junto al viajero de capa azul.

Ringo: Bienvenido, señor. Le traeré un poco de té. No es un buen te, pero está caliente, y usted debe estar helado. También le traeré un pañuelo, porque cuando estoy helado, moqueo demasiado. – mientras seguía divagando, el viajero se limpia la nariz con el dedo índice – Y un gran plato de soba. Hacemos el mejor soba, en serio. Mal te, buena soba, ¿ok? – termino de decir, esperando ahora una respuesta del viajero, quien simplemente se limitó a asentir como gesto de reconocimiento.

Ringo se levanta y tararea mientras se aleja con su bandeja. Mientras caminaba de vuelta a la cocina, seria detenido por un hombre sentado en una mesa al centro de la habitación, acompañado de dos jovencitas.

— ¡Paticorto! ¡Mas fideos, rápido! — le exige a Ringo, a lo que este hace una reverencia y regresa a la cocina cabizbajo — Terminen sus platos. Les pague bien a sus padres por ustedes. Los burdeles me pagaran aún más cuando tengan curvas en su flacos cuerpos campesinos, ¡Coman! — le exclamo ahora a las chicas sentadas a su lado.

Mientras tanto, afuera entre la fría ventisca, otro viajero llegaría al mismo pueblo, montado en un caballo negro, su cuerpo estaba envuelto en una capa verde oscuro, tenía una kasa de paja en su cabeza, pero además de eso, parecía llevar sobre su haori lo que parecía ser un peto Dō, comúnmente usado por los samuráis, y lo más destacable, una máscara de zorro inari cubriendo su rostro.

El viajero enmascarado llego hasta el mismo restaurante y se detuvo en seco, bajo de su caballo, atando sus riendas a un poste y entraría en el local. En ese momento, Ringo saldría de la cocina, cargando una bandeja con tres tazones de soba, pero se percató del viajero de capa verde parado frente a la puerta.

Ringo: ¡Bienvenido, señor! Si gusta, puede sentarse en una mesa a esperar, en un momento estoy con usted. – exclamo llamando la atención del viajero enmascarado.

A lo que este simplemente asintió con la cabeza y se dirigió tranquilamente a una mesa apartada, tras sentarse, sacaría de su capa una flauta shakuhachi, y tras mover ligeramente su mascara lo suficiente para exponer sus labios, comenzaría a tocar melodías para esperar, y de paso, armonizar el ambiente.

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Su presencia llamaría la atención del otro viajero de capa azul, algo en el sujeto con mascara de zorro le daba mala espina. Pero en eso, el cocinero sin manos habría llegado a su mesa y le coloca un tazón de soba enfrente suyo, desviando su atención al ver que Ringo se sentó en la mesa junto a él, esperando impacientemente que diera el primer bocado. Por lo que el hombre del sombrero decidió tomar el tazón y oler primero el contenido, y tras un primer sorbo, comenzó a devorar su platillo con rapidez. 

Ringo: Esta delicioso, ¿cierto? – pregunto con una pequeña sonrisa, a lo que el sujeto responde colocando el tazón en la mesa completamente vacío.

El chef sin manos suelta un suspiro de alivio, realmente le hacía feliz saber que era bueno en lo que hacía. Acto seguido, tomo la bandeja y se levantó, dirigiéndose a la mesa del centro donde se encontraba el hombre junto a las dos mujeres.

— ¡Vaya, al fin! Coman, chicas. ¡Cómanse todo! — le ordeno a las dos jóvenes, tomando a una de ellas por el rostro.

Pero la chica le daría un manotazo en la mano, lo que hizo que golpeara la bandeja y uno de los tazones de soba cayera, derramando todo su contenido sobre el hombre, quien furioso, se levanta y rápidamente le daría una bofetada a Ringo.

— ¿Qué eres? ¿Un perro? — replica enojado, a lo que el dueño del restaurante sale de la cocina — ¡¿Acaso dejas que un perro sirva comida?! — le grita al dueño antes de volverse hacia Ringo.

El dueño del restaurante se ríe nervioso y trataría frenéticamente de calmar la situación.

— Por favor, perdone a mi hijo. — hace una reverencia de disculpa — No pasa un día sin que rompa platos. — lanza una mirada de disgusto al hombre sin manos — Ringo, ¡limpia eso! — ordeno tajantemente.

Ringo: Lo lamento... – fue lo único que pudo decir con sumo arrepentimiento antes de querer alejarse.

Pero apenas intento dar un paso, resbalo sobre los fideos derramados, tirando accidentalmente el ultimo tazón de soba también sobre el hombre.

Ringo: ¡Perdón, perdón! – dijo totalmente apenado, rápidamente comenzó a colocar los tazones caídos en la bandeja.

Pero el hombre había tenido suficiente, y de su haori sacaría una pistola de chispa, la cual apuntaría directamente a Ringo. Los demás comensales en el lugar jadearon sin aliento, las chicas que venían con el hombre se mostrarían asustadas, y aquel viajero de capa azul levantaría la mirada con cierto interés, el lugar fácilmente se hubiera quedado en completo silencio... de no ser porque el viajero de la máscara de zorro no se inmuto para nada, en cambio, siguió tocando su shakuhachi como si la situación que estaba pasando no le importara. Aun con el sonido de la flauta resonando en el lugar, el hombre ahora armado alimento aún más su ego al ver que todas las personas se habían quedado heladas por su arma de fuego.

— Tal vez debería poner a dormir a este perro. — dijo con arrogancia mientras continuaba apuntando su arma contra el chef sin manos.

Ringo: N-no soy un perro... – respondió tembloroso, pero intentando mantener el ceño ligeramente fruncido.

— ¿Acabas de ladrar, perrito? — se ríe de forma egocéntrica — ¿Sabes quién soy yo? Yo soy Hachimon, el tratante de personas, ¡Nadie se mete con Hachi! — pero empezaría a estar harto del sonido constante de flauta resonando — ¡Y más te vale a ti callar esa puta cosa, si no quieres que a ti también te vuele la cabeza! — exclamo furioso, apuntando su arma ahora al viajero de capa verde.

El sujeto de la máscara separo la shakuhachi de sus labios, dejando de tocar, pero una vez el sonido de la flauta cesó, seguiría un ruido fuerte y chirriante que provenía de la esquina de la habitación, era aquel viajero de capa azul quien estaba empujando la mesa para alejarla de él. Tras cesar el ruido, el sujeto del sombrero grande se puso de pie, caminando hacia Hachi y Ringo, interponiéndose en la dirección del arma.

— Impresionante... nunca había visto un arma como esa... — levanto su mirada, revelando unos anteojos teñidos de naranja con marcos redondos, y se acercó lentamente a Hachi — De carga frontal... es obvio que no es una pistola japonesa. – analiza con detenimiento el arma — Es un diseño europeo, ¿no es así? — pregunto con frio interés, a lo que Hachi simplemente respondió apuntado directamente con su arma.

Ante lo que posiblemente estaba a punto de ocurrir, varios de los clientes salieron pavoridos del lugar, exceptuando a aquel viajero enmascarado, quien simplemente volteo la mirada para ser espectador de la escena, en su mente, estaba considerando la idea de intervenir, pero algo le decía que tal vez no iba a ser necesario, mostrando gran interés por ver lo que tenía pensado hacer aquel sujeto de capa azul.

Hachi: Eso la haría... ilegal. – respondió entre risas, apartando su arma.

— Hachimon, el tratante de personas, por supuesto que he oído hablar de ti... nunca te vas de una aldea sin comprar a una de sus hijas. — cuando dijo eso, hizo Hachi mirase de reojo a las chicas con las que estaba sentado — Debes tener amigos importantes para tener un arma como esa... — dijo mientras se acercaba lentamente al tratante.

Hachi: ¿Cómo es que tú sabes tanto sobre mí? – pregunto.

— Tal vez porque he estado siguiéndote. El famoso Hachi con la famosa arma. — respondió mostrando una ligera sonrisa – Me encantaría una pistola así, quiero que me digas quien te la vendió. — afirmo con calma.

Hachi: Hmm... vete a la mierda. – respondió evadiendo la pregunta, y sentándose de nuevo para volver a comer.

No obstante, dicha respuesta no había sido de su agrado.

— Me vas a decir quién te vendió la pistola. — dijo ahora con un tono autoritario, dirigiendo su mano hasta su cintura, revelando una espada que prepararía para desenvainar.

Tras ver el arma al costado del sujeto, Hachi rápidamente se puso de pie y tomo de nuevo su arma, apuntando nuevamente al hombre de anteojos, quien simplemente extendió los brazos. Ringo y el otro extraño enmascarado serían los mayores expectantes del momento, pero este último se habría puesto alerta a la posibilidad de intervenir, llevando una de sus manos a su cintura, revelando también tenía una espada consigo.

Hachi: ¿De verdad vas a poner mi bala contra tu espada? – amenazo con un tono desafiante.

Mientras el hombre retrocedía lentamente, el tratante armado avanzo, aun apuntando su pistola al rostro del viajero, hasta que este último se detuvo en la proximidad de una mesa a sus espaldas, en la que se encontraba un cuchillo santoku de cocina. Acto seguido, el sujeto de capa azul soltó un suspiro y tomo nuevamente la palabra.

— Tu no te mereces mi espada... ni siquiera te mereces este cuchillo. —

Tras decir en las palabras, tomo rápidamente el cuchillo de la mesa el cuchillo de la mesa, pero Hachi de inmediato apretaría el gatillo, disparando contra el viajero, pero este esquivó el disparo sin problema, y en un movimiento audaz, blandiendo el cuchillo de cocina, lanzo un rápido corte. Lo siguiente que se vio fue un líquido rojo volando por el aire y el cañón de la pistola cayendo sobre la mesa, junto con dos de los dedos de Hachi, quien atónito y horrorizado, soltó un grito desgarrador mientras aun brotaba sangre de su mano con ahora solo tres dedos.

El corte había sido tan fugaz que fue impresionante, pero más impresionados estaban Ringo y el extraño de capa verde, quien pese a ocultar su rostro con una máscara, debajo de esta se encontraba igual de asombrado por la habilidad del otro viajero, el cual, por su lado, sujeta con fuerza al tratante y lo inmoviliza contra la mesa.

Hachi: ¡Toma la pistola, si quieres! ¡Quédatela! – exclamo presa del pánico, pero el hombre solo se limitó apuntarle nuevamente con el cuchillo de forma amenazante – ¡No, por favor! – suplicó temiendo por su vida.

No obstante, el hombre no respondió, y en su lugar, clavó el cuchillo a solo unos centímetros de la cabeza de Hachi, pues su verdadera intención era destruir el resto del arma de fuego que se hallaba justo a un lado.

— Es un arma sucia que proviene de un lugar sucio... no la quiero... — dice con el ceño fruncido antes de ponerse de pie y arrastrar al tratante con él — Lo que quiero es saber quién te la vendió, ¡Habla ahora! — exclamo con un tono amenazante.

Hachi: ¡H-Heiji Shindo! ¡Se la compré a Heiji Shindo! – declara con temor.

El sujeto con una máscara de zorro escucho con atención aquella confesión, no solo porque casualmente a él también le interesaba el mismo asunto, sino porque también despertaba su curiosidad sobre cuáles eran las motivaciones aquel hombre de capa azul.

— Heiji Shindo... — murmura para sí mismo — ¿Dónde está Heiji Shindo? — vuelve a interrogar, esta vez con un tono más irritado.

Hachi: ¡No lo sé! D-de verdad, ¡Lo juro! – confiesa desesperadamente.

El hombre de capa azul guardo silencio y solo se limitó a llevar su mano a sus anteojos naranjas para bajarlos ligeramente, revelando unos fríos y penetrantes ojos azules, rasgo que definitivamente no era común en los japoneses, y reflejaba una herencia mestiza. Ringo se quedó boquiabierto cuando aquella revelación cayó sobre la habitación, mientras que la expresión en el rostro de Hachi paso de ser de temor por su propia vida a un profundo asco y disgusto.

Tras ver que su intento de "persuasión" no dio resultados, el hombre empuja a Hachi contra la mesa al no serle de más utilidad, y tras darse media vuelta, estaría dispuesto a marcharse del lugar, pero en ese momento, el tratante volvería a hablar... un grave error.

Hachi: Tu... ¡Bastardo de ojos muertos y mitad demonio! – maldijo poniéndose de pie mientras aún se sujetaba su mano sangrante – ¡Pareces un Onryō! – exclamo mientras señalaba al viajero de forma acusatoria con su otra mano aun intacta.

Dichos insultos llegaron a oídos del hombre enmascarado, quien se conmocionó ligeramente al escuchar como el tratante se refirió al hombre de capa azul, el cual simplemente se detuvo en seco, con una mirada fría pero ligeramente molesta. En respuesta a aquellos insultos, el sujeto de ojos azules desenvaino su espada y, en un movimiento rápido y fluido, se dio la vuelta y le cortó dos dedos más a Hachi, salpicando sangre sobre el noren. Sin decir nada más, el hombre envaina su espada y sale del restaurante, con los gritos y lamentos de dolor del tratante siguiéndolo por detrás.

El sujeto de la máscara se quedó reflexionando por unos minutos ante lo presenciado, y sorpresivamente, soltó una risa para sí mismo en voz baja, seguido de unas ligeras palabras.

— Lo encontré... —

Por su lado, Ringo se quedó completamente impresionado por lo acontecido, y con una mirada de determinación en su rostro, corrió hasta la cocina y comenzó a empacar sus cosas. El viajero enmascarado giro la cabeza en dirección a la cocina y se percató de que Ringo estaba preparándose para partir. Ni corto ni perezoso, el hombre sin manos salió por la puerta shōji hacia el frio exterior y cerró la puerta detrás de él. El sujeto de capa verde suspiro y soltó un nuevo comentario en su resignación.

— Y yo que tenía tantas ganas de probar un buen plato de soba... —

Estaba dispuesto a retirarse, pero por un instante miró de reojo a Hachimon tratando sus recientes amputaciones con ayuda del dueño del restaurante, y tras dirigir su mirada a las chicas que venían con él, supo que no podía irse hasta hacer algo al respecto, aun con el riesgo de perder el rastro de aquel viajero de ojos azules.

Hachi: Mierda... – maldice mientras se cubre sus manos con vendajes.

— ¿H-hay algo más que pueda hacer por usted? — dijo intentando sonar complaciente con el tratante.

Hachi: Al carajo, yo me largo de aquí. – voltea a donde están las chicas – ¡Levanten sus traseros, nos vamos! – exclamo de forma autoritaria.

Las chicas, asustadas, obedecerían sin rechistar y se pondrían de pie. No obstante, una voz interrumpió el momento.

— Espere... —

Era aquel viajero que ocultaba su rostro tras una máscara de zorro, quien se había puesto de pie y de forma tranquila, se acercó al tratante.

Hachi: ¿Y tú que quieres? ¿Y por qué esa mascara? ¿Acaso vas a un festival? – interrogo de forma arrogante.

— Puedes llamarme "Zorro" si lo deseas... aunque eso no es de tu importancia... lo que quisiera es que me respondieras una pregunta... — fue la forma en la que se presentó el viajero.

Hachi: ¿Acaso tú también quieres preguntarme por el arma? Déjame decirte que no tiene caso... – menciono de forma retorica, aunque con cierta incertidumbre, pero sería interrumpido por el viajero.

"Zorro": Pensaba hacerlo... pero por lo visto, alguien se me adelanto – menciono entre una ligera risa – No... quiero preguntarte otra cosa, por lo que escuche, esa arma se la compraste a Heiji Shindo, ¿no es así? – añadió con curiosidad.

Hachi: Si... pero si acaso lograste escuchar eso, me habrás oído decir también que no sé dónde está... así que si no tienes otra cosa que preguntarme... te pido de favor que te vayas al carajo. –

No obstante, apenas termino de soltar ese insulto, fue tomado de las prendas por el viajero enmascarado, el cual lo inmovilizó contra una columna de madera.

"Zorro": Aun cuando te dejaron con vida por un simple milagro... tienes el descaro de comportarte como un arrogante pedazo de basura... – añadió cambiando su tono de voz tranquilo a uno amenazante.

Hachi: ¿Q-que quieres de mí? – pregunto nuevamente como presa del pánico.

"Zorro": Lo que quiero es que me corrobores una información que escuche y necesito estar seguro de su veracidad... Cuando le compraste esa arma a Heiji Shindo... ¿De casualidad estaba con él un hombre que tenía el rostro de un demonio? Alguien con una máscara como la mía, pero que tiene forma de Oni. – soltó su interrogante de forma tajante.

Hachi: ¿D-dijiste un hombre con el rostro de un demonio? – enfatizó la cuestión.

"Zorro": Así es, ¿tú sabes si es verdad? – confirmo, esperando una respuesta.

Hachi: ... El único demonio que he visto en mi vida es ese maldito Onryō de ojos muertos. – añadió con amargura.

"Zorro": Ya veo, no sabes nada... que desperdicio. – dijo con una notable desilusión y molestia.

El tratante pensaba que el viajero lo dejaría ir, no obstante, este no dejaba de mantenerlo contra la columna, y en su lugar, se llevó una mano a la cintura, para luego sacarla y revelar una espada ninjatō que acercaría al rostro de Hachi, el cual se horrorizo ante tal arma de acero afilado.

Hachi: P-por favor, no me lastimes, te daré lo que me pidas... – suplicaba por su vida, a lo que vio a las jóvenes que venían consigo – Si quieres te puedo dar a esas dos chicas, serán todas tuyas si eso quieres. – propuso intentando sobornar al viajero, a lo que las jóvenes se asustaron ante tal propuesta dada por el tratante.

El hombre enmascarado volteo por un segundo para ver a las jóvenes, pero como su máscara ocultaba cualquier tipo de rasgo facial, la incertidumbre de cuál era la expresión detrás de la máscara causaba cierta inquietud y misterio sobre lo que rondaba por su mente, no obstante, rápidamente volteo a ver a Hachi y dio su veredicto.

— Lo único que yo quiero... es justicia... —

El tono amenazante con el que dijo tales palabras heló por completo a Hachi, y en un acto de fría crueldad, tomó con firmeza su sable y cortó con precisión el cuello del bastardo, nuevamente la sangre volvió a derramarse en el lugar, pero esta vez era seguro que el tratante de personas jamás volvería a ver el amanecer de un nuevo día. Tras dejar caer el cuerpo sin vida de Hachi, el viajero enmascarado dirigió su mirada inexpresiva a las dos jóvenes que estaban bajo el yugo del ahora difunto tratante. Las dos jóvenes se mostrarían aterrorizadas tras el acto homicida causado por el viajero, no obstante, este simplemente se limitó a envainar su sable y levantar sus manos en un intento de tranquilizarlas.

"Zorro": Váyanse a casa, ya son libres... – proclamo con un tono más relajado, lo que genero cierto beneficio de la duda en las jóvenes – Si lo necesitan, pueden llevarse mi caballo, esta afuera, ustedes lo necesitan más que yo. – ofreció generosamente.

Tras darse cuenta de que el hombre enmascarado realmente las había liberado, una de las chicas corrió a abrazarlo como señal de profundo agradecimiento, "Zorro" simplemente no supo cómo reaccionar, y solo se limitó a dejar que la chica lo abrazara sin corresponderlo realmente, tras un fugaz instante, el viajero se apartó y puso su mano en el hombro de la chica.

"Zorro": Solo vuelvan con sus padres, háganlo antes de que anochezca. – añadió en señal de despedida.

Las jóvenes asintieron y salieron del local, haciendo caso al viajero, tomaron el caballo del viajero y partieron de regreso con sus padres. Seguido a ello, el hombre enmascarado abandonó el local y, como ya lo había anticipado, había perdido todo rastro de aquel espadachín de ojos azules, incluso las huellas que pudieron haberle servido para seguir su camino ya habían sido tapadas por la nieve cayendo y la ventisca soplando.

¿Acaso el viajero tan siquiera se trataba de la persona que él creía que era? ¿Qué podría querer ese viajero de Heiji Shindo? ¿Lo estaba buscando por la misma razón que él? Eran algunas preguntas que rondaron por la mente de "Zorro". Al instante, intuyo que, si el espadachín de ojos azules estaba buscando el paradero de Heiji Shindo, el único lugar donde podría encontrar respuestas de forma certera seria mediante su hermano, el cual fungía como maestro del Dojo Shindo, ubicado en Kioto.

Por lo que decidió emprender la ruta hacia dicho destino, con suerte, se encontraría al viajero de capa azul, y de no ser el caso, eso no le impediría seguir con su propio objetivo.

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Por su lado, el viajero de ascendencia mestiza caminaba por una colina nevada, dejando un rastro de huellas tras de sí. Su viaje lo haría recorrer a través de un bosque de bambú envuelto por la manta invernal, donde las hojas estaban tan congeladas que cuando chocaban si por la corriente de viento, producían un tintineo similar al de un Fūrin (campana de viento).

Pero en eso, el viajero se percató de un ruido inusual en el ambiente, al instante se detuvo y volteo la cabeza para buscar el origen del sonido, el cual resultaba ser un tarareo, producido por Ringo, quien caminaba rebosante hacia su dirección, parecía estar abundante de confianza y dicha que no se fijaba por donde iba, pero para cuando el hombre rechoncho abrió los ojos para ver su camino, se detuvo en seco a solo unos centímetros de la punta de la katana del viajero.

Ringo: ¡Te encontré! – exclamo alegre tras alcanzar al viajero – Nunca te hubiera alcanzado siguiendo el camino, pero conozco este atajo porque cuando fuimos a Izushi en mi séptimo cumpleaños, fui al baño y me perdí. Dormí con una familia de tanukis por tres días, comiendo solo hojas y bichos, y logré conocer el bosque muy, muy bien, así que... – termino de divagar, mostrando una sonrisa expectante.

— Ve a casa... — fue la única respuesta que tuvo por parte del viajero, el cual solo se limitó a envainar su espada y continuar su camino, alejándose del hombre sin manos.

Ringo: ¡Odio mi casa! – replico como un pequeño niño quejumbroso, y comenzó a ir detrás del viajero – Por favor, no he hecho nada bien en toda mi vida, pero ahora... sé lo que tengo que hacer: Ser un samurái, como tú. Por favor, déjame ser tu aprendiz, ¡haré lo que sea! – suplicaba mientras caminaba a un lado del espadachín de ojos azules.

Pero el viajero de capa azul simplemente se detuvo en seco, soltó un profundo suspiro y se limitó a mirar con una expresión fría al cocinero rechoncho.

— Una brisa puede hacer que una grulla se desvié del camino... pero tú, eres un tifón... — fueron las palabras del viajero antes de seguir caminando y dejar atrás a Ringo.

Mientras seguía avanzando, escucho unos pasos que se acercaban rápidamente antes de que Ringo se interpusiera en su camino, poniéndose de rodillas a modo de súplica.

Ringo: ¡Por favor! Soy fuerte, puedo cargar tus cosas, comerás el mejor soba del mundo todos los días, y haré todo lo que me pidas... maestro, haré cualquier cosa para poder ser como tú. – suplico suavemente mientras aun miraba al viajero desde el suelo.

— ¿Cómo yo? — cuestiono de forma interrogante.

Ringo: Eres deforme... pero eres fuerte. – añadió mientras denotaba sus brazos ausentes de manos.

A lo que el viajero lo miro pensativo por unos segundos antes de que una idea apareciera en su cabeza...

Pasados unos minutos, Ringo estaba atado al tronco de un árbol, con sus cosas a una distancia fuera de su alcance, trato de forcejear para liberarse de sus ataduras, pero las cuerdas mostraban suma resistencia, tras luchar inútilmente por un rato, soltó un ligero suspiro de derrota, pero al instante optó por pasar el tiempo tarareando felizmente. Sin embargo, no pasaría mucho cuando aquel otro viajero enmascarado pasó por la zona, sintiéndose atraído por el sonido producido por Ringo. Tras acercarse al árbol, pudo ver mejor la situación del hombre sin manos.

"Zorro": Disculpa, ¿has visto a un hombre pasar por aquí? Lleva anteojos, viste de azul y tiene un kasa en la cabeza parecido al mío. – interrogo al sujeto rechoncho atado al árbol.

Ringo: Uh... ¿lo conoces o algo así? – pregunto dudoso, y respondiendo indirectamente a la previa cuestión con una afirmación.

"Zorro": Eso es asunto mío, ¿sabes a donde se fue? – respondió con firmeza negándose a dar explicaciones con un desconocido, aunque su actitud criptica levantaría la desconfianza del hombre sin manos.

Ringo: Bueno... no pienso discutir eso... pero... – mira de reojo que el viajero frente suyo estaba armado – desconozco tus intenciones con él... y realmente, no me das muy buena espina... – menciono algo nervioso al estar indefenso, pero tratando de sonar osado.

"Zorro": Considerando tu situación... será más fácil para los dos que me lo digas. – volvió a hablar, esta vez con un tono más intimidatorio.

Ringo: No... puedo... ese samurái es... bueno, yo... le tengo mucha admiración... y me desagradaría... que le quieras hacer daño... – decía lleno de pavor por dentro, pero su determinación era mucho más dominante – A-así que intenta todo lo que quieras conmigo, ¡no te diré que se fue al este! – por desgracia, si algo era mas grande que su valor, era su boca.

"Zorro": ... muchas gracias por tu ayuda. – respondió haciendo una leve reverencia, para después darse media vuelta e ir en la dirección indicada.

Ringo desesperadamente volvería a forcejear, tratando de librarse de las ataduras que lo tenían pegado al árbol, no obstante, no habría mucha diferencia con su intento anterior, y nuevamente, sus esfuerzos serian infructuosos. Aun así, el viajero enmascarado voltearía la cabeza para mirar a la situación del hombre sin manos, y en un movimiento audaz, le lanzo un pequeño cuchillo a una distancia muy cercana de sus pies.

"Zorro": Usa eso para liberarte y vuelve a casa... – dijo señalando al cuchillo – Te recomiendo hacerlo rápido si no quieres que caiga la noche... he oído que los lobos cazan por estos bosques. – añadió como punto final antes de volver a darle la espalda a Ringo y continuar con su camino al este sin mirar atrás.

Ringo no tuvo de otra más que usar sus pies para intentar alcanzar el cuchillo cerca suyo, estiro sus piernas tanto como sus ataduras se lo permitían, logrando alcanzar a tocar el cuchillo, no obstante, en lugar de acercarlo a su dirección, accidentalmente lo termino empujando más lejos, con menos posibilidades de alcanzarlo.

Ringo: ... esto va a tomar un rato. – comento con una ligera risa nerviosa.

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Por parte del espadachín mestizo, este había recorrido una distancia considerable, cuando en su camino, se detuvo al pasar cerca de un santuario sintoísta. Haciendo una breve parada, se adentraría en el interior del sagrado lugar, sentándose sobre sus rodillas en una almohada de oración, quitándose su kasa y, tras mirar hacia atrás para verificar su soledad, también se removería sus gafas, exponiendo nuevamente sus ojos azules.

Golpeo una varilla de metal con un martillo hasta que se quemara lo suficiente para quemar una varilla de incienso, tras encender el incienso, coloco la varilla en el quemador antes de juntar sus manos para rezar.

— Para un hombre perdido en la oscuridad, un ascua ilumina el camino. Gracias por mi ascua. Estuve perdida sin rumbo mucho tiempo. Por favor, que la luz de esta ascua ilumine mi camino a Heiji Shindo hacia los hombres que busco... —

Mientras recitaba su oración, se remango la manga de su guantelete, mostrando un tatuaje de X con un punto en la parte inferior.

— Por favor, guía mis pasos hasta encontrarlos. Por favor, dame la fuerza para matarlos... o déjame morir... —

Un semblante de determinación se reflejó en sus ojos azules, la varilla de incienso soltó un pequeño chisporroteo, y el viajero dirigió la mirada hacia arriba, tras mirar por unos instantes el hilo de humo ascendente, su expresión se suavizo con una apacible sonrisa.

— Por favor, protege a Padrespada del tiempo y el daño. —

Finalizo su oración con un tono más calmado y esperanzador, algo que para el viajero era un lujo muy raro de disfrutar. No obstante, la sensación de calma que sentía se disipo cuando un presentimiento recorrió su espalda como el frio abrazo de un yōkai, al instante supo la razón de esa sensación, su soledad había sido rota.

— No sé qué buscas obtener de mi... pero sea lo que sea, no tengo nada que ver contigo... — replico el viajero mestizo con una voz firme, poniéndose de pie y dándose media vuelta para ver al receptor de dichas palabras, aquel viajero bajo la máscara de un zorro.

"Zorro": Fue muy grosero atar al hombre de soba a un árbol... supongo que fuiste tu quien lo hizo... Mizu. – fueron las palabras que uso como respuesta.

Los ojos azules del espadachín se ensancharon como platos al escuchar que el enmascarado sabia su nombre. En menos de un instante, el mestizo había salido del santuario, estando a solo un par de metros del otro viajero. La tensión en el ambiente se había intensificado cuando ambos espadachines se miraron cara a cara.

Mizu: ... ¿Cómo sabes mi nombre? – interrogo con un tono tan cortante como un cuchillo, mientras que comenzaba a dirigir su mano a su katana, preparándose para desenvainarla.

"Zorro": No necesitas sacar tu espada, no pretendo hacerte daño. – señala con la mirada en la espada del mestizo.

Mizu: No tengo idea de quién eres, ni de cómo me conoces, ¿Qué te hace pensar que te voy a creer? – cuestiono escéptico mientras se ponía en posición defensiva, sacando su espada y apuntando su filo en dirección al viajero enmascarado.

"Zorro": Si realmente quisiera hacerte daño, lo habría hecho desde que te vi en el restaurante... por cierto, fuiste imprudente al dejar a la escoria de Hachimon con vida... pero no te preocupes, ya me hice cargo de terminar el trabajo que tu no hiciste... – añadió con un tono sarcástico.

Pero a eso, Mizu solo respondió acercando más el filo de su espada al cuello del hombre enmascarado, este no retrocedió, más si levanto sus manos en señal de paz.

Mizu: Me vas a decir quién eres... ahora. – amenazo con un tono seco y con toda la intención de defenderse contra el viajero si intentaba cualquier mínimo movimiento.

No obstante, la única respuesta que tuvo de parte del hombre enmascarado fue una ligera risa para sí mismo, cosa que inundo al mestizo de recelo y confusión.

"Zorro": Je... veo que no has cambiado nada... "Ojos del rio". – menciono cándido a lo que el espadachín mestizo se mostró nuevamente consternado.

Una abatible sensación recorrió su espalda, y los recuerdos cayeron a su mente como lo harían las gotas de agua en un día lluvioso. En ese mismo momento, el viajero frente suyo procedió a remover su mascara, exponiendo un rostro bien parecido, el cual Mizu reconoció al instante pese al pasar de los años.

Mizu: Oh... Zenko, eres tú. – dijo reduciendo su tono a uno completamente apático, mientras envainaba de nuevo su espada, aunque por un instante, fallo al tratar de meter su espada de vuelta en la vaina.

No lo admitía en ese momento, pero realmente le había conmocionado la presencia del hombre frente suyo, detrás de sus anteojos, sus ojos azules estaban comenzando a ponerse cristalinos y ligeramente inquietos.

Zenko: ¿Eh? Después de tanto tiempo, ¿Así es como reaccionas al ver a un viejo amigo? – respondió levemente disgustado ante la falta de reacción de su camarada frente suyo.

Mizu: Lo siento... es solo que... – no supo cómo mediar sus palabras, hasta que soltó un leve suspiro – Es un gusto verte de nuevo, Zenko. – respondió con una tenue sonrisa, aunque manteniendo su semblante serio.

A lo que el hombre de verde respondió con una leve referencia, y una sonrisa en el rostro mucho más cálida que la de su compañero, a lo que este respondió con la misma reverencia y Zenko sería el siguiente en tomar la palabra.

— Creo que tenemos mucho de lo que debemos hablar, viejo amigo... —

>< >< • 過 • >< ><

La lluvia caía a cantaros a mitad de la noche en un pueblo pesquero, los pasos descalzos de un niño resonaban en frenéticos chapoteos producto de la tierra convertida en lodo, y su respiración agitada se mezclaba con la ventisca húmeda. Su huida lo llevo a esconderse en un callejón, detrás de unas cajas de manera. Mientras recuperaba el aliento, asomo su cabeza, cubierta por una máscara improvisada que ocultaba sus ojos, con la esperanza de haber perdido a sus perseguidores.

Hablando de estos, se trataban de cinco niños, armados con piedras y palos, el joven al frente, que fungía como líder, se percató de como las huellas que había dejado el niño fugitivo se dirigían al callejón, lo que dibujo una macabra sonrisa en su rostro. Como si soltara una jauría de perros rabiosos, señaló a sus compañeros para que fueran tras su presa.

Al cabo de un instante, el niño del rostro oculto tuvo que salir de su escondite tras ser descubierto, siendo perseguido por el grupo de niños incesantemente por todo el pueblo hasta las afueras de este, y, aun así, sus acosadores no tenían intenciones de detenerse, siguieron tras su pobre victima por todo un sendero en subida hasta una colina. Finalmente, el niño perseguido se vio forzado a detenerse en seco al borde de un acantilado, mirando hacia el fondo que terminaba donde empezaba el océano.

— ¿Te quieres ir? — fueron las palabras del líder del grupo de acosadores, quienes ahora tenían acorralado al joven enmascarado. — Pues adelante... solo salta. — añadió con una macabra sonrisa, incitando al niño a saltar a su evidente muerte.

El niño retrocedió ligeramente, mirando de reojo hacia el borde del acantilado, contemplando las olas golpeando contra la ladera de la montaña.

— ¿Creías que podrías enfrentarnos? — tomo la palabra otro de los niños del grupo. — ¿Tan solo siendo un huérfano? — añadió apuntando con su bastón de madera a su víctima al borde del risco.

— Yo sé perfectamente lo que eres... — dijo ahora el líder del grupo de abusones. — Yo sé que la zorra de tu madre se suicidó porque tu padre es un demonio blanco, ¿no es así? — agrego, acercándose lentamente con cada palabra.

El joven mestizo simplemente se limitó a mantener una mirada llena de rabia ante aquellas palabras tan crueles, seguidas de las risas cínicas de los otros niños. No obstante, antes de que alguno de los dos lados hiciera algo contra el otro, una voz ajena interrumpió la escena.

— ¡Oigan! ¡Déjenlo en paz! — se escuchó para que, posteriormente, un niño bien vestido se interpusiera entre el chico mestizo y sus agresores.

— Estas cometiendo un grave error al defender a ese engendro... — respondió el líder de los abusones.

— El único error que vi fue a ustedes persiguiendo por todo Kohama a este niño que no les hizo nada. — volvió a hablar el defensor, señalando a la víctima detrás suyo. — ¿Acaso solo lo hacen porque ustedes son mayoría? Veamos si siguen sintiéndose tan grandes ahora que no está solo. — añadió con un tono desafiante.

— Oh, ¿Qué harás? — dijo el líder de los hostigadores, restándole importancia a las palabras del niño frente suyo y acercándose lentamente a este.

En un movimiento atrevido, el abusón trato de darle un derechazo al defensor del joven mestizo, no obstante, este reacciono de forma audaz, esquivando el golpe y contratacando con un fuerte gancho que hizo al bravucón caer contra el suelo fangoso, tras recuperarse de aquel golpe, el hostigador se tocaría el rostro, viendo como un líquido rojo comenzaba a brotar de su boca, producto de su labio recién partido.

— Veo que ya no eres tan rudo con la boca llena de sangre. — añadió el defensor mirando hacia abajo con orgullo.

El líder de los hostigadores se llenaría de rabia por ello y al instante se pondría de pie, dispuesto a volver a atacar, no obstante, pudo ver finalmente con claridad al joven frente suyo, percatándose de que, en el lado derecho de su kimono, portaba un kamon que se le hizo bastante conocido, de un momento a otro, la expresión en el rostro del abusón perdió todo rastro de arrogancia e ira, y fue reemplazada por una impotencia y rabia. Y simplemente se limitó a lanzar las siguientes palabras en forma de murmullo.

— Si tu padre se entera que estas defendiendo a este perro... le traerás deshonra a tu familia. — dijo con un tono amargo al defensor del joven mestizo.

Después de eso, simplemente le hizo una señal a su grupo de seguidores para que se retiraran del lugar, al darse cuenta de lo que estaba pasando, ellos también sabrían que no era correcto meterse con ese niño si es que no querían tener líos con su padre... y, por ende, con su clan.

Una vez los hostigadores se retiraron, el niño dirigió su mirada hacia el joven mestizo, aunque este desconocía dicha condición.

— Oye, ¿estas bien? — pregunto mostrando preocupación ante la victima de acoso a la que había salvado.

— E-estoy bien... — respondió tartamudeando mientras le daba la espalda para que no lo viera a los ojos, obviamente temía que, si defensor se enterara de lo que era, se arrepintiera de haberlo protegido y se pusiera en su contra como todos los demás.

— Hey, es de mala educación no mirar a las personas cuando te hablan. — añadió con un tono ligeramente irritado.

El joven mestizo se sintió algo nervioso, indeciso sobre si debía darse media vuelta, pero el niño había estado dispuesto a defenderlo, algo que nadie había hecho por él en su vida, eso le hizo dar un poco del beneficio de la duda y se dio la vuelta para mirar a su salvador, aunque en parte esperaba que la máscara improvisada llevaba puesta le impidiera a este ver su verdadera naturaleza.

— ¿Por qué tienes esa cosa en el rostro? — cuestiono señalando la máscara del mestizo. — ¿Puedo ver que escondes? — añadió mostrando curiosidad.

— P-preferiría que no... — susurro mostrando pavor e incertidumbre.

— Vamos, confía en mi... yo no muerdo... — reacciono incentivando a que el niño frente suyo se quitara la máscara.

A lo que este, sin saber cómo reaccionar, no tuvo más remedio que acceder, sus manos temblaban, pero, aun así, se removió ligeramente la máscara de su rostro, una vez hecho, revelo sus ojos azules como el agua de un rio al niño frente suyo. Los ojos del joven mestizo comenzaron a tornarse cristalinos y sumamente inquietos. Tras revelar su naturaleza mitad blanca, ya podía esperar la peor de las reacciones.

— Oye... ¿acaso eres un regalo del cielo? ¿Por qué tus ojos son así de azules? — cuestiono producto de la confusión y la ignorancia.

El niño mestizo trato de ocultarlo con un desconcierto más que justificado ante la inesperada reacción que recibió, pero esas palabras lo habían ruborizado ligeramente.

— Por cierto, me llamo Zenko, ¿tu cómo te llamas? — se presentó el niño frente suyo esperando una respuesta del joven mestizo.

A lo que este, supuso que podía confiar en él, lo había salvado de sus agresores, y era la primera persona, incluso contando a su madre, que no había visto sus ojos azules como algo negativo, algo que era fácil saber porque su madre le había dicho que aquellos que vieran sus ojos azules, al instante lo verían como menos que un humano, lo verían como algo monstruoso, algo que por experiencia podía dar por sentado, pero el niño frente suyo era diferente. Y en un ligero susurro, respondió.

— M-mi nombre es... Mizu... —

>< >< • 現 • >< ><

La mirada de ambos viajeros estaba puesta en una pequeña fogata en medio de ellos. Pasadas unas horas, la noche había caído y aunque no pensaban desperdiciarla acampando hasta el amanecer, habían aprovechado para tomar un ligero descanso antes de continuar con su viaje. Hablando de este, tanto Zenko como Mizu habían aprovechado su reencuentro para ponerse al día, y saber lo que había sido de cada uno en esos años en los que el otro había estado ausente.

No obstante, más que ser una experiencia agradable, saber lo que vivió el otro en su ausencia fue algo más agrio de lo que habían imaginado para cada uno. Por un lado, Zenko tenía cierta frustración e impotencia al no haber estado con Mizu en esos años en los que su amigo lo necesitaba más que nunca, mientras que Mizu, por su lado, también sentía cierto desasosiego que evitaba mostrar, pero que era persistente en su interior, pues cuando se había reencontrado con Zenko, no esperaba que este también tuviera una historia llena de decepción, rabia y dolor por contar. El silencio entre ambos paso de volver el ambiente tenso en uno incomodo, hasta que fue Zenko quien decidió romper el hielo.

Zenko: Entonces... ¿has decidido finalmente ir tras esos cuatro hombres blancos como lo habías jurado? – cuestiono sintiéndose un poco torpe, pues más que una pregunta, estaba recalcando lo obvio.

Mizu: Tres... uno ya está muerto. – respondió con una voz seca.

Zenko: Ya veo... por eso también buscas a Heiji Shindo, todo esto no es por él en sí, sino a donde te lleva... a uno de esos hombres... – añadió en respuesta – ¿Sabes? Es curioso que menciones eso, porque quería proponerte algo... – dijo con un tono más animado, algo a lo que el mestizo respondió levantando su mirada con interés – Que los vientos del destino hayan hecho que nuestros caminos se cruzaran no debe ser una coincidencia, así que te propongo que este camino lo recorramos juntos de ahora en adelante. – propuso, haciendo que Mizu arqueara una ceja.

Mizu: ¿Dices que nos ayudemos mutuamente? – cuestiono, a lo que Zenko asintió – Con todo respeto, aunque nuestro encuentro haya sido algo de lo que no me arrepiento, tengo una misión, y no tiene nada que ver contigo. – respondió en negativa a la propuesta.

Zenko: Yo no estaría tan seguro de eso, como me dijiste, Heiji Shindo te conduce al hombre blanco con el que esta confabulado, pero yo también voy tras su rastro, y no por coincidencia, sino porque Shindo también me llevara a mi propio objetivo... supongo que al igual que yo, te diriges a Kioto, todo el mundo sabe que su hermano es el maestro del dojo de la ciudad, así que, aun si cada uno tiene una misión diferente, seria conveniente que nos ayudemos mutuamente, ahora que nuestro camino va en la misma dirección una vez más. – volvió a mencionar, esta vez siendo más persuasivo.

Aun así, sus palabras parecían haber disgustado al mestizo, quien se había puesto de pie, con la intención de seguir con su camino, aun con oscuridad la noche persistiendo en el cielo.

Mizu: Lo siento, pero esto es algo que debo hacer por mi cuenta, no necesito ayuda. – refuto con una voz serena y sensata, aunque sus palabras habían sido muy cortantes para Zenko

Tras haber dicho eso, Mizu se daría media vuelta y comenzaría a caminar, tomando cada vez mas distancia del otro viajero, a lo que Zenko se puso de pie en un instante.

Zenko: Yo sé que no me necesitas, y no te ofrezco mi ayuda por eso... lo hago porque, ahora que nuestros caminos van en direcciones paralelas, quiero asegurarme de que nada malo te pase y tengas éxito en tu venganza. Aunque tu tengas tu propia meta y yo tenga la mía, no pienso dejarte solo otra vez... ya mi padre una vez intento alejarme de mi mejor amigo, y sabes que no lo logro, pero no quiero que ahora sea ese mejor amigo quien intente alejarme de él... – hablo con el corazón en la mano, mostrando la sinceridad absoluta en sus palabras.

Esto hizo que Mizu se detuviera en seco, aquellas palabras de su viejo amigo le habían pesado, y aunque seguía dándole la espalda a Zenko, una expresión de melancolía se dibujó en el rostro de mestizo. No obstante, tras unos instantes con los pies estáticos sobre la nieve, Mizu retomo su caminar sin decir una sola palabra, esto le hizo pensar a Zenko que tal vez, aun con aquella muestra de aprecio y preocupación, su amigo mestizo no había cedido a su propuesta.

No obstante, cuando Zenko estaba apagando la fogata con un semblante de resignación, Mizu se dio media vuelta y le dirigió la siguiente cuestión:

— ... ¿Vas a venir o no? —

Esto llamo la atención de Zenko, al instante intuyo que su amigo había aceptado su propuesta de unir fuerzas, lo cual era afirmativo, y sin tiempo que perder, el viajero de verde avanzaría a paso veloz hasta estar a un lado de su viejo mejor amigo de la infancia, y ahora su nuevo compañero de viaje.

Zenko: Sabia que no te resistirías a mis encantos. Soy bastante persuasivo cuando me lo propongo. – dijo en un tono sarcástico y burlón.

Mizu: Relájate, solo acepto tu compañía porque tienes un punto, de un modo u otro, no tiene caso separarse a este punto si nuestros caminos están alineados. – dijo de forma sensata y recatada, tratando de bajar a Zenko de la nube.

Aunque tras terminar de decir esas palabras, sus labios moldearon una ligera sonrisa, en el fondo, el mestizo extrañaba la actitud optimista de su primer amigo y la primer persona que lo había aceptado.

Zenko: Por cierto, esa espada que tienes... – señala la vaina que Mizu llevaba en su cintura – Es un verdadero trabajo de calidad, no cabe duda de que el talento del Maestro Eiji con la forja es incuestionable, que te haya hecho una espada tan majestuosa como esa demuestra el buen hombre que fue contigo. – menciono con un tono de admiración.

Mizu: Si, claro que lo es, un buen hombre... – añadió con un tono nostálgico y una mirada complacida al horizonte.

Así, ambos viajeros continuaron su camino bajo la luz de las estrellas, mientras que en la mente del mestizo rondaban aquellas memorias de su viejo mentor que lo acogió cuando no tenía un lugar al que llamar "hogar", y le dio a su vida una sensación de estructura, refugio y habilidades de las que carecía antes.

¤¤¤¤¤¤¤ Fin del Capítulo ¤¤¤¤¤¤¤

Bueno amigos, espero que les haya gustado el inicio de este nuevo fanfic, basado en la serie de "Blue Eye Samurai" de Netflix, una serie que descubrí gracias a una pagina de Facebook sobre series animadas y que me termino enganchando. Me di cuenta que, luego de jugar Ghost of Tsushima, interesarme por Sekiro y luego ver esa serie, el Japón Feudal y los samurái se ha convertido en mi genero de época favorito. También, como los capítulos son de casi una hora, decidí dividir los sucesos para que les sea mas fácil la lectura.

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