♯₀₀₄┊MICHAEL KAISER‧ ミヒャエル カイザー

.˚₊*̥✧⊹˚✩-MICHAEL KAISER-‧✩˚₊*̥✧⊹˚
ミヒャエル カイザー

┊☆ [headcanon]┊posesivo y obsesivo
┊☆ [ tw: ninguna]┊☆ [parte I]



Estás en el lobby de uno de los mejores hoteles del país, sostienes una iPad, y caminas alado de un Ukraniano aficionado a hombres detrás de un balón, un pez gordo, el segundo hombre ridículamente más rico del mundo.

Llevas un año trabajando para él, eres más que su intérprete, eres casi su mano derecha, y todo gracias por ser políglota.

—Señor, su invitado ya llegó, está en esta parte—una joven del hotel te dice, y le pasas el mensaje al Ukraniano y él sonríe.

—Vamos a festejar con el contrato que cerraremos— te dijo con una sonrisa.

Suspiraste, habías escuchado sobre una liga neoegoista de algo llamado Blue lock, y todos los peces gordos estaban desesperados por conseguir al mejor, justo cómo niños mimados eligiendo juguetes. Desde que dejaste el mundo del fútbol, ya no te interesa ni te emociona, prefieres concentrarte en el ahora.

Entraron, primero el Ukraniano y sus guardaespaldas y después tú, él señor estaba tan emocionado de conocer un jugador que le gustó para patrocinar.
Viste el lugar, colocandote alado de la puerta esperando que el señor te diera la indicación para acercarte.

Mirabas tu iPad viendo horas libres para poder ir a comprar algo para tus hermanos, hasta que escuchaste.

verbannte Königin, endlich finde ich dich -
"Reina desterrada, por fin te encuentro", un estúpido acento alemán que reconociste, alzaste la mirada.

Frunciste el ceño, Michael Kaiser vestía traje, se acercó a ti con los brazos extendidos ignorando por completo al Ukraniano.

—¿Cómo has estado? Por Dios no me mires así que siento que me excitó—Kaiser te tomó del mentón, alzando tu barbilla.

—¿QUÉ ESTA PASANDO? dile que yo estoy aquí - el Ukraniano te dijo gritando.

—idiota dice que si no le haces caso no te va a patrocinar - diste un paso atrás alejado su mano de Kaiser de un manotazo.

-Dile fick dich Opa - dijo sonriendo mirándote de arriba a abajo, con la vulgaridad de esos ojos azules.

-Me confundió con alguien, dice que un momento -le dijiste al señor. El refuño y volviste en Kaiser.

—No le diré que se joda abuelo, es mi jefe, usa tu cerebro, puede desaparecerte con sólo chasquear los dedos—diste un paso enfrente y lo tomaste del saco acercándolo más a ti hablándole con rudeza—hazte un favor, estúpido.

Lo soltaste y caminaste para el Ukraniano.
Viste cómo sonrió, te siguió y fue a saludarlo.

-Dile que me alegra conocerlo en persona y que quisiera que se uniera a mi -el Ukraniano te dijo.

-Unete a él, hay más ceros en su cuenta bancaria de los que puedas contar -le dijiste a Kaiser sería.

Kaiser ladeó la cara -Tengamos una cita tú y yo y veré el contrato - dijo alzando una botella de champagne.

El Ukraniano volteo a verte muy feliz, ante la respuesta alegré de Kaiser pero sin entender.

-¿Qué dijo niña? -el viejo te miraba ilusionado.

Obviamente no podías decirle eso, pero tampoco querías perder tu trabajo, porque es lógico que el Ukraniano te obligará a salir con él, sólo para tener su juguete.

-Verá el contrato, espera que le interese -le dijiste sonriendo, dándole una falsa ilusión al Ukraniano.

-Dile que espero que haya alguna forma de convencerlo - el Ukraniano lo miro acercando una copa para servirse champagne.

Miraste a Kaiser, apretaste los dientes, estabas acorralada, cualquier situación que imaginarás acababa de la misma forma, mordiste tu labio.

-Kaiser no saldré contigo, sólo acepta el puto contrato y déjame en paz - te sinceraste al rubio, te miro sonriendo hacia abajo.

-Te di la opción por las buenas verbannte Königin - Kaiser se sacó un articular del oído.

Y se lo dió al Ukraniano, abriste los ojos; una nueva tecnología que ponía en riesgo tu trabajo los prototipos de la compañía Mikage, los cuales traducen al instante tanto al receptor cómo el emisor. Apretaste tus puños, ese hijo de puta había entendido todo y sólo quería escuchar lo que le decías al Ukraniano. Te acorraló.

-Señor, quiero una cita con su asistente-kaiser te señaló y el Ukraniano abrió los ojos al entender al rubio sólo con el articular, te miro sonriendo.

-Por su puesto que aceptará, cuan- interrumpiste al Ukraniano.

—Señor mi contrató no estable relacionarme con sus propiedades o entrometerme- te paraste derecha y pusiste el iPad en la mesa.

—Pido mi renuncia- le dijiste al Ukraniano pero mirando a Kaiser ladeaste una sonrisa—me retiró.

Sentiste un escalofrío cuando Kaiser te miró cómo si esperará esa respuesta, les distes la espalda y saliste de ahí.

Te dolió tomar esa decisión, todo tu trabajo a la basura por ese idiota, era de esperarse que se volverían a encontrar por el medio, pero no creerías que hubiera sido tan rápido. Al menos tenías ahorrado, el Ukraniano era bondadoso cada que se cumplía un contrato, sientes tus lágrimas querer salir. Desde que conoces a Kaiser siempre fue así, incluso peor, en la preparatoria se sentía Dios.

Llegaste a tu departamento, tus hermanos corrieron a abrazarte, por fin te sentiste tranquila. Si no fuera por aquellos dos pequeños que rodean tus piernas no sabrías que hacer.

Al día siguiente comenzaste a mandar tu currículum a todas las empresas, por tus habilidades no sería difícil encontrar trabajo, estabas confiada, pero después de una semana nadie te dio trabajo, todos dijeron que no había vacante, y comenzaste a desesperarte porque ni en un call center pudiste aplicar.

Tocaron al timbre, fuiste a ver de quién se trataba cuando un enorme ramo de flores apareció, el mensajero sólo dijo que eran para ti y las dejo ahí.

Eran muy bonitas, tomaste la nota que venía en ellas

"Te daré la última oportunidad, tienes dos días verbannte Königin"

Ya sabías de quién se trataba, pero lo que más te angustiaba era que él sabe dónde vives. Tus manos comenzaron a temblar, tomaste el ramo y saliste a tirarlo al contenedor. Por más apretada que tengas la soga en el cuello, no irías a él.

Pasaron tres días y las rosas no dejaban de llegar, habías conseguido una entrevista para una tienda de conveniencia, al menos era algo, pero te sentías triste porque no era lo que querías.

—Oh adelante, pase señorita, le aceptamos la entrevista porque tenemos algo para usted, nos dejaron esto — el señor de la tienda sacó un regalo, una bolsa de una marca lujosa con una tarjeta.

verbannte Königin

Ese maldito hijo de puta con complejo de Dios, había estado impidiendo que consiguieras trabajo, incluso la maldita tienda de conveniencia, kaiser y su obsesión hasta dónde llegaría por ti. Rechinaste los dientes, tomaste la bolsa, era suficiente.

Un vestido con una reservación a un hotel para en la noche. Te arreglaste incluso gastaste dinero en el salón de belleza, dejaste a tus hermanitos encargados con su niñera y fuiste.

Kaiser te apoda "reina desterrada", o cómo el lo dice verbannte Königin, te ganaste ese apodo por un recuerdo de la preparatoria y hasta ahora, intentarás regresar a esa reina desterrada para frenar otra vez a Kaiser.

Llegaste al hotel, les mostraste la tarjeta y ellos te llevaron a el restaurante, había poca gente, sólo veías a al personal de servicio, la mesa estaba ridículamente adornada, rosas, champagne, velas.

Antes de sentarte Kaiser apareció justo detrás de ti, llevaba una camisa roja semi abierta lo que hacía notar el tatuaje de su cuello, pantalones de vestir con un cinturón que valía todo tu departamento incluso más.

Su aroma se metió por tus narices con agresividad, el perfume era una mezcla de mar con menta, olía demasiado bien.

—permiteme —dijo, te abrió un poco la silla para que te sentarás.

Se sentó enfrente y llamo a los meseros. Se peino su rubio cabello, después de tantos días de nuevo veías su cara, lucía cómo un ángel, con su piel pálida y esos ojos azules tan preciosos.

Pero también el diablo lucía cómo un ángel.

—Me gusta como se me ve esta camisa, me hace ver cómo un— lo interrumpiste.

Egocéntrico de mierda —Mira idiota, vine porque no he conseguido trabajo en ningún lugar por un estúpido que después de años sin vernos me dice sobre su ridícula camisa.

Dijiste tomando la copa de champagne, la bebiste toda y el mesero te sirvió más. (No podía entenderlos porque están hablando en alemán)

Kaiser te miro sonriendo, y después soltó una risa.

—Tan sincera cómo siempre, reina desterrada, haces que quiera meterte mi verga en tu boca para hacerte callar.

Volviste a tomar otra copa de champagne, y miraste a tu alrededor, en verdad no había nadie cenando más que ustedes.

—Incluso tenerla tan dentro no me haría callar, ¿No crees? —le dijiste ladeando una sonrisa, y pasaste tu pierna por en medio de las suyas.

Jamás, en verdad jamás podías hablar así si no fuera porque estás bebiendo cómo si se tratará de agua, y porque es parte de tu plan.

Viste a Kaiser sorprenderse, esta parte de ti, él no la conocía, ni siquiera en sus más oscuros sueños había imaginado que podías coquetear con él.

—Parece que estoy soñando, ¿qué le hiciste a mi reina desterrada? O mejor aún ¿Podrás seguir con tu jueguito? —Kaiser llamo al mesero.

Sus ojos azules miraban cada parte de ti, viendo si había algo mal en ti o en si verdad eras tú. Cuando el mesero se acercó le extendió la carta a Kaiser esperando a que tomará su orden.
Te quitaste los tacones, para subir tu pie por en medio de sus piernas, Kaiser se paralizó cuando sintió la plata de tu pie apoyarse en su miembro.

Volteo a verte de reojo su mirada era perversa, le dio la carta al mesero y le hizo señas de retirarse.

—estoy tan celoso, ¿Dónde aprendiste esos juegos tan vulgares? — bajo una mano y guío tu pie para su tronco creciendo.

Muy dentro de ti te ponía las expresiones de Kaiser, lo odias si, pero su pene es muy bueno.
Ambos se miraron, tus dedos del pie se movían lentamente sobre su tronco, se sentía más grande de lo que recordabas, los ojos azules de Kaiser se matizaron, cómo si le hubieras dado un tranquilizante, ahora estaba con la guardia baja.

—Tomaremos la cena en la habitación —le dijiste al mesero, tomaste la botella de champagne, y quitaste tu pie de su entrepierna.

Kaiser te cargo, sostuvo tus piernas con uno de sus brazos y envolviste su cuello con tus manos. Justo cómo novios en luna de miel.
El lugar lucía tan sólo, por lo que preguntaste.

—¿por qué no hay gente? —le dijiste cuando te bajo para entrar al elevador.

—por lo que recuerdo el exhibicionismo no es lo tuyo —dijo apretando el botón, al abrirse entraron.

Apenas y podías respirar, la tensión era horrible, en cualquier momento se rompería, ahora en el elevador estaban sólos y ya no tenías truquitos bajo la manga.

—Reserve todo el hotel para los dos —te dijo presumido.

Respiraste hondo, miraste de reojo a Kaiser pero él ya te estaba viendo, esperando con ansias tu siguiente movimiento, querías lucir tranquila por lo que bebiste de la botella de champagne y se la pasaste, ambos sin dejarse de mirar.

La tensión al momento de pasarle la botella estaba en su punto crítico cuando sus dedos rozaron, su atracción era tanta.

Kaiser sin decir nada más, te estampó contra la pared, sus ojos azules te empezaban a consumir, ambos estaban lo suficientemente cerca para besarse pero aún no lo hacían, Kaiser quería que fueras tú la primera en hacerlo.

Pero aún siendo tentada podrías controlarte, sonreiste bajando tu mano a su entrepierna, pero él es más impulsivo por lo que se doblegaria primero.

Kaiser se tensó, tu mano sujetando su tronco moviendo de arriba hacia abajo lentamente, sin dejarlo de ver.
El rubio se mordió el labio inferior y colocó sus manos entre tú cabeza.

—Que jugada sucia, odio está verbannte Königin — se agachó para besarte la parte desnuda de tu hombro.

Sus labios se sentían suaves y fríos, poco a poco recorría hasta tu cuello con besos húmedos.
Igual te tensaste, ambos estaban al límite pero ninguno cedía al otro, eran demasiado arrogantes para besarse.

—ya no soy la reina desterrada, deja tus juegos infantiles en el pasado —quitaste su cinturón para bajar el cierre de su pantalón para escabullir tu mano y tocar directamente.

—Me hieres — Kaiser lamia tu cuello haciendo mover tu cara de lado, pequeños suspiros ahogados salían de ti.

Esta vez su mano tocó su tronco para empezar a masturbar su miembro con la misma lentitud que su lengua recorría tu cuello.

Kaiser aumento la intensidad, subía hasta tu barbilla mordisqueando tu mentón, hasta que se detuvo, te miro a los ojos, su cara es hermosa, esos ojos azules con un aura de superioridad que atraen a cualquiera, lo reconoces tomando en cuenta porque anduviste con él en preparatoria, tú igual caíste en las garras del lobo siendo atraída por su belleza.

Antes de acercar sus labios a los tuyos la puerta del elevador se abrió.

—¿Cómo puedo herir a alguien que no tiene sentimientos? — le dijiste sacando tu mano de allí, sólo para pasar tu lengua por tus dedos, los mismos que recorrieron su miembro.

Kaiser sonrió de una manera maravillada.
Salieron del elevador y entraron a la habitación,

Fuiste a sentarte en la cama, Kaiser traía la camisa desfajafa, llevo su mano a su cabello para peinarlo, la mano que toca su rubia melena tiene una corona con unas espinas, el tatuaje ya lo debe tener terminado, pensaste.

Miras cada movimiento de Kaiser, parece que lo hace a propósito, se mueve con una aura seductora, desabotona su camisa para quitársela,  todo su brazo está envuelto por un tallo con espinas que conecta a la rosa de su cuello. Aún tiene la erección levantada, se le remarca demasiado sobre el pantalón. Y sientes esa adrenalina de querer tenerlo, de pisotear su orgullo y llenar su cara bonita de lágrimas.

Aprietas los puños y bajas el cierre de tu vestido, te has puesto una lencería, acomodas tu cabello imitando sus movimientos.

—Te pusiste creativa — Kaiser alza una ceja, poco a poco va acordando distancia acercandose.

—¿Seguirás hablando? —te recuestas en la cama, te sostienes sobre tus brazos y le abres las piernas.

Ladeas la cara haciendo que tu cabello se mueva un poco— Ven por lo que tanto jodes.

Kaiser pierde el control, su impulsividad hace tomarte del cuello para besarte, sus labios arrastran a los tuyos en un baile coordinado lleno de pasión, poco a poco su lengua choca con la tuya, se vuelve rudo, ambos quieren tener el control sobre el otro.

Se aleja sólo para respirar, toca tus pechos, y te voltea.
Te sorprendes, el siempre había querido ver tu cara y ahora en esa posición será imposible poder manejarlo.

Kaiser suelta un silbido acompañado de un —no quiero ver tu cara bonita, pero mira está sorpresa, si lo terminaste — desliza la yema de sus dedos por tu espalda.

—Ahora cómo quitó esta imagen de mi cabeza — te toma de las caderas frotando su miembro sobre tus nalgas.

La vista que tiene Kaiser de ti es tú en cuatro, pero añadiéndole el tatuaje de tu espalda, similar al de Kaiser,  en tu nuca está la rosa y sobre tu espina dorsal esta el tallo de espinas. Dos jóvenes enamorados, ese era uno de los significados de su tatuaje compartido.

—en verdad me vuelves loco verbannte Königin —kaiser se agachó para pasar su lengua por tu espalda, besar tu piel llena de tinta, arqueas la espalda cada que sientes su respiración haciéndote cosquillas.

—asi ya estabas, deja de llamarme así idiota— dijiste enojada.

Kaiser recargo todo su cuerpo en ti, sentiste su piel juntarse con la tuya, movía su cadera para frotar su miembro por tu trasero mientras sus manos bajaban a tus pechos, los tomó con delicadeza, masajeandolos.

Lo único que podías hacer era abrir más las piernas y gemir, dejarte llevar y dejar por un instante tu plan, ya no querías ser hipócrita y decir que no te gustaba las caricias que te da.

Kaiser quita una de sus manos llevándola hacia abajo, para poder quitar la única prenda que obstruye el poseerte.

Sientes cómo la tela que te cubre tu entrepierna comienza a deslizarse por tus muslos, la piel de Kaiser se toca con la tuya, percibes el calor de su miembro chocando con los labios de tu vagina mojada.

Kaiser se levanta, toma tus caderas e introduce de una estocada agresiva su miembro, sientes cómo el calor se expande por todo tú cuerpo, no dejas de gemir, el rubio mueve sus caderas haciendo ruidos sonoros por la habitación, extiendes tus manos y gimes perdiendo la cabeza, tú ser está siendo abrumado por Kaiser, sus embestidas, el sonido grave de su voz quejarse y su respiración.

El toque de sus manos te derrite, está sujetando tu cadera con demasiada fuerza, agacha su rostro a tu nuca y mordisquea la parte dónde está la rosa, y en ese momento te da una estocada haciéndote gritar, su tamaño choca con algo dentro tuyo provocandote que se te corte la respiración acompañado de escalofríos.

— tan adentro — baja una de sus manos para tocar tu pelvis con el borde de su miembro sobresaliendo.

Te dolía la cabeza, tus ojos lagrimean por la intensidad en qué te penetra, con rudeza, y posesión, parece que su cuerpo sobre el tuyo te quiere dejar un mensaje "sólo soy yo él único que te folla"

Sientes tus piernas temblar, entonces Kaiser te ayuda a para cambiar de posición boca arriba.

Ahora ambos se miran, Kaiser queda de nuevo expuesto y vulnerable viendo como tus ojos están rojos por las lágrimas placenteras, tienes tus labios hinchados por mordisquearlos, un poco de tu maquillaje está corrido, pero eso no te quita el hecho de que te veas precioso ante sus ojos azules.

Kaiser tiene el cabello alborotado, su mechón azul te cae sobre los pechos, sus labios están rojos y tiene la mente perdida, te mira cómo si su mundo girará entorno a ti.

Ambos quieren decir lo perfectos que lucen pero no lo hacen, la manera de verse pasa ese mensaje.

Kaiser te sujeta de tus muslos para abrirte más de piernas, quiere que sientas su pene tan adentro, necesita hacerte saber que lo necesitas.

—Kaiser... — por primera vez dices su nombre, y no idiota.

Provocando que su libre albedrío se esfumará, se posiciona para meterla de nuevo y ahora va a besarte, cierra sus ojos cuando sus labios se juntan, lo abrazas acercándolo a ti, comienza a mover su cadera pero ahora no es con perversión, se siente más cómo hacer el amor.

Al menos de su parte, tú sientes cómo el ambiente cambio, y esos ojos azules altaneros ahora te miran al igual. Tomas sus mejillas y lo besas, sientes cómo chica su piel sobre la tuya, te quejas de placer, bajas tus manos para sujetar su espalda y clavarle las uñas, de una manera pasional, el ambiente cambio demasiado.

Sigues gimiendo su nombre, Kaiser sigue embistiendote ahora se agacha a tus pechos y los lame, tocas su rubio cabello, termina de succionar tus pezones, están tan sensibles que el roce mínimo hace quejarte.

Ambos se miran y ahora sus embestidas disminuyen pero siguen siendo profundas, te toma de las mejillas y besas tus labios —te amo — Kaiser dice y sientes cómo comienza a aumentar sus estocadas, ambos están llegando al clímax.

Los ojos azules llenos de brillo buscan tu respuesta, ambos necesitan acabar, pero Kaiser busca un estímulo más sentimental.

Por lo que abrazas su cadera con tus piernas y lo besas diciendo —me encantas Kaiser — es lo único sincero que puedes decirle.

Y sientes cómo algo mojado sale de ambos, escurre un líquido más fluido por tu parte, por la parte del rubio su líquido es más espeso.

Kaiser se recuesta en ti, su cara está en medio de tus pechos, con tus manos le acaricias el cabello y miras el techo.

Preparada a finalizar tu plan.

A la mañana siguiente, Kaiser se despierta con una carta tuya diciéndote.

"Jodete imbecil .I."

Kaiser piensa que es muy típico de ti, pero entonces mira que es una de tus tarjetas que iban en las rosas, la voltea y ve tu firma ahí.

Entonces un mensaje le llega a su celular. Es una de las compañías del Ukraniano, Kaiser no pensaba en hacer trato y lo dejo muy en claro pero el mensaje dice.

"Bienvenido a la compañía...." Un mensaje confirmando el acuerdo, de la firma de tu contrato.

Kaiser se cambia para ir a tu departamento, todo el camino piensa en que todo está mal, llega y toca, nadie le abre y entonces se mete a la fuerza.

—¡VERBANNTE KÖNIGIN¡ — te llama y ve cajas apiladas, justo cómo si fueran parte de una mudanza y en la entrada está una copia del contrato, las tarjetas de las flores con tu firma y un bolígrafos.

El celular de Kaiser suena, un número desconocido pero sabe que eres tú.

Responde furioso — falsificaste mi firma...—lo interrumpes.

—Tú me hiciste hacerlo, las tarjetas de todas las rosas que me mandaste tenían tu firma, que estúpido sigues siendo para querer atención, sólo necesitaba tenerte vulnerable para llenar los documentos originales y los bolígrafos de tus huellas, en resumen tú firmaste. Estuvo muy buena la cena de negocios, para cerrar el trato.

Colgaste.

Has escuchado la frase "para destruir a un monstruo primero debes de convertirte en uno"

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