O 1 - Bonito pero peligroso
Un chico rubio se encontraba tecleando agresivamente en su computadora. Kurapika había estado todo el día buscando un nuevo trabajo como guardaespaldas, pero no tenía suerte.
Todos los sitios de Hunter's que usualmente usaba para buscar trabajos estaban completamente vacíos, no había ninguna noticia nueva desde hace una semana.
Suspiró profundamente y se restregó sus ojos cansados, tomándose un pequeño descanso para rellenar la taza de café que tenía a un lado. Se paró de su escritorio para ir a la cocina de su pequeño departamento. No era más que un lift, una planta sin habitaciones. Lo único que dividía su dormitorio de la sala eran tan sólo unas escaleras.
Su hogar era pequeño, y nada acogedor. Aunque eso fue lo único que siempre necesitó después de empezar a laburar cómo guardaespaldas. No era que no se pudiera costear algo más grande, sino que no quería hacerlo. No si ese supuesto lugar al que llamaría hogar siempre estaría vacío, iluminado únicamente por los ojos embotellados de su clan.
Terminó de rellenar su taza entre pensamientos y volvió a su escritorio.
Siguió viendo a la pantalla por unos minutos cómo si por arte de magia alguna persona le fuera a ofrecer trabajo.
Habían pasado ya dos semanas desde que tuvo que dejar el trabajo de guardaespaldas de los Nostrade. Se declararon en bancarrota poco después de que Neon perdió sus poderes inexplicablemente y los pocos guardaespaldas que quedaban vivos fueron renunciando uno en uno debido al poco dinero que Light Nostrade les podían ofrecer.
Kurapika y Senritsu fueron los últimos en renunciar.
Lo último que supieron era que Light vendió gran parte de sus pertenencias, incluyendo los tesoros de su hija, pagando así la deuda que tenía por haber pujado una gran cantidad de dinero en subastas.
Senritsu continuó su camino en busca de la sonata oscura, y de vez en cuándo el Kuruta hablaba con ella.
El tomó de su café, deslizando su dedo por el mouse. Ya estaba a punto de cerrar la página cuándo una ventana emergente saltó en su cara. Alzó su ceja, intrigado. ¿Quién ponía un anuncio de empleo a las once de la noche?
Bueno, después de todo se trataba del sitio especial para Hunter's, siempre había movimiento dentro de este. No le prestó atención al pequeño sentimiento de sospecha que se acumuló en su pecho y leyó el anuncio.
“Se solicita urgentemente guardaespaldas personal con experiencia previa, buen estado físico, conocimiento en artes marciales y armas. Dispuesto a mudarse a Jappon. Si gusta obtener más información, favor de responder este mensaje”
El rubio relamió sus labios y llevó el cursor al botón de 'responder' que había debajo de la ventana y tecleó en su computadora.
“Estoy interesado”
Kurapika se encontraba sentado en el gran sillón de cuero de aquella sala de espera, esperando muy pacientemente por su turno.
Después de haber dicho que estaba interesado en el puesto de guardaespaldas, recibió una llamada. Fue ahí dónde se dió cuenta que la familia Datenshī eran quienes necesitaban un nuevo guardaespaldas.
La familia Datenshī es conocida por todo Jappon gracias a que el jefe de familia, Yasunari Datenshī, es el vice-gobernador del país.
Mantienen un perfil bajo, por lo que sólo se conoce la identidad del vice-gobernador y el hecho de que tiene un hijo. Cuándo se supo esa noticia, mucha gente pasó años buscando pistas para saber quién era el heredero de la fortuna de los Datenshī, sin embargo se dieron por vencidos después de que Yasunari diera una advertencia de que tomaría medidas especiales si seguían amenazando la integridad de su hijo, quién se supo después, se llamaba Yukiharu.
Al Kurta nunca le interesó la política puesto que no creía que pudiera rastrear los ojos de su clan con ayuda de un político. Mucho menos de los Datenshī, con su historial tan limpio, sus nulas conexiones en la mafia y la poca información que se tenía de la familia.
Ya estaba declinando la oferta cuándo la voz al otro lado de la llamada le pidió - rogó - que tan sólo fuera a la entrevista personal.
El tono desesperado del hombre en el teléfono pudo con Kurapika, quién aceptó. Aquel hombre le preguntó algunas cosas más que el rubio respondió algo desganado, colgando después de haber puesto fecha para el encuentro.
Durmió pensando en cuánto costaría viajar a Jappon, questionandose si valía la pena hacer el esfuerzo.
A la mañana siguiente, despertó para darse cuenta de que le habían mandado un boleto de avión hacia el país en primera clase.
Y así llegamos hasta este momento, en dónde un Kuruta esperaba a quien le haría la supuesta entrevista.
Actualmente se encontraba en la capital de Jappon; Toyoki, específicamente en el edificio gubernamental, sitio dónde se encontraba la oficina de Yasunari Datenshī.
Honestamente, no esperaba encontrarse tan rápido con el político, pero no se quejaba. Eso demostraba que aquel hombre era muy seguro de sí mismo y no le tenía miedo a nada.
O tal vez era muy estúpido. ¿Habrán tomado medidas de seguridad?, ¿O tan siquiera tenían medidas? Jappon era conocido por ser un país muy pacífico, sin embargo aún no podría creer que el edificio gubernamental tuviera tan poca seguridad.
Suspiró y se acomodó su corbata por séptima vez.
La puerta de la oficina de Yasunari se abrió, mostrando a su secretaria.
— Joven Kurapika, puede pasar. — la mujer dijo, entre-abriéndole la puerta para que pasara.
El asintió con la cabeza y saltó del sillón, caminando rápidamente dentro de la oficina y murmurando un 'gracias' a la secretaria. Cuándo entró, sintió la puerta cerrándose detrás de sí.
La oficina no era nada extravagante, eran unas simple cuatro paredes de madera adornadas por cuadros de diplomas, premios y demás. En medio de la habitación había un escritorio, en dónde un hombre, quién suponía era el Datenshī, se encontraba sentado de espaldas.
No había tensión en el ambiente, Kurapika tampoco notaba ningún aura Nen. Pero no bajó su guardia en ningún momento.
Aclaró su garganta, pero antes de que pudiera hablar, el hombre interrumpió.
— ¿Tu nombre?
El rubio tragó en seco. Se notaba de primera que esta conversación no sería fácil de llevar.
— ..Kurapika, señor.
— ¿Cumples con todos los requisitos que pedí?
El Kuruta asintió a pesar de que el hombre no lo pudiera ver. — He trabajado previamente como guardaespaldas, señor. Puedo pelear bien y tengo un amplio conocimiento en arm-
Yasunari lo interrumpió. — ¿Nen?
Kurapika alzó sus cejas intrigado. No era raro que gente de altos mandos supiera sobre el Nen, pero no esperaba que el Datenshī lo conociera. — Sí.
Hubo silencio por unos segundos, Kurapika no se atrevió a continuar con su presentación.
— ¿Cuántos años tienes? — el mayor habló.
— ..Diecinueve años.
Silencio.
La silla de Yasunari rechinó y Kurapika por fin vió al hombre de frente.
— ..¿Qué quieres de paga? — Kurapika frunció levemente el ceño, mostrando su confusión. No había tenido muchos trabajos, pero según sabía no era normal que tuviera la oportunidad de elegir. Yasunari notó su confusión y continuó — ¿El dinero es suficiente? Te puedo dar lo que quieras. Sólo necesito que hagas tu trabajo eficientemente y cuándo termines, te recompensaré como tú desees.
La expresión de Kurapika se suavizó, pero por dentro estaba vacilante. ¿Debería pedirle la ubicación de los otros ojos de su clan? Aunque sería más inteligente pedir los ojos restantes. Pero probablemente Datenshī le preguntaría la razón del porqué quiere eso, y realmente no tiene muchas ganas de que un político sepa su secreto.
Se aclaró la garganta. — ¿Podría decirle lo que deseo al terminar mi trabajo? — preguntó, intentando sonar lo más monótono y seguro posible. En realidad ya sabía que pediría, pero quería averiguar primero si los Datenshī de verdad eran de fiar.
El mayor asintió.
— Bien, entonces. Te contaré un poco de tu trabajo. — el dijo, haciéndole un ademán para que se acercara al escritorio. Kurapika obedeció. — Deberás cuidar a mi hijo por dos meses. Te mudarás a su residencia actual, en Kitoyo. No necesitas preocuparte por el dinero, se te brindará todo lo necesario para vivir cuándo estés allá. — el hombre continuó, sacando de un gabinete una carpeta de color azul. Señaló con su dedo esta misma, acercándola a el menor. — Ahí están las reglas que debes seguir para hacer tu trabajo correctamente. Asegúrate de seguirlas al pie de la letra, no permitiré ni un error.
El Kuruta asintió, tomando entre sus manos la carpeta.
— ¿Alguna pregunta?
— No, señor.
Yasunari suspiró bajando su cabeza. — Probablemente si que tengas preguntas después. Cuándo llegues, un mentor se encargará de entrenarte. Partirás hacia Kitoyo en cuánto tengas oportunidad, tan sólo habla al número que se encuentra en la última página e irán por ti. — el hombre dijo, señalando a la carpeta que Kurapika tenía.
— Entendido.
— Te puedes retirar. — Kurapika asintió y dió una reverencia, para luego voltearse y caminar hacia la puerta. — Ah, Kurapika. — Yasunari lo llamó, haciendo que este mismo volteara a verlo. Antes de hablar, el rubio notó que vaciló un poco — ..Siéntete libre de renunciar cuándo quieras.
El Kuruta estaba de camino al hotel en dónde se hospedaba - también pagado por los Datenshī - para recoger sus cosas y viajar hacia Kitoyo.
Toda esta situación le resultaba extraña a Kurapika. No sólo su mismo jefe le había hecho una entrevista, sino que también le había dado la opción de pedir cualquier cosa en forma de paga. Además, ¿Kitoyo? Ese era un pueblo al sur de Jappon, muy pequeño para siquiera poder considerarlo pueblo, con más vegetación que personas. Lo único que lo hacía resaltar era que tenía una playa.
Y no podía negar que le había asustado un poco lo último que Yasunari le dijo. Kurapika no era muy bueno con los niños pequeños. Sólo esperaba que tuviera la edad de Gon y Killua, aunque no sería igual que ellos, considerando que los hijos de los millonarios solían ser muy berrinchudos y consentidos. Cómo por ejemplo, Neon.
Disipó sus pensamientos y se dispuso a leer la carpeta que Yasunari le había dado. La abrió, encontrándose con una lista.
“Cuidados para Yukiharu.
- Mantener contacto con él en todo momento.
- Mantener siempre sus juguetes a la mano.
- No cambiar su rutina.
- No dejarle comer azúcar después de las 8 p.m.
- No dejarlo entrar a la cocina.
- No dejarlo solo en ningún momento.
- No dejarlo cerca de fuego ni objetos flamables.
- No le creas cuándo diga que necesita ir al baño.”
...La lista se ponía cada vez peor, lo que aumentó el sentimiento amargo en el pecho de Kurapika. Tenía un mal presentimiento, pero no sabía que era. Bueno, esos son cuidados normales para un niño, ¿Verdad?
Volteó la página, encontrándose con el número de teléfono que Yasunari le dijo que estaría y también con una foto.
Se trataba de un chico, parecía de la edad de Kurapika. Cabello corto y azul profundo. Ojos azul eléctrico, y dos lunares debajo del ojo izquierdo. Sonreía de una manera amable, pero por la expresión de sus ojos deducía que no tenía ni una pizca de amabilidad.
Debajo de la fotografía, estaba escrito algo con bolígrafo, sin embargo estaba rayado por este mismo. Kurapika forzó su vista y alcanzó a leer "soy bonito pero peligroso".
Parecía ser una especie de broma. Pero considerando quién le había dado aquella carpeta, tenía sentimientos encontrados. Debajo del mensaje rayado, estaba escrito “Yukiharu Datenshī.”
Tiene que cuidar a un adolescente.
...
El jefe dijo que se podía sentir libre de renunciar, ¿O no?
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