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La pequeña Yeo Jin y el pequeño Hyun Jun tenían sus expresiones decaídas, ya habían pasado dos semanas desde que les habían dicho la cruel verdad.

Tan solo faltaban pocos días para navidad, y lo que menos querían era ver a sus pequeños desanimados ese día.

—¿Hyun Jun, adivina qué maratón pasaran hoy?— Seh Yoon sonó animado.

—¿Cuál?— susurró.

—El de Max Steal, la serie viejita que tanto te gusta— su hermano mayor se desanimó al darse cuenta que la reacción que esperaba no era la que obtuvo.

—Cariño— Yeo Sang lo llamó. —Hoy iré por ustedes a la escuela, intenta que tus hermanos no se pierdan o alboroten.

Seh Yoon volteó a ver a ambos, los dos parecían robots, con la única diferencia que sus hermanitos estaban sintiendo dolor en ese momento.

—Dudó que eso sea un problema— contestó.

—Esta bien, ya es hora de que su padre los vaya a dejar— sonrió.

Yun Ho tomó a Yeo Jin en brazos y Yeo Sang a Hyun Jun. Seh Yoon se paró de la mesa y toda la familia se subió al carro a excepción de Yeo Sang, que solo dejó a su hijo en la parte de atrás.

—Que tengan bonito día todos— le sonrío a sus hijos y le dio un beso a su esposo.

—Nos vemos en unas horas.

Yeo Sang se despidió y vio como el auto arrancaba y se alejaba de él.

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