0
Y ahí yacía el cuerpo inerte del castaño.
El pobre hombre tenía una bala plantada en su entrecejo, las gotas de sangre caían y manchaban toda su cara. Recorrían sus mejillas hasta llegar a su mentón y gotear de forma lenta y tortuosa hasta manchar su mono blanco. Sangre caía desde sus hombros y mantenía sus piernas completamente rotas, sus hebras castañas cubrían sus ojos y una pequeña sonrisa adornaba su cara.
Osamu Dazai había fallecido, y él era la última esperanza de la existencia.
Fyodor Dostoyevski estaba rebosando de alegría. Sus dos enemigos más grandes estaban en el Morfeo interminable, el suicida y el "portador" de ultradeducción estaban inertes y sin poder hacer nada para evitar lo que iba a acontecer.
Pero sin duda él no se esperaba lo que iba a suceder a continuación.
Chuuya mantenía su vista fija en el ahora frío cadáver frente a él. A pesar de no controlar sus acciones, sabía muy bien lo que había hecho. A pesar de todo, no estaba listo para decir adiós. El castaño lo era todo para él.
Después de todo, Nakahara amaba locamente al detective, y el dolor que se había plantado en su corazón no se podía comparar con nada. Aunque sus colmillos relucientes sobresalían demostrando que era un vampiro, a pesar de que sus ojos completamente rojos demostraban que no tenía control alguno y que era una total bestia, dentro de él seguía habiendo rastros de humanidad. Tenía tantos rastros de alma, que aquel demonio rojo no tardó en salir.
Las lágrimas recorrían sus mejillas de forma inconsciente, sus puños se cerraban con furia hasta llegar a clavar sus uñas en su piel y sacar sangre.
La pistola que tenía en la mano se vió destrozada... ¿por su habilidad? No. Era fuerza bruta.
Unas marcas empezaron a decorar la pecosa piel de Nakahara.
Fyodor era el hombre más inteligente de Japón en ese instante, pero no había visto aquella posibilidad. Su cara ya no era de felicidad, estaba completamente atónito.
Nakahara estaba completamente perdido.
Dazai había fallecido, ya nadie podía evitar el desastre que estaba a punto de suceder. La felicidad que mantenía el ruso de ver la muerte del detective solo era el ojo de la tormenta, ahora solo estaba la furia del mafioso inundando el lugar.
Todo a su alrededor estaba siendo destruido, y a fyodor no le quedaba mucho tiempo de vida.
Dostoyevski sonrió ampliamente, aquello era una oportunidad grandísima. Simplemente se alejó de las cámaras y empezó a caminar sin rumbo fijo, aquello no estaba en sus planes, pero se iba a aprovechar de la situación.
[...]
Sin duda había sido una desgracia. Yokohama estaba desmoronada, nadie quedaba allí. Dostoyevski consiguió su propósito, y poco a poco Nakahara hizo su trabajo sucio. Ya nada quedaba de los perros de caza, La Port mafia o la agencia de detectives. Poco a poco Japón caía en desgracia y arahabaki destruía todo a su paso. Nada ni nadie lo podía detener, porque el hombre sufría la pena de un amor perdido, porque allí ya no había más que un demonio destruyendo todo, a la espera de que un conocido castaño llegara a detenerlo, pero no sucedió.
De pronto, aquello acabó. Como si fuera arte de magia, El ruso se acercó al demonio y lo tocó. A pesar de ser arahabaki, seguía siendo un humano. Aquellos habían sido sus últimos instantes de vida, solo vió la sombría cara del ruso y la sonrisa macabra que adornaba su cara, solamente sabiendo que estaba falleciendo y que jamás pudo amar.
“Y el gato
Se enamoró tanto
Que negoció sus 7 vidas
Por una sola con ella.”
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top