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"El atrapasueños de mi habitación tiene años de historia en los cuales tú estás, eso lo hace más especial"

La semana había transcurrido con total normalidad para el Alfa, el esperaba llamadas con quejas por el nuevo trabajador pero no fue así, su cafetería había sido muy transitada, incluso tuvieron que aumentar las cantidades de ingredientes a la hora de comprarlos, si antes eran diez sacos de harina por día, ahora eran quince, había sido un cambio brusco, pero uno muy bueno para ser verdad, quería creer que todo eso se debía a sus buenos trabajadores y buen servicio, pero no, a diario recibía montones de felicitaciones por el buen servicio que brindaba su cafetería, ¿Tan mágicas eran las manos de ese Omega? Necesitaba probar algo también, pero por ahora se enfocaría en su querida empresa, hoy había mucho trabajo, era un día donde también dejaría como segundo plano a su Omega debido al cargoso trabajo, el pequeño Wooyoung ya se lo esperaba, pero no le causó ningún tipo de tristeza, al contrario, se fue corriendo a la oficina de su amante con la excusa de pasear por la enorme empresa y hacer amigos por ahí.

— ¡Sannie, Sannie! — Exclamó el Omega emocionado, ingresando como flecha a la oficina de su querido no-novio, sorprendiendo al contrario por la repentina llegada, al ver al pequeño Wooyoung ingresar con una hermosa sonrisa, suspiró, siendo contagiado por la hermosa alegría que rebasó por los ojos brillantes de el pequeño quienes se cerraban en dos líneas curvas.

— Mi vida, ¿Qué es lo que te trae por acá? — Preguntó el activo, levantándose de su asiento para acercarse a su pequeño. Abrazó la cintura de el menor para apegarlo de manera posesiva a él, plantando un beso fugaz en los gorditos y esponjosos labios de el contrario.

— Vine a visitar a mi guapo alfa, ¿No es obvio? — Mintió, en realidad no lo hacía solo por eso, últimamente SeongHwa  no lo estaba complaciendo lo suficiente y su celo se acercaba, así que no se iría de aquella oficina sin si quiera haber recibido al menos una ronda de sexo. — Y también a robarme unos cuantos besitos bonitos que siempre me das amorcito, ¡Por favor! Mi celo se acerca y el tonto de SeongHwa  ni si quiera me preguntó cómo me sentía. — Se quejó, haciendo berrinche mientras se colgaba de el cuello de el pálido, que reía un poco feliz por saber que su Omega recurrió a él, pero a la vez con una amargura en la lengua al saber que era la segunda opción de Wooyoung, siempre.

— Entonces solo deberías terminarle y listo.

— SeongHwa es un tipo débil, amor, soy su primera pareja, así que quiero que primero se encuentre otro Omega para después terminarle, así tendrá menos impacto. — Respondió, empezando a dejar una serie de besos y lamidas en el cuello de el pálido, mientras lo empujaba a uno de los sillones que había como adorno en la oficina.

— Te equivocas, SeongHwa  es sensible a veces pero no siempre, mh. — Murmuró el contrario, disfrutando de los calientes besos que le brindaba el más pequeño. Cuando su cuerpo cayó al sillón, Wooyoung se subió al regazo de su amante, pegándose muy bien a la pelvis de el pálido, para después empezar a frotarse en el como perra en celo y dar besos desesperados y húmedos en los labios de su Alfa. — Bebé, alguien puede entrar, basta. — Dijo entre sonoros jadeos, llevando sus manos a los esponjosos y firmes glúteos de el menor, apretando con fuerza al sentir su pene vibrar por la fricción que el travieso estaba creando, era delicioso sentir como las caderas expertas de Wooyoung se movían con agilidad sobre el, haciéndolo gemir de manera ronca, escuchando también a su pequeño soltar gemidos agudos.

— San, hermano, necesito que me ayudes en estos documentos, debo entregarlos en una ho-

El silencio incómodo y la tensión se sintió en la oficina de manera chocante, tanto así que Wooyoung llegó a marearse por el fuerte aroma a enojo e ira que soltaba SeongHwa, miró con el ceño fruncido a ambos y sus puños apretando el papel que llevaba el moreno en su mano. El par se separó de manera apurada, sintiendo sus caras arder por la vergüenza.

— SeongHwa... Porfavor cálmate, en verdad esto tiene una explicación. — Dijo preocupado el alfa contrario, poniendo a Wooyoung tras el por si a su amigo le daba por atacar al pequeño.

— Se deben haber reído mucho de mi, eh. — Soltó una risa amarga, para después gruñir con tanta fuerza que hizo chillar a Wooyoung del miedo. — Lo esperaba de Wooyoung, siempre fue un Omega de cuarta, pero de ti, San, mierda que estoy decepcionado de ti. — Miró al Omega que se encontraba detrás de su ¿Amigo? viendo cómo este tenía los ojos cristalizados por la humillación que estaba pasando, pero, se lo merecía.

— Sannie... E-en verdad lo siento mu-

— ¡Tu no sientes nada Wooyoung! — Gritó el Alfa con ira, apretando su mandíbula con tanta fuerza, que incluso su rostro tembló de enojo. En unos segundos los ojos de el gran Alfa tomaron color dorado, su lobo rasguñaba su interior con ganas de atacar a los que ahora considera traicioneros, pero simplemente se resistió, de su frente sobresalía una vena por el gran enojo que estaba cargando, se intentó calmar, y aunque no lo logró de manera suficiente, si lo fue para dejar de apretar sus puños. — Quiero que vayas a mi casa y saques tus porquerías de ahí, no quiero volver a verte en mi vida, no sabes lo bajo que has caído como Omega, mierda Wooyoung, cuánto te detesto. — Dijo como última oración para después salir de esa oficina, caminando por los pasillos tan enojado que incluso los demás trabajadores se hacían a un lado para no enfurecer más los ojos de el gran Alfa, no estaba triste, mucho menos devastado, estaba molesto, enojado con el mismo por no darse cuenta de que sus traidores estaban en sus narices, estaba decepcionado.

Claro, su amigo del alma, su hermano, lo traicionó.

No hay mayor decepción que aquella que viene de alguien que creías diferente.

Yeosang se movía de manera ágil en la cocina, ganándose la atención de sus compañeros cocineros al ver como el Omega disfrutaba el poder saborear el aroma de su obra, arreglarla de manera tan limpia y gourmet, que incluso los demás tenían tantas ganas de probar un poco de la delicia preparada por las suaves y mágicas manos de el pequeño, era inspirador.

Su turno había terminado, así que ahora se dirigía al vestidor para sacarse su delantal rosa que tanto le gustaba y guardarlo en su bolso, al igual que el paquete de gorritos y guantes de látex, tirando a la basura los que ya había usado, mientras se dirigía por los pasillos de la profunda cafetería, vio a un molesto Alfa venir hacia su dirección, no se hizo a un lado ya que creyó que pronto el Alfa lo haría, pero no fue así, al sentir el agua caliente caer por su pecho y estómago, no pudo evitar chillar de dolor por el ardor que estaba sintiendo, el Alfa reaccionó y de manera rápida secuestró al Omega en su oficina, al estar ambos ahí, el fuerte hombre rompió la camisa de Yeosang, para después quitarla de el pequeño cuerpo de ese lindo Omega.

El chico, al ver lo que estaba sucediendo intentó escapar de el mayor, se sentía desnudo y expuesto mostrando sus pezones y pancita, ¡Más a su jefe que no dejaba de soplar su estómago!

— ¡Me arde!

— Joder, lo sé, discúlpame, andaba muy distraído... Y-yo... Tengo una pomada ahí, siéntate. — Murmuró con cierto nerviosismo el gran Alfa, que ahora se encontraba buscando en sus cajones la crema antinflamatoria, cuando dió con ella suspiró de alivio y corrió al pequeño Omega, acercándose a él y empezando a aplicar y esparcir la crema por el vientre esponjadito de el pequeño, sin darse cuenta que; por alguna razón su lobo se sentía tan a gusto por ver ese cuerpo.

Por otro lado, Yeosang estaba tan sonrojado que incluso podía pensar que tenía fiebre, tenía a su guapo jefe acariciando su pancita, ¡Eso era algo íntimo y nada romántico! Pero bueno, le gustaba.

— ¿Te sientes mejor? Ah, de verdad lo siento Yeosang, andaba perdido. — Murmuró el Alfa apenado al darse cuenta de la situación en la que se encontraban, sentía el aroma juguetón de el contrario entrar por sus fosas nasales sin permiso y encantar a su lobo como si fuera el mejor aroma que hubiera sentido en su jodida vida. Se abofeteó mentalmente por verse de nuevo perdido, así que hizo lo primero que se le ocurrió, empezó a desabrochar su camisa, para después quitársela, dejando a la vista su cuerpo formado y marcado, hipnotizando al Omega en frente.

Yeosang sintió como el Alfa rodeaba con la camisa sus hombros y le obligaba a meter sus delgados brazos por las mangas, para después ver como el contrario empezaba a abotonar la camisa.

— N-no era necesario Jefe... Ahora usted no tiene camisa. — Murmuró el pequeño con un mini puchero en sus labios, intentando no comerse con la mirada a su guapo y moreno jefe que estaba casi desnudo ante sus ojos, el pequeño e inocente Omega no podía con tanto.

— Tengo un abrigo ahí, no te preocupes. — Soltó un suspiro aliviado al ver al Omega más tranquilo y menos lastimado, para después dirigirse al escritorio, donde se encontraba su abrigo tendido y se lo puso, tapando su cuerpo que ahora el Omega se moría por admirar.

— Si te sientes mal no dudes en decírmelo Yeosang, en verdad lamento mucho el que te hayas quemado por mi culpa.

— Está bien señor Park... Son cosas que pasan. — Murmuró levantando un poco sus brazos, dándose cuenta de que tal camisa eran dos tallas más grandes que el, así que las mangas colgaban un poco y la camisa era un vestido bonito, sin embargo sintió algo extraño, el aroma que llevaba encima la camisa no era uno tan bonito, era uno débil, uno molesto, eso entristeció a su Omega de la nada, sin saber porque, pero había visto a muchos Alfas molestos y el aroma de ellos jamás lo habían puesto mal como el de su jefe, la intriga lo mataba, aunque fuera desubicado a Yeosang no le importó, el tenía intriga y decidió preguntar. — Señor Park, ¿Qué es lo que pasa? Siento su aroma y está poniendo triste a mi Omega, ¿Por qué?

El Alfa se sorprendió por la repentina pregunta de el contrario, pero para ser verdad, el enojo se le empezó a pasar cuando el aroma de el Omega empezó a inundar sus fosas nasales. — ¿En verdad quieres saberlo?

El Omega asintió. — Si, puedo ayudarlo en lo que necesite pero, no esté molesto, eso es malo para su salud.

El Alfa rió por lo bajo, por alguna razón, tenía la sensación de querer contarle sus penas a Yeosang, le pareció extraño porque nunca había entrado en confianza con alguien tan rápido, pero fue así, cuando menos se dió cuenta ya se encontraba frente al Omega, hablando de lo que había pasado hace algunas horas, y de cómo su hermano había terminado con su confianza.

— ¡No! Eso está muy mal Señor Park, ¡Puedo ir a morder a ese chico tonto! No exigiré recompensa. — Ahora que SeongHwa lo veía de un lado un poco más positivo, se dió cuenta que al menos estaba libre y con más tiempo para pensar, hacer amigos nuevos y ver que hacer con su vida, ya no viviría engañado.

— No, no puedes Yeosang, recuerda que no debes rebajarte, ¿Si? Eres un trabajador de la cafetería y debes ser impecable.

— ¡Pero!

— Pero nada, mira, se que estuvo mal lo que hicieron esos dos, pero incluso yo me aguanté las ganas de arrancarle los ojos a Wooyoung, mh.

— Está bien... Pero... ¿Cómo se siente señor Park? — Preguntó el Omega con cierto interés.

— Decepcionado, Yeosang, pero no por ese Omega, si no por mí mejor amigo, con tan solo pensar que fue el me duele el alma. — Soltó un largo y pesado suspiro. — Me imagino como reaccionará mi madre al enterarse de que corté con el, ella lo amaba.

— Poco a poco superará la traición señor Park, pero no guarde rencor, mucho menos intente vengarse, eso es malo, envenena el alma. — Dijo el Omega, asintiendo varias veces como si fuera el mejor consejero, sacándole unas cuantas sonrisas al duro jefe.

— No lo haré Yeo, lo que menos quiero ahora es vengarme, quiero vivir mi vida bien a partir de ahora.

-— ¡Me parece genial! ¿Quiere que le prepare algún postre como celebración? Aunque no sé si quiera celebrarlo... Ah, que tonto soy Señor Park

— Aún no he tenido tiempo de probar tus postres que tanto halagan, así que si, quiero probarlos.

— ¿En verdad? Que se le antoja, dígame y yo lo hago.

— Me apetece pie de limón, es mi favorito.

— ¡Me sale genial! — El Omega se levantó olvidando el dolor y ardor que sentía, se puso su delantal rosa, un gorrito y unos guantes de látex para después dirigirse a la salida de la oficina. — ¡No tardo!

Cuando el Omega salió rápido no le dió tiempo al Alfa de responder, pero no fue problema, rió con suavidad una vez se vio solo en la oficina y suspiró, cuando iba volver a su escritorio, su teléfono empezó a sonar, sin dudar lo respondió, escuchando la voz de un conocido y viejo amigo.

— ¿Mingi? Cuánto tiempo Bro.

— SeongHwa... Estoy en crisis y necesito un trabajo, ¡Te lo ruego! No olvides cuando de niños te salvé de el regaño de mi madre por romper su jarrón.

"El día que la alegría se acabe, quédate."

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