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Sabiendo que desde el fondo de mi corazón, esto no es lo que quiero.

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- ¿Todo está bien con él, Doctor? - Preguntaba la madre preocupada por un pequeño Omega de ojitos cristalinos que se encontraba en su sitio, esperando por la terrible noticia, ¿Y si tenía cáncer o alguna enfermedad terminal? Tal vez por eso la tardanza de su celo, o tal vez se estaba preocupando de más, fruto de su terrible sugestión.

- Yeosang tiene 19 años, ¿Verdad? - Los contrarios asintieron. - Hay dos probabilidades, puede que el celo de Yeosang esté atrasado... Normalmente el celo de los Omegas llegan a los dieciséis años, y los que se atrasan suelen llegar unos seis meses después. - Hizo una pausa. - Pero Yeosang cuenta con diecinueve.

- ¿Cuál es la otra probabilidad, Doctor? - El beta miró al cachorro con lástima, soltando un suspiro casi inaudible.

- Que Yeosang sea estéril.

El mundo de el Omega se paralizó en ese instante, sintiendo como su pequeño lobito empezaba a llorar desconsolado en su interior, escuchaba en el fondo la voz de su madre reclamándole al doctor por aquel diagnóstico con esperanza de que haya sido un error, pero el tan solo quería irse a una esquina para gritar y reclamarle a la Luna por la noticia.

Su madre se levantó furiosa agarrándolo de la muñeca para sacarlo de ese consultorio, su agarre era brusco y sus uñas largas se clavaron en la piel frágil del Omega, haciéndolo chillar de dolor. Todo el camino fue con un silencio sepulcral, pero se podía percibir por ambos aromas que la situación iba de mal en peor, Yeosang temblaba de miedo encogido en su sitio, el sabía que lo que le esperaba en casa no era nada bueno, su madre estaba furiosa y quién sabe cómo se pondría su padre.

Pero no era tan malo, ¿o si?

Pensó. Necesitaba el consuelo de alguien en esos momentos, pero se sintió tan solo. Su madre, quién esa misma mañana había sido tan dulce y atenta con él, ahora estaba mirándolo con furia y decepción, como si todo esto fuera su culpa.

Al llegar a casa, corrió hasta las escaleras para poder llorar solo en su habitación, pero la fuerte voz de su gran loba le hizo temblar y parar en seco, la mirada que le lanzaba su familiar fue aterradora, después también la tuvo su padre, el gran Alfa, no quería ver a Yeosang ni en pintura, y cada que lo veía caminar cerca, se encargaba de darle algún merecido violento.

- Los Omegas defectuosos como tu no merecen un buen trato. - Le susurró su progenitora entre dientes, tirando de las hebras castañas de el cachorro que trataba de no hacer ruido por el dolor agudo que sentía en su cuero cabelludo. - Así que deja de quejarte, porque tu tienes la culpa de que esta familia se esté destrozando de a poco.

Una vez el Omega se fue liberando de las garras corrió hasta su habitación, donde intentó refugiarse entre las sábanas blancas con miedo a ser descubierto por alguien más, lo que más le dolía de todo era que su familia le estaba dando la espalda, necesitaba mimos de su loba, también necesitaba un poco de fuerza emocional para afrontar todo, pero... ¿Qué podía hacer? Era un Omega defectuoso y no se merecía ningún tipo de afecto.

Pasaron las horas, pasaron los días, se sentía atrapado en esa casa, no podía salir a ningún lugar, ¿Que pasaba si los vecinos se enteraban? No, sería la decepción de la familia, no eran pobres, pero tampoco les sobraba el dinero, ahora su padre Alfa pensaba que gastar un plato de comida en su hijo, era como desperdiciarlo por completo.

Se mantuvo excluido por un buen tiempo, su presencia ya casi no se notaba, pero de todos modos nadie deseaba verlo, incluso el no quería verse, el tan solo despertar y saber que nadie le daría un "Buenos días" le hacía odiarse el mismo también.

Su lobo triste recordaba sus primeros días consciente, donde sus padres le brindaban un hermoso calor familiar amoroso, donde sus travesuras eran lo de menos y su sonrisa era lo más admirado en aquella casa. ¿Por qué todo eso se había esfumado tan rápido? Necesitaba amor y apoyo, pero por más que buscaba no lograba encontrar sentimientos en el.

Quería encontrar alguna solución a todo esto, pero no tenía pensamientos claros por ahora, mucho menos su lobito, que tan solo se encontraba llorando y durmiendo solitario en su cueva con miedo de salir y encontrarse con el rechazo familiar.

Pero... Era su destino, ¿No?

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Mi vida está plagada de pequeñas maravillas. Tu eres una de ellas.


- ¿Me veo bien con esto? Amor. - Preguntaba un pequeño Omega, jugueteando con la corbata de su Alfa que se preparaba para un día jornal, un día más para esforzarse y recibir nuevos clientes.

- Te ves muy bien con todo, wooyoung. - Murmuró cerca de los labios de el menor, posicionando sus manos en la pequeña cintura. - Pero ahora tengo que irme a la empresa bebé, y después pasar por la cafetería para supervisar qué todo esté en orden.

Wooyoung frunció el ceño haciendo un puchero con sus labios, empezando así un pequeño berrinche hacia su pareja. - Seonghwa.... ¿No me puedes llevar? Eres un mal Alfa al dejarme aquí solito. - Se quejó con voz melosa, sintiendo besos en sus labios casi de inmediato. - Deberías de darme algún puesto en la empresa para así poder estar más cerca de ti.

- No te puedo llevar porque estaré ocupado y te aburriría el verme trabajar, cachorro. - Dejó un besito en la blanca y limpia frente descubierta de su novio. - No necesitas trabajar, tu eres Omega de casa y yo seré quién te dé todo, ¿Si?

- Pero yo quiero acompañarte de todos modos, no haré ruido ¿Bueno? Llévame Seonghwa... - Insistió tirando con suavidad del brazo de su mayor para así intentar convercerlo.

- Ah bebé, tu eres terco. - Suspiró. - Bien, te espero en el auto, pero rápido ¿Si? - Besó la frente una vez más con dulzura, para después caminar hasta la salida, dirigiéndose a su auto y subirse a él, segundos después escuchó los pequeños pasos de su Omega llegar con rapidez, él ahora llevaba una mochilita azul de charol con algunas chucherías dentro, el Alfa le iba a hacer una pregunta, pero se hacía tarde, así que encendió el auto empezando a conducir rumbo a la empresa.

Podía escuchar la dulce voz de Wooyoung cantar con armonía, siguiendo el tono de la canción que sonaba por la radio del auto, al mismo tiempo bailaba y aplaudía con felicidad, contagiando el sentimiento a su amargado Alfa, que al verlo así reía con suavidad y negaba con la cabeza.

- Estás enérgico hoy, ¿Te comiste todos los dulces que te compré? Te dije que no podías comerte todos, cachorro.

- ¡Que amargado eres Alfa! Tan solo estoy feliz, ¡Siempre lo estoy! - La risa de su Omega se escuchó por todo el auto, en esos momentos el Alfa hubiera estado disfrutando ver al menor sonreír y cantar, pero hay que algo que lo tuvo pensando últimamente.

¿Por qué Wooyoung olía a un Alfa qué no era él?

No dudaba, pero sabía que Wooyoung era muy hermoso y dulce, tenía a muchos Alfas sucios tras el, y peor era ya que no tenía marca, pero lo curioso era que tenía un aroma muy impregnado.

Asqueroso.

Pensó Seonghwa un poco resentido, al llegar al edificio, tomó la mano de su cachorro empezando a caminar hacia el interior ya acostumbrado de que las miradas estén sobre ellos, pues eran una de las parejas más reconocidas en la ciudad por venir de familias muy adineradas.

Al estar en la oficina, el Alfa empezó a trabajar casi de inmediato, escuchando a su novio tararear una canción que le hacía sentir tranquilo, la hora de comer había llegado muy rápido pero él no quería pararse de su asiento, estaba preocupado en terminar ya esos documentos e imprimirlos, pero no podía dejar a su Omega ahí.

- Wooyoung, anda a comer con San ¿Si? Yo debo terminar esto y no tendré tiempo, lo siento bebé. - Una sonrisa disimuladamente victoriosa se formó en los labios del pequeño Omega, que sin dudar accedió casi de inmediato.

- Está bien Alfa, no tardaré. - Recibió un asentimiento por parte de el contrario y salió de la oficina, caminando algo rápido para el encuentro de su querido amigo.

San era la mano de derecha de Seonghwa, igual de poderoso, tenía la confianza ganada por parte de su mejor amigo y eso era lo que más le dolía a veces.

- San-ah, Seonghwa es muy frío a veces... Y soy un Omega que necesita mimos últimamente, ¿No quieres ser tú quién me los dé?

Al fin, ¿Quién podría resistirse a ese precioso Omega?

" Cuando entregas el corazón jamás te lo regresan completo."

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