treinta y uno
El rostro de Hinata estaba cubierto de sangre, de su sangre. Junto con su pecho que estaba manchado, sus lágrimas no dejaban de salir haciendo que doliera más por la sal, sus ojos estaban completamente morados, apenas podía ver, todo estaba tan nublado y oscuro. Hinata le tenía mucho miedo a la oscuridad, porque se encerraba en su soledad y en su mente, solo que ahora no estaba sola, y eso no podía aterrarle más.
Su única esperanza era Sasuke, pero él no estaba ahí y no tenía como llamarlo. Hasta que, escucho la voz del Uchiha mayor.
—Hola querido Sasuke, habla tu padre.— rió—¿Cómo has estado?
Era ahora o nunca, su esperanza no estaba pérdida por completo.
—¡Ahhh, Sasuke-Kun!— quería sonreír, Sasuke vendría por ella. La salvaría.— ¡A-ayudam...!— pero de un momento a otro todo estaba perdido. Dejo de escuchar, sus ojos se cerraron y ya no pudo pensar más nada.
—Dejenla ahí, despertará en algún momento. Sasuke vendrá por ella, y hablaremos al respecto.— estaba furioso.
—Cariño... ¿Ésta todo bien?— hablo desde lo lejos.
—Si cariño, todo bien.
Mikoto le sonrió a su esposo y salió cerrando la puerta. Su hijo estaría ahí en cualquier momento.
—Pero no se la haré tan fácil a ese tonto mocoso.
...
Sasuke siguió corriendo hacia su casa, Hinata lo necesitaba ahora más que nunca. Ese bastardo la había encontrado, ¡Porque el no había hecho nada para detenerla! Era un completo idiota. Hinata se había ido, y Sasuke sabia muy bien que eso no era una buena idea, pero el quería confiar en Hinata, confiar en que estaría bien. Pero nada de eso estaba pasando, todo se había ido a la mierda. ¡Y tenía que encontrarla antes de que le hicieran algo! Conocía muy poco a su padre, por eso jamás esperó que esto sucediera.
Pero ahora sabía que era un maldito bastardo y tenía que proteger a Hinata, de ellos, de él.
Llegó finalmente al territorio Uchiha y golpeó la puerta.
Mikoto fue a abrir, sabía que era su hijo, y sabía lo que tenía que hacer. Era la hora de tomar su papel en este plan maldito que había hecho su esposo. Porque ella no podía decir que no.
—Cariño, ¿Qué sucede?
—¡Ese viejo de mierda, tengo que entrar a verlo!
—¡No le hables así a tu padre!— lo regañó tiernamente — Pues él no ha regresado desde ayer— dijo confundida — debe estar en su oficina.— le sonrió — ¿Quieres pasar a...?
—¡No tengo tiempo mamá!— la interrumpió y corrió hacía la oficina del bastardo Uchiha.
Mikoto no sonrió, sabía que estaba haciendo mal en mentirle a su hijo... Pero ya no podía hacer nada.
Así que Sasuke confió en ella, porque era la única en su familia que tenía cordura y jamás le mentiría. Era su madre y confiaba plenamente en ella.
Corrió ahora hacía esa maldita oficina, lo malo es que estaba a kilómetros de ahí...
Si tan solo hubiera sabido que Hinata estaba solo a unos metros de él, jamás la hubiera dejado pasar horas y horas con esos malditos enfermos.
Pero ya todo estaba perdido.
¿Verdad?
...
—¿Era él?
—Sí.
—¿Funciono?
—Si, él fue a tu oficina.
—¡Ja! Sabía que te crearía, eres su madre después de todo. Jamás le mentirías.— la beso— por eso te amo.
—¿Me dejas curarla al menos?
—¿Eso te hará sentir menos culpable?— Mikoto asintió — esta bien cariño. Pero no tardes tanto.
—Sí.
Fugaku salió junto con sus matones, dejando a Mikoto sola con Hinata, quién estaba inconsciente.
—Perdón por esto querida... No quería que esto pasara, y-yo no tuve elección. Pero descuida, Sasuke estará aquí en cualquier momento. Lo prometo.
Hinata apenas escucho esa dulce voz, y quería creer que era su ángel, quién la salvaría y la llevaría con Sasuke.
Pero estaba equivocada.
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