Sasuke ya no sabía que hacer.

Sólo ver la cara de Hinata y de su familia lo irritaba, todos eran tan molestos. ¿Por qué no lo dejaban solo y ya? Siempre andaban metidos en su vida como si él fuera la persona más importante del mundo.

—S-Sasuke, ¿Te encuentras bien?— preguntó Hinata, con mucha preocupación.

—¿Cuando será el día en que me dejes en paz? ¿No te aburres, verdad?

—S-solo me preocupas.

—Preocupate por ti, y no por mí. No somos nada, entiende eso.

—E-esta bien.

Hinata estaba molesta ahora. No sabía por qué le importaba tanto ese chico, siempre quería saber si se encontraba bien o mal, si necesitaba hablar con alguien, si quería desahogarse. Pero él siempre la alejaba y le respondía mal.

Y era verdad, no se aburría de intentarlo.

Hoy era un día nublado, hacía bastante frío. Hinata se gano al lado de la chimenea mientras leía un libro.
—¿Qué estás haciendo aquí?

Hinata levanto la vista hacía él y respondió.

—Tenía frío, y q-quería leer.— Volvió a ver su libro.

—Es mí habitación.— Dijo acostándose en su cama.

—N-no molestaré, pero si prefieres... Podrías ir a dormir a la mía.— respondió tiernamente.

—Aquí no hace frío.— La miro — Si metes un sólo ruido, te vas.

—S-si.

Dejo de verla y cerro sus ojos para dormir.

Hinata sonrió.

Continuó leyendo hasta las ocho de la noche, se levantó a preparar café.

Luego fue a apagar la chimenea, y... Fue a donde Sasuke y le dio un beso en la frente.

—Buenas noches, Sasuke-Kun.— y sonrió.

Fue a su habitación, y su cara se torno muy roja. ¿Por qué hizo eso? Ni siquiera se percató de lo que había hecho.

Mierda, eso no era nada bueno.

Sasuke la escuchó y sintió ese beso. Su rostro se torno rojizo. Rápidamente olvido eso y se volvió a dormir.