cuarentena y cuatro
Largas dos semanas ya habían pasado en las que Sasuke no movía, no miraba, no hablaba, no reía, donde estaba ahí con ella pero a la vez no lo estaba, solo era su cuerpo, su rostro, su cabello, todo tan inmóvil, todo tan sereno y tranquilo.
Ha Hinata le quedaban más o menos una semana y media para dar a luz, pero ella no se había movido ni un poco, más solo para ir al baño, o a casa para ducharse y volver enseguida. No dejaba a Sasuke por nada del mundo. Para su mala, buena suerte, Mikoto estaba ahí con ella para ayudarla en lo que Hinata le permitiese. Porque sólo estaba ahí si Hinata le daba autorización, al menos Mikoto y Fugaku por primera vez, habían sido comprensivos y respetado lo que Hinata les había dicho, solo hablo con Mikoto.
Hinata tenía en claro que no sólo su esposo y padre de sus hijos estaba ahí, también era el hijo de esa mujer y ese maldito hombre, y ella sabía muy bien que Sasuke no los querría ahí para nada, pero tenía, tuvo, que dejar su orgullo, sus orgullo, el de ella y Sasuke, por el bien de ella y su esposo. No podía sola, no, era demasiado, mucho para cargar ella sola.
Y no podía.
Con Sasuke en coma, sus dolores eran insoportables, sus ataques de ansiedad aumentaban, sus crisis de pánico eran pocas, pero estaban ahí, las cortadas en su piel, la tristeza, frustración, el dolor, sus lágrimas, su corazón roto todos los días al ver a su esposo, prácticamente muerto, la tenían muy mal, los doctores no entendían como aún no daba a luz, estaba mal. Pero sus bebés estaban sanos, con solo mirarla y con ayuda de Mikoto, podían ver como se encontraban los niños, porque para su suerte, Hinata tenía el sueño pesado, y cuando se quedaba dormida con ambas manos en la mano derecha de Sasuke, podían hacer las respectivas revisiones, ya que ella no despertaba hasta que amaneciera.
Era muy extraño que los bebés no sufrieran por los problemas de su madre, tal vez se fortalecieron solos, o eso pensaba Mikoto. Sus nietos eran unos valientes.
Suaves caricias, tiernos desvelos
Hinata acariciaba el rostro de Sasuke con tanta tranquilidad y amor, que a veces por mini segundos que fueran, sentía que él estaba ahí con ella y que le sonreirá, y le diría que todo estaría bien. También, en sus pocos sueños tranquilos, lo veía despertar y hablar, diciéndole cosas como "Hinata, he regresado, jamás te volveré a dejar sola" o sus típicos "Tonta, no debes llorar por mí, no merezco tus lágrimas, todo estará bien" y ella era feliz, y despertaba feliz cada vez que soñaba eso.
Pero, era una dolor insoportable volver a despertar y verlo en el mismo estado del día anterior. No quería eso, nunca más.
...
Mikoto fue por el desayuno, uno muy nutritivo para una mujer embarazada que no había querido comer en un día, como Hinata no la consideraba familia, por razones obvias, Mikoto no la había podido reprochar por eso, ni le pudo alegar nada, Hinata no escucharía y posiblemente la hubiera echado de ahí.
Así que ahora se encontraba camino a la sala donde estaba su hijo, su querido Sasuke... Tocó a la puerta y entró tras oír el "adelante" de Hinata.
-Buen... día, Hinata.- Dijo dudando y en silencio, porque el día no iba a ser bueno ni por más que lo desease- Te traje el desayuno, hoy si tienes que comer. Piensa en los niños. Ahora no eres solo tú, cargas con más vida en tu interior y ellos no...- Hinata la interrumpió.
-Me siento muy cansada, por favor ya no hable más.- la miró- comeré, pero por favor, le puede dar un pequeño lavado a Sasuke-Kun, no siento que yo pueda hacerlo hoy. Por favor- dijo, sorprendiendo a Mikoto.
-...Claro, querida.
-Sin hipocresía, gracias.
Tomó la bandeja y se fue a ganar en la mesa pequeña que estaba en la sala, y se sentó a comer, como si no hubiera un mañana. Sus bebés le pedían a gritos un poco de comida, y la castigaban con grandes patadas, que ahora eran de felicidad. Por más cansada que estuviera, comía con tantas ganas, que a Mikoto le alegró el corazón el verla así... tan animada. No la había visto así, nunca.
Y se hundió en sus pensamientos de remordimiento y arrepentimiento. Como le podían haber hecho tanto daño a esa persona, que era tan frágil pero a la vez tan fuerte, y también a su propio hijo, por causa de algo horrible, en el que ellos no tenían la culpa, dónde solo tenían que haber sufrido la perdida de su hijo y tratar de superarlo, no hacer todo lo que hicieron, haciendo que eso, sin saber, les costaría también la vida de su hijo menor. Estaba tan arrepentida, se odiaba tanto, pero no podía pedir perdón. Porque ese era un daño imperdonable, y Mikoto sabía muy bien que su hijo y Hinata jamás la perdonarían, ya que ese daño que ellos no merecían, ya los había marcado para siempre. Pero se prometió a si misma proteger a toda costa a los bebés que venían en camino, ellos no merecen pasar por lo mismo que sus padres, no deben sufrir, ni tener una vida de mierda. Ellos eran una luz de esperanza para ambos jóvenes, diciendo así que pudieron "pudieron" superar todo el sufrimiento, el dolor y toda la tortura, para tener una vida en completa armonía, en donde el dolor no volvería a aparecer nunca más, donde nadie más les pudiera hacer daño, ya nunca más.
Y si, tenía cierta razón, esos niños eran una esperanza para Hinata, eran todo para ella, pero, ahora no podía verlo, no podía sentir eso. Sólo quería que Sasuke despertara y la abrazara, que él estuviera bien, que estuviera vivo.
Mikoto comenzo a limpiar a su hijo delicadamente, tal y como lo hacía cuando él era un bebé, cuando lo protegía de todo lo malo, de todos los malos. Tan inmóvil, indefenso, tan... callado, ahora más que nunca. Lagrimas comenzaron a salir, su corazón se apreto y le dolía mucho, había perdido a su hijo mayor, se lo habían arrebato, y no había podido hacer nada para salvarlo, y ahora se encontraba aquí, con su segundo hijo, al cuál tampoco pudo proteger, ni siquiera de sus padres. Las lagrimas salieron cada vez más, y los sollozos comenzaron a sonar, no eran desgarradores, pero si dolían y se sentían, Hinata lo escuchó claramente, y también lloró.
Se levantó de la silla y fue hasta donde Mikoto, se acercó despacio y con dudas, juntando la cabeza de Mikoto en su barriga y abrazandola con ambos brazos, y lloró, junto con ella, junto con la segunda persona que más odiaba en su vida, pero sin duda, la que le habia dado a su querido esposo, así que, no la podia odiar por eso.
Mikoto se sorprendió, pero lloró aún más fuerte, abrazando también a Hinata, ambas llorando, con sus ojos cerrados completamente.
Ni se dieron cuenta de que él las miró por unos minutos, sin decir nada, solo, sonriendo.
...
Hinata pensó que estás eran buenas noticias, así que se alegro tanto que no quiso seguir escuchando lo que el doctor le tenía que decir.
Pero sin embargo, Mikoto si escuchó y no le quiso decir nada a Hinata...
...
Ya solo quedaban cinco días para que el gran día de dar a luz llegara, Hinata estaba muy feliz ya que, le dijeron que Sasuke despertaría muy pronto, en un abrir y cerrar de ojos.
Estaba ansiosa porque eso pasara, tan feliz, su brillo en sus ojos había vuelto junto con la esperanza.
-Muy pronto estaremos juntos, Sasuke-Kun.
...
Hinata se sentó a su lado como siempre, mirando atentamente a su querido esposo, nada la hacía despegar su mirada en él, quería estar atenta a su primer movimiento, o su primer abrir de ojos, quería verlos abiertos, y con esa mirada fría y de amor que él tenía.
Mikoto y Fugaku la miraban desde el otro lado de la ventana, ella ni siquiera los notó.
-Tal vez... será mejor decírselo.- Dijo Fugaku.
-No, la destrozaría más de lo que ya esta. Ya le hemos hecho suficiente daño. Ya no más.-Dijo llorando en silencio.
Fugaku la abrazo por los hombros.
-Sera peor para ella.
-Solo, hay que esperar a que eso pase, que ella lo vea, no que lo piense.
-Tienes razón...
Hinata tonta, no había querido escuchar la otra posibilidad, la más acertada, sobre el estado de su esposo, no. Ella sólo quería oír cosas buenas, nada que le hiciera daño, por lo mismo Mikoto no había dicho nada sobre la continuación de esa conversación, no quería ni que supiera. Hinata estaría bien con esa posibilidad, que por muy pequeña que sea, podía pasar y tal vez pasaría, que su esposo por fin despertaría, que estaría a salvo.
Pero, la segunda posibilidad, era tan real, que Fugaku ya la había aceptado, y se había preparado para lo que pasaría después, Mikoto por su parte, no estaba lista, y no quería que eso pasara.
No podría, ni ella ni Hinata.
No podrían superarlo, jamás.
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En el horizonte de mi mente se ha escondido el sol...
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