Parte 5: Cuando los mundos chocan
El resto de la tarde estuve distraído en todas las clases. Haber encontrado a Akane me despertaba emociones muy fuertes. Y no podía sacarme de la cabeza la actitud de Mika, que no dejó que hablara de nada con Akane. Me hubiera gustado saber más de su vida luego que nos distanciáramos. Y apenas trataba de dejar de pensar en ello para concentrarme en la clase cuando surgían imágenes de mi conversación con la Presidente del Consejo Estudiantil, que no había quedado tan opacado por mi último encuentro como hubiera esperado. Había logrado dejarme bien inquieto Mael Mishima con su actitud indescifrable.
Faltando minutos para el final de la clase sentí la vibración de un mensaje llegando a mi teléfono. Era Saori avisándome que se encontraba frente a la puerta principal, y me esperaría allí. Suspiré aliviado de haber recibido el mensaje, con tanto ajetreo casi olvidaba que nos habíamos citado para que me alcanzara los libros que debía devolver a la biblioteca. Con el timbre del final de la clase recogí mis cosas rápidamente, pero aunque fui de los primero de mi clase en salir de nada valía apurarme. Con la enorme cantidad de alumnos que cursaban los pasillos se atestaban de estudiantes y la salida se hacía a paso de hormiga.
El frente de la Preparatoria era un muro bastante alto que no permitía ver hacia afuera, con un portón de reja que dejaba visible solo la parte de la calle que daba a su frente. Al salir recién pude divisar a Saori a un lado de la columna del muro donde se sostenía la reja. Llevaba un vestido oscuro muy femenino que acentuaba su figura, y terminando en volados por sobre su rodilla destacando la perfección de sus piernas. Si bien no sobresalía, el contraste con los uniformes de los alumnos la hacía destacar haciendo que todos volvieran su mirada sobre ella. Me acercaba hacia ella por entre la multitud que se cruzaba cuando me percaté de que no estaba sola, parecía hablar con una estudiante, altísima y que me daba la espalda. Pensé que habría encontrado a alguna conocida suya, con tantos alumnos podía ser razonable.
Le hice un saludo con la mano cuando se percató de llegaba, que replicó con una rápida inclinación mientras seguía prestando atención a su interlocutora. La estudiante se volteó al notar el gesto y pude ver que se trata de la Presidente Mishima, que al estar al lado de la grácil Saori parecía aún más imponente de lo que me había parecido antes, sobre todo a la altura del busto. Al verme se puso las manos a la cintura echando sus hombros severamente hacia atrás. Su botón asesino parecía a punto de escaparse hacia mi ojo, al que apuntaba peligrosamente.
— ¡Seito kaichō! — exclamé sorprendido.
— ¡Debería saber que está prohibido hacer pasar a personas ajenas a la Preparatoria, Takenaga-san! ¡Hay que respetar las normas del establecimiento!
— ¡Lo siento! — y agregué dudando — ¿pero aquí no estamos en la calle?
Noté su ceja izquierda que comenzaba a temblar mientras buscaba las palabras como contrariada, o más bien pensando en que respuesta dar a mi observación por demás lógica. Saori permanecía inmutable mirando la escena.
— ¡Es mi deber tanto cuidar de la conducta y cumplimiento de las normas estudiantes, como el anticipar cualquier acción que pueda tender a transgredirlas! — agregó levantando un dedo— ¡De esto se trata, de prevención!
— ¡No era mi intención romper ninguna regla! — me excusé, notando de reojo que ahora había más gente alrededor.
Los curiosos no solo observaban al pasar, sino que se estaban empezando a detener para no perder detalle. También comenzaban a sumarse los compañeros de mi curso que venían más atrás, y no solo parecían más interesados sino que empezaban a comentar la escena entre ellos.
— ¡Además Saori-san me contó de que se trata esto! — continuó Mishima — ¡Y debería darte vergüenza hacer caminar tanto a tu novia para que te alcance unos libros!
— ¡Novia! — escuché exclamar tras mío por sobre el murmullo creciente. Era Akane que se habían acercado sin darme cuenta. Yo me encontraba paralizado y no podía reaccionar.
— ¡Ara, ara! — le comentó Mika que estaba a su lado en voz alta — ¡Parece que no ha perdido nada su tiempo!
— ¿Quiénes son ustedes? —inquirió Mishima extrañada.
— ¡Somos sus amigas de la infancia!
— ¡Tú no eres su amiga de la infancia! — corrigió Akane.
— Pero soy amiga tuya, y eso me hace amiga de Kaizu-kun.
— ¡Yo tampoco era amiga de la infancia, teníamos trece años! —respondió antes de pensar, sonrojándose de inmediato al darse cuenta de su exabrupto.
Los murmullos aumentaron y se escuchaban comentarios de cómo me había llamado Mika por mi nombre, y de cómo llevaba a mi novia allí.
— ¡Guarden la compostura las dos! ¡Además no debemos incomodar a la novia de Takenaga-san!
— ¡No es mi novia! — protesté — ¡Dejen de inventar cosas que no son!
— ¡Lo piensas negar porque están las amigas de tu infancia! — interrumpió Mishima abriendo desmesuradamente sus ojos— ¿Qué intenciones oscuras traes con estas dos inocentes estudiantes?
— ¡Ninguna mala intención! — me defendí — ¡Digo que no es mi novia!
Mire a Saori suplicante
— ¡Por favor Nakamura-san, explícales tú!
Todo el mundo dirigió la mirada a Saori, y se hizo un silencio total. Saori asintió.
— Es verdad, no soy su novia — y cuando parecía aliviarme agregó — Solo vivimos juntos.
Los comentarios se dispararon ensordecedoramente. Sentí que mis piernas flaqueaban, me sentía en ese momento que el mundo se venía abajo. Akane se llevó ambas manos a la boca, Mika sonrió sarcásticamente y Mishima pareció congelarse de repente.
— ¡Eso no ayuda Nakamura-san! — alcancé a protestar, sabiendo que había dicho una verdad tan sencilla como irrefutable.
No quedaba nada por aclarar. Mirando a todo el mundo comencé a buscar excusas.
— ¡En realidad la conocí ayer! ¡No es nada de lo que se están imaginando!
Una gota de sudor corrió por el lado de mi frente, sentía que cada palabra que decía me hundía más. Ya se escuchaban los comentarios sobre que había llevado a mi casa a una desconocida, y que tenía el atrevimiento de engañar a mi amiga de la infancia. La mirada de Akane desbordaba de incredulidad, lo que más lamentaba era no encontrar palabras que no me siguieran hundiendo aún más. Sentía que mi vida escolar estaba siendo aniquilada totalmente.
Mishima tomó los libros que traía Saori y me los incrustó literalmente en el pecho quitándome la respiración.
— ¡Devuelve estos libros de una vez! Yo debo hablar seriamente con Nakamura-san en mi despacho— y gritando a la pequeña multitud alrededor gritó — ¡Muy bien se acabó el espectáculo, por favor retírense todos!
Desolado marché hacia la biblioteca con paso cansino. En un solo día había pasado del anonimato absoluto a la primera plana de las críticas generales. No era este precisamente mi concepto favorito de popularidad. Tal como iban las cosas no estaría mal trasladarme de preparatoria. Pero a la vez no podía dejar de pensar en que no quería alejarme de Akane, ahora que había vuelto repentinamente a mi vida.
La bibliotecaria me sonrió tranquilamente. Se veía bastante mayor, quizás no le quedara mucho más para retirarse de la actividad. Pero después de lo que había pasado agradecí la serenidad de la mirada. Comenzó a revisar lentamente las fichas de cada libro, y comenzó a ingresarlas en su ordenador. Después de varios intentos me indicó que parecía haber algún problema en el sistema y que debía esperar, si no quería volver al día siguiente. Obviamente no podía dejar pasar ese día así que me limité a sentarme y cada tanto me acercaba a preguntarle si volvía el sistema. Finalmente mientras esperaba sentado en una mesa de lectura vi acercarse a Saori.
— ¿No será malo si te descubren caminando por el instituto? — me preocupé — Ya escuchaste sobre lo que no se permiten personas ajenas.
— ¡No hay problema! — respondió confiadamente mostrando una identificación en su pecho — Mael-san me prestó esta tarjeta de visitante.
— ¿Mael-san?— repetí incrédulo — ¿La llamas por su nombre?
— Por supuesto, hablamos bastante y creo que podemos llegar a ser buenas amigas.
— ¿Acaso esa mujer puede llegar a ser amiga de alguien? — pregunté más para mi mismo.
— Es muy amable en privado — observó — además se preocupó mucho por nosotros y nuestra situación, que entendió perfectamente ahora que le conté. Pero no encuentra apropiado de que vivamos solos así que buscó una solución.
— ¿Una... solución? — repetí dudando
En ese momento me hizo señas la bibliotecaria. Nos acercamos y me comentó de que parecía no habría sistema por el resto de la tarde ya que no quedaba personal a esas horas para revisarlo. Mi cara de desconsuelo no pasó desapercibida para Saori.
— ¿Eso es grave? — preguntó.
— ¡Gravísimo! No puedo pasar un mes sin poder sacar más libros. Ya no me quedan fuerzas para seguir Saori-kun, estoy acabado
— Déjame ayudarte — dijo por lo bajo — Distrae por el otro mesón a la bibliotecaria hasta que te lo indique.
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