Parte 4: Amiga ¿por dos?

Regresando a mi clase leí el resto del mensaje de Saori. Me indicaba que había encontrado unos libros con la ficha de devolución de biblioteca para el día de hoy, y me preguntaba si no tendría problemas al haberlos olvidado. Me tomé la cabeza, un atraso en la devolución significaba automáticamente una penalización de un mes sin poder retirar más libros. Con lo caros que eran y difíciles de conseguir estaba acabado si no podía contar con la biblioteca durante todo un mes. Tenía que evitar la restricción a toda costa, pero no podía salir del Instituto a buscarlos a mitad de la mañana. Trataba de pensar en alguna solución, la biblioteca permanecía abierta dos horas más después del término de las clases, tiempo que quedaba libre mientras no hubiera actividades de club. Pero aun así esas dos horas no eran suficientes para ir a buscarlos y volver a tiempo.

La siguiente clase me encontraba disperso y completamente preocupado por el tema, así que perdí atención en la mitad de lo que explicaban. Y la hora se hizo eterna. Finalmente sonó el timbre del descaso y me decidí sobre cómo solucionar el problema. Como este recreo era corto casi nadie salió a los pasillos.

Llamé a Saori desesperado desde el curso, aún sentado en mi banca. Apenas la había conocido el día anterior y me parecía un abuso pedirle un favor pero no tenía alternativa. Le propuse encontrarnos a mitad de camino para que me alcance los libros y así podría devolverlos a tiempo. Sin embargo Saori se mostró de lo más comprensiva y se ofreció a llevármelos hasta la puerta de la preparatoria justo al horario de salida. A pesar de que le observé me parecía demasiado que hiciera todo ese camino, ella insistió.

– Estoy con tiempo libre de sobra, y además — agregó con mucho sentido— es mucho más seguro hacerlo en el Instituto que en algún lugar incierto a mitad de camino. Si nos desencontramos perderías la oportunidad de devolverlos hoy.

Corté aliviado, y al estar más calmado comencé a notar un ambiente raro alrededor. Cerca de mí había un grupo de niñas que me miraban de reojo y alcancé a escuchar que murmuraban:

– Estoy segura que era una mujer con la que habló — decía una de ellas.

– Por el modo de hablar creo que no era su madre, pero sí es alguien que vive con él.

– ¡Vive con su novia bajo el mismo techo! ¡Eso es escandaloso!

– ¡Y va a hacer que le traiga cosas hasta aquí!

Realmente no sabía si disimulaban muy mal los comentarios, o trataban adrede de que me enterara. Más allá noté otro grupo reunido con miradas de soslayo y actitud parecida. Sin escucharlos me dio la impresión que se trataba una conversación del mismo tenor. Parece que en mi preocupación, para mi conversación telefónica usé un tono de voz demasiado alto. No me agradó ser la comidilla del momento, más aún cuando todavía no había podido establecer ningún lazo de amistad en el curso. Esperaba que el momento pasara sin más, y se olvidaran pronto; por suerte terminó el recreo y comenzó enseguida la clase, la última antes del almuerzo.

Muchos llevaban su almuerzo preparado, estilo Bentō, que comían en clase o en espacios abiertos del patio. Yo nunca tenía tiempo para prepararme el mío, así que debía pasar por el comedor escolar. Esto no era muy agradable dado que se formaban largas filas al llegar todos al mismo tiempo, y los platos únicos del día se acababan rápidamente por ser limitados. Y ese día no fue la excepción. Cuando llegué al mesón ya solo quedaban los preparados comunes. Busqué un lugar para sentarme, que generalmente era puestos aislados en las mesas compartidas de seis u ocho asientos, donde nunca podía estar con alguien de mi curso. De hecho era una lotería conseguir sentarme, a veces debía esperar cinco o diez minutos hasta que se desocupara algún puesto. Y como es de imaginar, eso tampoco ayudaba a que pudiera socializar. Y menos al apurar siempre mi almuerzo para salir a tomar aire.

Aprovechando que todavía no llegaba la temporada de lluvias trataba siempre de encontrar algún lugar donde pudiera disfrutar un rato del sol de primavera. El campus tenía mucho espacio verde alrededor de los edificios, aunque ya tenía una banca favorita donde pasaba el resto de mi tiempo de almuerzo. Quedaba retirada de los caminos principales, en un paso poco transitado y con algunos árboles detrás, que parecían murmurar levemente al correr el viento entres sus hojas.

Al girar por el camino hacia la banca, noté que estaba ocupada por dos estudiantes. Me lamenté de que no pudiera usarla, y pensé en regresarme. Pero me habían divisado y no quería parecer que estaba evitándolas, lo que me haría ver como un sospechoso. Así que decidí seguir adelante, y de paso ver si encontraba algún otro lugar para mi descanso. Al acercarme evitaba mirarlas directamente, haciéndome el distraído aunque en el fondo estaba molesto con ellas aun sabiendo que no tenían la culpa ni sabrían que ocupaban mi lugar favorito. Sin embargo a medida que me acercaba noté que dejaron de conversar y una de ellas me miraba fijamente, lo que me hizo sentir un poco incómodo y me forzó más a apartar la vista de ellas y así dar la impresión de ignorarlas. Cuando estaba a punto de pasar delante de ellas la sensación de la mirada fija me forzó a mirarla de reojo. Entonces me detuve extrañado y no pude evitar mirarla directamente, me parecía una cara conocida, muy conocida. Quedamos así por unos segundos, su compañera nos miraba alternativamente a uno y otro sin parecer entender nada. Finalmente ella rompió el silencio:

— ¿Kaizu-kun?

— ¡Akane-chan!—exclamé emocionado, pero enseguida me corregí juntando mis manos— ¡Perdón! ¡Debería llamarte Akane-kun ahora!

— Creo que deberías usar ese honorífico ya que somos de la misma edad —se sonrojó, mientras su compañera disimuló con su mano una pequeña risita— ¡Sin embargo me trajo muchos recuerdo volver a escucharte como me llamabas en aquel entonces!

— ¡No sabía que estudiabas en esta preparatoria!

— ¡Para mí también es una sorpresa encontrarte aquí!— se volteó hacia su amiga — Él es un antiguo compañero, de la primer secundaria a la que fui.

— ¡Hajimemashite, Takenaga desu! ¡Dooso yoroshiku! — me presenté respetuosamente, inclinando levemente mi cabeza hacia su compañera.

— ¡Un gusto conocerte, me llamo Satoo!—y agregó mirando a Akane— Veo que eran bastante cercanos, ya que se llaman por su nombre de pila.

— ¡Nada de eso! — protestó Akane ruborizándose escandalizada — ¡éramos muy buenos amigos, no podríamos haber sido más que eso!

— ¿Y por qué será que Takenaga-kun puso esa expresión tan triste al escucharte decir esto?

— ¿Qué?—pregunté sorprendido mientras Satoo soltaba otra risita — ¿Me veo así como dices?

— ¡Eso fue muy transparente, Takenaga-kun!

— ¡No quería decir eso!—intervino Akane llevándose ambas manos a su boca— ¡Me refería a que éramos muy chicos para ser otra cosa! ¡Pero cómo eres! ¿por qué me haces pasar un mal rato?

— ¡Porque eres muy divertida! —rió Satoo abiertamente — Bien Takenaga-kun, ahora que tengo clara la situación por favor siéntate un rato con nosotras, mientras terminamos nuestro almuerzo.

Indicó con unas palmaditas el lugar libre a su lado para que lo ocupe. Dude un segundo, porque sentado allí Satoo quedaría ubicada en medio de los dos. Y no parecía una buena idea. Igualmente si forzaba sentarme al lado de Akane la incomodaría aún más, así que respire profundo y tome el lugar que me ofrecía. Akane parecía completamente desorientada.

— ¿Las dos se conocieron en esta preparatoria? — pregunté como para involucrar a ambas en la conversación.

— No, fuimos compañeras de la última secundaria que hice — respondió Akane. — ¿Dónde estás cursando?

— Estoy en el edificio frontal, no sabía que había otros primer año por este sector.

— Sí. Nosotras estamos vamos al edificio verde de ala izquierda. ¿Ya te decidiste por algún club? Nosotras estuvimos conversando con algunas senpai que nos comentaron sobre...

— Oye Takenaga-kun — interrumpió Satoo abruptamente — Mientras habla ella ¿por qué no aprovechas en comer un poco de mi bentō?

Satoo tomó una pieza de arroz con los palillos y llevó hacia mi boca. Akane la miró aterrada.

— Veamos. Dí "ahhhhhh"

Dudé sin saber qué hacer, e insistió haciendo el gesto con su boca y acercándose peligrosamente a mi rostro junto con sus palillos.

— "aaahhhhhhhh...."

— ¡Detente, no sigas con eso! — protestó Akane afligida — ¡Lo siento Kaizu-kun!

— Estoy tratando de ser amigable ¿O acaso quieres ser tú la que le comparta su almuerzo? ¡Adelante, animáte! Sé muy bien que Takenaga-kun te lo agradecerá.

Akane no podía articular las palabras que quería decir, con su rostro colorado a más no poder.

— Por otra parte estoy en desventaja, ustedes se llaman por su nombre — continuó Satoo — ¿Por qué no hacemos lo mismo Kaizu-kun? Puedes llamarme como Mika-kun. Y si así lo haces con Akane, tampoco me molestaría ser Mika-chan para ti.

Me puse de pie y salude cortésmente con una inclinación.

— Gracias por la confianza Mika-kun, espero que nos llevemos bien. Igualmente debo ir a mis clases ahora — y agregué hacia Akane— Me alegró mucho verte de nuevo Akane-kun.

— ¡Por favor disculpa a Mika! — se lamentó Akane — Puede ser pesada, pero es muy buena amiga.

— ¡Oye, dile que a ti también te alegro verlo al menos! — acotó Satoo, y agregó hacia mí — Por favor Kaisu-kun, ven mañana a medio día a almorzar con nosotras aquí. Te estaremos esperando.

Mientras me agregó en voz alta:

— ¡Y no te atrevas a faltar! ¡Sino te iré a buscar directamente a tu curso! ¡y sabes muy bien que lo podría hacer! —agregó riéndose.

Di algunos pasos más cuando sentí que alguien se acercaba rápidamente. Era Akane, que habló en voz baja, y muy avergonzada.

— Por favor Kaizu-kun, yo también quisiera que vengas mañana. Quizás podamos conversar un poco mejor, voy a tratar de que Mika no te moleste tanto.

— ¡Oye, déjate de secretos y vuelve aquí! —gritó Satoo entre risas.

— ¡Hasta mañana entonces! — le respondí con una sonrisa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top