Capítulo 1: Una joya que habla de más
Había oído hablar de ellos en numerosas ocasiones, hasta varios compañeros del trabajo se habían hecho con alguno, pero nunca jamás en su vida había sostenido uno entre sus manos.
Era tan pequeño que tenía miedo de acariciarle por si le hacía daño.
Los chibis se habían convertido en la última sensación, venían de Japón, pero tal fue el impacto de aquellas pequeñas criaturas en el país que pronto el mercado se expandió a los países vecinos. China, Tailandia y Corea del Sur habían empezado a crear chibis también y todos en el país ya conocían ese famoso nombre.
Él no sabía demasiado de todo eso, pero según había leído en revistas y blogs de internet, habían nacido de un programa de investigación en la Universidad de Tokyo, donde nació el primer chibi a partir de experimentos con el ADN de los humanos y hámsters, dando como resultado a unos pequeños humanos no más grandes que una mano. Pronto el descubrimiento se comercializó y empezaron a crear miles de chibis que ahora viajaban por toda Asia oriental.
Y ahora Suho tenía uno entre sus manos, uno pequeñito y tierno, era tan pequeñito que le podría caber perfectamente en una sola mano, pero no se quería arriesgar, así que había hecho una improvisada cuna con sus manos. Su pelo era suave como la seda y era de un castaño acaramelado anhelando llegar al rubio, tenía las pestañas muy largas y una traviesa sonrisa de gato, Suho se preguntó si lo habían hecho a medida, tales rasgos no podían haber salido al azar, era demasiado bonito. El chibi bebé llevaba solo un pañal y parecía tener algo de frío, así que Suho lo pegó a su pecho.
Jongdae era su nombre.
Llevaba meses con la idea de adoptar a uno rondando por su cabeza, aunque tenía algo de miedo, nunca había tratado con ninguna de esas criaturitas y no sabía como debía de cuidarlas. Aparte, tampoco sabía si a su pareja, Kris, le agradaría la idea de adoptar un chibi.
Kris y él llevaban más de cinco años juntos, tres de ellos viviendo bajo el mismo techo. Nunca habían tenido una mascota —y mucho menos hijos—, pero Suho pensó que sería buena idea traer un nuevo integrante a su pequeña familia.
Cuando le preguntó a su novio que le parecía la idea, el chico le sonrió, le dio un beso en la frente (lo cual, pocas veces ocurría) y le dijo que estaba bien si quería adoptar a uno.
Aquella misma tarde, nada más salir del trabajo, tomó la dirección indicada —cortesía de Hyunjin, quien en parte le había animado a adoptar a uno— y se acercó al centro de adopción "ChiDiSí". En la entrada había una gran foto de muchos chibis saludando a la cámara junto a varios señores con batas, Suho supuso que eran doctores, recordaba que Hyunjin había nombrado que también era una clínica para los chibis.
Debajo de la foto ponía con llamativas letras de colores: "Di sí a la adopción, ¡ellos también quieren una familia!"
No pudo evitar sonreír al leer aquello, él pensaba darle una familia a uno de esos adorables chibis.
La anterior nombrada Hyunjin le había dado bastante información y le había resuelto todas sus dudas, ella tenía tres chibis en casa y sabía mucho más del tema que él.
También le había dicho que, al igual que los animales, se podían comprar o adoptar. Ella siempre había adoptado y le pidió desde el fondo de su corazón a su compañero que, si se hacía con uno de ellos, adoptase. Bastante gente los compraba sin saber que había muchos chibis sin hogar que eran abandonados en las calles al igual que gatos o perros. La diferencia era que los chibis eran muy pequeños y débiles y pocos sobrevivían más de dos días en la calle, por lo que numerosas clínicas se habían convertido en centros de adopción donde los cuidaban hasta que encontrasen un lugar.
Todos los chibis tenían derecho a tener un hogar donde les dieran amor y cariño.
Un hombre que se presentó como Seokhyun le condujo por un pasillo decorado con muchos dibujos —seguramente de chibis— mientras le explicaba la responsabilidad que conllevaba adoptar un pequeño, los chibis no eran juguetes, como mucha gente pensaba.
Los chibis tenían sentimientos, podían reír y llorar, jugar, correr, pintar y hablar si se les enseñaba.
Los chibis eran como pequeños hijos que nunca crecían.
—¿Buscas algo en concreto? —preguntó el hombre abriendo la puerta.
—Uno... ¿Cariñoso? —propuso el rubio, indeciso sin saber qué era lo que buscaba.
Seokhyun dejó escapar una leve risa por la improvisada respuesta que le había dado.
—En ese caso, vas a tener mucho donde elegir, todos son un amor de niños —dijo antes de que Suho entrase a la habitación, y cuando esté lo hizo, se quedó sin habla.
Desde la entrada, la pared pintada con flores de pálidos colores que acompañaban a las ramas de los cerezos era lo más llamativo.
El cuarto de podría denominar como un cuarto de juegos, un gran cuarto de juegos. En la habitación habría unos 30 chibis (o más, era imposible contarlos ¡no se estaban quietos!) además de varios enfermeros que les daban de comer o bien jugaban con ellos.
—Sé que parece escandaloso —empezó a hablar el doctor—, pero lo preferimos así. Algunos centros los mantienen en jaulas separados unos de otros, es deprimente verlos así, así que durante el día los tenemos aquí, jugando, y si llevan mucho tiempo aquí les enseñamos a hablar y a contar —le explicó pausadamente, a lo que Suho respondió con un prolongado "aaah".
—¿Están todos aquí? —preguntó curioso.
—¿Los chibis? —cuestionó Seokhyun, el rubio asintió—. No, tenemos cuatro habitaciones más, son demasiados para tenerlos a todos en una sola habitación. Te he traído a esta porque suelen ser los más entusiasmados cuando alguien llega, pero si no encuentras al indicado podemos ir a las otras habitaciones.
Suho asintió y avanzó algo temeroso, sin embargo, en cuando las criaturas notaron una presencia de más en la habitación, corrieron hacia él, unos muy entusiasmados como había dicho el señor, otros más curiosos que nada y otros (una pequeña minoría) ni se movieron del sitio.
—Eh... Hola —dijo simplemente, algo nervioso.
Una enfermera rió ante sus nervios y se acercó a él, tomando a un pequeño de cabellos rojos en sus manos.
—No estés tan nervioso, son muy cariñosos, puedes cogerlos si quieres —le propuso con una sonrisa.
Suho sonrió y estaba dispuesto a imitarla, pero un pequeño escándalo a unos metros de distancia le llamó la atención.
Un enfermero agarraba a un chibi, el cual parecía tener sangre de rebelde porque intentaba escapar.
—¡Quiero ir a verle! —chilló el chibi pataleando el suelo.
—¡Jongdae! —le advirtió el trabajador—. Podrás ir si te tomas tu sopa.
A pesar de la distancia, Suho pudo ver un puchero formarse en los labios del chibi, aun finalmente aceptó tomarse la sopa a cambio de poder ir a ver a alguien.
La sorpresa fue cuando el pequeño llamado Jongdae corrió lo más rápido que pudo en cuanto se terminó su medicina hacía él. Él era la persona que quería ver.
—¡Jongdae! ¡Te tienes que poner el pijama! —El nombrado hizo caso omiso de su llamiento y siguió corriendo hacia su objetivo a pesar de que sólo llevaba un pañal.
Con algo de dificultad se abrió paso entre la multitud de chibis que querían ser acariciados, porque él no iba a ser menos. Suho no pudo evitar sonreír, aquel sitio lo hacía sentir como una estrella kpop de esas que salían en la televisión, era como una celebridad.
—¡Eh! —le llamó el niño que estaba en pañal (de hecho era el único que estaba en pañal). El rubio le buscó con la mirada y le sonrió al ver a un pequeño tan tierno, aunque su sonrisa se esfumó en cuánto Jongdae volvió a abrir la boca—: ¡Te pareces a esa chica tan guapa de la tele!
Y todo estallaron en risas, hasta la enfermera de al lado suyo no pudo reprimir alguna risita. Aunque Suho no sabía si debería de molestarse, le había comprado con una chica guapa, ¡pero con una chica!
—¡Oye tú! Habla con más respeto a tus mayores, ¿no? —le regañó. En cuestión de segundos aquellos dos se habían convertido en el centro de atención y todas las miradas estaban encima de ellos, ansiosas por saber que sería lo siguiente.
—¡Seguro soy más mayor que tú! —contestó el niño con cierto aire de superioridad.
—¡Tengo 27 años!
—¡En ese caso eres un viejo!
—¡Oye niñ-!
~❀~
Y sin terminar bien de comprender bien cómo, había acabado con un dormido Jongdae entre sus manos mientras Seokyun buscaba el expediente del chibi en el ordenador.
Jongdae lo había llamado afeminado —indirectamente, pero lo había hecho— y viejo en menos de 5 minutos, pero ahora a Suho le parecía la criatura más bonita que había visto nunca.
Después de que lo llamara viejo, la enfermera que más próxima estaba a él le regañó por faltarle el respeto a un visitante y Jongdae pataleó como un niño pequeño al que le negaban una chuchería. La enfermera le replicó que por cosas como esas siempre estaba ahí y que si seguía así nadie se lo iba a llevar a casa, que la gente prefería a los chibis respetuosos, cariñosos y que no montasen jaleo.
Y segundos después Jongdae empezó a llorar. Suho nunca había visto a un chibi llorar pero aseguraría que era mil veces peor que ver llorar a cualquier persona.
La enfermera había sido muy cruel.
—Aquí está —dijo Seokhyun sonriente abriendo una carpeta con toda la información necesaria—. Jongdae, chibi macho. Su fecha de nacimiento es inespecífica pero llegó al centro un 21 de septiembre, así que la colocamos como su cumpleaños. Tiene todas las vacunas necesarias...
El doctor de quedó en silencio, Suho no sabía el por qué. Miró a Jongdae, apretado contra su pecho, buscando calor.
—¿Ocurre algo? —preguntó curioso.
—Verás... Jongdae hasta hace pocos meses ha necesitado atención especial. Llegó muy enfermo al centro y desde su llegaba habíamos estado suministrándole sueros. Ahora no los necesita, pero sigue siendo más débil que los demás.
El rubio asintió sin decir palabra, indicándole que entendía y que quería seguir escuchando.
—Serían necesarias dos semanas para comprobar que tiene buena salud y que está en condiciones de irse con usted. Dependientemente debe de saber que Jongdae puede contraer enfermedades con más facilidad, por lo tanto tendría que traerle cada mes durante los seis primeros meses a la clínica para hacerle un seguimiento, es lo mejor para garantizar su seguridad y más considerando que usted es padre primerizo.
«Padre primerizo», ¡sonaba tan extraño! Entonces... ¿Aquello significaba que Jongdae lo iba a llamar papá?
Aquellos pensamientos habían opacado por segundos al tema principal y por tanto, al más importante: la delicada salud del chibi que pensaba llevarse a casa. Sin embargo, Suho asintió seguro de su decisión, no le importaba si tenía que llevarle a la clínica más seguido o si debía de tener un poco más de cuidado con el chibi que debía de cuidar, él estaba seguro de que ese pequeño era el indicado. Poca gente era tan atrevida y " afortunada" de hacerle reír en los primeros cinco minutos de conocerse, porque aunque nadie lo había visto, los comentarios de Jongdae le habían hecho mucha gracia.
—De acuerdo —afirmó esta vez en voz alta.
Al ver que el chibi dormía —y, conociendo a Jongdae, sabía que tenía el sueño muy profundo— el doctor se animó a hacer una pregunta más personal:
—Junmyeon... ¿Le puedo preguntar por qué ha decidido adoptar a Jongdae?
Aquella pregunta descolocó un poco al rubio, no se esperaba aquella pregunta, y aunque le hubiera dado tiempo antes para pensarla, no sabía muy bien cuál era la razón. Antes de que le diese tiempo a pensar en algo, el doctor siguió hablando:
—Jongdae lleva aquí mucho tiempo y nunca había llamado mucho la atención a los visitantes, y si lo hacía, todos se han echado atrás al saber de su condición de salud —relató para después hacer una pausa. En cierto modo aquello a Suho le entristeció, el saber que tanta gente había estado a punto de llevarse al hablador niño pero al final se habían echado para atrás. Le hacía mal pensarlo, pero era inevitable que la frase «Estás adoptando al chibi que nadie quiere» le viniera a la cabeza. Y aquello dolió-. La gente suele preferir a chibis recién nacidos y completamente sanos, a parte ya has comprobado que a veces a Jongdae se le escapa un poco la lengua.
—»De todos modos, y esto se lo digo a nivel personal, no al laboral. Estoy muy feliz de que hayas decidido llevarte a Jongdae a casa. Por así decirlo en nuestra pequeña joya, y todos aquí le tenemos mucho cariño, así que por favor cuida bien de él y dale todo el amor que se merece.
—Eso lo puedo confirmar seguro.
Suho pensaba llenarlo de mimos y demostrarle que todos en este mundo —chibis y humanos— tenían derecho a recibir todo el amor del mundo.
♡~(•ө•)~♡
¡Hey! ¿A quién le gustan las historias fluff de chibis tiernos y todo en mundo de algodón de azúcar?
¡Espero que a ti! (Porque si no no estarías leyendo esta historia...(?))
Será mayoritariamente fluff porque siendo los protagonistas chibis es imposible no escribir fluff (aunque también habrá drama, aviso)
En fin, espero que le den mucho amor a esta historia, ¡hasta la próxima!
(Actualizaciones: todos los lunes)
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