¹³. ❝𝐅𝐨𝐫𝐠𝐢𝐯𝐞 𝐦𝐞❟ 𝐜𝐮𝐛.❞

𝕴𝖓𝖛𝖎𝖊𝖗𝖓𝖔 𝟚𝟘𝟙𝟡 

𝕸𝖊𝖉𝖎𝖆𝖉𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖓𝖔𝖛𝖎𝖊𝖒𝖇𝖗𝖊.

HyungWon seguía odiando el olor a humano de todo el lugar, pero las plantas eran un buen toque para remediar la picazón en su nariz cada que estaba en la sala cerca del muro de exposición. Le sorprendía que una cueva destinada a la educación de los cachorros tuviera un espacio para que sus maestres descansaran.

La sala seguía con el color blanco en susparedes, pero se sentía más cómodo el ver algo de café terroso en el suelo. Alfondo estaba uno de sus espejos mágicos para reproducir las memorias que tantoWonHo le gusta observar ¿Quién les pone series a memorias de otras personas? Noes que fueran sus dueños, esas personas que veía por el espejo debían tener vozy voto. Incluso sus artimañas por retratar las fantasías no merecerían burdosnombres como Live action, reboots, thriller o anime. Aunque debía admitir quele gustaba lo esponjoso y cómodo que era el sillón con cojines muy mullidos ylas cobijas calientitas le recordaban a su propio nido.

La noche no era lo que esperaba, pues desde hace poco que notó un cambio en la actitud de WonHo con él, ya no lo buscaba con la mirada. Sí, él era consciente de cómo es que el humano le pone atención cuál niño teniendo su primer crush en su vida; negar que no gustaba de su atención era mentir en nombre del Leviatán Blanco, traducción: sacrilegio. Y la súbita rehuida de su mirada cuando buscaba conectar sus ojos a los del cachorro, le hizo dar cuenta que estaba yendo por el sendero equivocado; no podía darse el lujo de encariñarse tan pronto de WonHo como cuando era un cachorro, al menos no lo consideraba una opción inmediata.

Desde que tuvieron esa charla sobre una posible paz entre su raza y la humanidad, vaya que lo consultó mucho con su bestia interior e incluso tuvo que suplicar a una de las sacerdotisas que le permitiera hablar con su Creador, pero él jamás se presentó ni hubo una profecía o un presagio en las lecturas de hojas. HyungWon entonces se lanzó al vacío ciegamente para empezar este viaje y averiguar si WonHo no mentía con respecto a vivir en paz con humanos, hasta esa semana, en la que el joven maestro convivía más con su caja gris hablando consigo mismo, bebiendo el café y leyendo en extraños libros sobre expresiones humanas; mientras que él estaba casi todo el tiempo con BaekHyun aprendiendo las costumbres del pueblo mortal. No era del todo incómodo, incluso su actitud un poco bromista le recordaba a HoSeok, también estaba el comportamiento sarcástico que estaba muy cerca de ser casi idéntico al de JiHoon.

Aun así, la ausencia de WonHo se sentía estando en la misma habitación que él, deseaba preguntar si había hecho algo mal, pero era demasiado tímido dar el primer paso

Actualmente estaba en el sillón con las cobijas peludas cubriendo sus piernas y disfrutaba de una taza del brebaje dulce al que le llamaban chocolate. Quedó encantado con el sabor que necesitaba saber cómo conseguir la materia prima e intentar recrear ese brebaje en casa, sería algo ideal para las crudas noches de invierno en casa. Hasta encontraba como un perfecto distractor al espejo que mostraba el mundo mortal, claro que no confiaba en los conocimientos del fotógrafo, pues se enfocaba en cosas tan falsas que el humano creía de las distintas razas mágicas, ayer le mostró un chistoso relato sobre dragones que nacieron de huevos fosilizados por medio de magia negra pagando sangre por sangre, además el drama y las conspiraciones entre las familias eran un poco inauditas cuando todo se hubiera arreglado de haber un líder elegido por una manada como en su sociedad... ¿tanta masacre sólo por un trono de espadas de lo más feo? Vaya que el humano tiene imaginación para ser cuentistas a los ojos de HyungWon, aunque le gustó mucho el diseño de los dragones que BaekHyun le mostró en su mini libreta mágica, vagamente recordaba el nombre de dicho artilugio ¿centurial? ¿celular?... algo así. Aplaudía la imaginación por retratar a los dragones, solo que les faltó mostrar su arrogante carácter al presumir su forma bestial o su amor por la sangre, la batalla sin sentido, incluso esperaba ver el lujurioso deseo por poseer oro y piedras preciosas, tampoco podría olvidar su emoción por decorar sus escamas y en algunas partes de sus envergaduras y colas con las mismas. Claro que nunca lo mencionó en voz alta.

Esa noche BaekHyun decidió cambiar un poco la rutina y le presentó sus propias bebidas alcohólicas, le parecieron muy suaves a comparación de las cervezas especiadas de los grifos, pero se mostró respetuoso ante sus anfitriones mostrando agradecimiento por tan especial regalo. Después de comprobar que el aguante de HyungWon al vino era superior al humano, el fotógrafo se rindió ante su plan de emborracharlo y puso una película, como le llamó, sobre los vampiros que se enamoran de humanos e inician todo un conflicto por dicho amor prohibido; trajo consigo a la mente de HyungWon varios recuerdos de cierto cambiaformas con sangre de murciélago y una despampanante cantidad de feromonas que le causaban náuseas cuando se ponía a hacerle ojitos de enamorado a su pareja. Tan sumido quedó en sus recuerdos de su estancia en el clan de la Oscuridad que se dejó llevar por sus imprudentes palabras ante un cliché de mordida de vampiros.

―Por favor, dime que los humanos no se tragan esa basura ―dijo HyungWon dando un buen sorbo a su bebida, aguantándose la arcada que le dio por lo rápido que le cayó al estómago.

― ¿Qué? Es lo más romántico del mundo, está sacándole el veneno de su sangre para que no sea vampiro.

―Por favor ―se mofó el botánico―. Lo único venenoso de esos vanidosos chupa sangre es su lenguaje cuando no caes en sus embrujos o tienen hambre, ni qué decir cuando los ignoras, quieren ser tu centro de atención todo el tiempo.

― ¿De verdad? ―el tono sorprendido de BaekHyun logró que WonHo pusiera completa atención a las palabras de HyungWon, quien tenía las mejillas sonrosadas y por fin sucumbía al alcohol.

―Pffff, JongIn hacía berrinches como no tienes idea cuando Kyung...

Se detuvo en ese instante, con un pitido que le provocó su imaginación en sus oídos, todo el alcohol que una vez lo entorpeció pasó inmediatamente a segundo plano, para sentir un frío recorrer su espalda y extenderse por todo su cuerpo; nunca se dio cuenta del sentimiento hogareño que desarrolló en esa sala, descuidándose por completo y ahora, reveló...

― ¿Existen los vampiros? ―la preguntó resonó como el eco en las cuevas.

No fue el cuestionamiento del fotógrafo lo que desencadenó su estado de pánico repentino, fue la mirada esperanzadora de WonHo la que evidenció de su error, se quitó las mantas de encima con brusquedad con la mirada gacha. Salió disparado de la sala, pero no fue tan rápido como creyó al ser alcanzado por las preguntas de WonHo a mitad de pasillo.

― ¿Existen los vampiros? ¿Qué hay sobre los hombres lobos? ¿Las brujas? Entonces los dragones también si tú eres uno de agua... ―su conversación llegó hasta la sala donde curó al leviatán quien comenzó a recoger sus herramientas de jardinería junto a un arreglo que organizó con BaekHyun momentos atrás y metía todo con furia―. Esta es una buena oportunidad para buscar una libreta, tienes que contarme todo.

―Para por favor ―murmuró HyungWon casi sin voz, presa de su pánico, del que WonHo no estaba consciente por su estado eufórico por la nueva noticia que se presentaba en esos momentos.

―Esto es increíble, si hay todas esas criaturas, tal vez encontremos a más como tú ocultos en otros lagos del mundo, tal vez debamos ir de viaje a buscar las leyendas.

― ¡WONHO DIJE BASTA! ―el grito autoritario con el fuego rosado-morado emanando de sus ojos dejó al maestro sin habla.

Ver a una imagen amenazante y furiosa de HyungWon, con los hombros crispados, mostrando sus colmillos, irradiando un horrible fuego a través de sus iris lo hizo sentir muy pequeño. El omega en cuanto vio la reacción sumisa de WonHo, ese lado maternal, tierno y muy débil de HyungWon como omega, se arrepintió por completo de haber levantado la voz a tan inocente humano que bajó la mirada. Rápidamente llegó a su lado para tomar las mejillas de WonHo entre sus frías manos.

―Perdóname cachorro ―susurró el leviatán, acariciando la mejilla de WonHo.

― ¿Cachorro? ―farfulló el heredero, algo en su estómago se revolvió y miro a HyungWon.

Otro error.

En los ojos de WonHo notó la nostalgia producida por un dolor que nunca pudo sanar y un anhelo que se encendió con esas palabras. La muerte del niño al que amó con inocencia se reflejó en el brillo producido por sus palabras en el color avellana. Su corazón se rompió se nueva cuenta al estar consciente que el hombre frente a él podía estar rodeado de una corrupción por parte de su pueblo, pero ese brillo, ese débil instante en el que el fulgor de un amor borrado se produjo en las ventanas del alma de WonHo, fue la gota que derramó el vaso. HyungWon alejó sus manos del heredero como si su piel le quemara y salió corriendo hacia el muelle para desaparecer en medio de la noche; sin darle al heredero la oportunidad de responder.

Cachorro.

Dulce, suave, tierno, cálido.

Un destello naranja que se arremolinaba sobre las montañas, el cielo se coloreaba de repente de una bruma verde, oscureciendo todo y empujándolo hacia el vacío.

¡Cachorro!

Aterrado, preocupado, desesperado.

El gris suprimiendo todo el aire que podía almacenar en su cuerpo se extinguió y el color rojo lo dejó ciego, a merced de una danza en la que la muerte lo acompañaba, pero una luz blanca envolvió su mano y tiró de ella.

Cachorro.

Afligido, sollozante, destrozado.

Los tintes azules se oscurecieron y sintió frío en cuanto sus pies desnudos avanzaban por las baldosas, escuchando unos sollozos débiles distorsionados por el agua alrededor de su cuerpo.

Cachorro.

Arrepentido, preocupado de nuevo, consternado.

HyungWon estaba frente a él con sus brillantes iris buscando algo dentro de él. Sus labios se movían para expresar palabras, sin embargo, su voz se extinguió. Entonces la piel del leviatán se tiñó de rosa pastel, pétalos de flores de cerezo fueron los que devoraron la presencia del leviatán para desvanecerse contra la suave brisa que soplaba en Escocia al llegar la primavera. El remolino rosado envolvió su cuerpo para mostrarle algo mucho más doloroso que una pesadilla.

Había olvidado el color genérico de esos pasillos con olor a desinfectante bien dotado de alcohol, la raya color menta pintada a la mitad de la pared con figuras de ositos, jirafas y leones; las lámparas rectangulares alumbrando los pasillos del hospital. Varios instrumentales que usaba el equipo de emergencias se encontraban en diferentes puntos al alzar de tan extenso camino, hasta llegar a la recepción del Hospital General.

La primera vez que lo visitó estaba muy concurrido aquella tarde de primavera, pero en ese momento estaba sorprendentemente desierto; WonHo sabía que estaba soñando y conocía de antemano lo que le esperaba en cada puerta, sólo que esta vez, algo en el sueño se sentía diferente.

Escuchó unos pasos ligeros resonado contra las baldosas, entonces vio a su versión más pequeña caminar dormido a su lado hacia la puerta al final del pasillo. En todas las ocasiones ha tratado de evitar que pase, pero su cuerpo se torna pesado y letárgico, sin las posibilidades de detener al niño de su destino; entonces su cuerpo se libera en cuanto la puerta se abre, entra en el cuerpo joven sólo para revivir lo lejos que llegaron sus episodios de sonambulismo al casi morir ahogado.

Su pie resbaló de la madera junto a su cuerpo, para ser engullido por el agua. La sensación del aire escapando con cada grito proferido de auxilio creaba una carga más pesada y ni sus extremidades le servían para subir a flote, podía ver el brillante sol en lo alto de la superficie y parecía que nunca volvería a caminar por los misteriosos pasillos de la enorme mansión, o degustar de los cálidos veranos, ni ver a su familia sonriendo por alguna travesura menor; la muerte se aferraba con sus manos huesudas a sus tobillos.

El mismo sueño, una y otra vez, hasta que algo cambió esa noche.

Cuando su visión se tornó borrosa, el frío del agua comenzó a calentarse en el momento en el que una mano se estrechó con fuerza a la suya, para arrebatarlo de la oscuridad y sustituirla con luz, una de color de los cerezos al florecer, detrás de ese destello apareció HyungWon sonriendo de forma tranquilizadora, entonces se dio cuenta de que podía respirar bajo el agua y sus pensamientos volvieron a tener control sobre sus músculos, flotó a la altura de HyungWon quedando frente a frente.

Éste a diferencia de sus vestimentas holgadas y basadas en sólo blanco, negro y café, se impresionó por una ligera tela semi-traslúcida que a veces era rosa y en un parpadeo era morada eléctrica sobre su torso, con mangas decoradas de... ¿estrellas? Sus luces naturales se veían más vivas debajo del agua que sin ser intencional, comenzó a delinearlas con las yemas de sus dedos recibiendo sonrisas tímidas del leviatán, en cuanto llegó a su cuello acomodó sus palmas sobre las mejillas redonditas de HyungWon.

Cachorro ―su voz tan cálida resonó por todo el lugar, el eco de su voz plasmada en sus pensamientos, parecía haberse exteriorizado al mar en forma de ondas de energía saliendo de su corazón para expandirse alrededor de ellos.

―HyungWon ...

Un tirón lo arrebató de los brazos del omega hacia la superficie, cayendo de espaldas con un estruendoso golpe sobre un colchón rechinante; despertó en la misma sala de hospital donde era internado. A la vista de la ventana se podía ver el Lago Ness, otro rasgo distinto de su sueño junto a la figura del leviatán nadando en la superficie. Contento, se quitó todos los aparatos médicos para salir corriendo de la habitación tomando un atajo en las escaleras hasta el primer piso. Las puertas de cristal eran lo único que lo separaban del exterior y con cada paso que daba, las esquinas se congelaron avanzando con una extrema rapidez hasta el centro bloqueando el paso, WonHo llegó tarde.

― ¡No! ―gritó dándole un puñetazo a la pared congelada, ésta reaccionó al movimiento y se aclaró para reflejar lo que ignoraba por detrás.

Reconoció su joven figura de trece años escabulléndose por los pasillos con una dirección en mente. Su corazón no estaba listo para recordarlo, sus pies por otra parte, hicieron caso omiso y los llevaron hasta la escena que empezó como un lindo capítulo en su vida.

El escuálido y débil WonHo de trece años embelesado por un hombre ocho años mayor a él que estaba de visita, una casualidad los reunió en ese pequeño espacio verde donde los más ancianos de los pacientes salían a descansar y tomar aire fresco. En unos segundos se convirtió en el espacio donde comenzó a tener la velocidad de un fotograma moviéndose a toda velocidad, tiempo en el que WonHo contempló cómo fue que experimentó su primer amor en esa pequeña burbuja. Aún ponía recordar a detalle cada conversación banal, el color de su ropa en la época más cruda de Londres, incluso de aquella primera nota donde lo invitaba a una cita.

―Despierta ―masculló negándose a revivir su primer beso junto a ese hombre.

El sueño se quebró a su habitación en la primera luna de otoño, ya sabía lo que le aguardaba.

―Por favor despierta ―dijo con más potencia en su voz.

La puerta se abrió con un WonHo con un poco más de músculo en su cuerpo regresando de una tarde en el lago, para descubrir que un mensaje llegó a su celular. El inocente joven de quince años se tumbó en su cama para abrir el mensaje de texto, al dar en el botón de abrir, la reflexión de KyungIl se materializó a sólo unos pasos de él. Siempre lo recordará como un chico con un gusto exquisito para la gala formal, sólo que no deseaba estar frente a él en el momento tan horrible de su vida, entonces el mensaje comenzó a recitarse en labios de esa proyección:

―Querido WonHo ―su voz se tornó en un eco que martilleó no sólo sus oídos, también en su corazón―. Todo este verano he pensado en el rumbo que llevamos juntos...

―Lárgate ―sentenció con las lágrimas cayendo sin tapujos.

―Eres un chico especial, sólo que tenemos...

― ¡LARGO!

Su grito lastimero rompió la imagen como un espejo al recibir un gran impacto, el cuerpo que antes probó y dejó que lo protegiera se fragmentó en mil pedazos. Cuando se desvaneció en un fino polvo, su voz permaneció para darle el mensaje que terminó por destrozar a su yo de quince años. Ese dolor que vio, fue dos veces peor al sentirlo en ese sueño; debilitando sus piernas y caer sobre la alfombra llorando sin un consuelo.

Una sombra se cernió sobre él y el olor de mandarinas llegó hasta su nariz. El calor de una presencia comenzó a quitar la tristeza de su espalda, sendos círculos se trazaban sobre su ropa atravesando la tela hasta sus huesos. WonHo quedó encantado por el nuevo calor que suprimió su dolor, reconoció un olor a mandarina fresca y miró a quien le entregaba paz.

―Ya estoy aquí cachorro, no temas ―susurró HyungWon, estaba arrodillado con una capa negra ondeando en el aire, protegiendo al WonHo de veintiséis años de lo que se hallaba al otro lado, actuando como una muralla contra el pasado tan lleno de tristeza para dejarlo sólo a los dos en la habitación.

―HyungWon, ¿Por qué sigues apareciendo en mis sueños? ―se aventuró, el leviatán sonrió.

―Porque es lo que más deseas que haga: sanarte.

―Pero no nos conocemos del todo, no puedo desearte así de fuerte.

Cachorro ingenuo ―dijo dándole un beso en la frente antes de que el negro se apoderar del lugar y WonHo despertara en medio de la noche.

Se sentó en la cama con la respiración agitada y una película de sudor frío sobre todo su cuerpo. Pasó su mano por su rostro, iniciando una lenta repetición de inhaladas hondas y expulsiones de aire de la misma manera. No pudo ser más coincidente la pesadilla que rememorar dos acontecimientos tan fuertes en su vida la noche que HyungWon reveló información valiosa de su mundo. Esto no puede ser una simple casualidad, había algo que lo atraía a HyungWon y debía descubrir cómo es que el pequeño leviatán traspasó las barreras de su corazón para ser un escudo de todo lo malo en sus sueños.

Primero que nada, debía encontrar la forma de recuperar la confianza del leviatán para que le contara su historia, su mundo, sus misterios. Ya no sólo el destino del mundo, su pueblo o el bienestar de HyungWon se encontraban en juego, estúpidamente ahora su corazón se veía involucrado. La duda real es:

¿Cómo hacer que HyungWon hable?

Levantó su pie del fondo para que su dedo pulgar se asomara sobre la superficie del agua caliente, esperaba que la típica sensación de frialdad bajara la temperatura de esa parte, pero el vapor conservó algo del calor del agua en su dedo del pie. Volvió a bajar el pie y se desplomó aún más sobre la tina de piedra hasta que el agua llegó a pocos milímetros de su nariz, aspiró el exquisito olor de la menta con manzanilla. Aromas reconfortantes para un estresado omega que pronto saldría a trabajar.

El recuerdo de la mirada herida de WonHo asaltaba continuamente sus pensamientos que decidió usar su reserva especial de menta terrana para aliviar su estrés por la gran metida de pata.

―Ahora sí que fuiste lejos ―dijo para sí mismo―. Solo tenías que mantener la boca cerrada, ni eso sabes hacer Son HyungWon, deberías estar avergonzándote.

Al quedar en silencio unos segundos, esperó que su bestia interior saliera a discutir, más encontró un silencio sepulcral en su cabeza y no tenía las fuerzas o ganas de entrar en debates morales contra una criatura tan necia por conservar una falsa esperanza. Así que se desperezó de su trance letárgico y bañó lo más rápido que pudo, alistándose para otro día de trabajo; nunca falta el momento en que emprendía toda una batalla por salir del agua calientita contra el frío de la cueva por casi diez minutos hasta que el frío en la tina lo obligaba a tomar una de las toallas tejidas a mano para protegerse del clima, secarse con diligencia y ponerse su ropa sencilla: camisa holgada y pantaloncillos con aberturas en las pantorrillas donde los patrones de luces se asomaban tímidamente.

De regreso a su habitación vio el desastre que hizo en su nido, con una mueca hizo lo que todo joven soltero debía: tomó una esquina de las pieles gruesas y las arrojó de tal forma que se veía no tan horrible, hasta le gustó que le diera una vista más esponjosa a su nido, tentándolo a volver a dormir. Así que mejor fue hacia su escritorio frente a su nido para buscar unas pociones y disimular su aroma a humano; cuando se tomó un sorbo, su olor a mandarina se notó sobre el extranjero. Seguramente molestaría a uno que otro alfa por lo cítrico que tornó, aunque eso lo tenía sin cuidado, olores como el suyo más que seducir alfas, era un repelente para aquellos que gozaban por omegas infestados de aromas más dulces.

Lo siguiente que hizo fue entretejer unas pequeñas trencillas a los costados de su cabeza y atarlos con un listón de cuero y sujetar su muy salvaje melena, un día rudo no necesitaba complicaciones como su cabello.

Salió de su casa con bolso negro al hombro, pensando en las anotaciones que recogió de su última evaluación a los nuevos campos de cebada, naranja parda, lirios de moral azul y esmeralda salvaje; HyungWon consideraba las posibles contramedidas en caso de que los frutos no fueran buenos que tardó menos de lo que pensaba en llegar al mercado de la manada, varios de los conocidos le saludaron con una sonrisa mientras que otros se tapaban la nariz o caminaban en otra dirección.

―Alguien está muy apestoso hoy ―dijo HoSeok apareciendo detrás de él y llegar a su lado con una manzana verde a medio comer―. ¿Quién habrá hecho que te molestes tanto para que huelas así Wonnie?

―No fue nada, solo amanecí así ―prometió, HoSeok se encogió de hombros, sacó una guayaba moteada de su canasto a su costado y cayó en manos del omega―. Gracias, olvidé desayunar en casa.

―Lo supuse, por algo tienes esas terribles ojeras en tu carita de bebé ―dijo HoSeok.

― ¿No se supone que tienes trabajo? ―inquirió HyungWon dándole una mordida a la fruta con motas naranjas, y notó que dentro del cesto colgando en la cintura de su amigo había provisiones para un mes repleto de frutas de variados tamaños.

―Es mi día libre, además mis alacenas lucen algo tristes sin fruta fresca de los nuevos campos. Además, siento que estás algo triste y pensé que algo de compañía te haría bien.

―No estoy triste HoSeok, no seas ridículo.

―Claro que sí, pareces una tortuga afligida.

HyungWon hizo un mohín en reproche a su amigo, pero en algo acertaba, necesitaba un poco de compañía para distraerse de su actual problema. Entonces dejó que HoSeok se uniera a su evaluación de los frutos en los terrenos de la primera isla de cultivos, recibiendo aprobaciones en degustación por parte de amigo quien al igual que el botánico, estaba familiarizado con los sabores del clan de la Tierra. Por unos momentos olvidó su actual predicamento al compartir momentos de risa y charlas con su mejor amigo en las tierras de cultivo, hasta que decidieron ir al ruedo de entrenamiento para mejorar sus técnicas de defensa. Desde la bienvenida de ambos al mundo de los adultos, no han combatido y mucho menos tocado sus armas más que para lucirlas.

―Ven, tengo un accesorio para tus guanteletes ―dijo cuando llegaron a las gradas principales.

El lugar lucía un poco más animado desde la última vez que estuvo en la arena. Muchos cachorros y jóvenes cambiaformas se encontraban esparcidos a lo largo del campo y otros más estaban en las pistas de obstáculos o en las cuevas submarinas. Le sorprendió que estuvieran de humor tras la pérdida de oxígeno y el juicio público del demonio y la omega traidores. En cierta parte se alegraba que la vida volviera a ser la misma.

HoSeok sacó de la cesta una caja de madera del tamaño de su brazo con runas entrecruzadas con la leyenda "Nuevos Artilugios" escritas en cobre.

― ¿Ahora que tienes de novedoso, HoSeok? ―preguntó sentándose emocionado sobre las gradas y dando palmaditas a su regazo por su próximo regalo.

―Trabajé en él toda la semana ―abrió la caja y extrajo una pequeña medialuna del tamaño de una castañuela y un considerable grosor―. La hice con Vulcanuscero(1) y agregué una pizca de diacurazus, tiene dos funcionalidades que vamos a probar.

―No me emociona el tamaño, pero conociendo tus trucos será increíble.

HyungWon sacó de su bolso sus guanteletes y se los colocó, activando su don para adaptar el tamaño a sus dedos; HoSeok entonces procedió a colocar los artilugios. HyungWon no reparó en la diminuta ranura para hacer dos medias lunas, ambas con una cara color plata y la otra negra con vetas moradas cuando las luces naranjas de HoSeok pasaron por ésta. Tomó el guantelete izquierdo y colocó la cara negra contra el dorso, unos ganchos de energía morada se fijaron contra la luz rosa de HyungWon para que la media luna adquiera el color grisáceo del guantelete con una runa que rezaba «Divide»; repitió el mismo proceso en la otra mano salvo que en la medialuna se escribió la palabra «Cola».

―HoSeok ¿Qué hacen exactamente?

―Ven, te va a encantar.

Lo tomó de las manos y lo arrastró consigo hasta la arena bajo el agua. Desde su bienvenida la llenaron con múltiples pistas de obstáculos; en ese momento un grupo de cachorros y jóvenes usaban arrecifes para mejorar su velocidad, que no le prestaron atención a los recién llegados.

Primero, probemos la de divide ―chilló el alfa en sus pensamientos emocionado por ver a su creación fuera de las forjas.

¿Cómo lo activo?

Saca el látigo de luz.

HyungWon obedeció a su amigo y en cuanto le ordenó a su magia dejar su cuerpo, su listón de luz pasó por la media luna y se dividió en siete látigos de luz. Éstos eran igual de largos al que estaba acostumbrado hacer, pero se sentía más ligeros al igual que la carga de magia no fue requerida más que la mínima. HoSeok le hizo una seña hacia una columna delgada de piedras y HyungWon con un movimiento certero, sus luces cortaron limpiamente el pilar.

Oí que hacer dos látigos te costaba cuando estuvimos en el clan de la Tierra ―pronunció con cuidado la palabra tierra, HyungWon lo notó y le sonrió, aclarándole que todo estaba bien―. Diseñé este artilugio para tomar poco de tu magia con un hechizo y al final redirige tu luz para hacerla en múltiples látigos sin que te mueras de cansancio.

Me encanta HoSeok, ¿qué más pude hacer? ―preguntó mostrando el guantelete sin probar.

Este es mi favorito ―dijo y se acercó para hacer crecer su luz de la mano hasta su dedo y con su energía trazó un círculo que se desvaneció al cabo de unos segundos―. Extiende el brazo.

Eso hizo que un hilo oscuro con vetas moradas se formara hasta alcanzar dos metros de distancia con una capa traslúcida lila.

Un látigo de Vulcanuscero, siempre quise uno de estos ―dijo HyungWon, agitó su brazo y rápidamente la tela traslúcida se endureció y formó colmillos lo suficiente filosos para cortar roca o acero―. Creí que los dragones eran los únicos que sabían cómo hacerlos y no soy para nada bien querido entre ellos para que me dieran uno.

Es porque no sabes cómo seducirlos para sacarles el conocimiento, Wonnie ―explicó con una sonrisa―. Se activa con tu magia, obedece tus pensamientos cada que te sientas en peligro, tal vez en unos meses humanos aprendas a usarlo bien, por ahora, tu sentido de supervivencia o la ira lo activa, así que, no te pongas gruñoncito.

Claro que no ―prometió.

Ambos decidieron ir por algo de comida después de estar toda la tarde entrenando, al salir de la pista de agua, vio a los lejos a sus padres. KiHyun recibió con los brazos abiertos a HyunWoo cuando éste ordenó a sus pupilos tomar un descanso para atender a su esposo. En cuanto el más bajito le rodeó el cuello, el alfa guardián lo levantó para darle una vuelta y darle un beso. KiHyun por muchos años que estuviera a su lado como su pareja, todavía se sorprendía de la fuerza descomunal que su esposo tenía y terminaba mareado por la vuelta. HyunWoo recibió una palmada en el hombro por parte de su esposo antes pedir disculpas con besitos cortos en las abultadas mejillas de su omega siendo inmediatamente perdonado por KiHyun devolviéndole los besos ahora en los abultados labios del alfa. El corazón de HyungWon se estrujó hasta causarle un dolor que prefería guardarlo a que sus amigos o familia se enteraran. La imagen era similar a lo que vivió junto a su antigua pareja y compañero de nido: MinGyu.

― ¿HyungWon? ¿Te sientes bien? ―la mano de HoSeok en su hombro junto a su olor a durazno lo calmó.

―Creí que todo sería más sencillo cuando regresara a casa, donde nada me recordaba a él ―explicó el omega fijando su mirada en el suelo, HoSeok le tomó varios segundos darse cuenta de lo que su amigo sentía, entonces lo llevó detrás de unas gradas donde nadie presenciaría a un omega estando por soltar lágrimas―. Sigo furioso con MinGyu como no tienes idea, pero al mismo tiempo me siento tan vacío por haberlo amado y su traición...

―No necesitas hablarlo si no estás listo, ni siquiera ha pasado más de un año desde eso ―fue interrumpido por un par de cachorros jugando con espadas de madera, que usaban para entrenar a los más pequeños.

Los niños se dieron cuenta de que HyungWon estaba llorando y se acercaron para ayudar, el omega inmediatamente giró la vista para limpiar sus lágrimas.

―Señor ¿se encuentra bien? ―preguntó el pequeño de cabello lila.

― ¿Le hizo algo su alfa? ¿Quiere que le demos una paliza? ―preguntó el otro mirando feo a HoSeok.

―No pasa nada niños, él está triste porque olvidé que hoy teníamos que hacer nuestra primera marca ―explicó HoSeok, los niños se taparon lo oídos ante la revelación pomposa. Para hacerlo más real puso los brazos como la cárcel de HyungWon y enseñó sus colmillos―. De hecho, lo iba a marcar ahorita. Algo chiquito, porque al rato llega la verdadera fiesta a su casa.

― ¡Iugh! ―chillaron los niños y se fueron muy apenados.

Cuando el terreno se despejó, ambos amigos soltaron una carcajada estruendosa, pero el pobre herrero recibió un golpe en el estómago.

―Si para la próxima acercas tus colmillos Jeon HoSeok, te morderé ―le amenazó aun manteniendo su risa que se borró la ver la mirada profunda de HoSeok.

―Si necesitas un tiempo libre, NamJoon lo entenderá.

―No ahora, no cuando los proyectos siguen empezando y me necesitan.

―Necesitamos a un botánico sano ―le interrumpió―. Tu lazo no fue cosa de una noche, nadie sabe lo que en realidad pasó y yo sí. Vi con mis propios ojos lo que un rechazo de alfa te hizo; tus responsabilidades no pueden ser la excusa que necesitas para olvidar el dolor que MinGyu ocasionó. Si necesitas un respiro, podemos llegar a un acuerdo, pero no quiero que mi mejor amigo se mate de esa forma.

―A veces pienso que eres demasiado maduro para ser el ridículo de siempre ―dijo HyungWon sin poder detener sus lágrimas, su amigo sacó de un bolsillo un pañuelo de tela y se lo entregó―. Gracias al Hacedor que estuviste para mí, algún día ¿podré pagártelo?

―Lo harás cuando vayas a casa y descanses.

HyungWon dejó que su amigo lo envolviera en un abrazo tan cálido como el de un hermano para que al cabo de un rato, cuando el omega se calmó se fue de la arena. HoSeok se le quedó mirando, pensado en alguna forma de hacer que HyungWon dejara su pasado atrás, esperaba que el indicado apareciera cuanto antes. Quien sea, hasta un dragón, pero que alguien sea capaz de hacerlo reír como cuando era un niño antes de presentarse como omega.

Se abrazaba a sí mismo con la mirada enfocada en el movimiento ligero del agua en aquel estanque cristalino, pequeños peces con escamas brillantes se reunieron deambular entre sus dedos de los pies. Unos pequeños juguetones se frotaban contra su piel causándole pequeñas cosquillas. Estando en ese claro, sus memorias luchaban por salir y HyungWon no las negó.

Por unos instantes se sintió feliz de recordar los años junto a MinGyu en el clan de la Tierra, siendo el cambiaformas de pegaso quien lo recogió una noche estrellada en el paso entre el mar y la tierra; HyungWon todavía era un joven cachorro que se quedó atraído por su conocimiento y su impresionante aura como alfa puro. Con el paso de los años juntos, HyungWon y MinGyu rebasaron la frontera de maestro-alumno con un inocente beso, que luego se transformó en tardes llenas de mimos y caricias tímidas, hasta finalmente convertirse en una pareja sólida compartiendo noches enteras descubriendo el cuerpo del otro; no siempre estaban de acuerdo y peleaban como toda pareja normal. HyungWon consciente del poco tiempo sobrante en el clan de la Tierra pensaba terminar su relación con el pegaso, hasta que una propuesta de matrimonio le dio una esperanza de creer que el indicado se hallaba en aquel amable líder. Que aceptaba todos sus defectos y complejos como omega.

Omega iluso.

Poca cosa.

Defectuoso.

Rumores hacía de oídos sordos, porque MinGyu era con quien se uniría en el lazo de matrimonio una vez que superara sus pruebas en el clan de la Tierra y estaba seguro de que conocía al pegaso alfa, hasta que un omega más joven que él llegó para arrebatarle todo eso de sus manos.

Aunque él también cometió algo mucho peor...

El crujido de una ramita a su izquierda le cobraron un susto acompañado de un gritaron agudo, el resultado fue la risa burlona de JiHoon. Su amigo omega se sentó a su lado, HyungWon no se molestó por la intromisión a sus pensamientos, ya que le agradaba más escuchar a sus amigos que a sus propios pensamientos o bestia cada que recordaba a su antiguo lazo. JiHoon llegó para buscar un espacio donde tranquilamente escribiría una carta a SeungCheol.

En el transcurso de la tarde entre charlas sobre lo terribles que eran los ciclos de celo de ambos sin sexo o sobre las nuevas telas que traerían de los terrenos de fuego para el invierno, incluso hablaban de sus experiencias con sus parejas anteriores; claro que el botánico omitió a MinGyu. Cuando en un momento, quedaron en silencio, a veces era cómodo. En esa ocasión HyungWon tuvo la mala fortuna que su bestia interior decidiera hacer su entrada triunfal a sus pensamientos.

"―Dejaste a WonHo, él estará triste si no vamos hoy y le decimos cachorro ―" siseó la bestia.

―Deja de molestar.

― ¿Perdona? ―inquirió JiHoon, el botánico se lamentó por no haberse dado cuenta de que habló en voz alta.

―Nada ―mintió, el más bajo le lanzó una mirada irónica.

―Crecimos juntos Son HyungWon, no eres capaz de mentirme ―vaya que se equivocaba―. Hay algo que te preocupa.

Pero podría...

―Es sólo una idea tonta ―comenzó, tenía mucho miedo de hablar, sin embargo, ya no sabía cómo lidiar con su lazo roto y WonHo al mismo tiempo―. Estuve leyendo un poco sobre un antiguo cuento, que me puso a pensar en algo.

―De acuerdo ―JiHoon lo miró pasmado y dejó de escribir para ponerle atención―. Suenas demasiado extraño.

―Una antigua crónica relata que dos cambiaformas de clanes enemigos se enamoraron, cada uno era el depredador del otro ―comenzó con su relato―. No había manera alguna de que ambos pudieran llevarse bien, es decir, tenían todo en contra: creencias, magia, castas, a excepción de que ambos eran el nexum del otro. Tampoco ayudaba que sus clanes decidían sus destinos, su profesión, sus pensamientos, sus modales y pareja. Hasta que el amor a primera vista los llevó por un camino en el que ambos sufrieron hasta su muerte por defender su amor, incluso entre ellos se causaron gran dolor sólo por verse pocos momentos en su corta vida antes de que sus acciones condenaran a sus clanes, pereciendo después de una guerra atroz, algo loco ¿no?

―De acuerdo HyungWon ¿qué es lo que quieres saber? ―JiHoon lo miró un poco sospechoso―. ¿Es sobre tu lazo roto?

HyungWon soltó un bufido derrotado, negando al mismo tiempo.

―Sólo son divagaciones, cosas que te hacen cuestionar todo cuanto eres y crees; nuestros padres nos han criado con la idea de que el amor trasciende la sangre y el tiempo. Por otra parte, nuestros ancianos nos dicen que la manada es primero. ¿Qué pasaría si de repente eres tú quien tiene la decisión de salvar a tu manada o elegir tu felicidad? ―la imagen del cachorro humano volvió a su memoria, pocos segundos después apareció un WonHo lastimado por haberle alzado la voz―. Si por mi fuera, me daría miedo elegir.

JiHoon sabía que algo andaba escondido detrás esas palabras, pero en cierto sentido lo entendía a la perfección. HyungWon lo miró tratando de adivinar sus pensamientos, pero su rostro sin emoción alguna le dificultaron la tarea.

―La decisión es sencilla ―explicó, aunque la respuesta no convencía al más alto―. Si fue amor a primera vista no puedes arriesgar todo de la nada, es muy egoísta y le darías la espalda a muchas personas que han confiado en ti por más años de lo que la otra parte ocupaba. Ni, aunque fuera tu nexum, un amor que puede ser defendible no pasa de la noche a la mañana, porque ni conoces al sujeto del todo para poner tus ideales a su favor. Un amor sin fundamentos sólidos no lo vale. A veces, ser egoísta o escuchar a tu corazón no es lo correcto, pero...

¡¿Pero?! ¿Dijo pero? El color azul claro de sus iris brilló con más intensidad, dotando al portador de la memoria blanca algo más de presencia y sabiduría en su mirada.

―Hay otras opciones, vivimos en un mundo donde el destino no siempre se escribe sobre piedra, a veces está sobre la arena y podemos cambiarlo―volvió a retomar la palabra ahora mirando a HyungWon―. SeungCheol y yo somos un ejemplo. Vivimos en clanes muy diferentes, nuestras tradiciones son más amables que las de clan oscuro y lo sabes... nuestra unión jamás será bien vista por nadie en su casa, es por eso que decidimos que acostarnos en lugar de ser una pareja era lo mejor ―soltó un bufido al recordar sus primeros encuentros con el basilisco―. Sólo que estar junto a él no parecía ser incorrecto, ¿cómo puede ser malo algo que hace a una persona reír después de milenios rehuyendo al amor? Supongo que pelear por algo que valga la pena depende mucho de las circunstancias más que de las agallas o cuestiones de honor con tu propia sangre.

― ¿Aunque fueran enemigos, JiHoon?

―Sí, ahora entiendo el significado de gobernar el corazón y lo doloroso que es resistirse a lo que la parte más importante de nosotros quiere, es ridículo evitarlo. A veces, ser parte de algo más que nosotros ―la última palabra la expresó con tanto cariño, haciendo referencia a el todo que formaban su leviatán interior y él, el pecho de HyungWon se estrujó y calentó en comprensión al significado del mensaje―. Implica un salto de fe, aunque parezca loco.

JiHoon miró hacia su amigo, quien lo veía con gracia, tratando de evidenciar una sonrisa, el castaño cerró el puño.

― ¿Qué te parece tan gracioso, Son?

―Quién diría que él omega más feroz de la manada fuera un romántico empedernido.

― ¡Te voy a matar, maldito ingrato! ―chilló antes de aventar sus cosas de lado y comenzar a perseguir a su amigo en el pequeño estanque, iniciando una guerra de agua y lodo.

El resto de la tarde estuvo bien acompañado de su amigo hasta el anochecer, momento en el que por fin pudo pensar con claridad.

Se puso a pensar en sus padres: ambos el nexum animarium del otro, de eso no cabía duda, el amor que podía sentirse del otro era fuerte a pesar de las circunstancias en las que se conocieron. Cuando era un cachorro se imaginaba miles de historias que podrían pasarle si llegara a tener las bendiciones del Leviatán Blanco y le concediera un nexum tan fuerte como el de sus padres, creía que su primer amor sería el que llenaría todas sus expectativas. Entonces WonHo llegó a su vida, no planeó enamorarse de un alma tan bella como la del cachorro humano mucho menos depositar una esperanza en poder unir sus razas cuando no era el adulto de hoy. Elegir borrar memorias que no le pertenecían pensando que era lo mejor para ambos, para regresar cuando WonHo, su cachorro, se convirtió en un hombre admirable, lleno de esperanza y luz que deseaba que fueran falsas y dejar de sentirse como el omega de doce años: enamorado de una ilusión. Tampoco previno enlazarse ciegamente con un desconocido al que creía ser su indicado para ser desechado más tarde.

Ha cometido muchas equivocaciones, unas más graves que otras.

Decidió tomar esos castigos como lo justo por ideas erróneas que no podía ver con claridad. La más preocupante de todas estaba durmiendo en una mansión en la superficie.

Negar que no siente nada por el WonHo adulto es lo equivalente a decir que prescindir de su bestia interior era algo natural. Pero... mostrarse, invitarlo de nuevo a su mundo ya no es una cuestión de pagar su deuda de sangre, ver en sus ojos el brillo chispeante que tenía cuando era un niño lo destrozó; devolviéndolo diez pasos atrás. Era doloroso regresar cada noche junto a un hombre que no lo recordaba mientras que HyungWon sufría por el niño más especial en su mundo, sin embargo, no era excusa para descubrir que el WonHo adulto ganaba puntos por ser alguien amable, inteligente, generoso y ridículamente desinteresado.

Tal vez, sólo pensaba de más y necesitaba un salto de fe a ciegas que considerar los catastróficos resultados de su nueva aventura.

―Ay cachorro ―dijo hacia el dibujo que tenía de WonHo cuando era más pequeño―. Espero que mi mundo no te mate esta vez.

HyungWon dejó el pergamino en su cofre lleno de papeles y libros con pastas desteñidas, para irse a la cama, cuando un dolor en el vientre lo derribó al suelo.

El olor a mandarinas se intensificó, mareando al omega. HyungWon se arrastró hasta uno de los cofres situados cerca de su nido hasta dar con una jarra de cuarzo del tamaño de una sandía, donde guardaba sus supresores. Otra oleada de calor lo golpeó, deteniéndolo de ponerse en pie e ir a su baño, con varios intentos logró llegar hasta su tina, llenarse de agua y polvos de concha marina, una pepita de luz y una buena cantidad del supresor.

Maldijo a todos los cielos conocidos por su estúpido celo, aunque tampoco fue muy cuidadoso al recordar vagamente que su espejo se estaba tornado con el patrón de su humo del celo en la mañana.












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1. Vulcanuscero: Aleación de carbono junto a otros minerales de increíble resistencia a la corrosión, dureza y maleabilidad para la forja; es un acero de color negro con vetas moradas cuando la luz lo alcanza, el efecto es corto. Ésta aleación está diseñada para ser armas expandibles o se rearmen. La superficie es dura, pero el metal dentro es líquido y deformable. Dicha función se activa con la magia del portador cuando se siente amenazado. Los dragones son pioneros de dicho metal, además de dueños de su manejo, forja y minas volcánicas.

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