◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 6 」•°◇

[The Dark's Lord POV]

---

Desperté con un dolor punzante que recorría todo mi cuerpo. Estaba recostado en una cama extraña, en un lugar completamente desconocido. Abrí los ojos lentamente, sintiendo cómo la confusión me golpeaba como una oleada fría. La habitación donde estaba tenía un aire cálido y acogedor, como si perteneciera a alguien que se esforzaba por hacer de este sitio un refugio. Pero para mí no era más que una prisión temporal.

Intenté moverme y al hacerlo noté que mi cuerpo estaba envuelto en vendas, ajustadas y cubriendo varias partes de mis brazos y torso. ¿Quién demonios me había vendado? ¿Y cómo había terminado aquí? Una sensación de inquietud me invadió mientras trataba de recordar los últimos momentos antes de caer inconsciente. Pero mi mente era un caos, un vacío frustrante que no me ofrecía ninguna respuesta.

Quise levantarme, pero el dolor me clavó al colchón como si mi propio cuerpo conspirara en mi contra. Solo pude girar la cabeza, observando el lugar con la mirada entrecerrada. La decoración era simple, nada ostentosa, pero todo estaba en orden: una cómoda, una mesa de noche con una lámpara tenue, una alfombra pequeña junto a la cama. Nada parecía fuera de lugar, excepto yo.

El deseo de escapar era más fuerte que el dolor. Tenía que salir de aquí. Este sitio, aunque cómodo, no era mío, y esa idea me hacía sentir atrapado. Ignorando las punzadas que atravesaban mis músculos, intenté sentarme. Una mueca de dolor se formó en mi rostro mientras apretaba los dientes, pero lo conseguí. Me quedé un momento en esa posición, recuperando el aliento, mirando hacia la puerta con desconfianza.

De repente, unos pasos resonaron en el pasillo. Mis sentidos se alertaron al instante, y mi corazón comenzó a latir con fuerza, como si me estuviera preparando para un ataque. ¿Quién venía? ¿Eran ellos? ¿Un enemigo, tal vez? Intenté buscar mi arma, pero mi pulsera no estaba en mi muñeca. Eso me puso aún más nervioso.

La puerta se abrió lentamente, y una figura apareció, proyectando una sombra en el umbral. Mi mente se llenó de posibles amenazas, pero lo que vi me desconcertó. Era un chico de cabello negro con mechones grises, vistiendo ropa sencilla pero con una bufanda que le colgaba hasta más abajo de la espalda. En sus manos llevaba una bandeja con galletas y una taza de algo que parecía café humeante. Su expresión no mostraba hostilidad; al contrario, tenía una sonrisa tranquila, casi amistosa. Pero yo no era alguien que confiara en las apariencias.

-Me alegra que hayas despertado -dijo con tono amable, acercándose despacio.

Fruncí el ceño y lo miré con desconfianza, evaluando cada uno de sus movimientos.
-...

-Debes estar confundido -continuó mientras dejaba la bandeja en la mesa de noche.

-Wow, ¿en serio? ¿Cómo lo notaste? -respondí con sarcasmo, mi voz goteando veneno.

El chico rió nerviosamente mientras se llevaba una mano a la nuca.
-Supongo que no eres una persona fácil de tratar.

-¿Y tú quién eres? -solté, cortante.

Se adelantó un paso, extendiéndome la mano como si quisiera saludarme.
-Un gusto, soy Hangman, aunque puedes llamarme Hang.

Lo miré con frialdad, ignorando su gesto.
-Prefiero morir antes que estrechar tu mano.

Hangman dejó caer su brazo y suspiró, como si estuviera acostumbrado a lidiar con actitudes como la mía.
-Vaya, sí que eres complicado.

-No me importa lo que pienses de mí. -Aparté la mirada, cruzándome de brazos.

-Bien, bien... pero al menos dime tu nombre.

-¿Qué te importa? -respondí con brusquedad.

Hangman me observó en silencio por un momento, luego se encogió de hombros y volvió a cruzar los brazos.
-Bueno, creo que lo mínimo sería que me dieras las gracias por ayudarte.

-No te debo nada. -Intenté levantarme de la cama, apoyándome en la pared. Un dolor insoportable recorrió mis piernas, pero lo ignoré. Si algo sabía hacer era soportar el sufrimiento.

-No creo que sea buena idea que te levantes... -comentó Hangman, en un tono que sonaba más a advertencia que a consejo.

-¡Tú no me dices qué hacer! -le espeté, tambaleándome hacia la puerta.

-Y tú no me dices cómo salvarte la vida. -Suspiró mientras me seguía con la mirada, claramente frustrado.

Cuando intenté dar un paso más, mis piernas cedieron y caí al suelo con un golpe seco. Una oleada de rabia me invadió mientras golpeaba el piso con el puño.
-¡PUTA MADRE!

-Oye, ese lenguaje...

-¡ME VALE VERGA! -respondí mientras me esforzaba por levantarme nuevamente.

Hangman suspiró y se quitó el lazo que llevaba en el cuello.
-Podemos hacer esto por las buenas o por las malas.

Mis ojos se fijaron en él con furia.
-¿Me estás amenazando? -Llevé mi mano a mi muñeca, buscando la pulsera que contenía mi arma, pero no estaba allí. Una sensación de vacío me recorrió el cuerpo.
-¿Dónde está mi pulsera?

-¿Pulsera? -Hangman frunció el ceño.

-¡La robaste, desgraciado! -me acerqué a él lentamente, con los puños apretados.

-Cuando te encontré no llevabas nada parecido a una pulsera.

Me detuve en seco, inmóvil, procesando sus palabras. Si no tenía mi pulsera, entonces estaba completamente indefenso.

-¿Estás bien? -preguntó, inclinándose un poco para mirarme mejor.

Cerré los ojos y respiré hondo, tratando de calmar el torbellino de emociones que me invadía.
-... Estoy perdido.

Hangman pareció reflexionar por un momento y luego chasqueó los dedos.
-Tengo una idea. Hagamos un trato: yo curo tus heridas y te ayudo a buscar esa pulsera.

Lo miré fijamente, considerando mis opciones. No confiaba en él, pero por ahora parecía ser mi única salida.
-De acuerdo. Pero cuando te consiga lo que quiero, me largo. No necesito ayuda de nadie.

-Como digas... -respondió Hangman, alzando las manos como si se rindiera.

---

Me quedé mirando a Hangman por un momento, intentando descifrar sus intenciones. Su tono despreocupado y su sonrisa tranquila no encajaban con el caos que sentía por dentro. No parecía una amenaza directa, pero tampoco me gustaba depender de alguien que no conocía. Sin embargo, mi situación no me dejaba muchas opciones.

Me incorporé con dificultad, aún apoyándome en la pared.
-Espero que no pienses que esto te hace mi amigo -le solté, con el tono más cortante que pude.

Él rió suavemente, como si estuviera acostumbrado a lidiar con ese tipo de actitud.
-No te preocupes. Con que no me golpees mientras te ayudo, ya será suficiente.

Solté un resoplido, pero no respondí. Había algo en él que me molestaba, aunque no sabía qué. Tal vez era su forma de actuar, como si nada fuera un problema. O tal vez era el hecho de que parecía saber más de lo que decía, y yo odiaba sentirme en desventaja.

-Voy a buscar algo para estabilizar tus piernas. No te muevas mucho, ¿de acuerdo? -dijo mientras salía de la habitación.

-No me des órdenes -respondí de inmediato, aunque su advertencia tenía sentido. Apenas podía mantenerme en pie, pero no iba a admitirlo.

Cuando desapareció por la puerta, me dejé caer de nuevo sobre la cama, agotado. Cerré los ojos por un momento, tratando de organizar mis pensamientos. Necesitaba respuestas, y rápido. ¿Quién era realmente Hangman? ¿Por qué me había ayudado? Y, lo más importante, ¿dónde estaba mi pulsera?

La puerta se abrió nuevamente, y su voz volvió a llenarme los oídos.
-Traje esto. -Regresó con una especie de vendaje más grueso y una pequeña caja de herramientas que puso sobre la mesa.

-¿Piensas arreglarme como si fuera un mueble? -dije con sarcasmo, mirando las cosas que llevaba.

-Prefiero decir que soy alguien práctico. -Sonrió, ignorando mi comentario.

Se acercó para revisar mis heridas y ajustar las vendas que ya tenía. Su contacto era rápido y cuidadoso, aunque yo me tensaba cada vez que se acercaba demasiado.

-Relájate, no te voy a morder. -Hangman parecía divertirse con mi incomodidad.

-Solo haz tu trabajo y cállate -gruñí, desviando la mirada.

Cuando terminó, dio un paso atrás para observarme.
-Listo. No te prometo milagros, pero al menos podrás caminar sin caerte a cada paso.

Intenté ponerme de pie otra vez, apoyándome en la cama, y esta vez lo logré. Aún sentía el dolor punzante, pero era soportable. Caminé un par de pasos, tambaleándome ligeramente, y después lo miré.
-Esto no cambia nada.

-Claro, lo que digas. -Hangman se encogió de hombros y luego, con una sonrisa misteriosa, añadió-: Aunque tengo la sensación de que vamos a estar juntos por un buen rato.

Lo fulminé con la mirada, pero no respondí. En el fondo, sabía que probablemente tenía razón.

Y mientras él recogía sus cosas con calma, yo miré hacia la ventana. Más allá del cristal, un cielo gris anunciaba tormenta. Algo me decía que esta sería una alianza incómoda, pero no podía permitirme bajar la guardia. Si iba a sobrevivir, tenía que jugar bien mis cartas. Y eso significaba mantener a Hangman cerca... pero no lo suficiente como para confiar en él.

El primer paso sería recuperar mi pulsera. Después de eso, ya vería cómo deshacerme de él.

---

Me levanté con dificultad, el cuerpo aún resentido por el dolor de mis heridas. Miré a mi alrededor, pero lo único que podía hacer era permanecer allí, atrapado en un lugar extraño. La incomodidad me rodeaba, pero algo dentro de mí me exigía mantenerme firme.

-Y por cierto, mi nombre es The Dark Lord, pero puedes llamarme Lord. -Me dirigí al sillón sin mirarlo siquiera.

-Pero "Dark" suena mejor. -Dijo Hangman con una sonrisa relajada, como si la situación fuera completamente normal.

-... No. -Quiero que me llames Lord y punto. -Mi voz salió fría, sin dejar espacio para discusión. Me dejé caer en el sillón, agotado por el esfuerzo de levantarme.

-Ok, pero ¿por qué? -Se acercó un poco más, curioso, sin mostrar miedo ante la actitud cerrada que debía estar reflejando.

-Me recuerda a alguien de quien no quiero saber nada. Es por eso. -Dejé escapar un suspiro pesado, mientras me acomodaba de nuevo en el sillón, ocultando mi rostro tras la almohada. Trataba de bloquear el dolor y la furia que comenzaban a consumirlo todo.

-Wow, ¿entonces hay alguien más? -La curiosidad brillaba en sus ojos, pero su tono sonaba casi juguetón.

-Sí... en pocas palabras, "tenía" a alguien más. -Apreté la almohada contra mi rostro, incapaz de soportar más recuerdos.

-Oh... ¿cómo se llama? -Insistió, dando un paso más hacia mí, aunque no parecía darse cuenta de la incomodidad que causaba.

-No voy a responder eso. -Lo único que quiero... lo único que quiero es borrar ese maldito nombre de mi mente. Olvidarlo todo... -Las palabras salieron de mi boca como un suspiro lleno de rabia. La furia ardiente me recorrió por dentro, mi cuerpo se tensó y los puños se apretaron con fuerza.

-E-Eh... ¿estás bien, Lord? -El tono de Hangman se volvió más cauteloso, un atisbo de preocupación apareció en su rostro, pero la sonrisa no desapareció del todo.

-No... -Susurré, tratando de calmarme, aunque las emociones me desbordaban. Sentía como si una presión invisible me aplastara por dentro.

-¿Quieres unas de las galletas que te traje? -Preguntó Hangman, como si las galletas pudieran suavizar todo el maldito caos.

-... No. -Odio las galletas. -Respondí con desdén, manteniendo mi rostro oculto tras la almohada.

-Ok, entonces ¿quieres otra cosa? -Hangman parecía genuinamente dispuesto a ayudar, pero yo no era fácil de tratar.

-Quiero estar solo... -Mi voz sonó más suave, pero cargada de cansancio. La última cosa que quería era estar cerca de alguien, especialmente en ese momento.

-Ok, te daré tu tiempo. Iré a prepararte un cuarto. -Hangman se levantó, aunque mantenía una sonrisa incómoda por la atmósfera tensa.

-Sí, sí, como sea... -No levanté la mirada. Estaba cansado de todo: de las preguntas, de las conversaciones. Solo quería estar en paz, aunque sabía que no sería algo fácil de conseguir.

-Entonces, nos vemos luego. -Dijo Hangman mientras salía de la habitación, dejándome solo. Pero antes de irse, se detuvo un momento, como si fuera a decir algo más.

La puerta se cerró suavemente detrás de él, dejándome sumido en mis pensamientos. El silencio llenó la habitación. Mis manos temblaron ligeramente al recordar lo que había sucedido, lo que aún me perseguía.

(Tengo que irme, y rápido. No quiero estar aquí, no quiero que mi vida se destruya para siempre. Tendré que pensar en un plan para destruir a Chosen... por fin, podré cumplir mi propósito, lo que fui creado para hacer...)

Con determinación y una mente fría, me preparé para lo que venía. Ya no había lugar para la amistad ni para la paz. Solo quedaba la furia, el resentimiento y el deseo de venganza que arderían en mi interior hasta el final.

---

[Continuará...♡]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top