◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 25 」•°◇
[Narrador/a POV]
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El aire en la habitación se tensó de inmediato, y el tiempo pareció ralentizarse. Dark y Freedom se enfrentaban en un silencio cargado de hostilidad. Chosen observaba en silencio, incapaz de moverse o decidir. Un lado de él deseaba acercarse a Freedom, escuchar lo que tenía que decir, mientras que otro lado lo ataba a Dark, a esa relación extraña pero profunda que había comenzado a formarse entre ellos.
Dark, con los ojos entrecerrados, se adelantó un paso más, su rostro marcado por la irritación. Había algo en la presencia de Freedom que le daba mala espina, como si su retorno estuviera lleno de intenciones ocultas. Su cuerpo se tensó, preparado para cualquier movimiento de ataque.
-No voy a dejar que te lo lleves. -La voz de Dark era firme, un rugido contenido, pero con una amenaza implícita.
Freedom, por otro lado, se mantuvo tranquilo, casi sereno ante la agresividad de Dark. Su mirada se desvió brevemente hacia Chosen, su rostro suavizándose por un segundo antes de volver a Dark.
-Él merece saber la verdad -dijo Freedom con calma, sus palabras pesadas en el aire-. Tú no puedes seguir controlándolo, Dark. Lo que le has hecho... lo que estás haciéndole, no es vida para él.
Dark apretó los dientes. Sus ojos centellearon con rabia.
-¡Tú no sabes nada! -gritó Dark, dando un paso al frente-. Lo que le he hecho ha sido protegerlo, y lo haré siempre. No permitiré que vengas aquí y me lo arrebates, Freedom.
La tensión entre ambos era palpable, como dos fuerzas opuestas a punto de colisionar. Chosen sintió que el corazón le latía con fuerza, y un nudo en su garganta lo mantenía en silencio. Observaba cómo se enfrentaban, cómo las palabras se volvían cuchillos afilados, pero sin saber qué hacer.
Freedom, en lugar de responder con más hostilidad, hizo una pausa. Su mirada fija en Dark parecía sereno, pero había un trasfondo de determinación. Se acercó un paso más, sin temor. La distancia entre ellos se estrechaba, pero fue su voz, tranquila pero llena de resolución, la que rompió el aire.
-No vengo a pelear, Dark. Sólo quiero que Chosen tenga la oportunidad de sanar. -Su mirada ahora se posó en Chosen-. No tienes que seguir viviendo así, Chosen. Yo... yo me aseguré de que pudieras encontrar la paz.
Chosen sintió un peso sobre sus hombros al escuchar esas palabras. La idea de sanar, de ser libre de todo lo que lo había marcado, era algo que había deseado en su corazón. Pero, por otro lado, también había algo en él que se negaba a dejar a Dark, a pesar de lo que estaba pasando. Algo que lo conectaba con él de una forma que no podía explicar.
Dark, viendo que Freedom no retrocedería, respiró hondo, y aunque la ira seguía latente en sus ojos, la expresión en su rostro se suavizó ligeramente.
-No... no te lo llevaré ahora -dijo con voz grave, la irritación reemplazada por una firmeza tensa-. Chosen necesita tiempo. Está herido. No puede irse contigo aún.
Freedom asintió con calma, sabiendo que no sería una victoria rápida. Miró a Chosen una vez más, un destello de tristeza cruzó por su rostro, pero lo aceptó.
-Está bien -respondió Freedom, aunque su voz se mantuvo suave-. Lo veré pronto entonces. Solo recuerda, Chosen, que la puerta estará abierta para ti cuando estés listo. Yo siempre estaré aquí para ti.
Dark observó con una mezcla de desconfianza y preocupación cómo Freedom comenzaba a alejarse. A pesar de la confrontación, sabía que esto no había terminado. El hecho de que Freedom estuviera cerca significaba que, de alguna manera, Chosen podría decidir irse en cualquier momento.
Freedom, sin decir más, se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Chosen, aún sin palabras, lo observó mientras desaparecía por el pasillo.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, el silencio volvió a la habitación, pesado y cargado de pensamientos no expresados.
Dark se giró hacia Chosen, su mirada ahora más suave, pero con un trasfondo de preocupación.
-¿Lo entiendes, Chosen? -preguntó con seriedad, caminando hacia él-. Lo que Freedom quiere no es lo mejor para ti. No puedo dejar que te lleve. No ahora, no después de todo lo que hemos pasado juntos.
Chosen, con los ojos en el suelo, asintió lentamente, pero no pudo evitar sentir una punzada de tristeza. Sabía que la decisión que tendría que tomar no sería fácil. No quería dejar a Dark, no quería irse, pero al mismo tiempo, no podía ignorar lo que Freedom le había ofrecido.
Dark se acercó un poco más, poniéndole una mano sobre el hombro.
-Te quedas conmigo -dijo con determinación-. Yo... voy a ayudarte a curarte. Aquí, con nosotros.
Chosen levantó la cabeza para mirarlo, y por un momento, las palabras no parecieron suficientes para explicar todo lo que sentía. Pero asintió, aceptando que por ahora, este era el camino que debía seguir. Aunque las dudas seguían rondando en su mente, por ahora, lo único que podía hacer era quedarse y sanar, con Dark a su lado.
-Está bien... -dijo Chosen en voz baja.
Y así, por un momento, el ruido del mundo exterior se desvaneció, dejando solo a Dark y Chosen en la habitación. Sin decir más, Dark lo miró una última vez, sin saber cómo ese momento cambiaría las cosas para siempre. Pero por ahora, lo único que podía hacer era mantener a Chosen cerca, esperando que con el tiempo, encontraría una respuesta.
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La tensión en el aire era palpable mientras Dark se mantenía firme frente a Chosen, sus ojos fijos en él, llenos de una mezcla de preocupación y desconfianza. La pregunta de Dark resonó en la habitación, cortante y directa, como una orden que exigía respuesta inmediata.
-¿Quién es ese tipo, Chosen? ¿Qué quiere de ti? -preguntó Dark, su voz grave y autoritaria.
Chosen, con la mirada baja y el rostro marcado por la confusión, no pudo evitar recordar la historia que había dejado atrás. Pensó en Freedom, en el recuerdo de aquel encuentro fugaz antes del accidente. Aquella vez había sido algo tan simple, un gesto de amabilidad, y ahora, después de todo lo que había sucedido, parecía tan lejano, como si todo hubiera sido una ilusión.
-Es... un viejo amigo -respondió Chosen, su voz vacilante, como si no estuviera del todo seguro de lo que decía-. Antes del accidente, Freedom me advirtió sobre el peligro... sobre todo lo que podría pasar... pero luego me invitó a tomar un helado.
La mirada de Dark se endureció aún más al escuchar esas palabras. No le gustaba lo que estaba oyendo. No le gustaba que Freedom hubiera estado tan cerca de Chosen, y mucho menos que hubiera dejado que él se quedara solo.
-¿Y qué pasó después? -preguntó Dark, con tono frío, mientras un destello de rabia empezaba a asomar en su rostro.
Chosen suspiró, recordando lo que había sucedido después. La forma en que Freedom había olvidado su billetera, dejándolo solo en medio de la nada. Un acto tan trivial, pero que había dejado una marca en Chosen, una sensación de abandono que todavía sentía en lo más profundo.
-Freedom olvidó la billetera -dijo Chosen, su voz baja, casi una susurrante confesión-. Me dejó solo en la heladería. Y cuando me di cuenta de que se había ido... no sabía qué hacer. Me quedé allí, esperando, pero nunca regresó.
Dark frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad. Esa historia no le gustaba. No le gustaba que alguien como Freedom pudiera haber jugado con los sentimientos de Chosen de esa manera, y mucho menos que ahora estuviera tan cerca. Pero, al mismo tiempo, se sintió vulnerable. Había algo en las palabras de Chosen que lo hizo sentir incómodo, como si esa historia de Freedom fuera solo una pequeña parte de algo mucho más grande, algo que no entendía completamente.
-¿Y por qué no me lo dijiste antes? -preguntó Dark, aunque la irritación de su tono se había suavizado un poco. Ahora, la preocupación estaba comenzando a asomar en sus ojos.
Chosen levantó la mirada, encontrando la mirada de Dark, y suspiró con pesadez.
-No quería que te preocuparas... y no sabía cómo explicarlo -dijo Chosen, su voz apenas un susurro-. Pero Freedom me ofreció algo... algo diferente. Y no podía simplemente ignorarlo. Ahora, no sé qué pensar...
Dark observó a Chosen, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Quería comprender, quería entender lo que Chosen sentía, pero al mismo tiempo, la idea de que Freedom pudiera haberle causado más daño a Chosen lo ponía furioso. No estaba dispuesto a dejar que nadie más se acercara demasiado, especialmente alguien como Freedom, que parecía tener sus propios intereses.
Dark dio un paso atrás, soltando un suspiro pesado, y luego se giró hacia Chosen.
-No quiero que nadie más te haga daño, Chosen. No importa lo que haya pasado antes, lo único que importa ahora es lo que yo... lo que nosotros... podemos hacer por ti. Yo... no te voy a dejar solo.
Las palabras de Dark fueron directas, pero en su tono había algo más. Algo que se podía leer entre líneas, una promesa tácita que Chosen no podía evitar sentir en lo más profundo de su ser.
Pero aún así, la duda persistía. La figura de Freedom, tan cercana y a la vez tan distante, seguía rondando la mente de Chosen. Podía sentir la incomodidad de la situación, y aunque se esforzaba por comprender lo que Dark quería para él, su mente no podía escapar de los recuerdos de Freedom y las dudas que se habían sembrado.
-No sé qué hacer... -murmuró Chosen, dejando caer la cabeza nuevamente.
Dark miró a Chosen, reconociendo la confusión en su rostro. Un suspiro escapó de sus labios mientras se acercaba y le ponía una mano en el hombro.
-Lo primero que vas a hacer es quedarte aquí, conmigo. No importa lo que Freedom te haya ofrecido, no va a ser mejor que lo que podemos hacer por ti. Y si alguna vez decides enfrentarte a lo que sea que Freedom te haya prometido, yo estaré aquí para ayudarte. Pero no lo hagas por un simple helado o promesas vacías.
Chosen lo miró, y por un momento, la sensación de seguridad que Dark le ofrecía le dio algo de consuelo. Aunque las respuestas no estaban claras, algo en él le decía que no debía alejarse de Dark, al menos no todavía.
-Está bien... -dijo Chosen, con voz quebrada, pero decidida.
Y así, en el silencio que siguió, los dos se quedaron allí, las palabras de Dark flotando en el aire, mientras Chosen aún luchaba por encontrar su lugar entre lo que había sido, lo que era, y lo que podría ser.
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Dark respiró profundamente, buscando las palabras correctas. No era fácil para él expresar lo que sentía, y aún menos cuando se trataba de alguien como Chosen. Se quedó en silencio por un momento, observando a Chosen con una mezcla de frustración y algo más, algo que preferiría no admitir.
Finalmente, Dark dio un paso hacia atrás, cruzando los brazos, y mirando a Chosen con una seriedad que no dejaba lugar a malentendidos.
-Escucha bien, Chosen -comenzó con tono firme, pero sin la suavidad que usualmente habría esperado de una conversación más cercana-. No estoy haciendo esto porque me preocupe por ti. No es porque te quiera o algo así... -hizo una pausa, casi como si esas palabras le costaran más de lo que esperaba-. Lo estoy haciendo porque, por alguna razón, eso es lo que me corresponde hacer. Y también porque no puedo dejar que nadie más te manipule, ni siquiera Freedom.
La mirada de Chosen se cruzó con la de Dark, y por un segundo, parecía que algo de la verdad detrás de las palabras de Dark llegaba a él. Dark lo miraba de una manera fría, casi distante, pero las palabras eran claras. Había algo más detrás de sus acciones, algo que no tenía que ver con cariño, sino con un impulso más oscuro, más propio de su ser.
-No te confundas -añadió Dark, viendo que Chosen probablemente empezaba a dudar-. No soy el tipo de persona que hace estas cosas por amor o cariño. Si te estoy protegiendo, es porque no tolero que te hagan daño, no porque necesite algo de ti.
Las palabras de Dark, aunque duras, parecían sinceras. Chosen lo observó por un largo momento, tratando de comprender el significado detrás de esas palabras. No entendía completamente, pero algo dentro de él comenzó a aceptar esa extraña lógica que Dark estaba tratando de imponerle.
-Entonces... ¿por qué lo haces? -preguntó Chosen, más por curiosidad que por cualquier otra cosa, buscando entender la razón detrás de las acciones de Dark.
Dark dejó escapar un suspiro, como si estuviera cansado de tener que explicar lo que ni siquiera él comprendía por completo. Pero aún así, lo dijo, sin suavizarlo.
-Porque tengo mis propios motivos. Mis razones... y no te preocupes por eso, Chosen. Tú sólo mantente alejado de Freedom y de cualquier otra cosa que te cause más problemas. No estoy aquí para ser tu amigo, y no necesito serlo para protegerte.
Chosen se quedó en silencio, absorbiendo sus palabras. Había algo en la forma en que Dark lo decía, algo que le mostraba una verdad cruda y aterradora. Pero, de alguna manera, también lo hizo sentir algo... extraño. Quizá no amor, ni amistad, pero una conexión inexplicable.
-Entendido... -respondió Chosen, su voz más baja ahora. Aunque no comprendía por completo lo que Dark había dicho, algo le decía que debía confiar en él, al menos por el momento.
Dark asintió, sin cambiar su postura, pero parecía aliviado, como si ya hubiera dejado claro lo que necesitaba decir. Sin embargo, esa tensión en el aire seguía siendo palpable, y Chosen no pudo evitar preguntarse si realmente alguna vez llegarían a entenderse, o si esta protección de Dark era solo una fachada que escondía algo mucho más oscuro.
Pero por ahora, Chosen aceptó lo que se le ofrecía, sin preguntar demasiado. No sabía qué más hacer, y por alguna razón, en ese momento, eso era suficiente para él.
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Viro irrumpió en la habitación, con una sonrisa en el rostro, pero al ver la tensión en el aire, se detuvo en seco. Su mirada pasó de Dark a Chosen, percibiendo al instante que algo no estaba bien. El ambiente estaba cargado, como si un peso invisible se hubiera instalado entre ambos.
-¿Qué pasó? -preguntó Viro, frunciendo el ceño, notando que algo había cambiado. Estaba acostumbrado a las discusiones entre Dark y Chosen, pero esta vez algo parecía diferente. Algo más serio.
Chosen no supo qué responder al principio, sus palabras atrapadas en su garganta. Miró a Dark, esperando que él tomara la iniciativa para explicar la situación. Dark, sin embargo, se limitó a mirarlo fríamente, como si no tuviera ganas de explicar nada.
Viro observó el silencio entre ambos, los ojos de Chosen vagando, buscando una salida a la incomodidad de la situación. Finalmente, fue Chosen quien rompió el silencio, aunque su voz era baja, casi como un susurro.
-Nada... -dijo Chosen, tratando de evitar que Viro lo presionara más-. Sólo estábamos hablando.
Viro, aunque confiaba en Chosen, no parecía convencido. Levantó una ceja y, con su habitual inocencia, dio un paso hacia él.
-¿Estás seguro? Parecéis... como si os estuvierais peleando -dijo, mirando a Dark con algo de cautela, como si no entendiera por qué Dark no intercedía. Viro era un chico impulsivo, siempre en busca de armonía entre todos, y ver a sus dos compañeros en esta atmósfera tan cargada no era lo que él esperaba.
Dark, al escuchar a Viro, no pudo evitar fruncir el ceño. Aunque no quería involucrarlo, sintió la necesidad de aclarar lo que acababa de decir.
-No te metas en esto, Viro -dijo Dark, su tono grave. Estaba tratando de evitar una discusión más, pero no quería que Viro malinterpretara la situación. Su mirada, aunque distante, no dejaba de ser firme y controladora.
Viro, por un momento, parecía confundido. Luego, finalmente, decidió no insistir más, aunque aún sentía que algo estaba fuera de lugar. Miró a Chosen, preocupado.
-¿De verdad estás bien? -preguntó, acercándose más a él. La preocupación en su voz era clara, y la manera en que observaba a Chosen mostraba lo mucho que le importaba.
Chosen le sonrió suavemente, aunque su sonrisa no alcanzó a llegar a sus ojos.
-Sí, Viro. Estoy bien. No te preocupes -dijo, buscando transmitirle algo de tranquilidad, aunque internamente sentía que las palabras no eran suficientes para calmarse a sí mismo.
Viro asintió lentamente, aunque no parecía completamente convencido. Miró una vez más a Dark, sintiendo la tensión en el aire, pero finalmente decidió que lo mejor era no decir nada más. Si Chosen decía que estaba bien, entonces confiaría en él, aunque su intuición le decía que algo más estaba ocurriendo.
-Está bien... pero, si necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí -dijo Viro, dándole una última mirada a Dark antes de alejarse un poco. Su actitud cambió de inmediato, volviendo a su lado más inocente y despreocupado. Sin embargo, algo en su mirada decía que no dejaría de vigilar la situación.
Dark, por su parte, observó cómo Viro se retiraba, sintiendo que esa intervención había sido más un recordatorio de lo que importaba que un alivio. No le gustaba ser cuestionado sobre sus decisiones, pero sabía que Viro no lo hacía con mala intención.
Finalmente, se quedó solo con Chosen, el silencio entre ellos de nuevo. La tensión seguía palpable, pero algo en el aire había cambiado. Quizás Viro había dejado claro lo que ambos necesitaban escuchar: no estaban solos.
Pero, ¿sería suficiente para que las cosas entre ellos se aclararan?
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Chosen se quedó en silencio por un momento, observando a Dark con una mezcla de dolor y confusión en los ojos. Sentía que había algo en Dark que ya no lo reconocía, que había cambiado tanto, pero las palabras de Chosen salieron sin poder ser contenidas.
-¿Recuerdas, Dark? -dijo, su voz temblando un poco-. Recuerdas cuando... cuando éramos amigos... antes de todo esto... antes de todo lo que pasó.
Dark se detuvo en su camino, su rostro tenso. Las palabras de Chosen lo habían golpeado como una ola inesperada, y por un momento, algo se rompió dentro de él. Su mirada se endureció, pero había una sombra en sus ojos, como si la idea de los viejos tiempos le causara un profundo malestar. Apretó los dientes y dejó escapar un suspiro, como si estuviera luchando contra sí mismo.
-¡No vuelvas a mencionar eso! -gritó Dark, su voz cargada de rabia. Su furia era tan palpable que hizo que Chosen retrocediera ligeramente. La violencia de su tono cortó el aire, como si fuera un latigazo.
-¡Esos momentos fueron absurdos, Chosen! ¡Terribles! -exclamó Dark, su voz rasposa. En un arrebato de furia, lanzó un objeto cercano al suelo, rompiéndolo en pedazos con un estrépito ensordecedor. Chosen no pudo evitar sobresaltarse por el sonido, y su corazón se aceleró.
Dark, visiblemente agitado, dio un paso hacia él, su mirada fija y penetrante. Algo en sus ojos había cambiado. Ya no había esa mirada protectora, la que alguna vez había ofrecido, solo un vacío impenetrable.
-Esas cosas no significan nada -gruñó Dark, casi entre dientes, su respiración acelerada. Miró a Chosen con desprecio, como si lo que había sido alguna vez una amistad ya no tuviera valor.
Chosen, sorprendido por la furia de Dark, sintió cómo algo se rompía en su interior. Las palabras lo alcanzaron como cuchillos, y el dolor era tan intenso que apenas podía procesar lo que estaba sucediendo.
-Pero... Dark, tú y yo... -intentó decir, su voz quebrándose-. ¿No significó nada para ti?
Dark lo miró fijamente, y por un momento, los dos se quedaron en silencio, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. El odio y la tristeza eran tan intensos que casi se podían tocar en el aire.
-Nada -respondió Dark con frialdad, su mirada ahora completamente vacía. No parecía importarle el daño que causaba en Chosen con sus palabras, y eso dolió aún más. Chosen tragó saliva, sintiendo una oleada de desesperación y dolor.
-Entonces... ¿qué somos ahora? -susurró Chosen, incapaz de evitar la angustia en su voz. Pero Dark no respondió. Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta, dejándole a Chosen solo con el eco de sus gritos y el peso de sus palabras flotando en el aire.
Cuando la puerta se cerró con un estrépito, Chosen se quedó allí, en el mismo lugar, con el corazón roto. No entendía por qué Dark había cambiado tanto, por qué ya no había nada de la persona que conoció.
¿Qué significaba todo esto ahora? ¿Realmente ya no había esperanza de recuperar lo que una vez tuvieron?
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Chosen se quedó de pie, en medio del cuarto, temblando ligeramente mientras procesaba las palabras de Dark. La angustia crecía en su pecho, pero algo en su interior le impulsó a hablar, a intentar expresar lo que sentía. Necesitaba hablar con alguien, aunque no sabía si Dark siquiera lo escucharía.
-Freedom... -comenzó Chosen, más para sí mismo que para cualquier otra persona. Sus palabras fluían con más facilidad ahora, como si el simple hecho de pronunciar el nombre de Freedom le diera algo de paz en medio de la tormenta interna que vivía. -Él... es diferente. Es más amable, más civilizado. No es como tú, Dark. No me grita, no me hace sentir que soy... nada.
Hablaba suavemente, sin darse cuenta de que Dark, en el otro lado de la casa, podía escuchar cada palabra. Chosen cerró los ojos por un instante, dejándose llevar por el recuerdo de sus momentos con Freedom. Recordaba cómo Freedom siempre parecía entenderle, cómo, en medio de todo el caos, Freedom encontraba formas de hacerle sentir que no estaba solo, que aún había algo de humanidad en el mundo.
-Freedom... me escuchaba. Me trataba como si realmente importara, no como... como si fuera solo una carga. No lo sé, Dark... con él siento que puedo ser yo mismo, sin tener que temerle a cada palabra que salga de mi boca.
Fue en ese momento que escuchó el ruido de la puerta abriéndose bruscamente. Un fuerte paso resonó en el pasillo, y antes de que pudiera reaccionar, sintió dos manos sujetándolo con una fuerza inhumana, levantándolo del suelo. En un parpadeo, Dark estaba frente a él, su rostro lleno de ira.
Sin palabras, Dark lo alzó, sus dedos apretando el cuello de Chosen con tal fuerza que le costaba respirar. Chosen luchó por soltar aire, su vista comenzando a nublarse mientras las manos de Dark se apretaban aún más.
-¡No hables de él! -rugió Dark, su voz como un grito en la oscuridad. No podía soportar escuchar que Chosen mencionara a Freedom, que comparara su trato con el de él. Era como si algo en su interior se rompiera cada vez que Chosen hablaba de Freedom.
Chosen, incapaz de respirar correctamente, intentó mover las manos de Dark, pero la presión era demasiado. Su mente comenzaba a marearse, y por un momento pensó que esta vez no lograría salir de la situación.
Pero Dark, aunque lleno de rabia, no lo mató. Algo dentro de él lo detuvo antes de dar el último golpe. Solo lo mantuvo allí, colgando del cuello, mirando a los ojos con furia, como si quisiera arrancarle las palabras que acababa de decir.
-No tienes ni idea de lo que estás diciendo... -murmuró Dark, su rostro tan cerca del de Chosen que podía sentir su aliento caliente. -Freedom no es nadie. Él no te cuida, Chosen, solo te está manipulando. No te importa, ¿verdad? No sabes lo que realmente es.
Finalmente, Dark soltó a Chosen, empujándolo hacia el suelo. Chosen cayó de rodillas, respirando con dificultad, aún temblando por la falta de oxígeno. No podía entender qué pasaba por la cabeza de Dark. ¿Por qué había llegado tan lejos? ¿Por qué todo había cambiado de esta manera?
Dark dio un paso atrás, su mirada fija en Chosen, pero algo en su expresión se suavizó por un instante. La rabia se mezclaba con una tristeza profunda, algo que Chosen no lograba identificar.
-No hables más de Freedom, Chosen... -dijo con voz baja y fría, antes de dar la vuelta y marcharse, dejándolo en el suelo, solo una vez más.
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Viro llegó corriendo a la habitación, con el rostro preocupado al escuchar el ruido de la confrontación. Al ver a Chosen en el suelo, con la respiración entrecortada y aún visiblemente afectado por lo que acababa de suceder, sus ojos se llenaron de angustia.
-¡Chosen! -exclamó, corriendo hacia él y arrodillándose junto a él. Viro tomó con cuidado los hombros de Chosen para ayudarle a incorporarse, notando lo tembloroso que estaba. -¿Estás bien? ¿Te hizo daño?
Chosen levantó lentamente la vista, sus ojos aún llenos de confusión y miedo. Intentó decir algo, pero su voz era un susurro, como si aún estuviera luchando por recuperar el aliento. Con las manos temblorosas, se llevó una a su cuello, donde Dark lo había apretado con tanta fuerza.
Viro frunció el ceño, viendo la marca en el cuello de Chosen. La rabia creció dentro de él, pero trató de mantenerse tranquilo para poder ayudar. Sin pensarlo dos veces, colocó una mano sobre la de Chosen, tratando de calmarlo.
-No te preocupes, Chosen, no dejaré que te haga daño -le susurró con suavidad, intentando transmitirle algo de consuelo. -Yo estaré aquí, siempre.
Viro ayudó a Chosen a levantarse, con el cuerpo de este aún débil y agotado por el miedo y la tensión que había vivido. Lo sentó en la cama, y mientras lo hacía, sus ojos no podían apartarse del cuello de Chosen, donde la huella de las manos de Dark aún era visible. Su corazón latía más rápido por la furia que sentía hacia Dark, pero se forzó a calmarse. No quería que Chosen lo viera más alterado de lo que ya estaba.
-Voy a ir a buscar algo para curarte -dijo Viro con voz firme, pero sin dejar de mirarlo. -Por favor, quédate aquí y descansa. No te muevas demasiado, ¿entendido?
Chosen asintió débilmente, sin tener la fuerza suficiente para hablar más. Se recostó en la cama, aún sintiendo el dolor en su cuello y la angustia que se había acumulado en su pecho. No podía entender por qué Dark actuaba así. Todo lo que había hecho era intentar expresarse, intentar ser escuchado.
Viro se levantó rápidamente, dispuesto a ayudar a Chosen como fuera. Mientras se alejaba, miró hacia atrás, decidido a encontrar una forma de evitar que Dark volviera a hacerle algo a su amigo. No podía permitir que eso sucediera, no mientras él estuviera cerca.
A medida que Viro salió de la habitación, Chosen cerró los ojos, dejándose llevar por la calma que la presencia de su amigo había traído. Sabía que no estaba solo.
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Dark permanecía en su habitación, el eco del momento anterior aún vibrando en su mente. Se llevó una mano al rostro, apretando los dedos contra su piel como si quisiera arrancar las emociones que lo carcomían por dentro. Pero no podía ignorarlo... esa sensación seguía ahí, latente, incómoda, imposible de reprimir.
Recordaba cómo se había sentido al tener a Chosen tan cerca, tan vulnerable. Su respiración entrecortada, los ojos llenos de temor y, al mismo tiempo, una especie de resignación que lo hacía ver aún más frágil. Era esa fragilidad la que había desatado algo oscuro dentro de él. Un deseo que lo perturbaba.
Caminó hacia el escritorio, agarrando con fuerza el borde como si quisiera arrancarlo.
-Maldita sea... -murmuró para sí mismo, sintiendo cómo el calor subía por su cuerpo, cómo esa idea retorcida seguía apareciendo en su mente, por más que intentara apartarla. Era repulsivo... y al mismo tiempo, adictivo.
Intentó justificarse, decirse que no era más que una reacción momentánea. "No tiene sentido. Solo fue el calor del momento." Pero sabía que eso era mentira. Había algo en Chosen que siempre lo había atraído, algo que lo hacía perder el control de maneras que no entendía.
Dark cerró los ojos, respirando hondo, pero en lugar de calmarse, los recuerdos se hicieron más vívidos. Su mano alrededor del cuello de Chosen, la manera en que su cuerpo temblaba bajo su toque, cómo su pecho subía y bajaba rápidamente, buscando aire. Era algo tan íntimo... demasiado íntimo.
Se dejó caer en la silla, apoyando la frente en sus manos mientras soltaba un suspiro frustrado. No podía permitir que esto continuara. No podía dejarse llevar por esos pensamientos, por ese deseo. Chosen no era más que una molestia, un peso que cargaba por razones que apenas entendía. No tenía derecho a verlo de esa manera.
-Esto es absurdo... -se dijo a sí mismo, aunque su voz sonaba más débil de lo que le gustaría.
Por un momento, pensó en volver con Chosen, en decirle algo, cualquier cosa, solo para verlo una vez más. Pero sacudió la cabeza con fuerza, como si el mero pensamiento lo asquease. "No. No puedo seguir con esto. No es real. Es solo un momento de debilidad."
Dark se levantó de golpe, caminando hacia la ventana y mirando el exterior. Necesitaba distraerse, alejarse de esa espiral de emociones que lo estaba consumiendo. Pero incluso mientras intentaba apartar su mente de Chosen, sabía que esa sensación no desaparecería tan fácilmente.
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Chosen estaba en su habitación, sentado en el borde de la cama mientras sus manos temblaban ligeramente. Tocó su cuello, donde todavía podía sentir el peso de la mano de Dark. Una mezcla de emociones lo abrumaba: miedo, confusión... y algo más que no quería admitir.
¿Por qué? No podía dejar de pensar en el momento en que los ojos de Dark lo miraron con esa intensidad. Había algo en esa mirada, algo oscuro y ardiente, que lo había dejado completamente sin palabras. Su pecho aún subía y bajaba de manera irregular, como si el aire no quisiera regresar a sus pulmones.
Se recostó contra la pared, cerrando los ojos mientras trataba de calmarse. Pero en su mente, las imágenes regresaban una y otra vez: los dedos de Dark alrededor de su cuello, su proximidad, el calor de su cuerpo tan cerca. Debería sentirse únicamente aterrorizado... pero no era solo eso. Había algo más, algo que lo hacía temblar por completo.
-Maldita sea... -susurró para sí mismo, llevándose las manos al rostro, como si al cubrirse los ojos pudiera borrar lo que sentía.
Dark siempre había sido un misterio para él. Incluso cuando peleaban, cuando el odio era la única conexión entre ellos, había una atracción extraña que nunca pudo comprender del todo. Algo en Dark lo hacía sentir vivo... aunque también lo destruyera poco a poco.
Ahora, después de lo que había pasado, esa sensación se intensificaba. El miedo y el deseo se mezclaban, retorciéndose en su interior de maneras que no podía controlar. Quería odiarlo, quería gritarle, decirle que lo dejara en paz. Pero, al mismo tiempo, lo único que podía hacer era recordar el calor de sus manos y el peso de su mirada.
Se dejó caer en la cama, mirando al techo mientras su corazón latía con fuerza. ¿Qué estaba mal con él? Esto no era normal. Dark era cruel, despiadado, y no sentía absolutamente nada por él... ¿verdad? Entonces, ¿por qué no podía apartar esos pensamientos?
-Esto es una locura... -murmuró, girándose de lado para enterrar el rostro en la almohada.
Lo peor de todo era que, a pesar de todo el dolor, a pesar del miedo, había una pequeña parte de él que quería que Dark regresara. Una parte de él que anhelaba volver a sentirlo cerca, aunque supiera que lo destruiría.
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Viro estaba en el suelo de la habitación de Chosen, con sus pequeñas manos sosteniendo un montón de crayones desordenados. Dibujaba en un papel arrugado, mientras tarareaba una melodía que se había inventado. Sus ojos brillaban con concentración mientras trazaba líneas torcidas que poco a poco formaban una figura que parecía ser Chosen, aunque no precisamente detallada.
-Mira, Chosen -dijo sin levantar la mirada, mostrándole el dibujo a medias-. Te estoy dibujando. Eres... un héroe aquí. Peleas contra un monstruo y ganas.
Chosen, que seguía recostado en la cama con la mente perdida en sus pensamientos, giró la cabeza para mirar al pequeño. A pesar de su estado, no pudo evitar sonreír un poco al ver el entusiasmo de Viro.
-¿Un héroe, eh? -respondió con suavidad, intentando sonar más animado de lo que realmente se sentía-. No sé si soy un héroe, Viro.
Viro levantó la cabeza, frunciendo el ceño mientras sostenía el dibujo con ambas manos.
-Claro que sí -dijo con determinación-. Eres fuerte. Aunque estés triste a veces, eres bueno, y los buenos siempre son héroes.
Las palabras de Viro lo dejaron sin respuesta por un momento. Chosen miró al pequeño, que seguía sentado en el suelo con sus crayones, dibujando con total dedicación. Había algo reconfortante en su presencia, algo que lo hacía sentir un poco menos roto, aunque solo fuera por un instante.
-¿Y Dark? -preguntó Chosen después de un rato, su voz apenas un susurro-. ¿Qué es él en tu dibujo?
Viro hizo una pausa y bajó el crayón que sostenía. Pensó por unos segundos, mirando el papel como si estuviera decidiendo algo importante.
-Dark... es como un dragón -dijo al fin, encogiéndose de hombros-. Grande y gruñón, pero a veces los dragones cuidan lo que quieren, aunque no lo digan.
Chosen no supo qué responder a eso. Su mirada se perdió en el techo mientras reflexionaba sobre las palabras de Viro. ¿Un dragón? Tal vez tenía razón, pero, ¿qué era exactamente lo que Dark quería cuidar?
El silencio volvió a llenar la habitación mientras Viro seguía dibujando. Pero esta vez, había algo más en el aire, una sensación de calma que Chosen no podía ignorar. A pesar de todo lo que había pasado, el pequeño había traído un momento de tranquilidad a su mundo caótico. Quizás Viro no se daba cuenta, pero estaba siendo el verdadero héroe para Chosen en ese momento.
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La noche cayó, y la casa estaba sumida en un silencio profundo. Viro dormía tranquilamente en su habitación, envuelto en sus mantas con algunos de sus dibujos esparcidos en el suelo. Era uno de esos momentos de calma que raramente sucedían en la vida de Chosen.
En la cocina, Chosen se movía lentamente, preparando un té para intentar relajarse. Su mente estaba cargada de pensamientos; los recuerdos del pasado y las emociones confusas del presente lo abrumaban. Mientras el agua hervía, sus dedos tamborileaban en la encimera, y sus ojos estaban perdidos en un punto fijo. Había tantas cosas que no podía comprender, tantas cosas que no podía ignorar.
Cuando el silbido de la tetera comenzó a llenar el aire, Chosen la apagó rápidamente y vertió el agua caliente en su taza. Sosteniéndola entre sus manos, disfrutó del calor que le transmitía, como si ese pequeño gesto pudiera aliviar el frío que sentía por dentro. Justo cuando iba a tomar un sorbo, el sonido de pasos suaves en el piso interrumpió su tranquilidad.
Dark entró en la cocina, su figura apenas iluminada por la tenue luz del lugar. Llevaba su típica expresión seria, con los ojos oscuros clavados en Chosen. Por un momento, ninguno dijo nada. El silencio entre ellos era denso, cargado de una tensión que ni siquiera el calor del té podía disipar.
-No esperaba encontrarte aquí tan tarde -dijo Dark al fin, con una voz baja pero firme mientras se apoyaba contra el marco de la puerta.
-Tampoco esperaba compañía -respondió Chosen sin mirarlo directamente, llevándose la taza a los labios para dar un pequeño sorbo.
Dark cruzó los brazos, observándolo en silencio. Había algo extraño en esa escena: el ambiente parecía demasiado tranquilo, pero había una tormenta contenida en los ojos de ambos.
-No deberías estar aquí solo -añadió Dark después de un rato, su tono más duro esta vez-. Es peligroso.
Chosen dejó la taza sobre la encimera con un golpe suave y lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de cansancio y desafío.
-¿Peligroso? -repitió, dejando escapar una pequeña risa amarga-. ¿De verdad crees que hay algo más peligroso que estar aquí contigo?
Dark apretó la mandíbula. Podía sentir el peso de esas palabras, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, dio un par de pasos hacia adelante, acercándose lentamente a Chosen.
-Si estás aquí, es porque te estoy protegiendo -dijo Dark, su voz grave y casi susurrante, como si intentara convencerlo o convencer a sí mismo-. Pero no olvides que todo esto tiene un límite.
-¿Un límite? -replicó Chosen, mirándolo directamente ahora-. ¿Es eso lo que significa para ti? ¿Una obligación con fecha de caducidad?
Dark no respondió, pero su mirada se endureció. Había algo en Chosen que siempre lograba hacerlo sentir fuera de control, algo que odiaba y al mismo tiempo lo atraía. Ese pensamiento cruzó su mente, y antes de que pudiera detenerlo, dio un paso más cerca, quedando frente a Chosen.
-No te encariñes con esto -murmuró Dark, sus ojos oscuros clavados en los de Chosen-. No confundas lo que hago por lo que significa. Esto no es por ti. Es por mí.
Chosen no apartó la mirada. En cambio, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa llena de ironía.
-Siempre dices eso -respondió suavemente, su voz apenas un susurro-. Pero tus ojos dicen otra cosa.
Dark dio un paso atrás, como si esas palabras lo hubieran alcanzado más de lo que esperaba. Había una intensidad en el ambiente que ninguno de los dos podía ignorar, pero antes de que alguno pudiera decir algo más, el llanto suave de Viro rompió el momento.
Dark suspiró pesadamente, girándose hacia la puerta.
-Vuelve a tu habitación, Chosen. Y no vuelvas a salir tan tarde.
Sin esperar una respuesta, Dark salió de la cocina, dejando a Chosen solo con su taza de té. Pero esta vez, el té no tenía el mismo efecto de antes. Porque incluso en el silencio, las palabras no dichas entre ellos seguían resonando en el aire.
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Dark caminó hacia la habitación de Viro, guiado por el suave llanto que provenía del interior. Abrió la puerta con cuidado, dejando apenas una rendija para asomarse. Viro estaba sentado en su cama, abrazando una de sus mantas con los ojos húmedos, tratando de contener las lágrimas. Algo en esa imagen desarmó a Dark, aunque su rostro permaneció tan serio como siempre. Entró sin hacer ruido, cerrando la puerta tras de sí.
-¿Qué pasa? -preguntó Dark con su tono habitual, seco pero no distante.
Viro levantó la mirada y rápidamente se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.
-Nada... -mintió, su voz temblorosa-. Solo tuve un mal sueño.
Dark se acercó y se sentó en el borde de la cama, manteniendo cierta distancia, pero su presencia era suficiente para calmar al pequeño.
-No parece que sea "nada" -dijo Dark, suavizando apenas su tono. Extendió una mano y le revolvió el cabello con gentileza, algo que Viro no esperaba. Era un gesto pequeño, pero para él significaba mucho.
-¿De qué soñaste? -preguntó, como si no fuera el mismo hombre frío que acababa de salir de la cocina después de una discusión.
Viro dudó por un momento, jugando con el borde de la manta entre sus dedos.
-Soñé que te ibas... -admitió finalmente, su voz apenas un susurro-. Que me dejabas solo con todos los malos.
Dark lo observó en silencio, sus ojos oscuros suavizándose mientras procesaba esas palabras. Suspiró, un gesto cargado de emociones que rara vez mostraba frente a alguien.
-No voy a ir a ningún lado -dijo con firmeza, aunque su tono seguía siendo bajo-. No dejaré que nadie te haga daño, ¿entendido?
Viro asintió lentamente, sintiéndose más tranquilo con esas palabras. Dark lo rodeó con un brazo y lo acercó un poco hacia él, algo torpe en el gesto pero sincero. Viro apoyó la cabeza en su costado, abrazándolo como si ese momento pudiera protegerlo de todo lo malo del mundo.
Mientras tanto, Chosen observaba desde la rendija de la puerta, con la taza de té aún en sus manos. No pudo evitar sentirse sorprendido. Ese Dark frío, cruel y distante que conocía parecía completamente diferente ahora. Con Viro era... humano. Su expresión era más suave, sus gestos más cuidadosos. Era algo que nunca había visto antes, y algo que, en cierto modo, lo hacía sentir incómodo.
Dark tomó una de las hojas de dibujo que había en el suelo junto a la cama.
-¿Hiciste esto? -preguntó, señalando un dibujo de colores vibrantes que representaba una especie de criatura imaginaria con alas enormes.
Viro asintió, su sonrisa empezando a asomarse entre los restos de lágrimas.
-Sí, es un guardián... como tú.
Dark no respondió de inmediato, pero su mano descansó en la cabeza de Viro, acariciándola de manera casi automática. Era un momento pequeño, pero para Viro significaba el mundo.
Desde la distancia, Chosen no pudo evitar sentir una mezcla de emociones. Ver esa faceta de Dark lo confundía. Una parte de él se preguntaba si ese lado amable era real o simplemente algo que hacía por obligación. Sin embargo, otra parte no podía negar que había algo genuino en la forma en que interactuaba con Viro. Era algo que Chosen nunca había visto antes, y que probablemente nunca había recibido de Dark.
Con un suspiro, Chosen decidió regresar a su habitación. No quería interrumpir ese momento, aunque su mente seguía dándole vueltas a lo que había presenciado. Tal vez había más en Dark de lo que él mismo quería mostrar.
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Dark observó a Viro, quien comenzaba a quedarse dormido sobre la cama, acurrucado contra su manta. Pero el niño seguía murmurando algo entre sueños, inquieto. Dark suspiró y, sin dudarlo demasiado, se inclinó y lo levantó con cuidado en sus brazos.
-Eres más ligero de lo que pensaba -murmuró para sí mismo, acomodando a Viro contra su pecho.
El pequeño se aferró a la camisa de Dark de manera instintiva, murmurando algo que apenas se entendía. Dark salió de la habitación y empezó a caminar por la casa en silencio, el crujir de las tablas de madera bajo sus pies siendo el único sonido que llenaba el aire.
-Siempre estás corriendo de un lado a otro, haciendo ruido -dijo Dark, aunque su tono no era de reproche-. Pero ahora que estás callado... casi parece que falta algo.
Viro apenas se movió, pero su respiración tranquila indicaba que estaba relajado. Dark, aunque no era el tipo de hombre que se permitía actos de ternura, decidió hacer algo que recordaba de su propia infancia.
-Te contaré algo -dijo en voz baja mientras caminaba por el pasillo oscuro-. Había una vez un cuervo que vivía solo en un bosque. Era fuerte, orgulloso y siempre pensaba que no necesitaba a nadie. Pero un día, el cuervo encontró un polluelo que había caído de su nido.
La voz de Dark era profunda y serena, con un toque de calidez que rara vez se escuchaba en él.
-El cuervo no quería ayudar al polluelo. Pensaba que no era su problema. Pero cada vez que intentaba alejarse, algo en su pecho le dolía. Así que, finalmente, decidió cuidarlo. El polluelo era pequeño, débil y no dejaba de chillar, pero poco a poco empezó a hacerse más fuerte.
Viro, aunque parecía dormido, soltó un pequeño suspiro, como si estuviera escuchando.
-Con el tiempo, el cuervo se dio cuenta de que ya no podía imaginar el bosque sin el sonido del polluelo. Se acostumbró a él, incluso llegó a quererlo. Pero cuando el polluelo aprendió a volar, decidió irse. El cuervo... se quedó solo otra vez.
Dark se detuvo frente a la ventana de la sala, mirando hacia la oscuridad de la noche. Sus palabras se volvieron más suaves, casi inaudibles.
-El cuervo se dijo a sí mismo que era lo mejor. Que él siempre había sido un solitario. Pero cada vez que miraba al cielo y veía un pájaro volar, se preguntaba si ese era su polluelo. Y si lo había hecho bien.
Viro se movió un poco en sus brazos, acomodándose más cerca de su pecho. Dark lo observó por un momento, casi con una expresión de desconcierto en su rostro.
-¿Por qué estoy diciendo estas tonterías? -murmuró para sí mismo, pero sus brazos seguían sosteniendo al pequeño con cuidado.
Finalmente, Dark volvió a la habitación de Viro, lo colocó con delicadeza sobre la cama y lo cubrió con la manta. Antes de irse, se detuvo un momento, observando al niño dormir profundamente. Había algo extraño en esa escena, algo que hacía que su pecho se sintiera... diferente.
Desde la distancia, Chosen observaba todo, escondido detrás de una esquina. Había visto a Dark caminar por la casa con Viro en brazos y escuchado partes de su historia. Esa faceta de Dark seguía desconcertándolo. ¿Quién era realmente ese hombre?
Dark, sin saber que estaba siendo observado, apagó la luz de la habitación de Viro y cerró la puerta con cuidado. Luego, sin decir nada, desapareció en la oscuridad del pasillo, llevándose consigo sus propios pensamientos.
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Chosen se recostó en su cama, mirando al techo de su habitación. La luz tenue de la lámpara iluminaba apenas las esquinas, dejando sombras que parecían bailar con cada movimiento de la brisa que se colaba por la ventana.
La historia que había escuchado hacía eco en su mente. Un cuervo y un polluelo. Era simple, pero tenía algo en ella que resonaba profundamente en su pecho. Aunque no quisiera admitirlo, había encontrado esa escena de Dark con Viro... tierna.
"Dark ya tiene un hijo," pensó, girando su rostro hacia la pared. Era extraño, pero de alguna manera eso le parecía... bonito. A pesar de lo cruel y frío que Dark podía ser con él, era evidente que con Viro era distinto. Había calidez en esos pequeños gestos: cómo lo cargaba, cómo le hablaba, incluso cómo lo protegía.
Un suspiro escapó de los labios de Chosen. No podía evitar preguntarse cómo sería tener a alguien así cuidándolo. Dark había sido su mejor amigo una vez, ¿no? Quizás, en algún rincón escondido de su alma, aún quedaba esa parte de él que sabía querer, proteger, ser humano.
Se acomodó de lado, abrazando la almohada. "¿Por qué con Viro puede ser tan diferente? ¿Y por qué no conmigo?" La pregunta era amarga, pero también estaba llena de curiosidad.
Luego recordó algo que Dark le había dicho hacía no mucho:
-No estoy haciendo esto porque te ame.
Amor. Esa palabra siempre parecía fuera de lugar cuando pensaba en Dark. Pero ahora, viendo cómo trataba a Viro, no podía evitar pensar que quizá era capaz de sentirlo, aunque fuera de una manera distinta.
"Viro lo cambia. Es como si lo volviera menos oscuro," pensó, permitiéndose una pequeña sonrisa.
Por un momento, Chosen imaginó cómo sería si Dark lo mirara a él con esa misma ternura, si pudiera tener ese tipo de conexión con él otra vez. Pero casi de inmediato desechó la idea. Era ridículo. Dark no lo veía así, y probablemente nunca lo haría.
Sin embargo, esa historia del cuervo y el polluelo... ¿habría sido una confesión encubierta? ¿Una manera de Dark de hablar sobre cómo se sentía con Viro, o incluso consigo mismo? Chosen no podía estar seguro, pero una cosa era clara: Dark ya no era el mismo que conoció hace años.
-Es lindo que ya tenga un hijo -murmuró en voz baja, dejando que el pensamiento llenara su mente mientras sus ojos empezaban a cerrarse.
A pesar de todas las dudas y los rencores, esa imagen de Dark cuidando a Viro se quedó grabada en su mente, como un pequeño rayo de luz en medio de toda la oscuridad.
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Chosen se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos viajando al pasado. Recordó aquellos días antes de todo, antes de la oscuridad que había envolvido a Dark y que él mismo había comenzado a cambiar. Aquellos días, cuando todo era diferente.
Dark no era el ser frío y distante que había llegado a ser ahora. No, en aquellos tiempos, Dark era coqueto. Siempre tenía una sonrisa juguetona, un comentario sarcástico que hacía reír a Chosen en medio de la tensión, como si el mundo entero no tuviera importancia para ellos. Se complementaban de una manera natural, sin esfuerzo. Había algo en la forma en que Dark se acercaba a él, con esos ojos brillantes y su actitud desenfadada, que hacía que Chosen se sintiera... especial.
"Tal para cual," pensó Chosen, sintiendo un nudo en el estómago. No podía evitar recordar cómo Dark siempre estaba cerca, cómo le dedicaba tiempo, aunque fuera en medio de caos y destrucción. En esas pequeñas horas de calma, Dark tenía un lado suave, uno que Chosen apenas comprendía en ese momento. Pero ahora lo veía claro, como si todo hubiera sido una especie de... protecciones no dichas.
Antes, Dark le daba algo de su corazón, algo sincero, aunque no estuviera dispuesto a admitirlo. Chosen recordaba las conversaciones largas, las miradas cómplices, los momentos de silencio en los que simplemente se entendían sin palabras. No eran una pareja, claro que no, pero su conexión iba más allá de la amistad. Había algo más profundo entre ellos, algo que no se podía describir con facilidad. Tal vez ambos lo sabían, pero se negaban a enfrentarlo.
Pensaba en las noches en las que, aunque las cosas estaban complicadas, Dark se quedaba a su lado, dejándole caer un par de bromas, tocando su brazo de manera tan ligera que parecía natural, como si no existiera nada más que los dos. Todo lo que Dark hacía parecía estar envuelto en una capa de misterio, como si ocultara más de lo que mostraba, pero Chosen se sentía afortunado de ser parte de ese mundo, incluso si no lo entendía del todo.
Pero ahora todo había cambiado. Dark ya no era ese chico, ese amigo, ese compañero que conoció. Había algo más oscuro en él, algo que lo había alejado de todos, incluido de Chosen. ¿Qué pasó entre ellos? Chosen no podía entenderlo completamente, pero sí sabía que algo se había roto, algo que ya no podrían volver a reconstruir.
"¿Dónde quedó ese Dark?" pensó, sintiendo una extraña mezcla de tristeza y añoranza. "¿Por qué cambiamos tanto?"
El silencio que lo rodeaba en ese momento se sentía pesado. Quizás, tal vez, el tiempo ya había hecho su trabajo. Pero no podía evitar preguntarse si, de alguna manera, el verdadero Dark seguía allí, escondido bajo capas de maldad y decisiones difíciles.
Mientras Chosen cerraba los ojos, el eco de aquellas risas compartidas seguía rondando en su mente, como un recuerdo que no quería dejar ir. ¿Era posible que ese Dark volviera algún día? O quizás, se dijo, nunca volvería a ser el mismo.
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-Flashback-
El viento suave les acariciaba el rostro mientras ambos volaban, flotando en un cielo claro y azul, sin límites ni preocupaciones. Chosen y Dark se divertían como si nada más existiera en ese momento. Las risas llenaban el aire mientras competían a las "atrapadas de muerte", un juego que había inventado Dark, donde uno debía tocar al otro sin ser tocado.
Volaban entre las nubes, en una especie de danza aérea. Dark se movía con agilidad, siempre un paso adelante, desafiando a Chosen a atraparlo. Chosen, sin embargo, nunca era lento. Podía seguirle el ritmo, aunque a veces Dark se desvanecía de su vista por un segundo, solo para aparecer a su lado con una sonrisa de triunfo.
-¡No podrás alcanzarme! -burló Dark mientras giraba en el aire, esquivando una vez más a Chosen, pero sus ojos brillaban con diversión.
Chosen, con una sonrisa desafiante, aceleró, alzando su vuelo para seguirlo. La sensación de libertad en el aire era inigualable, algo que siempre les había unido, sin importar lo que pasara después. El juego los hacía olvidar todo, las tensiones, las sombras de sus mundos. En ese momento, solo existían ellos.
De repente, Dark se detuvo en medio del aire, dándole una pequeña ventaja a Chosen, y cuando este intentó alcanzarlo, Dark volvió a moverse, y Chosen se vio obligado a volar más rápido. La emoción los envolvía, el viento golpeándolos con fuerza, pero ambos disfrutaban de la velocidad, la adrenalina, la diversión.
Finalmente, Chosen consiguió alcanzarlo, y cuando lo tocó con un dedo, ambos cayeron en una risa incontrolable mientras descendían lentamente hacia la tierra. El abrazo en el aire fue inevitable. Se abrazaron, riendo como si no hubiera nada más importante que ese momento.
-¡Lo conseguí! -exclamó Chosen, sin poder dejar de sonreír.
Dark lo miró por un segundo, con los ojos brillando de alegría, y luego se inclinó ligeramente hacia adelante, descansando su frente contra la de Chosen. Ambos seguían flotando juntos, suspendidos en el aire.
-No estuvo mal... -dijo Dark, su tono juguetón, pero algo en su voz denotaba una suavidad que no era habitual. Era un sonido tranquilo, íntimo, casi como si el mundo entero hubiera desaparecido.
Se quedaron allí por un momento, abrazados, sin prisa por dejar de volar. Las nubes pasaban suavemente a su alrededor, y en sus ojos se reflejaba algo más que simple diversión. Era la conexión que compartían, algo profundo, sin palabras, pero evidente en cada gesto, en cada mirada.
Era el momento perfecto. Un lugar donde no existían obligaciones, donde el pasado no importaba, donde simplemente eran ellos dos, disfrutando de la compañía del otro.
Abrazados, felices, flotaron lentamente hacia el suelo. Al aterrizar, siguieron caminando juntos, sin una palabra, pero con una sonrisa compartida, sabiendo que no necesitaban más para entenderse.
Pero ese fue el último momento así. Ese fue el último momento sin complicaciones, sin que nada los separara. Sin saber lo que vendría después.
En medio de la risa y la euforia, algo cambió en el aire. El abrazo entre Chosen y Dark se alargó, y la conexión entre ellos comenzó a volverse más intensa. Al principio, todo había sido solo diversión, un juego entre amigos. Pero en ese momento, mientras flotaban, sin decir nada, algo más se tejía en sus miradas.
Chosen notó la cercanía de Dark, cómo su rostro estaba ahora demasiado cerca, lo suficiente como para que su aliento se mezclara con el suyo. Sus corazones latían más rápido, y el peso de la distancia entre ellos desapareció. El momento fue tan perfecto, tan lleno de complicidad y entendimiento, que ambos sabían lo que estaba a punto de suceder.
Dark, sin quererlo, se acercó más, sus labios apenas a unos centímetros de los de Chosen. El mundo exterior ya no existía. Todo lo que había antes de ese momento había quedado atrás. Era solo el uno para el otro, suspendidos en ese instante.
Pero justo cuando sus rostros casi se tocaban, Dark se detuvo. Un pequeño movimiento hacia atrás, un respiro profundo y una mirada distante, como si una parte de él se estuviera conteniendo.
-No -susurró Dark, apartándose ligeramente, aunque sus ojos permanecieron fijos en los de Chosen. Su voz no era dura, solo... conflictuada.
Chosen no entendió del todo, pero vio algo en los ojos de Dark. Algo más allá de la diversión o la amistad. Era confusión, era deseo, pero también una muralla, una pared construida a toda velocidad, como si Dark estuviera luchando contra algo dentro de sí.
Ambos se quedaron en silencio, flotando en el aire, a pocos centímetros el uno del otro. Chosen sintió el vacío que se formó entre ellos en ese instante. Había algo más, algo que ni siquiera Dark podía controlar, pero que él mismo parecía temer.
Dark giró la cabeza, dejando escapar un suspiro, como si estuviera buscando palabras para explicar, para justificar esa detención.
-No deberíamos... -dijo, su tono más bajo ahora, como si tratara de evitar que algo se rompiera entre ellos. Chosen no dijo nada, solo lo miró con una mezcla de sorpresa y algo más, pero no insistió.
Y mientras el viento seguía soplando suavemente alrededor de ellos, ambos sabían que las cosas no volverían a ser iguales después de ese momento. La línea entre la amistad y algo más había sido tocada, pero Dark había decidido no cruzarla.
Chosen se quedó callado, viendo cómo Dark tomaba distancia, como si el vínculo que existía entre ellos estuviera quebrándose sin que ninguno de los dos pudiera hacer nada para evitarlo. Ambos sabían que algo había cambiado, pero ninguno de los dos estaba listo para enfrentarlo.
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Chosen suspiró, sintiendo que su mente ya estaba demasiado llena de pensamientos, recuerdos y preguntas sin respuestas. Necesitaba descansar. Tal vez al dormir podría escapar, aunque fuera por un momento, de todo lo que pasaba a su alrededor.
Se levantó lentamente de su cama y apagó la luz. El cuarto estaba en silencio, con solo el sonido lejano de la casa que caía en la tranquilidad de la noche. Se acomodó entre las sábanas, buscando algo de consuelo en la oscuridad. No estaba seguro de qué era lo que le pesaba más, si los recuerdos de Dark, las preguntas sin respuesta o el simple hecho de que sentía que ya no quedaba espacio para él en el mundo de Dark.
Cerró los ojos, deseando que sus pensamientos se calmaran, que el dolor que lo acompañaba durante el día desapareciera al menos mientras dormía. Pero en su mente seguían danzando las imágenes de Dark, de su mirada fría y distante, y de esos momentos en los que parecían ser más que amigos, más que compañeros.
"Tal vez mañana será mejor," se dijo, mientras su cuerpo empezaba a relajarse. Pero, en el fondo, sabía que las cosas no se arreglarían tan fácilmente. El cambio era inevitable, y aunque lo odiara, tendría que enfrentarse a ello.
Finalmente, Chosen se dejó llevar por el sueño, pero el peso de todo lo que había sucedido permaneció con él, como una sombra persistente que no podía sacudir.
Aún así, con cada parpadeo, el descanso llegó poco a poco, y en la oscuridad de la habitación, Chosen encontró finalmente un respiro, aunque fuera por una noche.
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Dark observaba la oscuridad que se extendía frente a él, la quietud de la noche llenando el aire con una sensación de calma inquietante. Estaba parado junto a la ventana de su habitación, mirando hacia el vacío, como si buscara algo más allá de las sombras. Su mente no dejaba de dar vueltas, procesando todo lo que había sucedido con Chosen, con Freedom, y, sobre todo, con Viro.
La imagen de Chosen se le aparecía constantemente en la mente, su voz, sus ojos, esos momentos que compartieron cuando todo parecía más sencillo. Había algo en Chosen que lo atraía, algo que lo hacía sentir... diferente. No era solo el poder o la influencia que podría ejercer sobre él, sino que había algo en esa vulnerabilidad, en esa lucha interna, que lo desarmaba.
Pero, aunque su instinto le decía que debía mantenerlo cerca, que debía controlarlo, algo dentro de él se retorcía cada vez que pensaba en lo que estaba haciendo. Y, aún así, no podía dejarlo ir. Había algo en la conexión que compartían, algo que lo mantenía atrapado.
"¿Por qué sigues haciendo esto, Dark?" pensó, alzando la vista hacia el cielo nocturno, buscando respuestas en las estrellas. Pero no las encontró. Solo un vacío, como el que sentía dentro de sí.
Y luego estaba Viro... esa extraña relación entre ambos, algo que nunca había anticipado. Viro era la pureza en medio de todo este caos, el reflejo de una bondad que Dark pensaba que ya había perdido. Pero, ¿cuánto tiempo podría seguir siendo el protector de esa inocencia? Si algo había aprendido, era que nada bueno duraba para siempre. El mismo Viro, al que sentía como un hijo, también representaba el cambio, un recordatorio de lo que ya no podía tener.
En ese momento, Dark apretó los puños, sintiendo una mezcla de frustración y deseo. No podía ser débil, no podía permitir que sus sentimientos lo dominasen, especialmente ahora que tenía tanto que perder. Pero a pesar de sus esfuerzos por ser fuerte, el corazón de Dark latía de una manera que no podía comprender.
Miró hacia la puerta de la habitación de Chosen, sintiendo que esa relación que había sido tan prometedora ahora solo lo mantenía atado a un futuro incierto. Quería estar cerca, pero al mismo tiempo, el miedo a perder el control lo mantenía alejado, como una cuerda tensa entre el deseo y la razón.
La batalla interna de Dark no había hecho más que comenzar. Y mientras la noche continuaba, se preparaba para lo que vendría.
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[Continuará...♡]
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