◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 23 」•°◇

[Narrador/a POV]

El sol de la mañana apenas iluminaba el interior de la casa, pero Chosen decidió salir de su "cueva", como a veces llamaba a su habitación. Caminó con cautela por el pasillo, frotándose los ojos aún somnolientos. No estaba acostumbrado a salir tan temprano, pero necesitaba aire.

Apenas puso un pie en el salón, Viro apareció casi como un destello.

-¡Ah, Chosen! -exclamó con entusiasmo mientras corría hacia él. Se detuvo justo frente a él, con una sonrisa que parecía demasiado inocente para el ambiente sombrío de la casa. -¿Ya te sientes mejor?

Chosen levantó una ceja, algo desconcertado por la energía de Viro tan temprano en el día.

-Supongo... ¿Por qué?

Viro ladeó la cabeza y sus ojos brillaron.

-¿Entonces ya podemos ir por la pulsera de mi padre?

La mención de la pulsera hizo que Chosen retrocediera mentalmente. Recordaba vagamente lo que Dark había mencionado sobre ese objeto, pero la idea de salir a buscarlo le producía una mezcla de nerviosismo e incertidumbre.

-Tal vez... -dijo con un tono dubitativo, desviando la mirada hacia el suelo. -No estoy seguro todavía.

Viro lo miró con una ligera expresión de decepción, pero antes de que pudiera decir algo más, un golpe fuerte en la puerta interrumpió la conversación.

El sonido resonó en la casa, y Chosen sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Antes de que pudiera preguntar quién estaba tocando, Dark apareció desde la cocina, su presencia imponente como siempre.

-Vuelve a tu habitación -ordenó Dark, con una voz firme y autoritaria.

Chosen lo miró con incredulidad.

-¿Por qué?

Dark se giró hacia él, su mirada oscura y penetrante.

-No preguntes. Solo hazlo.

Sin más opciones, Chosen apretó los labios y regresó al pasillo con el ceño fruncido. Sabía que no tenía sentido discutir. Dark siempre conseguía lo que quería.

Mientras Chosen desaparecía por el pasillo, Viro saltó hacia Dark, subiéndose ágilmente a su espalda como si fuera algo completamente normal.

-¿Quién será? -preguntó Viro, colgándose de los hombros de su padre mientras este se acercaba a la puerta.

Dark soltó un suspiro, ignorando la incomodidad de tener a Viro encima. Abrió la puerta lentamente, y allí estaba Hangman, sonriendo con un aire despreocupado.

-Hola, Lord -dijo Hangman, levantando una bolsa de papel que parecía bastante pesada. -Traje galletas. Pensé que alguien aquí podría necesitarlas.

Dark lo observó con desconfianza, frunciendo el ceño.

-¿Qué haces aquí?

Hangman encogió los hombros.

-Solo pasaba por aquí y pensé en ustedes. No tiene que ser algo sospechoso, ¿o sí?

Dark gruñó por lo bajo, pero dejó que Hangman pasara.

-Entra rápido. No me gustan las visitas inesperadas.

Mientras Hangman cruzaba el umbral, Viro lo saludó con una sonrisa amplia.

-¡Hangman! ¿Las galletas son para mí?

Hangman se rió, revolviendo el cabello de Viro con una mano.

-Podrías compartirlas, pequeño.

Desde su habitación, Chosen escuchó las voces y suspiró, preguntándose quién era el visitante y qué querría. Algo dentro de él le decía que este día sería más complicado de lo que esperaba.

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Desde su habitación, Chosen escuchó las voces con más atención. Había algo familiar en el tono desenfadado de aquel desconocido. Su curiosidad lo superó, así que, con pasos cautelosos, se asomó por la puerta apenas un poco.

Ahí estaba. El chico que estaba hablando con Dark. De inmediato lo reconoció. Hangman. Recordaba haberlo visto antes, cuando Dark aún no lo había traído a esta casa. Siempre lo veía cerca de él, compartiendo momentos que Chosen prefería no recordar.

Sin pensarlo demasiado, salió lentamente al pasillo, asegurándose de no hacer ruido. Se acercó lo suficiente como para llamar su atención.

-Hola... -murmuró, su voz algo apagada.

Las miradas se dirigieron hacia él al instante. Dark se puso tenso al verlo ahí, su expresión endureciéndose al comprender lo que estaba a punto de pasar.

Hangman, por otro lado, sonrió ampliamente al verlo.

-¡Así que este es el famoso Chosen! -dijo con entusiasmo, avanzando hacia él con pasos rápidos y seguros.

Chosen se quedó inmóvil, sintiendo cómo su pecho se apretaba un poco por los nervios. Nunca había sido bueno socializando, y menos con alguien tan... vibrante.

-H-Hola... -repitió, mirando de reojo a Dark, esperando alguna reacción.

Pero Dark no dijo nada. Solo se cruzó de brazos, sus ojos oscuros observando con detenimiento la interacción.

Hangman, por su parte, no parecía preocupado por la incomodidad de Chosen.

-Sabes, Lord- -dijo señalando hacia Dark con el pulgar- -habla mucho de ti. Más de lo que te imaginas.

Chosen parpadeó sorprendido y dejó escapar una pequeña risa nerviosa.

-¿En serio? -preguntó, un poco incrédulo.

-Oh, sí. No para de mencionarte, aunque no siempre en el mejor tono -Hangman guiñó un ojo, como si fuera un chiste interno.

Chosen no pudo evitar soltar una leve sonrisa, aunque el calor en su rostro delataba lo incómodo que estaba. No sabía si lo que Hangman decía era cierto o simplemente estaba bromeando, pero algo en su tono le resultaba curioso.

Dark, por otro lado, frunció el ceño aún más. Cada palabra de Hangman parecía irritarlo más.

-Es suficiente -interrumpió Dark con voz seca, dirigiéndose a Hangman. Luego, miró a Chosen-. Tú deberías estar en tu habitación.

Chosen abrió la boca para protestar, pero Hangman se adelantó.

-Vamos, Lord, no seas tan rígido. Apenas estoy conociéndolo.

-No recuerdo haberte invitado para eso -respondió Dark con un tono cortante, dándole la espalda.

Sin decir más, Dark se giró y se dirigió a su habitación, cerrando la puerta con un golpe seco.

Hangman suspiró y se encogió de hombros.

-Siempre tan amable, ¿eh? -bromeó, volviendo su atención a Chosen. -No le hagas mucho caso. ¿Quieres una galleta?

Chosen asintió tímidamente, aceptando la oferta mientras intentaba relajarse. Pero incluso mientras hablaba con Hangman, su mente seguía pensando en la reacción de Dark y lo que significaba todo esto.

Hangman extendió la bolsa de galletas hacia Chosen con una sonrisa amplia y despreocupada.

-Vamos, pruébalas. Las hice yo mismo. Bueno... con algo de ayuda, pero eso no importa.

Chosen tomó una galleta con cuidado, como si sostuviera algo frágil. Aunque aún se sentía incómodo, la calidez de Hangman le hizo bajar un poco la guardia. Dio un pequeño mordisco.

-Están... buenas -murmuró, con un leve destello de sorpresa en su voz.

Hangman dejó escapar una carcajada.

-¡Sabía que te gustarían! ¿Ves? No soy tan inútil como Lord dice.

Chosen levantó la mirada, curioso.

-¿Qué... qué dice él de ti?

-Oh, lo típico -Hangman se encogió de hombros con fingida indiferencia-. Que hablo demasiado, que no sé cuándo callarme, que soy un desastre... aunque no siempre tiene razón. Bueno, casi nunca.

Chosen dejó escapar una leve risa. Había algo refrescante en la forma en que Hangman hablaba, como si no le importara demasiado lo que pensaran de él.

Sin embargo, antes de que pudiera responder, Hangman se inclinó un poco hacia él, estudiándolo con curiosidad.

-Y tú, Chosen, ¿qué piensas de él?

La pregunta tomó a Chosen por sorpresa. No supo qué responder de inmediato. Miró hacia el pasillo donde Dark había desaparecido momentos antes.

-Él... -dudó, jugando con la galleta en sus manos-. Es complicado.

-Complicado -repitió Hangman, asintiendo como si estuviera evaluando la palabra-. Sí, esa es una forma elegante de decirlo.

-Pero... él me ayuda. Aunque no lo entiendo del todo... está aquí.

Hangman lo miró en silencio por un momento antes de sonreír de nuevo.

-Eso es más de lo que esperaba escuchar. Parece que Lord sí te importa un poco, ¿eh?

Chosen no respondió, pero su rostro ligeramente sonrojado hablaba por sí solo.

Antes de que pudieran continuar, Viro apareció en el pasillo, corriendo hacia ellos con la energía de un niño.

-¡Señor Chosen! ¡Padre dice que no deberías estar aquí!

Hangman levantó una ceja, mirando al pequeño espíritu.

-¿Padre? ¿Así llamas a Lord? Qué formal.

Viro se cruzó de brazos y lo miró con el ceño fruncido.

-Él es mi padre. Y si no te importa, deberías dejar de molestar al señor Chosen.

Hangman soltó una risa estruendosa.

-¡Vaya, qué carácter! Me gusta este chico.

-No soy un chico. Soy un espíritu -corrigió Viro, algo indignado. Luego volvió a dirigir su atención a Chosen-. Deberías volver a tu habitación. Padre no quiere que hables con extraños.

Chosen suspiró, sintiendo cómo su breve momento de paz desaparecía.

-Está bien, Viro...

-Oye, oye -interrumpió Hangman, levantando las manos-. No soy un extraño. Soy amigo de Lord, ¿recuerdas? Además, no voy a hacerle nada.

Pero Viro no parecía convencido.

-Padre dijo que no confíe en ti.

Hangman puso los ojos en blanco.

-Claro, como si Lord confiara en alguien además de sí mismo.

Chosen observó la interacción con una mezcla de incomodidad y curiosidad. Aunque Hangman parecía bromear, había algo en sus palabras que resonaba con lo que él mismo pensaba a veces.

Finalmente, Viro tomó la mano de Chosen, tirando de él hacia su habitación.

-Vamos. No quiero que Padre se enoje contigo.

Chosen echó un último vistazo a Hangman antes de desaparecer por el pasillo, sintiendo que aquella breve conversación le había dejado más preguntas que respuestas.

Mientras tanto, Hangman se quedó en el vestíbulo, mirando hacia donde Dark se había ido momentos antes.

-Complicado, ¿eh? -murmuró para sí mismo, una leve sonrisa en sus labios-. Sí, creo que eso lo describe bastante bien.

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En cuanto llegaron a la habitación, Viro cerró la puerta con cuidado y miró a Chosen con una expresión seria, algo que no era común en él.

-Señor Chosen, por favor, haga caso a las órdenes de Padre -dijo con un tono casi suplicante-. No quiero que se meta en problemas... o que Padre se enoje.

Chosen suspiró y se dejó caer en el borde de la cama, sintiendo el peso de las palabras de Viro.

-Pensé que te gustaba estar con Hangman -respondió, tratando de aligerar el ambiente.

Viro se quedó en silencio por un momento, como si estuviera debatiéndose entre decir la verdad o no. Finalmente, suspiró y bajó la mirada.

-No es que no me guste... Es divertido, a veces. Pero... -Viro lo miró directamente a los ojos, su pequeña figura cargada de seriedad-. Tengo que seguir las órdenes de mi padre. Es mi deber.

Chosen sintió un pequeño pinchazo de culpa. Sabía que Viro solo quería protegerlo, pero el tono de sus palabras lo hizo sentir como si estuviera complicando todo. Sin pensarlo mucho, extendió una mano y acarició la cabeza de Viro, intentando reconfortarlo.

-Lo siento, no quería ponerte en una situación difícil -murmuró con sinceridad.

Viro pareció relajarse un poco ante el gesto, inclinando ligeramente la cabeza hacia su mano, como si buscara más consuelo.

Fue entonces cuando Chosen notó algo extraño. Un mechón negro en el cabello de Viro. Frunció el ceño, confundido, y pasó los dedos con cuidado por el mechón.

-¿Esto siempre estuvo aquí? -preguntó en voz baja, más para sí mismo que para Viro.

-¿A qué se refiere, señor Chosen? -preguntó Viro, ladeando la cabeza.

-Este mechón... Es negro. Igual que el mío.

Viro parpadeó, sorprendido, pero no dijo nada. Chosen apartó la mano, aunque no podía dejar de mirarlo. Ahora que lo pensaba, había algo más que no había notado antes. Los ojos de Viro...

-Tus ojos... -murmuró Chosen, inclinándose ligeramente hacia él para ver mejor-. Son como los míos, pero... tienen el color de Dark.

La revelación lo dejó inquieto. Algo en su interior le decía que esto no era una coincidencia, pero al mismo tiempo, no sabía qué significaba.

Viro desvió la mirada, incómodo.

-Padre dice que así soy porque él me creó. Tal vez tomó algo de usted para... para hacerme.

-¿Crearte? -Chosen frunció el ceño. Esa palabra lo dejó aún más confundido-. ¿Qué quieres decir con "crearte"?

Viro se quedó en silencio por unos segundos, como si estuviera decidiendo si debía o no responder. Finalmente, sacudió la cabeza.

-No lo sé. Solo sé que soy como soy por él.

Chosen quiso seguir preguntando, pero la expresión de Viro lo detuvo. El pequeño espíritu parecía nervioso, incluso triste, como si no quisiera profundizar en el tema.

-Está bien, no tienes que explicarme más -dijo Chosen, retrocediendo un poco y volviendo a sentarse en la cama-. Solo... me parece curioso, eso es todo.

Viro asintió lentamente, aunque no parecía del todo aliviado.

-Debería descansar, señor Chosen. Padre no quiere que se esfuerce demasiado.

-Lo sé, lo sé -respondió Chosen, pero sus pensamientos seguían enredados en lo que acababa de descubrir.

Mientras Viro se acomodaba en una esquina de la habitación, Chosen no podía dejar de preguntarse si Dark realmente había tomado algo de él para crear a Viro. ¿Era posible que ese pequeño espíritu fuera más de lo que aparentaba?

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En la habitación de Dark, la atmósfera estaba cargada de tensión. Hangman, con los brazos cruzados y una sonrisa socarrona, miraba a Dark como si intentara provocarlo. Dark, por otro lado, estaba sentado en su escritorio, con los dedos entrelazados bajo el mentón y los ojos entrecerrados, luchando por mantener la calma.

-¿Así que él es el famoso Chosen? -preguntó Hangman, rompiendo el silencio con su tono burlón-. Sabía que estaba aquí, pero no esperaba verlo tan... ¿cómo decirlo? Desorientado.

Dark lo fulminó con la mirada, pero no se movió de su lugar.

-No es asunto tuyo, Hangman -respondió con frialdad-. Lo que pase con Chosen no tiene nada que ver contigo.

Hangman se encogió de hombros, dando unos pasos despreocupados por la habitación mientras inspeccionaba algunos objetos en las estanterías.

-Vamos, Lord, no me digas que todavía estás jugando al cuidador con él. Ese no es tu estilo. Siempre fuiste más... práctico.

Dark apretó los dientes y se puso de pie de golpe, haciendo que la silla rechinara al ser empujada hacia atrás.

-Ya basta, Hangman -dijo con un tono que era más una advertencia que una petición-. No tienes idea de lo que estás diciendo.

Hangman levantó las manos, fingiendo inocencia.

-Relájate, solo estoy curioso. Es raro verte tan... obsesionado con alguien. Primero, lo arrastras hasta aquí; luego, lo escondes como si fuera un tesoro. Y ahora resulta que hasta te encargas de que no le falte nada.

Dark se acercó a él, imponente, con una mirada que podría haber hecho retroceder a cualquiera menos a Hangman.

-Chosen está aquí porque yo lo decidí. No tienes derecho a cuestionar mis motivos.

-Oh, claro, Lord -repitió Hangman con un tono casi burlón, enfatizando el título como si fuera un chiste privado-. Pero se nota que te afecta. Si no, ¿por qué te alteras tanto?

Dark se quedó en silencio por un momento, su mandíbula apretada. Hangman había tocado un punto sensible, y lo sabía.

-Él no es asunto tuyo, Hangman -repitió Dark, esta vez más bajo, pero con una intensidad que dejaba claro que no toleraría más preguntas.

Sin embargo, Hangman no podía resistirse.

-Solo una cosa más, y me callo, lo prometo -dijo, con una sonrisa maliciosa-. ¿Qué crees que haría Chosen si supiera lo que realmente piensas de él?

Dark lo miró, inmóvil, pero Hangman notó el leve temblor en sus manos.

-Sal de aquí -gruñó finalmente, señalando la puerta-. Ahora.

Hangman soltó una carcajada suave, alzando las manos como si se rindiera.

-Está bien, está bien. No quiero que pierdas los estribos, Lord. Pero un consejo... No esperes demasiado de alguien que sigue pensando en otro.

Dark no respondió, solo lo miró con una intensidad que habría helado la sangre de cualquiera. Hangman, satisfecho con su pequeña victoria, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Dark solo con sus pensamientos.

Cuando la puerta se cerró, Dark dejó escapar un largo suspiro, apoyándose en el escritorio. La mención de Freedom, aunque indirecta, había reavivado algo en su interior que trataba de ignorar.

-Maldito Hangman... -murmuró para sí mismo, apretando los puños-. ¿Por qué tenía que mencionarlo?

La sombra de Freedom seguía presente, incluso cuando no estaba. Dark sabía que debía centrarse en lo que tenía frente a él, en Chosen, pero no podía evitar sentir que, de alguna forma, siempre sería insuficiente.

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En la habitación, Chosen estaba sentado al borde de la cama, observando cómo Viro revolvía un montón de sábanas y telas que había traído de quién sabe dónde. El niño parecía emocionado, moviéndose de un lado a otro con una sonrisa mientras organizaba los colores y texturas.

-¿Qué estás haciendo ahora, Viro? -preguntó Chosen, algo confundido.

Viro levantó una sábana blanca con un gesto teatral y la extendió frente a él.

-¡Te voy a poner guapo! -exclamó con entusiasmo, como si fuera la idea más obvia del mundo.

Chosen arqueó una ceja, claramente perplejo.

-¿Con sábanas?

Viro asintió rápidamente, como si no hubiera nada extraño en eso.

-¡Claro! Si no tienes ropa bonita, puedo improvisar. Además, padre siempre dice que hay que trabajar con lo que se tiene.

Antes de que Chosen pudiera protestar, Viro ya estaba enrollándolo con una sábana azul celeste, asegurándola con un nudo improvisado en el hombro.

-¡Perfecto! Ahora pareces un príncipe -dijo con orgullo, dando un paso atrás para admirar su trabajo.

Chosen no pudo evitar reírse un poco ante la ocurrencia del niño.

-No creo que los príncipes usen sábanas...

-Este sí -replicó Viro, decidido. Luego agarró una sábana dorada y se la colocó como una capa, ajustándola alrededor del cuello de Chosen-. Ahora tienes que tener una capa. Todos los príncipes la tienen.

Chosen suspiró, pero no podía evitar sonreír ante el entusiasmo de Viro.

-¿Y ahora qué? ¿Voy a un baile o algo así?

Viro negó con la cabeza, con una seriedad que hizo que Chosen casi se echara a reír de nuevo.

-No, tienes que quedarte quieto para que termine. Aún falta el toque final.

Con eso, Viro tomó una sábana blanca más pequeña y la dobló hasta que pareció un improvisado pañuelo. Luego lo colocó cuidadosamente en la cabeza de Chosen, como si fuera una especie de corona.

-¡Listo! Ahora sí pareces alguien importante.

Chosen se miró en el pequeño espejo que había en la habitación y no pudo evitar reírse de lo absurdo que se veía. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió de golpe.

Dark entró, sosteniendo un libro en la mano, y se detuvo en seco al ver la escena frente a él. Sus ojos se posaron primero en Chosen, envuelto en las sábanas, y luego en Viro, que lo miraba con una expresión de orgullo absoluto.

Por un momento, Dark no dijo nada. Su mirada se fijó en Chosen, y, para su horror, sintió cómo una leve calidez subía a sus mejillas. ¿Por qué demonios estaba sonrojándose por algo tan ridículo?

-¿Qué... están haciendo? -preguntó finalmente, tratando de sonar autoritario, aunque su voz salió más tensa de lo que esperaba.

Viro se giró hacia él, con una sonrisa radiante.

-¡Estoy vistiendo a Chosen! Ahora parece un príncipe. ¿No crees que se ve bien, padre?

Dark entrecerró los ojos, tratando de ignorar el inexplicable sonrojo que aún sentía.

-Se ve... -hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas mientras desviaba la mirada de Chosen-. Como un idiota envuelto en sábanas.

Chosen, que había estado observando la reacción de Dark con curiosidad, frunció el ceño ligeramente.

-Gracias por el cumplido -murmuró, sarcástico, mientras se quitaba la "capa" que Viro le había puesto.

Dark se aclaró la garganta y volvió a mirar a Viro, intentando recuperar su compostura.

-Deja de hacer tonterías y ven aquí. Necesito hablar contigo.

Viro, algo decepcionado, asintió y se acercó a Dark, pero antes de salir de la habitación, se giró hacia Chosen.

-¡Eras el príncipe más guapo! -dijo con una sonrisa.

Chosen no pudo evitar reírse mientras deshacía el resto del improvisado "traje". Dark, por su parte, cerró la puerta detrás de Viro, y mientras caminaban por el pasillo, no podía sacarse de la cabeza la imagen de Chosen con esa estúpida "corona".

¿Por qué demonios se había sonrojado?

---

[Continuará...♡]








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