◇°•「 Ꮯᾰ℘!ɬʊʆꪮ 22 」•°◇

[Narrador/a POV]

Los primeros rayos de luz atravesaron las grietas en la madera que cubría la ventana. Chosen se acercó, intentando ver el exterior, pero apenas pudo distinguir sombras y una débil claridad. Frustrado, deslizó una mano por la superficie áspera de la madera, notando los clavos que la mantenían fija.


-¿Ni siquiera puedo mirar afuera? -murmuró para sí, con un suspiro resignado.

Dio un paso atrás, cruzándose de brazos. El silencio en la habitación se sentía opresivo, solo roto por el leve crujir de las tablas del suelo bajo sus pies. Entonces, la puerta se abrió con un chirrido y Viro entró con pasos ligeros, cargando una carpeta en sus manos.

-Buenos días, joven Chosen -dijo, con esa voz suave y casi infantil que siempre usaba.

Chosen apenas lo miró, su atención aún atrapada en la ventana bloqueada.

-Buenos días -respondió sin mucho ánimo, volviendo a sentarse en el borde del colchón.

Viro avanzó, sosteniendo la carpeta con entusiasmo.

-Hoy traje algo especial para mostrarle -anunció, abriendo la carpeta con cuidado-. Son dibujos que hice.

La curiosidad de Chosen finalmente se despertó, y levantó la vista.

-¿Dibujos?

Viro asintió, sentándose en el suelo frente a él. Sacó varias hojas, todas llenas de trazos de lápices y colores. Las primeras mostraban paisajes: cielos oscuros salpicados de estrellas, bosques sombríos y un río que parecía brillar bajo la luna.

-¿Hiciste todo esto tú? -preguntó Chosen, tomando una de las hojas entre sus manos.

-Sí. Cuando no estoy ayudando a Padre, me gusta dibujar. Es... relajante.

Chosen observó los detalles en el papel, notando el cuidado en cada línea, la paciencia en cada sombra. Había algo extraño en esos dibujos: un toque de melancolía que no esperaba de alguien como Viro.

-Son buenos -admitió, devolviendo la hoja-. ¿Por qué los haces?

Viro inclinó la cabeza, como si la pregunta lo sorprendiera.

-No lo sé. Tal vez porque me gusta imaginar cosas que no puedo ver.

Chosen miró nuevamente hacia la ventana bloqueada. Suspiró.

-Entiendo cómo te sientes.

Viro lo estudió por un momento antes de sacar otro dibujo. Este era diferente: dos figuras de pie bajo un árbol, con las hojas cayendo a su alrededor. Una de las figuras parecía un niño, mientras que la otra tenía un aire imponente y protector.

-¿Quiénes son? -preguntó Chosen, señalando el dibujo.

-Es... Padre y yo. Bueno, lo que me gusta imaginar que somos.

La respuesta tomó a Chosen por sorpresa. Viro habló con calma, pero había algo profundo en su voz, una mezcla de anhelo y admiración.

-¿Él sabe que lo dibujaste? -insistió Chosen.

Viro negó con la cabeza.

-No. Padre está ocupado. No le interesan estas cosas.

Por primera vez, Chosen sintió una pizca de empatía hacia Viro. Guardó silencio un momento antes de devolverle el dibujo.

-Deberías mostrárselos. Quizás le gusten más de lo que piensas.

Viro sonrió ligeramente, aunque no parecía convencido.

-Tal vez. Pero por ahora, quiero que los vea usted.

Chosen no pudo evitar sonreír un poco también, aunque la ventana bloqueada seguía pesando en su mente.

-Gracias por compartirlos conmigo.

Viro guardó los dibujos con cuidado, satisfecho.

-Gracias por verlos.

Mientras se levantaba y se dirigía a la puerta, Chosen lo detuvo con una última pregunta:

-Viro... ¿por qué me ayudas?

Viro se giró, sus ojos brillando con una inocencia que contrastaba con la oscuridad del lugar.

-Porque creo que todos necesitan a alguien que los escuche.

Y con eso, salió de la habitación, dejando a Chosen con sus pensamientos. Afuera, las sombras en la madera parecían moverse al compás del viento, mientras el día apenas comenzaba.

---

Chosen se quedó en silencio, mirando fijamente la puerta por donde Viro había salido. La respuesta del chico resonaba en su mente. "Todos necesitan a alguien que los escuche." Era extraño escuchar algo tan simple y sincero en un lugar donde la oscuridad parecía consumir todo.

Volvió a mirar los tablones que cubrían la ventana. Se sentía atrapado, aislado. Lo único que tenía eran esos dibujos, pequeñas ventanas hacia un mundo que no era el suyo. Sus dedos juguetearon con el borde de una de las hojas que Viro había dejado atrás sin darse cuenta. Era otro paisaje, esta vez una pradera bajo un cielo despejado. Algo en la simpleza de la imagen le causó un nudo en el pecho.

-¿Cuánto tiempo más estaré aquí? -murmuró para sí mismo, recostándose en la cama y dejando que la hoja cayera suavemente al suelo.

Los minutos pasaron, quizá horas. El silencio fue interrumpido de nuevo por un leve crujido en la puerta. Esta vez, era Dark. Entró sin decir una palabra, cerrando la puerta tras de sí. Sus ojos inmediatamente notaron el dibujo en el suelo, pero no dijo nada al respecto. En su lugar, cruzó los brazos y lo miró fijamente.

-¿Te diviertes en tu encierro? -preguntó, su tono teñido de sarcasmo.

Chosen lo miró de reojo, sin molestarse en levantarse de la cama.

-¿Qué quieres, Dark?

-Solo asegurarme de que no estés planeando algo estúpido -respondió, acercándose lentamente-. Aunque con esas tablas en la ventana, no irías muy lejos.

La respuesta de Chosen fue un suspiro pesado, pero no dijo nada. Dark se detuvo frente a él, inclinándose ligeramente para mirarlo a los ojos.

-¿Sigues pensando en Freedom?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Chosen apretó los labios, evitando la mirada penetrante de Dark.

-No es asunto tuyo.

Dark soltó una risa seca, cargada de amargura.

-Claro que es mi asunto. Estoy aquí cuidándote, ¿o ya lo olvidaste?

-¿Cuidándome? -Chosen alzó la voz, sentándose de golpe-. ¿Así llamas a esto? ¿Encerrarme, controlarme, quitarme cualquier rastro de libertad?

Dark lo miró sin pestañear, su expresión inmutable, pero había algo en su mirada que se oscureció.

-No entiendes nada, ¿verdad? Estoy haciendo esto por tu bien. Si no te mantengo aquí, ¿qué crees que te pasará allá afuera? Freedom no vendrá a salvarte. Nadie lo hará.

Chosen sintió un golpe en el pecho ante esas palabras. Dark siempre sabía dónde atacar, cómo hacer que las palabras dolieran más de lo necesario.

-Prefiero morir allá afuera que quedarme aquí contigo -soltó, sin pensar.

Por un instante, Dark pareció sorprendido. Pero la expresión desapareció tan rápido como llegó, reemplazada por una sonrisa fría.

-¿Eso crees? -susurró, inclinándose más cerca-. Ten cuidado con lo que deseas, Chosen. Puede que no te guste la respuesta.

El aire en la habitación se volvió pesado, como si las palabras de Dark hubieran llenado cada rincón. Chosen lo sostuvo la mirada, sin ceder, pero por dentro sentía que la lucha le costaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Finalmente, Dark se irguió, apartándose.

-Si necesitas algo, llámame -dijo, como si la conversación no hubiera pasado. Abrió la puerta y antes de salir, agregó-: Y no sigas dándole falsas esperanzas a Viro. Él cree que puedes cambiar. Yo no estoy tan seguro.

La puerta se cerró con un golpe seco, dejándolo solo otra vez.

Chosen sintió que su cuerpo se desplomaba sobre el colchón. Pasó una mano por su rostro, intentando calmar las emociones que bullían en su interior. Entre la ira, la tristeza y la confusión, solo había una cosa clara: Freedom.

-¿Dónde estás? -susurró, mirando de nuevo hacia la ventana bloqueada.

Mientras tanto, del otro lado del pasillo, Dark caminaba lentamente, con las manos apretadas en los bolsillos. Sus pensamientos lo atormentaban, aunque nunca lo admitiría. Por alguna razón que él mismo no entendía, las palabras de Chosen lo habían afectado más de lo que debería.

Viro apareció de nuevo, sosteniendo otro dibujo en las manos.

-Padre, ¿cómo está el joven Chosen?

Dark lo miró de reojo, suspirando con frustración.

-Está igual que siempre. Terco, insoportable y... complicado.

Viro inclinó la cabeza, sosteniendo el dibujo hacia él.

-Quizá solo necesita un poco de luz.

Dark observó el dibujo. Era un amanecer, con un sol brillante que iluminaba un campo oscuro. Lo tomó, estudiándolo en silencio por un momento antes de devolvérselo.

-Luz, ¿eh? -murmuró-. Quizá, Viro. Quizá.

Y siguió caminando, dejando a Viro con sus propios pensamientos.

---

Viro observó a Dark alejarse, su mente dando vueltas a sus palabras. "Quizá", había dicho, pero Viro sabía que el padre no creía en esa luz. No cuando todo lo que había vivido lo había llevado a ver el mundo como una oscuridad de la que no podía escapar.

Decidió no seguirlo. En su lugar, se acercó a la habitación de Chosen, sus pasos más cautelosos esta vez. Al llegar, no encontró la puerta cerrada, pero sí una atmósfera tensa en el aire. Entró en silencio, encontrando a Chosen sentado en la cama, mirando al vacío.

-¿Cómo te sientes? -preguntó Viro, sin saber si esperaba una respuesta real o una evasiva.

Chosen levantó la mirada, notando la presencia de Viro. No dijo nada al principio, solo le mostró una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Una sonrisa rota, como una máscara que intentaba ocultar el dolor.

-Lo mismo de siempre -respondió, encogiéndose de hombros. No quería hablar de lo que sentía, no quería que nadie supiera cuán perdida se sentía.

Viro se acercó, dejando el dibujo sobre la mesa al lado de la cama. Era otra ilustración, esta vez de un árbol solitario en un paisaje de invierno. El árbol estaba en el centro, rodeado de nieve y el cielo lleno de estrellas. La imagen estaba vacía, pero de alguna manera, llena de una serenidad que Chosen no podía comprender.

-Te traje algo más -dijo Viro, su voz suave, cargada de esa misma ternura con la que había hablado antes-. ¿Te gustaría ver lo que dibujé hoy?

Chosen miró el dibujo, pero no lo tocó. De alguna manera, le molestaba ver esas representaciones tan alegres, tan llenas de vida. ¿Por qué Viro insistía en mostrarle esas imágenes cuando él mismo se sentía tan desconectado de todo? Sin embargo, al final, levantó la vista hacia el chico y asintió con un gesto de resignación.

Viro se sentó junto a él, sin decir nada más. Simplemente estaba allí, en silencio, esperando que Chosen decidiera reaccionar.

En la penumbra de la habitación, Chosen dejó escapar un suspiro, el dibujo de Viro seguía frente a él, un recordatorio de algo que ya no podía alcanzar. La luz, la esperanza, la conexión... todo eso parecía tan lejano, tan imposible. Pero ahí estaba Viro, ofreciéndole lo que más necesitaba: alguien que lo viera, alguien que estuviera dispuesto a esperar.

-Es bonito -dijo Chosen, aunque no sentía nada. Era solo una palabra vacía, una respuesta que no decía lo que realmente pensaba.

Viro sonrió tímidamente, pero no insistió. Él entendía. Sabía que no podía obligar a Chosen a ver las cosas como él lo hacía. Pero sí podía estar allí, aunque fuera en silencio, ofreciendo la única compañía que sabía ofrecer.

-Quiero que sepas que no estás solo aquí -dijo Viro finalmente, mirando a Chosen con una sinceridad tan pura que hizo que Chosen se sintiera incómodo. No estaba acostumbrado a esas palabras. No estaba acostumbrado a que alguien le diera un lugar, sin juzgarlo, sin esperar nada a cambio.

Chosen apartó la mirada, mordiéndose el labio. Si había algo que más deseaba en ese momento, era que todo fuera diferente. Que Freedom estuviera allí para decirle que todo iba a estar bien. Pero la realidad era otra. Estaba atrapado en este lugar, rodeado de sombras y mentiras.

-Gracias, Viro -susurró, aunque ni él mismo estaba seguro de por qué lo decía. Quizá solo por no hacer que el chico se sintiera mal por su esfuerzo.

Viro no respondió, pero la expresión en su rostro mostró que estaba conforme con esas simples palabras. Y por un momento, en esa quietud, la habitación pareció menos sombría, menos opresiva.

En el pasillo, Dark observaba desde la distancia, sintiendo una punzada en el corazón al ver la interacción entre su hijo y Chosen. No estaba seguro de qué estaba pasando con él mismo, ni con Chosen. Esa pelea interna, esa lucha entre lo que debía hacer y lo que sentía, lo estaba desgastando más de lo que quería admitir.

Él estaba atrapado también, pero de una forma diferente. Tenía el control, la autoridad. Sin embargo, en ese momento, el peso de la responsabilidad y el dolor de ver a Chosen tan roto parecía haberle desgarrado algo dentro.

Se alejó del umbral de la puerta, no queriendo que Viro o Chosen lo notaran. Caminó por el pasillo, con los pensamientos retumbando en su mente como un eco interminable.

-Freedom... -murmuró, casi como un susurro para sí mismo-. ¿Realmente puedo competir con eso?

Se detuvo, mirando hacia el vacío. Sabía la respuesta, pero no quería aceptarla.

---

El sol comenzaba a asomarse por las rendijas de la ventana, pintando el cuarto con un tenue resplandor dorado. Dark, todavía envuelto en sus pensamientos, sintió una creciente necesidad de hacer algo. Algo que lo sacara de esa espiral interna. Algo que lo ayudara a concentrarse.

Sin pensarlo, se levantó de la silla con brusquedad y salió de la habitación. Se desplazó por el pasillo de la casa con pasos decididos, sin destino claro. El sonido de la cocina vacía le dio una extraña sensación de calma, como si por un momento pudiera desconectarse de la tensión que llenaba el aire.

Por instinto, comenzó a sacar los ingredientes del refrigerador. Huevos, pan, leche... y entonces recordó. Recordó el sabor, la textura, la forma en que Chosen siempre había sonreído cuando le preparaba ese desayuno, el único que solía disfrutar sin reservas. Era algo simple, algo que siempre había hecho cuando Chosen aún estaba cerca, algo que a él le parecía una tontería, pero que, al parecer, significaba mucho para el chico.

Con manos automáticas, Dark empezó a batir los huevos, el sonido de la batidora llenando la habitación. Mientras lo hacía, sus pensamientos se dispersaron, pero no por mucho tiempo. El aroma del desayuno se esparció por la casa, y algo dentro de él, algo más antiguo, comenzó a calmarse.

El tiempo pasó lentamente mientras Dark cocinaba, pero lo hizo con una paciencia que no reconocía tener. Sin darse cuenta, había vuelto a ese lugar, a esa familiaridad que una vez compartió con Chosen. El toque de sal en el pan, el suave crujir de los huevos al freírse, todo parecía encajar de alguna forma.

Cuando todo estuvo listo, Dark miró el plato con una mezcla de satisfacción y duda. Era un desayuno sencillo, pero sabía que Chosen lo apreciaría. No sabía si lo hacía por él, o si, simplemente, lo hacía por el mismo instinto que siempre lo había guiado en aquellos días más felices. Lo que sí sabía era que, por primera vez en mucho tiempo, sentía una extraña necesidad de ofrecer algo más allá de sus acciones calculadas.

Llamó suavemente a la puerta de la habitación de Chosen, aunque su pecho latía con fuerza. La sensación de vulnerabilidad lo tomó por sorpresa. Era ridículo, pensó, casi infantil, pero no pudo evitarlo.

-¿Chosen? -su voz era más suave de lo que esperaba, como si aún estuviera tratando de encontrar el tono correcto, el adecuado para la situación.

Desde el interior, Chosen levantó la vista, sorprendido por la llamada. No esperaba que Dark estuviera allí, no en un momento como este.

-¿Qué...? -empezó a decir, pero su pregunta se desvaneció al ver lo que Dark traía consigo.

En las manos de Dark, el plato humeaba con huevos revueltos y tostadas doradas. Chosen frunció el ceño, confuso, sin saber cómo reaccionar. ¿Era un intento de hacer las cosas más fáciles? ¿Era solo un gesto vacío o había algo más detrás de ello?

Dark se quedó allí, en el umbral, sosteniendo el desayuno con una mano, mientras la otra descansaba sobre el marco de la puerta. Esperó, en silencio, observando la reacción de Chosen.

-Te preparé el desayuno... -dijo finalmente, intentando mantener la voz firme, aunque una ligera tensión marcaba sus palabras.

Chosen lo miró por un momento largo, y, por primera vez en mucho tiempo, algo en él se relajó. No dijo nada al principio, solo miró el desayuno, y luego sus ojos se encontraron con los de Dark.

Era un desayuno sencillo, pero de alguna manera, significaba más que todas las palabras que se habían dicho hasta entonces. Era un puente, una forma de comunicarse sin necesidad de más explicaciones.

Con una leve sonrisa, casi imperceptible, Chosen finalmente habló.

-Gracias... -fue lo único que dijo, pero la sinceridad en sus palabras hizo que Dark se sintiera más vulnerable de lo que había estado en mucho tiempo.

Sin decir nada más, Chosen tomó el plato y se sentó en la cama, comenzando a comer en silencio. Dark se quedó allí un momento más, observando. Algo dentro de él, un sentimiento que no podía identificar completamente, se despertó con fuerza. ¿Era satisfacción? ¿Era culpa? No lo sabía.

Lo que sí sabía era que, por primera vez en mucho tiempo, algo que había hecho parecía tener un propósito más allá de su propio beneficio. Y, por alguna razón, eso lo dejaba inquieto.

Después de todo, lo que había hecho no había sido solo para llenar el vacío de la cocina. Había sido un intento, un gesto que, tal vez, podría acercarlo un poco más a la figura que se había convertido en un enigma para él: Chosen.

---

Viro observó a Dark desde la puerta de la cocina, aún sosteniendo el plato de desayuno en las manos de Chosen. Había notado el gesto, la manera en que Dark había preparado todo con una paciencia inusual para él. Aunque no era algo que su padre soliera hacer, Viro no dijo nada al principio, esperando a que Dark fuera el primero en hablar.

Pero el silencio no duró mucho. Una vez que Chosen terminó su desayuno y volvió a reclinarse en el sillón, Viro decidió acercarse. Se acercó a Dark con pasos suaves, sin querer interrumpir los pensamientos que sabían que se agolpaban en su mente.

-Padre... -dijo Viro, su voz algo vacilante, como si estuviera probando el tono adecuado.

Dark, que había permanecido en pie junto a la ventana, mirando hacia el exterior, no contestó de inmediato. Parecía perdido en su propio mundo, pero al escuchar la voz de Viro, finalmente se giró hacia él.

-¿Qué pasa? -respondió Dark, con un tono más corto de lo habitual.

Viro no se dejó disuadir y dio un paso más cerca, manteniendo su mirada fija en él.

-¿Por qué hiciste eso? -preguntó, señalando el plato vacío en las manos de Chosen. -No es como tú.

Dark frunció el ceño y sus hombros se tensaron. La pregunta lo sorprendió. ¿Por qué lo había hecho? Él mismo no sabía exactamente por qué, solo que algo en él lo había impulsado a hacerlo.

-No sé... -musitó, girándose hacia el fregadero para lavar algunas de las tazas que quedaban por limpiar. Su voz sonaba casi desinteresada, pero Viro podía ver la ligera frustración en sus movimientos. -Solo... lo hice.

Viro lo observó en silencio unos momentos más, analizando la actitud de su padre, y luego se acercó un poco más.

-¿Te molesta que esté aquí? -preguntó con una suavidad que solo él podía tener. Su tono no era acusador, solo curioso, como si quisiera entender qué pasaba por la mente de Dark.

Dark suspiró profundamente, dejándose caer en una de las sillas cercanas a la mesa. Pasó una mano por su rostro, como si quisiera deshacerse de la incomodidad que lo invadía.

-Es complicado... -dijo con una sonrisa amarga, casi como si se estuviera hablando a sí mismo. -No sé qué quiero. No sé qué esperar de él. Pero... lo cierto es que está aquí, y... no puedo seguir ignorando que, aunque no lo reconozca, hay algo dentro de mí que... -hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas. -Que quiere ayudarlo.

Viro asintió, sus ojos fijos en Dark, intentando captar la verdad que se ocultaba detrás de sus palabras.

-No eres un mal hombre, padre -dijo, con la suavidad de alguien que ha estado observando de cerca. -Lo que pasa es que, a veces, todo esto... te confunde.

Dark lo miró fijamente, como si intentara procesar lo que su hijo acababa de decir. No esperaba una afirmación como esa, pero, de alguna manera, tenía sentido. Viro siempre había tenido una perspectiva más clara que la de él.

-No sé si soy capaz de... hacer esto -murmuró Dark, mirando sus manos, las cuales aún sentía extrañas. -No sé cómo se hace esto... cuidar a alguien. Especialmente a alguien que no quiere ser cuidado.

Viro se acercó un poco más, hasta quedar a su lado. Aunque Dark no miró hacia él, podía sentir la presencia de su hijo cerca.

-Es normal no saber cómo, padre. No hay un manual. Solo hay... intentarlo. -dijo Viro con serenidad, como si todo estuviera más claro para él. -Te está buscando, aunque no lo diga. De alguna manera, Chosen necesita de ti, y tú lo sabes. No tiene sentido negarlo.

Dark cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por las palabras de Viro. La sensación de incomodidad no desapareció por completo, pero algo dentro de él, algo que había estado tratando de ignorar, comenzó a ceder.

-Lo sé... -dijo al fin, su voz más baja ahora, casi un susurro. -Lo sé, pero... no sé si yo soy lo que necesita.

Viro lo observó en silencio, su mirada llena de una comprensión que a veces le resultaba incómoda, pero, a la vez, reconociendo la vulnerabilidad de su padre.

-No tienes que ser perfecto, padre. Solo... estar ahí. Eso es lo que cuenta.

Dark levantó la vista, encontrando los ojos de Viro, que brillaban con una intensidad tranquila. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, entendía lo que significaba estar presente sin tener todas las respuestas.

-Gracias... -dijo Dark, casi en un susurro, pero con una sinceridad que no había mostrado antes.

Viro sonrió levemente, una sonrisa que, por primera vez, no parecía tan distante.

-Lo que sea que decidas hacer, lo harás bien. Siempre lo haces.

---

[Continuará...♡]

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