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Paulina nunca supo cuando fue que las cosas empezaron a salir mal...


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Tan rápido Citlali había bajado de ese avión, ambas amigas habían sido inseparables. Apenas y se alejaban unas horas, pero cuando estaban juntas nadie las podía separar.

Como habían planeado desde hace tantos años, ambas comenzaron a vivir juntas en un pequeño departamento que Paulina había comprado en el Distrito, poco después de que se fuera de su casa a los 19 años.

Unas semanas después de la escena en el aeropuerto, la pelinegra tuvo la gran idea de sacar a su amiga de paseo, para que pudiera familiarizarse con el Distrito que sería su hogar. Citlali acepto encantada, aunque se extrañó un poco cuando su amiga le pidió que se vistiera con la ropa más elegante que tuviera, y después saliera de su departamento solo diciendo que la esperaría fuera del edificio.

La joven, aunque aún algo dudosa, camino con dirección a su habitación a arreglarse para la salida. Después de aproximadamente una hora salió de la habitación luciendo un hermoso vestido largo de color rosa claro, con unas zapatillas del mismo color; como accesorios un cinturón de color blanco, aretes y collar de perlas.

Al terminar tomo su saco, las llaves de la casa y salió del departamento.

Estaba caminando tranquilamente con dirección a la entrada, pero se paro abruptamente al ver a la mujer que la esperaba:

Paulina se había puesto un vestido corto de color negro, acompañado por un par de botas largas de tacón del mismo color, y como accesorios llevaba un cinturón plateado; unos aretes del mismo color con formas de medias lunas y un collar con la misma forma.
Aunque a diferencia de Citlali, ella estaba maquillada.

Su amiga al verla en la entrada la recibió con una enorme sonrisa y rápidamente abrió la puerta de su auto, haciendo pasar a su compañera por el asiento del copiloto y a ella sentándose en el asiento del piloto. Cerró la puerta, encendió el motor y comenzó a manejar.

"¿A donde me llevas exactamente?" pregunto Citlali, al observar que se alejaban del edificio.

"Es una sorpresa" contesto Paulina, con la mirada fija al frente.

Estuvieron dentro del vehículo por aproximadamente media hora, fue cuando la pelinegra se estaciono enfrente de un hermoso restaurante.

"¿Qué es esto? ¿No íbamos a un paseo?" Citlali pregunto.

"Si, pero primero te invitare a cenar" dijo, para después salir del auto y abrir la puerta del lado de su compañera "Me permite ayudarla señoría" extendió su mano, a una clara invitación.

Su compañera inevitablemente se sonrojo por la frase, bajo un poco su mirada y coloco su mano sobre la de su amiga y juntas entraron al restaurante.


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Paulina entro primero, diciendo su nombre al hombre en la entrada. Rápidamente él las llevo a una mesa privada, decorada con hermosas velas y unos asientos de suave terciopelo. El hombre las ayudo a sentarse en sus asientos y se retiró, dejándoles un par de cartas con el menú.

"¿Desde cuando planeaste todo esto?" pregunto Citlali, después de que el camarero tomara sus ordenes y se llevara las cartas. Sabía de sobra que su amiga no planeaba nada tan rápido.

"Mmm... bastante tiempo. ¿Por qué? ¿Es demasiado?" pregunto algo insegura Paulina, pensando de repente que todo esto era demasiado para su amiga.

"¡Oh no! Claro que no, todo esto es... perfecto" revelo, con una enorme sonrisa.

Ante el rostro de su compañera la pelinegra se tranquilizó.

El camarero trajo sus órdenes, entre cada comida ambas platicaban de todo lo que tuvieron que pasar para que el sueño de ambas se cumpliera. Citlali hablaba un poco de su familia (la cual no estaba en los mejores términos), aunque Paulina prefería no mencionar nada del tema, únicamente escuchaba lo que su amiga decía, lo que provoco varios sonrojos en su acompañante durante la cena.

Cuando estaban con el postre, Paulina interrumpió a su compañera, respiro hondo y comenzó con el discurso que tanto tiempo le costo escribir.

"Citlali, mi amada amiga..." comenzó diciendo, tomando las manos de la mujer "...hemos pasado por tanto para que este momento llegara, y de verdad agradezco que estuvieras a mi lado después de que... pasara lo de él. Pero más te agradezco por todas las veces que me dijiste te amo incondicionalmente"

"Tú también me has dicho lo mismo, una y otra vez desde que nos conocimos" menciono su compañera.

"Creo no me estoy explicando bien..." suspiro "Te dije *te amo* si, pero todas las veces que te lo dije no fue solo porque te quisiera como una hermana, si no porque en algún punto del camino te comencé a ver con otros ojos..."

"Paulina"

"... cuando comencé a darme cuenta de que no solo era amistad fue cuando te dije que te amaba, te lo dije una y otra vez porque era lo que yo sentía, pero tu solo pensaste que era amor de hermanas y eso a mí me bastaba... ya que siempre pensé que si te decía la verdad detrás de ese *te amo* me alejarías de tu lado y era lo que yo menos quería... no soportaría estar lejos de ti, te quiero tanto y te aprecio, que no me importaría seguir siendo tu amiga, aunque tenga sentimientos románticos hacia ti.
Cuando te conocí, una vez que tuviste miedo de perder el contacto, te prometí que siempre estaría contigo, y que yo nunca iba a ser como el resto de las personas que te lastimaron, yo nunca te obligaría a nada que tu no quieras, o que no te guste. Te digo esto porque de ti depende si quieres ser algo mas conmigo, o seguir siendo las amigas que hemos sido desde el comienzo. Cualquier decisión que tu tomes, yo la aceptare..."

La joven se había quedado completamente muda, su mirada solo estaba fija en el rostro de la mujer que antes pensaba que solo la veía como una hermana, respiro hondo, tomo con más fuerza las manos de su compañera y recito las palabras que decidirían todo.

"¿Sabes? Siempre tuve miedo de decir esto. Tenía miedo de echar a perder la única amistad verdadera que había tenido. Cuando me consentías y me tratabas tan bien yo llegue a imaginar que pasaría si fuéramos algo más... no me ilusione tanto con eso porque siempre tengo la costumbre de encariñarme tanto con las personas que eran mis amigos y muchas veces ellos me lastimaron, pero tus eras diferente, siempre te preocupaste por mi y me dijiste *te amo* incondicionalmente.
Te amo, y de verdad me gustaría ser algo más que tu amiga..."

Ante tales palabras Paulina no pudo evitar derramar lágrimas, Citlali aun sostenía sus manos fuertemente y la miraba con aquellos ojos que tanto le encantaron desde la primera vez que se vieron.

"Citlali... ¿Quieres ser mi novia?" pregunto, segura de que escucharía.

"¡Claro que sí!" dijo feliz, parándose de su asiento y abrazando a su pareja.

Los que estaban en el resto de mesas se pusieron a aplaudir. Ambas chicas no podían estar mas felices, tanto que no les importo que casi todo el restaurante las estuviera mirando. Y fue Citlali quien poso su mano en su mejilla, y le dio su primer beso. El restaurante entero siguió aplaudiendo.


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Las cosas habían salido tan bien... tenían un maravilloso futuro juntas. ¿Cuándo fue que todo empezó a salir mal?

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