𝙘𝙝𝙖𝙥𝙩𝙚𝙧 𝙤𝙣𝙚
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CAPÍTULO UNO
JEALOUS AND FIGHTS
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ALGUNOS CHICOS BUSCAN la felicidad como si fuera un producto ilimitado del supermercado y hay otros como Mathilda que sólo buscan una fosa no tan asquerosa para morir de una sobredosis a los veintisiete años. Tal vez ser fanática de Janis Joplin estaba comenzando afectarle. Eso o su vida de mierda.
Estaba harta de aquella repetitiva discusión por lo que gruñó hasta zafarse del agarre de su novio para después dirigirle una mirada seria de advertencia.
— Ya. — Dijo firme — De verdad, ya, estoy cansada.
Henry en cambio de relamió los labios furioso colocando sus manos por sus caderas incrédulo lanzándole una de esas miradas que ella tanto odiaba.
» — ¡Deja de ser tan paranoico! — Explotó dejando caer sus manos a sus costados — Ya te dije que no paso nada.
— Si como no. — Se cruzó de brazos evitando verla.
— ¿Entonces le vas a creer más a Greta que a mi? — pregunto dolida en un hilo de voz pero ni siquiera así giró a mirarla molestándola — ¡Esa perra me odia! — Calló un segundo y al no obtener aún nada de él junto coraje para recriminarle sus verdades — ¡Y me odia por tu culpa!
Finalmente reaccionó viéndola indignado.
— ¡¿Mi culpa?!
— ¡Si! — Sostuvo firme dando un paso hacia él encarándolo más de cerca — ¡Tú culpa! — Alargó la «u» en tanto lo señalaba acusadora mente con su dedo índice.
— Si tanto la extrañas folla con ella entonces. — Escupió — ¡O mejor con el idiota de-!
— ¡Ya! — Lo detuvo antes de que gritara aquel nombre e iniciaran rumores absurdos.
Conocía a Greta y desgraciadamente sabía lo cruel que podía a llegar a ser. A veces le parecía extraño que no difundiera rumores de ella como lo hacía de otras chicas pero entonces caía en cuenta que confrontar a un Henry celoso era peor que lidiar con los murmullos y desprecio de cien estudiantes. Aunque también influía esa línea de respeto que tenía bien marcada, incluso Greta sabía que le pasaría si se llega a meter con ella.
— No pienso ser el cornudo de Derry. — Susurro de forma hostil.
Ella abrió la boca ante tal tontería. No era la primera vez que la acusaba de serle infiel pero seguía doliendo como la primera vez.
— Tu sabes que no lo eres. — Bajo la mirada.
Si seguía viéndolo se largaría a llorar y no era ni el lugar ni el momento adecuado. En cambio, con frustración Henry se talló los ojos soltando un pesado suspiro.
— No le volverás a hablar o siquiera mirar ¿de acuerdo? — Se acercó varios pasos intimidándola.
— Si, está bien. — Murmuró rápido queriendo acabar con esa charla lo más pronto posible.
— Está bien. — Repitió este más relajado terminando por expandir sus extremidades para abrazarla y con ello de cierta forma recompensar el mal rato.
Mathilda tardo un par de minutos en regresarle dicha acción pero al final terminó rendida. En ocasiones se decepcionaba de lo débil que era ante él.
DERRY, 1990.
Dejo fluir el humo a través de sus labios comenzando a sentir su cabeza pesada junto con un leve mareo. Odiaba los cigarrillos pero lamentablemente era lo único que lograba calmarla y evitar un ataque de histeria, lo peor es que el sabor ya comenzaba a agradarle.
Sintió la picazón ardiente en sus ojos nuevamente con con delicadeza paso su dedo meñique por la esquina de uno de ello, parpadeo varias veces seguidas para evitar el rastro de nuevas lágrimas y así volvió a darle una profunda calada con la sensación de la nicotina invadiendo su garganta y la falta de aire puro.
Minutos después, ya cuando su nariz al menos dejó de chorrear debido al llanto fue cuando sintió como alguien le arrebataba su segundo cigarrillo de entre sus dedos llevándoselo este a sus labios.
Le sonrió débilmente.
Desde su "cita" forzada el rubio ya no era tan malo con ella. Incluso dejaba que se sentara con su grupo en la misma mesa con él y sus amigos varios días a la semana en el almuerzo y también cuando lo saludaba por los pasillos o en la hora de salida este ya no le hacía malos gestos.
Henry no sabía cómo sentirse respecto a ella, de un momento a otro dejó de parecerle repugnante y sabía de antemano que quería entrar pero él no estaba seguro de dejarla hacerlo, no sabía sus intenciones pero si solo era por un polvo se estaba esforzando demasiado. Ni siquiera él le rogaría tanto a Cameron Díaz por simple sexo.
Un poco extrañado por su silencio — ya que siempre parloteaba de una cosa u otra — la miro con atención cayendo en cuenta que tenía una de sus mejillas amoratadas.
Abrió la boca para decir algo pero dudó. Tal vez quería estar sola, quien sabe, pero él era un asco en temas así, tampoco sería el mejor consejero.
Carraspeo incómodo evitando mirarla dándole otra calada al cigarro.
— ¿Estás bien? — Preguntó queriendo lucir despreocupado.
Pero para Mathilda fue un gesto tierno viniendo de él.
— He visto mejores días...
Era más que obvio que ninguno quería hablar de ello. En cierto modo la entendía, él era igual cuando su padre hacía de las suyas con él.
Suspiro pesadamente al caer en cuenta de lo que pudo haber pasado. Quería estar equivocado y que su vida no fuera tan parecida a la de la pelinegra.
— ¿Sabes? — Comenzó cauteloso — Tengo un poco de... mmm esta cosa... — De su bolsillo sacó el ungüento que ella le confió hace algunas semanas.
Ella lo miro pero aún no sonreía como antes y por alguna razón Henry ansiaba ver aquello.
— ¿Puedo? — preguntó nervioso logrando que la tristeza se fuera del cuerpo de la chica.
El gran Bowers estaba nervioso por ella.
Sonrió débilmente cubriendo su entusiasmo y descubrió su mejilla llevando su cabello detrás de su oreja. Entonces Henry tomó asiento frente a ella a una cercanía insignificante tomando su barbilla para probar una mejor posición.
La yema de sus dedos envueltos en aquella fría crema sobre sus ardientes mejillas debido a la cercanía pero su sonrojo era fácilmente cubierto por su amoratado pómulo. Miro todo el rostro del chico sin querer llegar a los ojos pero inútilmente fallo, estaban ahí y por fin se encontró con aquellos orbes azules que por primera vez la observaban con empatía ¿por qué?
Seguiría pensando en los golpes del rubio y en porque ya quedaba muy poca de aquella medicina de no ser por todas las sensaciones que comenzaron a invadirla. Nervios, más que nada. Segundos después, él al igual que ella se da cuenta que están demasiado cerca y qué hay una rara química en el ambiente, ninguno sabía explicarla pero era notoria hasta para un tercero.
Su proximidad era tal que lograba ser aterradora y los olores eran percibidos y mezclados, Henry tenía olor a cigarro combinado con colonia mientras que ella aun tenía poco rastro de su chicle de menta y ahora dominaba entre ambos la supuesta esencia de té verde que traía el ungüento.
Mordió su labio a propósito, era una evidente señal, quería que la besara ya. No quería dar ese gran paso ¿y si la apartaba? No podría verlo a los ojos luego de eso. Aunque su ánimo subió al ver cómo él se relamió los labios al ver su acción, él también lo deseaba pero ninguno lo hacía. Eran labios sospechosos soñando con bocas cobardes.
Mathilda no quería perder más tiempo, si lo hacía él tarde o temprano se alejaría y no volvería a tener una oportunidad así en quien sabe cuanto, mientras gana el miedo se pierde el beso.
Entonces contó hasta tres y finalmente lo hizo.
Chocó sus labios con los del chico que le gusta.
No podría describirlo. Cerró sus ojos con fuerza y necesidad solamente abrazando su boca con deseo, no se sentía bien pero eso lo hacía fantástico, podría compararlo a cuando succionas una herida para sacar el veneno de una serpiente. Al no tener reacción del chico iba a separarse procurando demorar en el acto para disfrutar aún más cada segundo antes de que la magia termine pero para su sorpresa, aquello solo fue una pausa para tomar aire para él pues apenas y recuperó el aliento el rubio volvió a unir sus labios esta vez con sintonía para gozar lo máximo uno del otro.
No fue hasta minutos después que finalmente se separaron. Y entre respiraciones agitadas sin perder el contacto visual Mathilda a tientas busco la mano de Henry hasta entrelazar sus dedos lo cual lo hizo bajar por leves instantes la mirada hacia sus extremidades unidas.
— Te gané, Bowers. — Hablo con un deje de burla.
ACTUALIDAD
Mathilda sonrió minúscula ante aquel recuerdo y levantó la mirada pese a seguir entre los brazos del rubio al cual le regaló una sonrisa haciéndole saber que todo estaba bien y él en respuesta depósito un pequeño beso en su frente apretándola más hacia su cuerpo. Continuaron en la misma posición varios minutos más hasta que ya era hora de entrar a aquella cárcel llamada escuela.
Encajaba la punta del lápiz en la goma de borrar una y otra vez pensativo.
Rumores rondaban de salón en salón sobre la famosa pelea que tuvieron Mathilda y Henry por la mañana en las jardineras pero este ya dejaba de tener esperanzas de que terminaran, eso nunca iba a pasar y todos los sabían.
La campana de cambio de clases resonó por toda la institución causando así que Bill dejara de morder su lápiz con aburrimiento y posteriormente tomó sus cosas con pereza saliendo de aquella aula encontrándose con el mar de cabezas de estudiantes en los pasillos donde apenas y logró llegar hasta su casillero.
Todavía ni era hora de su segundo receso y el día ya le resultaba tedioso y largo. Perdió a sus amigos desde la segunda hora y no los volvió a ver, más que a Eddie un par de minutos, de los cuales no había ningún rastro eran Richie y Stan.
No se preocupaba mucho por ellos, serán perdedores pero de tanto correr de matones llega un punto en donde terminas tomando condición.
Tenían cinco minutos antes de que la campana volviera a sonar pero aún así se encaminó a su siguiente clase; no le gustaba llegar tarde, además no tenía algo mejor que hacer. Aunque todos sabían que eso de la segunda campanada era una estafa de los maestros, pues sino estabas dentro del salón antes de que esta sonara ya no te dejarían ingresar, por lo mismo muchos adolescentes se apresuraban a llegar a su destino vaciando cada vez más los corredores.
En el camino miro a sus alrededores con más atención de la normal buscando alguna señal de su grupo o de una hermosa cabellera negra, lo que sea era bueno. Pasando varios metros sin éxito se detuvo a lado de un cesto de basura para recoger una bola de papel que alguien dejó olvidada en aquel ya vacío lugar.
Hizo su buena obra del día y continuó su caminata hasta que escuchó como algo caía a sus espaldas. Regreso la vista extrañado notando como la misma bola de papel estaba fuera del cesto nuevamente en el piso, le restó importancia pensando en qué tal vez no tuvo buena puntería la primera vez y volvió a arrojarla esta vez asegurándose de que cayera en su lugar, más no se imaginaba lo que pasaría después, ya que segundos luego de ver fijamente aquel bote la misma bola de papel salió disparada de este haciendo que el castaño retroceda varios pasos perplejo.
— Hey Billy... — Escuchó una voz masculina que lo llamaba haciéndolo girar a todos lados confundido creyendo que era una clase de broma pero no vio a nadie a los alrededores — Billy mi amor... — Volvieron a decir pero ahora en un tono cantarín mientras que él asustado de que estuviera perdiendo la cabeza observo con terror el bote de basura que al parecer hablaba — Si, estúpido aquí — Abrió los ojos fuera de órbita al reconocer aquella voz.
Entonces rápidamente quito la tapadera de aquel cesto mirando el interior sorprendido y confundido.
—¿¡R-Richie!? — El nombrado hizo una reverencia desde el interior del apestoso lugar — ¿¡Qué haces aquí!?
— ¡Ya te dije que odio que tartamudees mi nombre, Billy! — Acusó ignorando su anterior pregunta, ya tenía suficiente con que Stan y Eddie lo hubieran descubierto.
— Yo o-odio que me digas B-Billy. — Reprochó.
En tanto el de lentes hacía muecas de fastidio a la vez que entre susurros imitaba el tartamudeo del chico Denbrough a lo cual, el anterior nombrado rodaba los ojos.
— ¿Por qué estás a-ahí? — Repitió señalando el bote.
— Querrás decir estamos. — De la nada salió Stan —a duras penas— con una cáscara de plátano en la cabeza que quito con asco.
— ¡¿Q-qué haces ahí?!
Bill no tenía idea de cómo reaccionar ante aquella situación pero su cara expresaba estupefacción en su más pura demostración.
— Richie quería compañía. — Respondió como si nada haciendo un levantamiento de hombros.
— ¿Eddie está con u-ustedes? — preguntó mientras veía el interior del bote alterado.
— No — bufó el de rulos azabaches — Eddie está en el de reciclaje, le dio asco entrar aquí — Bill frunció el ceño ante el comentario.
— ¿Por qué...? — Soltó sin aliento ansioso de no tener respuestas.
— Ya sabes de su fetiche con los gérmenes. —Richie le restó importancia con un gesto de mano aún evadiendo el verdadero cuestionario del ojiazul.
— No ha-hablo de eso, quiero d-decir... ¿Por qué están a-aquí? — Señaló el interior del bote.
— ¡Yo no tengo un fetiche! —Respondió un indignado Eddie saliendo del contenedor continuó — Solo me cuido. — Billy los miro cansado — Y estamos aquí escondidos por culpa de este idiota. — Señaló al de lentes.
Bill cerró los ojos con decepción tomando el puente de su nariz comenzando a negar lentamente mientras que Richie hacia un intento de sonrisa nervioso.
— ¿Qué hi-iciste?
— Pues... Verás, todo comenzó el siete de marzo de mil novecientos setenta y tres, el día que nací...
Stan volcó los ojos antes el dramatismo innecesario, pero no por nada era el bocazas del grupo.
— Fue con un rumor falso con Greta para que lo expandiera y ahora lo amenazo con revelar que el lo inició. — Explicó rápido mientras que Bill de inmediato le dirigió una mirada irritada al de camisa hawaiana que hacía lo posible por meterse más al bote de basura.
Al rubio poco o nada le importo lo que recaería sobre Richie. La situación cómica evitaba que estuviera con su cara malhumorada pero aún quedaba ese gran enfado en su interior pues le frustraba que esa tipa siguiera interfiriendo en sus vidas como si de verdad fuera una conocida cuando apenas y llegó a cruzar palabra con alguno de sus torpes amigos, era un fastidio que no entendía porque debía cargar con el también.
Desafortunadamente Stan lo atrapó en medio de su malvado plan mientras que Eddie estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado cuando en contra de su voluntad terminó siendo arrastrado.
Los presentes le dedicaron miradas molestas que no soporto por mucho tiempo. Más la de su compañero de cesto pues este lo presionaba por revelar toda la verdad.
— Okey, yo hice que Henry y Mathilda pelearán hoy. — Soltó de golpe y Bill quiso darle uno.
Todos conocían el temperamento del rubio y lo peligroso que era, no estaba para tomárselo a la ligera y dejar a la pelinegra con el problema.
— Entonces ahora corremos el riego de que Henry nos de una golpiza. — Exclamó el más bajo malhumorado.
Bill resopló molesto.
— E-Es una b-bobería. Y-Ya estamos en l-la preparatoria, n-no deberíamos s-seguir temiéndole al i-idiota de Bowers.
— Mierda, viene hacia acá.
— ¡Hazme espacio Eddie! — Bill se metió de cabeza al bote de basura.
Richie soltó una carcajada y levantó tu mano queriendo chocar los cinco con Stan pero este al ver a Bill de cabeza revolcándose negó con una expresión seria, más esta se descompuso al escuchar pasos y voces a lo lejos por lo que rápidamente colocó la tapa que anteriormente Bill les quitó de encima para cubrirse y Eddie al reparar en ello imitó su acción mientras le pedía a Bill que dejara de moverse.
El subdirector era el que se paseaba por el pasillo con aquel paso imponente, que según él atemorizaba a los estudiantes pero en el chismografo de Lucy Whittmore fue el más mencionado en la pregunta "Autoridad más detestable".
El hombre ni recaería en donde los cuatro chicos prevalecían de no ser porque en ese momento sonó la alarma de Eddie que indicaba la hora de tomar sus medicinas. Todos maldijeron en voz baja cuando el altísimo hombre giró la cabeza en dirección a los botes de basura. Más cuando estaba a menos de un metro de distancia del bote en el que se encontraban Bill y Eddie se escuchó un grito al final del pasillo; su salvación.
— Subdirector Riggle. — Llamó la secretaria — Lo necesitamos en la sala de juntas. — Pidió en tono neutral pero después de un rato y caer en lo que él castaño oscuro estaba por hacer frunció el ceño y su compostura se convirtió en una más casual — ¿Qué hacía?
— Creo que oí algo en el bote de basura... — Dijo viendo a este desde lejos.
— Seguro uno de los chicos perdió algo ahí.
— Si... — dijo poco convencido — Más tarde mandaré a Martin a revisar.
Poco a poco su voz se volvía cada vez más lejana calmando los nervios de los cuatro chicos que ya cuando se aseguraron de que no había nadie salieron lentamente de la basura.
— Eso estuvo cerca... — Suspiró Stan aliviado.
— ¡Si Eddie! — Replicó Richie — Tus estúpidas pastillas casi nos matan.
— ¿Ahora es mi culpa? — Se señaló a sí mismo indignado el anterior nombrado — ¡Tú fuiste el de la idea de esconderse aquí!
Bill rodó los ojos ante la infantil pelea de sus dos amigos saliendo por fin de aquel estrecho lugar para así calmar los aires. El ojiazul recobró su anterior postura con un discurso algo ñoño donde el principal tema era que ellos ya eran mayores y no debían seguir con aquel ridículo temor por matones como Henry convenciendo a sus amigos de salir de aquel patético escondite.
Richie de igual forma continuó con su día algo incómodo y paranoico, podía sentir la mirada burlesca de Greta en sus espaldas pero el que siguiera con la cabeza puesta era señal de que aún no habría la boca y no sabía si aliviarse o preocuparse más.
Lo admitía, se lo merecía. Pero en su defensa el actuó por impulso y no se detuvo a pensarlo dos veces, ese fue el primer error, el segundo fue involucrar a Greta. Fue casi como ir a hacer un trato con la muerte sobre quién podría aguantar más la respiración. Agh, tampoco pudo evitarlo, cuando vio a Mat con un extraño en la biblioteca hablando animadamente sus celos lo hicieron actuar y que su mente creara un muy mal plan. Ingenuamente creyó que si creaba un problema entre Henry y Mathilda ellos terminarían y así el podría al menos acercarse sin que su trasero sufriera las consecuencias, más nuevamente cayó en la dura realidad de que eso nunca pasaría, todos lo sabían.
De tantos nervios y culpabilidad en su pecho las ganas de orinar se hicieron presentes en su sistema por lo que interrumpió la clase de ciencias impartida por el decrépito de Kestner o "La momia", como era más conocido.
En los urinarios pudo sentir nuevamente ojos encima suyo encontrando como responsable a un pelinegro de ojos verdes observarlo con desprecio. David, creía que se llamaba. De igual forma el más alto por pocos centímetros le sonrió burlesco y relajado haciendo que el ojiverde dejara sus asuntos dedicándole una mueca hastiada para luego ir directamente a los lavamanos acatando dicha acción con elegancia que desconcertaba a Richie que seguía mirándolo de soslayo.
¿Cuál era su problema?
Era un tipo extraño sin duda, nunca se le veía con nadie además de siempre tener aquella mirada de superioridad contra todos, pero bueno, no se metía con nadie y lograba pasar desapercibido o algo así.
Agitó la cabeza volviendo a sus asuntos sintiéndose un idiota completamente. Pensó en ir a disculparse directamente con ella pero tampoco quería lidiar con su odio. Solo le quedaba suplicar a alguna deidad que lo ayudara.
~ EDITADO
N; los recuerdos de mathilda y
henry no tendrán orden y se
presentarán dependiendo
los diferentes escenarios.
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