14 ┇Después de Betty

Caminaba apresurada por la fría noche de Derry, si tenía miedo, pavor. Con lo ocurrido con David no se sabía, después de lo de Claire se estuvieron dando varios asesinatos en Derry, ya hasta habían puesto toque de queda. Justo en ese momento estaba prohibido ir paseando por ahí a estas horas, pero el plan que tenía con Henry y Betty estaba desde antes y los tres ya estaban ansiosos.

Una vez en la biblioteca platicando con un chico llamado Ben Hanscom, solo por curiosidad y por hacer el acto de maldad comenzaron a leer libros de cultos y rituales satánicos. Se reían de la mayoría de las cosas por lo ridículas que sonaban, pero entre tantas paginas hubo algo que llamó la atención de Mathilda.

Era un ritual de relaciones eternas, tanto romántica como amistosa, no recordaba bien el nombre del conjuro pero se trataba de hacer un trío en la noche de Halloween, con velas rojas y palabras raras, tenía una lista junto una bolsa con todas las cosas que iban a necesitar. El fin del conjuro era de que con las personas con las que lo hagas tengan una relación eterna.

Mathilda no estaba segura si funcionaba pero lo que sí es que quería de sobre manera a Betty y Henry, eran su todo en el mundo. Junto a ellos habían sobrellevado altas y bajas. No imaginaba el mundo sin ellos.

Habían decidido hacerlo en la casa Neibolt, el conjuro decía que el acto debía ser cometido en un lugar donde antes haya registro paranormal. La casa Neibolt era muy conocida por eso, según contaban había fantasmas y el más sonado era el espíritu de un payaso. Además hace varios años ella fue testigo del asesinato de Danielle Perkins, la causante de todos sus problemas.

Sacudió la cabeza alejando los recuerdos de ese día. No quería arruinar su noche con eso.

Ella era alguien que creía en el ocultismo, fantasmas, demonios y Dios, estaba casi segura que su espíritu seguía ahí, murió de una forma horrible.

Otras veces ya había entrado y el ambiente era demasiado pesado y frío. Le daba escalofríos pasar por ese lugar. Por ello también aprovecharía esto para vencer su miedo más grande. Sonaba estupido pero según su psicólogo los miedos surgen de malos recuerdos y otra forma de no seguir atormentándose con ese recuerdo era hacer otro en aquel lugar.

Faltaban aproximadamente dos cuadras para llegar a su destino, cada quien llegaría por su parte para evitar menos sospechas y no crear mucho alboroto.

Hace varios minutos Betty le había llamado por teléfono diciéndole que ya iba a salir de casa, y por el hecho de que ella vivía más cerca creía que la adorable castaña ya estaba en la propiedad.

Se preparaba mentalmente para lo que iba a hacer, ella sin dudas ya no era virgen, ni ninguno de los otros dos participantes. Ella y Henry ya habían participado en tríos antes, uno fue con Patrick Hockstetter y el último hasta ahora fue con Daniela, una de las amigas seguidoras de Greta Bowie.

Al principio Betty estaba sumamente nerviosa, pero entre ella y Henry lograron calmarla y convencerla por completo, Mathilda también estaba un poco dudosa, si mejor amiga, si novio y ella íntimamente... A lo largo de su corta vida había tenido ideas mejores. Solo eso podría decir.

Un poco antes de concluir la segunda cuadra que le faltaba para llegar a su destino se encontró a la persona que menos esperaba en ese momento.

Stan Uris caminaba vestido de momia por la acera, y por lo visto el ya se había dado cuenta de su presencia ya que evitaba su mirada a toda costa.

Imagino que venía de pedir dulces, más sus amigos no lo acompañaban. En ella siempre quedo esa espina de duda con él. Aun había cierto... "algo" —por así decir ya que ni ella sabía que era lo que sentía por el — y nunca aclararon nada después de la terrible escena con Henry. Ambos habían cumplido, ninguno se volvió acercar al otro, está era una nueva oportunidad, y tal vez la última que tendrían.

Sin pensar lo riesgoso que era — ya que Henry estaría por el territorio en cualquier momento — Mathilda se dirigió a Stan ignorando que este hasta había caminado más rápido pero sin éxito ya que está lo alcanzo en un instante.

— ... Stan... hola

El judío pensó en todo, recordó los golpes de Henry y pensó miles de respuestas para alejarla... pero también para volver con ella, y después de todo dijo lo primero que se le vino a la mente.

— No quiero problemas Mat.

— Solo quería pedirte perdón, fue todo mi culpa, no debí meterme contigo teniendo a Henry — Stan nunca lo admitiría en voz alta pero eso si le dolió.

— Basta Mathilda — Evitaba verla a los ojos, no podría.

— Quiero estar bien contigo, solo...

— ¡No! — Stan ya no pensaba lo que decía, el miedo de que Henry llegara en cualquier momento era más grande que las ganas de decirle lo que tenía planeado desde el beso, algo que jamás saldría a la luz. — No quiero que me vuelvas a hablar en tu vida. —dijo frío.

— Stan... — susurro triste mientras se acercaba.

— ¡No te me acerques! — dio dos pasos retrocediendo — ¡No quiero saber nada de ti! ¡Me das asco! ¡Me repugnas! No me hables ni me mires, desde ahora somos completos extraños. Aléjate de mi.

Mathilda lo vio sorprendida y dolida, jamás creyó que aquellas palabras le dolerían tanto, era demasiado raro, no convivio lo suficiente con el como para que le lastimara cualquier cosa que haga o diga, pero así fue.

— Si así lo quieres — agachó la cabeza y dijo con dificultad debido al nudo que comenzaba a formarse en su garganta.

— Lo siento — susurro el de rulos para si mismo demasiado bajo esperanzado de que la chica no lo haya escuchado.

Pero si lo hizo.

Levantó la mirada confundida pero Stan ya estaba a varios metros de distancia a paso veloz.

Quiso gritarle y detenerlo pero por el cielo se dio cuenta que ya casi era hora de reunirse, era demasiado riesgoso.

Mientras tanto el chico quería girar, correr hacia ella y besarla nuevamente, solamente sentir sus labios una vez más, decirle todo, que a pesar de todo a él también le gustaba. Trato de imaginar su cara de confusión, ya que el nunca fue de dar señales de que a él también le gustaba, todo lo contrario y con esto mucho más. Pero era mejor dejar de hacerse ese tipo de ilusiones, lo hizo por el bien de los dos.

No era muy valiente, se refugio en lugar de decir sus sentimientos, pero también era por el bien de Mathilda, Henry estaba loco, no quería que le pasara nada.

Mathilda siguió dándole vueltas y vueltas al asunto.

Llego a la casa Neibolt, miro que no había absolutamente nadie, se extraño un poco ya que creyó que Betty ya estaría ahí pero no le dio mucha importancia, tal vez se retrasó en el camino y sin pensar mucho en el miedo que le tenia a esa casa se cento en la acera sin entrar completamente a la propiedad. Solo se sentó ahí a reflexionar sobre lo que acaba de pasar.

No quería seguir haciéndose ilusiones, por un microsegundo cruzo la idea de qué tal vez a el le seguía atrayendo — ni siquiera ella se tragaba la mentira de que la odiaba — aunque ahora lo dudaba, sus palabras sonaban muy firmes y no tenía idea de que pensar.

Siguió meditando por varios minutos, el tiempo se le estaba haciendo eterno, ninguno de los dos había llegado y ya no tenía mucha paciencia como para seguirlos esperando, por lo que optó por irse. Después de lo de Stan ya no estaba muy segura en querer hacerlo.

Se levantó y se sacudió sus ropas, al dar el primero pasó fue cuando se dio cuenta del silencio absoluto que había en el lugar, los grillos habían dejado de cantar, ni siquiera la brisa del viento.

Se desorientó ya que los seres humanos nos guiamos por el sonido, pero trato de mantenerse firme.

De pronto la puerta de la casa Neibolt emitió un chirrido escalofriante.

Volteo lentamente y está ya iba más de la mitad abierta, y seguía, como si alguien la abriera pero no había nadie en la entrada. Trago duro aterrorizada.

Estaba congelada de miedo, no podía moverse, respiraba de forma pesada, tenía la piel de gallina y sus manos sudaban excesivamente.

Y sin previo aviso ni filtro una figura humanoide muy parecida a Betty pero demasiado delgada, de piel gris y sin ojos con a cara demasiado alargada salió de la casa gritando

— ¡Ayúdame Mathilda!

No podía gritar, era la peor sensación en el mundo, tenía el grito atorado en la garganta, tampoco podía moverse, solo lloraba, quería correr y pedir ayuda, pero no podía.

Entonces despertó dando una gran bocanada.

— Mat... Mat... — la agitó suavemente su hermano menor, Charles.

Un niño casi idéntico a Georgi, por eso tenía mucha empatía con ese niño, le recordaba demasiado a su hermano.

— ¿Qué pasó, Charlie? — preguntó aturdida.

Estaba demasiado asustada, sudaba frío y miraba en todas direcciones esperando que esa cosa no apareciera.

Más que un sueño fue un recuerdo, todo aquella pasó en Halloween. Exceptuando lo de la extraña figura saliendo de la casa, no tenía idea de dónde salió, ella al ver que si novio y amiga no llegarían se fue.

Desde ese día había desaparecido Betty, se lamentó tanto no haberse quedado un poco más ese día. No tenía idea si desapareció antes o después de su llegada, eso se lo aclaró al oficial Bowers aquella tarde pero el no le creyó del todo, ahora la tenían muy vigilada en lo que se resolvía el caso, pero poco les faltaba para vincularlo con las demás desapariciones y David.

Eso la preocupaba más, si estaba en las garras de ese lunático no se podía esperar nada bueno.

— Estabas hablando dormida, por eso te desperté. — Lo abrazo.

— Solo fue una pesadilla, solo eso.

Entonces alguien abrió la puerta de su habitación; su hermana Yoselin.

Mathilda la vió resentida.

— ¿Qué quieres?

— Que cierres la boca, haz estado gritando toda la noche, son las malditas tres de la mañana.

— Déjame en paz.

— ¿Tuviste una pesadilla cierto? — miró con burla como abrazaba la almohada en su cama echa un ovillo. — Que lastima que Charlie ya no esté para consolarte... Ya duérmete — Dijo sin una pizca de compasión por su hermano fallecido.

Mathilda solo miro triste la almohada en sus brazos, tenía que aceptarlo, el ya no estaba.





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