10 ┇ El recuerdo de Betty
Movía su pie en círculos mientras sus dedos tamborileaban con nervios en la fría mesa metálica. Tenía la vista gacha evitando llorar, estaba aguantando las lagrimas desde ayer por la tarde. No le gustaba para nada que la vieran llorar, solo pocos habían tenido la oportunidad y por los acontecimientos anteriores no había estado sola en ningún momento, privándola así de su propio llanto.
Todo era silencio sepulcro hasta que se escuchó el rechinar de la puerta haciendo eco en la habitación. El hombre poco canoso y mirada cansada entró a la sala junto a Óscar Bowers; el padre de Henry.
El verlo a él solo aumentó los nervios de Mathilda, no quería ni a su propio hijo, siempre buscaba excusas para golpearlo. No quería imaginarse cómo trataba a los criminales si así trataba a su propia sangre.
Ambos hombres arrastraron las sillas y se sentaron frente a ella. Ya conocía este juego, el policía malo y el policía bueno, no había que ser un genio para saber quién era quien.
— Señorita Myers — sonrió amable el primer hombre.
— Comisario Rademacher... — dijo incómoda mientras se sentía las costras en su cuero cabelludo, causadas por lo mismo del asunto de los nervios. — Oficial Bowers — al segundo ni siquiera se atrevió a mirarlo.
— Tranquila Mathilda, solo te haremos unas preguntas.
Ella trago duro y carraspeo a la vez que se hacía para atrás en el respaldo de la silla.
— Creí que no se podía interrogar a menores — trataba de esquivar el asunto.
— Según testigos fuiste la última en ver a Betty Ripsom.
— Y según yo leí el espacio donde interroguen debe ser reconfortante para el menor... aquí me siento atacada, es muy agresivo el lugar — exclamó señalando el cuarto de interrogatorios.
Controlaba su voz y actitud. No se creía lista para hablar del tema ni tampoco quería exponer los hechos anteriores a eso.
— Según tenemos entendido, eran cercanas. — entrelazó sus manos sobre la mesa sin darle importancia a los comentarios sarcásticos de la que creía era una testigo — Te habría dicho su motivo desaparición, te exigimos que nos lo digas ¿se fugó con algún novio?
Se mordió el labio pensando en que más decir para evitar hablar sobre la desaparición de su mejor amiga hasta que al ver el gran espejo se forjó una idea en su mente.
— ¿Quién está del otro lado?
— ¿Disculpa? — preguntó el ex veterano, más conocido como "el padre abusivo de Henry".
— Si, allá —señaló el vidrio espía, donde los de otro lado podían verte pero tú a ellos no.
Ambos policías se miraron cansados, ya habían lidiado con ella antes, nunca en un asunto tan fuerte, lo normal era en peleas callejeras, pequeños robos o disturbios, pero ahora hablaban de desaparición y posible homicidio.
El oficial Bowers se relamió los labios dispuestos a sacar su mejor carta, su paciencia no era mucha y quería terminar con esa chiquilla lo antes posible; le estaba colmando los nervios.
— Y dime... ¿Cómo está Henry? —preguntó con maldad sabiendo perfectamente que ese era su punto débil, al igual que el de su tonto hijo.
Así fue como capturó enseguida su atención. Dejo de ver el vidrio para voltear abruptamente hacia el padre de su novio.
— ¿El qué tiene que ver en esto? Ni siquiera estaba cuando Betty desapareció — habló rápidamente hasta le sorprendería que le hubieran entendido.
— No lo he visto en días... tal vez esté con Betty ¿no te parece? — Siguió queriendo molestarla, no la conocía mucho pero si lo suficiente como para saber que era tonta e impulsiva, igual que Henry, por eso se llevaban tan bien.
La pelinegra comenzó a pellizcarse en la orilla de su dedo anular, si quería molestarla, lo estaba logrando.
— No, no está con ella. ¡Eso es imposible porque- — se detuvo de golpe al ver que estaba a punto de revelar la ubicación de Henry por esos días. Era su único lugar de paz para huir de su padre, si salía a la luz ya no tendría dónde esconderse.
— ¿«porqué» qué? — se inclinó intimidante hacia delante, era la hora del policía malo.
El comisario Rademacher prefirió no meterse al ver que las mañas del oficial Bowers estaban funcionando.
— Mira, linda— Mathilda sintió asco al que un borracho como el la llamara de esa forma— En estos instantes estoy muy molesto con mi hijo y tu — la señalo — me pones de peor humor, pero ¿sabes? Tal vez no sería tan duro con el cuando lo vuelva a ver si tú pones de tu parte en el caso. —Mathilda lo miro dudoso de sus palabras— Lo prometo.
Hubo silencio después de aquello. Ambos se miraban desafiantes viendo quién daría primero su brazo a torcer. Aunque no es como si ella tuviera muchas opciones, a aquellos policías les importaba poco o nada sus sentimientos y cómo estaba llevando la situación, ellos sólo querían respuestas y las querían ahora.
Mathilda tenía un debate interno entre sí soltar todo lo sucedido hace dos semanas, —pero más sobre los tres días antes de la desaparición de David— y también podía evitar que a Henry le dieran una golpiza o callar y evitar problemas. Aunque de los dos lados conseguiría problemas, unos más fuertes que otros...
Agh ni siquiera sabía porque lo pensaba, era obvio lo que tenía que hacer.
Soltó un suspiro pesado.
—... Todo inicio hace dos semanas cuando con Betty habíamos decidido ir a la casa de la calle Neibolt en Halloween...
Óscar Bowers sonrió satisfecho mientras se recargaba en el respaldo de la silla nuevamente y miró de reojo como el comisario anotaba toda la información posible del relato que les estaba contando la infante. Aunque no la soportara (tampoco a su hijo) era un hombre de palabra y no lo lastimaría por su desaparición esos días.
Ya después buscaría otra excusa.
( 🎈)
Bill cerró de un portazo su casillero sin tener en cuenta que su amigo de gafas estaba detrás de ese logrando asustarlo.
— D-demonios, ¿tú o-otra vez? Creí q-que tenias física — dijo rodando los ojos siendo que el, Stan y Eddie lograban deshacerse del bocazas unos minutos cuando le tocaba aquella clase.
Comenzó a caminar dejando al pelinegro atrás. Pero este de inmediato corrió detrás de él.
— La tenía, si — afirmó — pero la cancelaron, de hecho, cancelaron todas las clases por el resto del día — finalizó obstruyendo el paso del oji-azul.
— ¿E-es en serio?
—Sip — llegó a su lado Eddie — Todos los maestros estarán en junta de emergencia. Y no se ustedes pero yo no quiero ir a mi casa todavía —dijo negando con la cabeza.
— ¿Qué? ¿Temes encontrar a tu mamá en una orgía con los vecinos?
Eddie poco a poco se ponía rojo de coraje.
— Vives a solo dos cuadras —apretaba los dientes con fuerza— tal vez estén ahí tus padres también.
— Así tendrán un hijo entre los tres que será como nuestro medio hermano— bramó Richie con emoción y un brillo en los ojos.
Eddie iba a seguir respondiéndole pero la llegada de Stan (que había escuchado toda la charla) lo interrumpió.
— Si quieren podemos ir a mi casa. Papá está todo el día en la iglesia y mi madre va a clases de cocina a estas horas — miro su reloj para asegurarse estar en lo correcto, al ver que tenía razón se giró con una sonrisa hacia sus amigos.
Eddie asintió conforme a la idea, más porque sabía que Stan tenía bocadillos deliciosos guardados desde que su madre —cómo había mencionado antes el de rulos— estaba yendo a clases de cocina y dejaba muchos "experimentos" en la nevera. Comida que a pesar de no verse muy apetitosa, sabía fabulosa.
En tanto Bill y Richie lo miraron resentidos, aun no superaban al cien lo que había ocurrido con Mathilda. Pero por insistencias de Eddie terminaron por aceptar, con la condición de que también les dieran muchos bocadillos. A la madre de Stan no le enojaba aquello, al contrario, prefería regalarlos antes que desperdiciar comida.
Mientras que iban estos rumbo a casa del judío del otro lado de la escuela, justo en las jardineras de la entrada estaba la Bowers gang.
— Bueno, ¿y sabes qué pasó? — preguntó ansioso y angustiado este Belch.
Asintió rápido
— ¿Y nos lo piensas decir en algún momento? — casi gritó Patrick impaciente.
Henry por primera vez en los diez minutos que llevaban afuera se detuvo y miró a sus amigos.
— N-no lo se — tartamudeó y volvió a morderse las uñas.
— ¿Qué? —se levanto el más alto indignado— O sea nos estás diciendo que unos oficiales se llevaron a Mathilda, por algo que ya sabes ¿y no nos piensas contar?
Henry todo los ojos mientras bufaba. Patrick no tenía ningún derecho de reclamar nada, el de vez en cuando se juntaba con ellos no era todo el tiempo.
— Cierra la boca maldito marica —respondió tosco.
Patrick avanzó con toda la intención de iniciar una pelea pero Víctor se interpuso entre ellos a tiempo.
El es el amigo más "leal" de Henry y digamos "psicólogo" para cuándo el y Mathilda tienen problemas, siempre logra que los dos se contenten. El rubio sabe que su relación no es buena y que aveces se hacen más mal que bien pero también está consciente que sin el otro no son nada, estarían incompletos.
— Ahora no tiene caso pelearse. Henry, solo dinos lo qué pasó, ahora veremos cómo ayudar a Mathilda.
— ¡Es que no se qué pasó!— grito exasperado
—¿No que si sabias? —recriminó el de gorra.
— Es que... no estoy seguro —dijo en un suspiro, ahora lo que hacía era frotarse la frente nervioso.
El mismo vio cómo la patrulla se llevaba a Mathilda, ya tenían planeado saltarse clases, solo que no tenían previsto ese inconveniente.
— Tuve un inconveniente con mi papá y ya no pude llegar al lugar que habíamos acordado esa noche— dijo a nadie en especial— Solo espero que no sea lo que estoy pensando...
Temía que Mathilda dijera todo, absolutamente todo y si por error la policía llegaba a confundir las cosas ellos estarían en un gran problema, y peor aun si es que Mathilda no optaba por echarse la culpa con tal de protegerlo a él.
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