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Xiao Xingchen y Song Lan fueron los últimos de salir de la posada, uno de los dos discípulos se dió cuenta del semblante melancólico de su Sizhun.

"La charla no fue nada bien..." — pensó Lan Sizhui afligido. Se acercó a su maestro y le dedicó una suave sonrisa, este al notarlo sonrío de la misma manera solo para no ser descortés.

El maestro de ropaje negro ordenó dar comienzo a la partida, los dos discípulos adolescentes fueron por su detrás pero el disculpo mayor de los tres estaba al lado del blanco taoísta.

— Sé... — Lan Sizhui aclaró su garganta y habló en voz baja. — Sé que Xue Yang estuvo en su recamara anoche. — Xiao Xingchen subió su mirada sobresaltado. — No se preocupe, no diré ni una palabra ya que ordené que vaya. —

— ¿Por qué? —

— Pensé que era lo correcto, pero supongo que me equivoqué. Pido sus disculpas, Sizhun. — el menor de inclino hacia delante pero su maestro lo detuvo.

— En realidad, aquí entre nos... en el fondo de mi corazón anhelaba verlo antes de partir, pero a través de mis palabras solo cometí el error de herirlo... más de lo que le han hecho. — disimuladamente limpio una lágrima que se deslizaba por su pálida mejilla.

Es cierto, jamás le dió tiempo de hablar, solo el taoísta blanco se limitaba a juzgarlo.

Muy en fondo deseaba pasar la noche con él, acostarse y ayudarlo a descansar, pero su miedo aún estaba presente. Entonces le obligó a irse y que no lo buscará. Jamás.

Fue muy tonto.

— ¿Qué le dijo? — preguntó su querido y pequeño discípulo.

— Que siga su vida pero que yo jamás estaré en ella. — .

— ¿Y usted...? —

— Es vergonzoso hablar de mis problemas a alguien menor a mi. Controlo mi emociones pero está vez me es imposible hacerlo. — intenta reírse un poco.

— Ha pasado por mucho, Shizun. — y lo dijo al ver las manos del Doazhang temblar.

Xiao Xingchen sin querer volteó aún lado y divisó a dos personas conocidas a lo lejos, era Xue Yang y su padre bajando de la carrera y al parecer en busca de algo. Lan Sizhui dirigió su mirar a dónde su maestro se fijaba.

Xue Yang esperaba a su padre en la carreta pero también este ex delincuente buscaba a Xiao Xingchen. Si entendió que no lo quería ver, fue muy directo, pero ansiaba aunque sea verlo a lo lejos, ver su silueta caminar con elegancia y su cabello largo y sedoso moverse con gracia.

Lan Sizhui no era tonto y fue corriendo hacia su otro maestro, metió la excusa de  que su compañero La JingYi tiene un ligero dolor de estómago.

— ¿Ha? Pero no me duele- — de la nada un golpe dejó a pobre de discípulo sin aire. El responsable fue su competidor, Jin Ling.

Xiao Xingchen cubrió su boca con la mano sosprendido.

El discípulo mayor no espero que pasara eso, no lo creía necesario pero Song Lan Doazhang no lo pasó por desapercibido y regaño al joven.

— ¿Qué? Creí que con solo un golpe se mejoraría. — se defendió el de tunicas amarillas. — Pero resultó ser un débil. — cruzó sus brazos.

Lan JingYi abrazó su panza y fue llevado por su colega para que se siente en las escaleras de la entrada de una licorería.

— Song Lan Daozhang, iré con mi maestro por medicinas. —

— "Vayan con cuidado." —

El menor sonrío agarrando la muñeca del Daozhang blanco y llevandoselo con él.

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De tanto correr llegan a un angosto callejón, pide amablemente a su maestro esperar ahí.

Xiao Xingchen prudente acerca de los posibles riesgos que puede llegar a pasar si Song Lan se enterará acepta esperar y ser paciente a la llegada de Xue Yang.

Claro si acepta después de lo de anoche.

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Mientras Xue Yang baja de la carreta cansado de esperar a su padre, pensó que ese viejo ya tenía que haber vuelto. Va hacia donde su caballo negro y lo acaricia, ganándose con relincho de su parte haciendo reír al ex delincuente.

— Eres un bien chico. — en eso ve salir a su padre estrechando la mano con un conocido comerciante. Xue Yang deja a su animal. — ¿Por qué tardaste tanto? —

— Le pedí el favor de fijarse a tu madre mientras no estamos. Maso menos en tres días estaremos volviendo a casa. Jamás lo he dejado solo por mucho tiempo. — ambos se suben al transporte, su padre se sentía inquieto, Xue Yang también estaba en el misma situación, cualquiera podría lastimarlo.

Si se apresuraban, de aún abrir y cerrar de ojos ya estarían nuevamente con él.

Está buena racha jamás la desaprovecharía, desde que lo contrataron y aceptaron en sus vidas, todo iba bien, la gente venía y pedían muebles de cualquier tipo, ganaba dinero para esos ancianos y lo más importante ganaba los cariños de su Mǔqīn.

¿Volver al asesino que era antes? Ni soñarlo.

— Bueno. Vámo- —

— Disculpe. — interrumpió una suave  joven voz.

Tanto Xue Yang y su padre se fijaron quien era, y el ex criminal abril los ojos.

— ¿Que desea, muchacho? — hablo primero el viejo.

— Quisiera hablar con Xue Yang un momento. —

— Pues yo no tengo nada de que hablar, niñato. — agarró las correas de la mano de su padre pero Lan Sizhui lo toma de su muñeca.

— Xiao Daozhang lo necesita. — apresuró su hablar.

Xue Yang comprimió la correa con tanta fuerza, estaba cansado de ese jueguito del Daozhang.

De mala gana bajo de la carreta, su padre preguntó que a dónde va y este le respondió que no tardaría.

El joven discípulo se inclinó hacia delante despidiéndose con respeto y se fue detrás del hombre de túnica negra.

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Tarareando colocó la pava al fuego dejando que el agua hirviera, después fue al huerto trasero a sacar unas hojitas para su té. Volviendo, vertió las hojas dentro de la pava y esperó a que haga lo suyo.

Hasta mientras fue a la recamara de su hijo para limpiarlo o a tender la cama, pero las veces que los visitaba y se quedaba, el cuarto seguía intacto.

Al entrar e ir directo a la cama y al pasar la mano ahí, no se equivocó, es como si jamás haya dormido ahí y eso lo consumía en preocupación.

Poco después recuerda la conversación de su esposo. Le contó que cuando iba afuera a orinar, veía al jovencito sentado en las afueras de casa mirando la luna con demasiada tristeza, el ciego le preguntó si está era la primera vez que lo hacía a lo cual su esposo no supo que responder.

Su pobre bebé...

Unos golpes en la puerta interrumpieron sus pensamientos.

— Un momento. — dijo al salir del cuarto para averiguar quién era. Abrió la puerta. — ¿Si? —

La mujer volteó sorprendida de que alguien contestara.

— ¡Yo! Digo ¡Hola! — saludó sonriente, pero se da cuenta que tiene que dar una reverencia primero. — Muchos gusto, soy Luo Qingyang. —

— Bueno, ¿Que deseas, niña? — el ciego fue directo al grano, su hijo le advirtió que no todos son de fiar, que necesita ser más cuateloso con las personas que lo rodean.

— S-si ¡Si, claro! Bueno yo busco un puesto de trabajo. Fuí a la cuidad que está cerca de aquí y ninguno tiene un lugar para mí y pensé que tal vez... como mi última opción era venir para ver si encuentro un poco de suerte. —

El ciego abrió la puerta por completo y dió un paso adelante.

— Dame tu mano, jovencita. — este la tendió esperando la del menor, la muchacha confiada lo hizo.

El hombre la sostuvo y cerró los ojos concentrándose en su aura, solo unos segundo tardo para sentir que la jovencita era muy respetuosa, amable e inocente, no era un peligro para nadie.

— Siento que tienes un gran apetito de justicia. — dijo el anciano sonriendo.

— Woh! ¡Es cierto! — respondió feliz.

— Y presiento que tienes hambre. — sonrío de lado el ciego.

La chica toda roja de cara a cuello balsuseaba en buscar alguna respuesta, y de repente su panza comenzó a gruñir, ella tontamente se lo cubrió al ser descubierta.

El hermoso ciego la invitó a pasar y  ordenar que se siente en la mesa más cercana. Era temprano así que aún no llegarían los clientes o forasteros a su restaurante.

— El té ya está listo ¿Quieres unos pastelitos o algo, jovencita? — preguntó antes de retirarse a la cocina.

— Pasteles está bien, señor — la hermosa chica se sentó de piernas cruzadas en el suelo frente a una mesa cerca de la entrada.

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Caminaba de un lado a otro, acomodaba su cabello largo y sedoso, algunos mechones lo colocaba atrás de su oreja.

Pero la duda lo consumía, ¿Xue Yang vendrá?

Solo una vez, una vez para poder verlo, y si todo iba bien tal vez...

Su sonrisa lentamente se borró, ¿Qué pensó? ¿Tal vez darse una oportunidad? Cómo si fuera fácil.

Si Xue Yang sería visto por sus enemigos tendría dos opciones; morir por las manos de Song Lan o ser llevado ante la  Conferencia de Discusión, y esta vez decidirán una ejecución absoluta frente a todos los presentes, y Xiao Daozhang no podrá intervenir para que sea un castigo severo como lo requirió la última vez.

Maldición.

Su amor resultó ser prohibido.

Su pensar se interrumpen y sus súplicas fueron escuchadas cuando escuchó pisadas provenientes por su detrás.

No evitó volver a sonreír.

"Si vino."

— Xiao Xingchen Daozhang. — era una voz fría.

Traga saliva y lentamente al voltear la expresión en el rostro de Xue Yang mostraban un mal semblante, como si no quisiera verlo o si fuera una molestia.

A Xiao Xingchen le dolía, y mucho.

— Muy bien, me tienes aqui. — extendió sus brazos con tanta flojera. — ¿Qué quieres? —

— Verte antes de irme. — dijo susurrante, a lo que Xue Yang logró escuchar claramente.

Soltó una risa y coloca sus manos en su cintura.

— Vaya mierda. ¿Qué intentas, eh? Anoche me pediste que rehaga mi vida y  ahora me llamas como si nada con la estúpida excusa de querer verme. ¿Quién juega con quién? — le atacó fulminante.

— S-Si, sé lo que dije, pero de verdad deseaba verte. — le miró tímidamente

Oírlo hablar estremeció el cuerpo del ex delincuente.

"No, no caigas". — desvió la mirada. — "Pero se ve tan lindo mirándome asi..."

Oh rayos, era una lucha interna entre la razón y el corazón. Es entonces que se da cuenta que está temblando.

— ¿Xue Yang? —

— ¿Eso es todo? — indiferente y por más doloroso que se oiga, tenía que ser fuerte y no caer en sus encantos.

— ... — El de túnica blanca no esperó esa reacción. Agachó su cabeza. — Un... Un abrazo... por mi cumpleaños. —

— ¡Oh vamos Xiao Xingchen, escuchate! Me echas, ¿Y ahora anhelas un abrazo mio? — rascó su nuca estresado por esta situación. — Que el fastidioso de tu prometidolo lo haga, es su trabajo de atenderte no el mío. —

Debe irse, y rápido.

Su padre ya debe haber esperando mucho, y estár con Daozhang solo alarga su partida.

¿Pero como negarse a ver a Xiao Xingchen? Si era hermoso. Al que hombres y mujeres envidiaban.

Ahora ese hermoso hombre contenía las lágrimas, fue cruel hablarle de ese modo, ¿Pero qué mejor forma de hacerle entender que lo que dijo era cierto? Su ahora prometido debe encargarse de esos deberes, él no.

Ya no tenía energías para continuar.

— Mi padre me está esperando. Cuídate. — giro y se alejó del taoísta lo más rápido posible, si miraría atrás caería a sus pies.

Al ya no verlo, Xiao Xingchen se apoyo en la fría pared. Fue todo, lo intentó y era entendible el reaccionar de Xue Yang. El joven discípulo se acercó paso a paso para posicionarse al lado de su maestro.

Era momento de regresar.

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Entre el viaje, el viejo padre no hizo ni una pregunta desde que partieron de la cuidad, el cual agradecía.

Pero parece que habló demasiado rápido.

— Soy afortunado. — rompió el hielo.

Su hijo puso los ojos en blanco.

— No empieces, viejo. — gruñó

— Oh ¿Ahora soy viejo y no Fùqīn? — preguntó divertido.

— Como sea, ¿De que eres afortunado? —

— De tener al mejor esposo. — admitió orgulloso — Desde jóvenes nos hemos enfrentado a tantos obstáculos, hubo un momento en que queríamos separarnos porque los guaridas que él reconocía con solo escuchar estaban por toda la cuidad buscándolo, y había un pedido de captura a la persona que lo secuestró. Tu madre estaba asustado y me dijo que no quería que me hagan daño por su culpa, que su padre no tendría piedad y me ejecutaría. — logró llamar la atención del menor.

— ¿Que sucedió? —

— Fue una noche hermosa, fue la primera vez que nos entregamos a pesar de lo que pasaba afuera, y al día siguiente cuando desperté, ya no estaba... —

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Corría por el húmedo y barroso bosque, mis botas estaban embarradas, se me dificultaba avanzar y para el colmo la lluvia volvía borrosa mi visión.

No tenía idea del momento en que él decidió marcharse, se suponía que lo superariamos juntos.

Él no conocía nada de los sectores del bosque, podía haber trampas, delicuentes o que sabe que más.

Hasta que escuché un grito. Era él.

No iba a darme por vencido, corrí hasta llegar a un acantilado, y en el lugar lo encontré pero no solo, había un hombre robusto y barbudo.

Le exigía que lo soltará, que lo estaba lastimando, pero no me hizo caso, solo le apuntó con la navaja en su cuello y me ordenó que me vaya, que no eran asunto mío.

Entonces le grité a tu Mǔqīn que el punto débil de un hombre es abajo y al escucharme no lo pensó dos veces y lo pateó. El hombre se retorció y por suerte él se safo de su agarre y vino hacia a mi.

Ese sujeto no se iba dar por vencido, se dirigió hacia nosotros y...

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— ¿Fùqīn? —

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Tuvimos un enfrentamiento, me hirió en el hombro y yo al caer alcancé a coger una piedra, se me abalanzó, yo tomé la oportunidad y lo golpeé a un costado de su cabeza.

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Su hijo tocó su hombro.

— Muchacho, yo no tenía la intención de hacerlo. —

— Y yo no tengo el derecho de juzgarte. ¿Qué pasó? —

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Cuando lo ví retorciéndose en el suelo me levanté y aún teniendo la piedra en la mano y sabiendo que esto no se terminaría jamás comencé a golpearlo una y otra vez. Tu madre me pidió que me detuviera y al escucharlo reaccioné, me ví las manos manchadas de sangre...

Yo maté a ese sujeto, lo maté y por primera vez me sentí asqueroso conmigo mismo, únicamente pensé en la seguridad de mi amado y nadie más.

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— Fue defensa propia. — dijo el menor

— Hijo- —

— ¡No, tienes que escucharme! Sé lo que se siente matar a alguien, maté toda mi vida y lo hice por diversión, me convirtieron en ese ser despreciable, y mi único propósito era matar, nada más. Pero tú, tú lo hiciste en defensa propia, eran ustedes o ese maldito hijo de perra. ¿Ibas a permitir que ese desgraciado te lo arrebatara? —

— ¡No! — respondió de inmediato su padre.

— Entonces está bien, imagínate las cosas que le hubiera hecho si se salía con la suya... Fùqīn, lo salvaste. — sonrío el menor.

— ... — el mayor cerró los ojos, suspiró y finalmente asintió. — Lo salve. —

— Eso. — colocó sus brazos detrás de su cabeza. — ¿Que sucedió con el cuerpo? — le dió curiosidad preguntar.

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Lo tiramos por el acantilado y nos fuimos, en el camino ví a un hombre muerto, supuse que el hombre estaba en el lugar y el momento equivocado al toparse con ese sujeto. Tuve la idea de que para que esto terminará y dejarán a tu madre en paz, le pedí que se quitará la ropa mientras yo le quitaba sus prendas al cadáver.

Hice que crean que estaba muerto.

Y no fue fácil pero funcionó.

A los pocos días dieron la noticia que el hijo de la familia real perdió la vida junto a su prometido.

Ha. Oírlos dar esa noticia me daba ganar de reír, la familia no quería decir la verdad y la ocultaron diciendo que murieron por amor.

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La historia llegó a su fin.

— ... — ahora entendía el cariño de su madre al no juzgarlo primero. Estás personas eran grandiosas, guardaron ese secreto por años y por todo siguieron juntos. — ¿Por qué, por qué me lo cuentas? —

— Somos familia. Aunque seas un dolor de trasero, muchacho. — ambos rieron por el comentario. — Pero también para decirte que, no importa los obstáculos que aparezcan por el camino, tu puedes superarlo. Mírate como has progresado, ¿No te sientes diferente? —

— Pues... me siento relajado, me gusta la vida que llevo a ahora junto a ustedes, pero también me gustaría estar con la persona que amo, pero no podemos. —

— ¿Mm, por qué? —

— Él no puede olvidar lo que hice, tiene mucho miedo y para joderlo aún más  está comprometido con un muerto viviente. — baja sus brazos y tomar la pequeña vasija con agua.

— A-Ah, Oh. — no esperó escuchar algo tan extraño. — ¿Y lo ama? — preguntó, el ex delincuente encogió sus hombros.

— No me lo ha dicho con exactitud. — se limpia el líquido de la boca con su manga. — Como quiera. Es su vida ahora. —

— Tu madre y yo luchamos mucho para estar juntos, nunca nos dimos por vencidos, había personas que envidiaban nuestra felicidad ¿Y nos detuvo? Por supuesto que no. Cuando una ama verdaderamente lucha hasta al final. — le dió un golpe en la cabeza del menor.

— Oye! —

— Aún son jóvenes, tienen mucha vida por delante, pero viven en el pasado y no los culpo, debió ser duro. — detuvo al caballo. — Mira, nadie es perfecto en esta vida, cada ser humano comete errores, pero si se ama verdaderamente superarán todo lo que se le interponga. — acarició la cabeza de su hijo. — No vivas en el pasado, el pasado quedó atrás, muchacho, enfócate en el ahora, en tus logros y metas. — dudando hizo algo que jamás pensó hacer, abrazarlo — Hijo, tu madre y yo no seremos eternos, algún día tendremos que partir, es la ley de la vida y ya lo asimilamos, pero provecharemos el tiempo que nos queda cuidándote y brindándote el amor que antes no pudiste tener pero también deseamos verte feliz. —

A Xue Yang le picaban los ojos. Correspondió el abrazo con fuerza.

— Si de verdad piensas que debes abandonar tu amor hacia esa persona, lo respeto, pero eso no significa que te cierres, date un oportunidad. — deshizo el abrazo.

Xue Yang quedó pensativo, tal vez tenga razón, por ahí en algún lugar había alguien a quien cuidar y amar.

Pero... pensarlo le dolía.

Sea con quién esté, amará eternamente a Xiao Xingchen.

— Creo que venderé la cuna. — soltó de la nada. — Formar una familia es demasiado temprano para mí. —

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