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Casi un año pasó rápidamente, la casa de la cuidad Yi estaba siendo redecorada; los techos estaban limpios y pintados de color negro, la puerta principal nuevamente hecha y pintada de color caoba oscuro, las paredes eran de color blanco.
Xue Yang ganaba ahora lo suficiente para transformar esa casa es algo alegre y feliz para Xiao Xingchen, los muebles eran hecho por él mismo y tiraba los viejos, los ataúdes eran deshechos para dar más espacio.
Faltaba revocar las escalera principal de la entrada y después pintar la casa por dentro y por fuera. Xue Yang tenia planeado en hacer la recámara de ellos arriba y frente a ella la del mocoso para tenerlo cerca. Como tenían balcón posiblemente se vería mejor.
Imaginar a Xiao Xingchen sentando en la mecedora con el bebé en brazos lo hace sacar una sonrisa de idiota.
— Nuestra cama deberá ser grande — dijo en voz alta.
— A-Yang, deja de holgazanear. – Ah sí. El viejo ciego se ofreció en ir a su casa para ayudarlo.
Xue Yang le dio una tarea fácil de limpiar los vasos y pequeños jarrones, solo para que no haga nada peligroso y se mantenga sentado.
Xue Yang río y se acercó muy alegre.
— Mǔqīn! — Se sentó en el suelo justo a su lado. Su Mǔqīn se rio y subió su mano para acariciar su mejilla.
En ese tiempo Xue Yang se atrevió en llamarlos padre y madre. El ciego estaba radiante de felicidad, y su esposo, bueno, aún le costaba acostumbrarse y le respondia diciendo "Mocoso idiota", pero muy en el fondo de su corazón lo aceptaba.
— Hijo, fijate si la sopa está lista. — le pidió amablemente.
— Mmm! Esta bien. Pero acuérdate de darme dulces cuando termine. — Xue Yang se levantó y se retiró.
— ¡Si es que terminas la sopa, sino no, jovencito! — Esa era la vida de Xue Yang ahora, lejos de todo lo que en un principio conoció.
Agradecería toda la vida a esos dos viejos quienes tendieron su mano a la buena y cálida vida.
Ya no necesitaba de su espada.
Todo quedó en el olvido.
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Habiendo terminado la gran mayoría de las tareas, Xue Yang ofreció llevar a su Mǔqīn de nuevo a su hogar, ya que si no lo hacía su fu qin le estaría esperando con una buena remienda.
Su medio de transporte era una carreta, la encontró abandonada en el fondo del taller del mayor de los ancianos, Fùqīn le dijo que no le servía para nada y si lo quería lo podría usar, solo que necesitaba unas refacciones.
Xue Yang la arregló en pocos días.
Del caballo, bueno, tuvo que regatear por uno contra un vendedor, ese malnacido por más que no alimentaba al animal, lo vendía a un precio muy alto. Xue Yang cabreado por las condiciones del equino y mostrando su típica sonrisa, tomó al vendedor del cuello y con la otra mano le apuntó con la navaja. No hacía falta decir nada ya que el hombre se había meado encima, lo dejó irse sin llevarse al caballo. Desde entonces lo alimentó y cuidó bien con ayuda de sus padres.
Volviendo al presente, Xue Yang subió primero a su Mǔqīn, lo acomodó y luego subio él. Agarró la correa del caballo y le dio la orden de partir.
Llegaron a la cuidad pero todavía había que pasar por ella para llegar a su hogar, su Mǔqīn solicitó parar para ir a comprar unos bocadillos, Xue Yang refunfuñando aceptó.
— Bien. Yo iré. ¡Pero espérame, no bajes! — descendió de la carreta y se marchó. Conocía el puesto de buenos bocadillos, a sus padres le gustaba comprar de ahí de vez en cuando.
La multitud era inmensa, chocaba un par de veces con la gente pero nada de eso le molestaba. Mientras tanto, el hombre ciego olvidó decirle a Xue Yang que comprar unos medicamentos para su padre, su marido ha estado con dolores musculares desde ayer, no tuvo otra opción de desobedece a la orden de su hijo. No estaba lejos, ya que podía escuchar la voz del vendedor de dulces cerca, significaba que la tienda no estaba muy lejos. Con mucho cuidado bajo de la carreta, iba a ir todo recto y doblar a esquina, volvería antes de que su hijo llegué.
Contaba los pasos que daba, era una manera de guiarse al regresar también. Cuando llegó a la tienda, el vendedor justamente estaba en la puerta y al visualizar al ciego le saludo con una gran sonrisa y lo ayudó a entrar.
— Mi cliente preferido ¿Otra vez andando solo en la cuidad? — le pregunto el comerciante.
— Aunque es una costumbre mía, ahora no, mi hijo vino conmigo. — le contesto palmeando la mesa con sus dedos.
— ¿Tu hijo? No sabía. —
— Si, pero me escape un rato. Me acordé que quería comprar algo para los dolores musculares. — dijo el hermoso ciego. El vendedor se colocó al otro lado de la mesa buscando lo que le pidieron.
— ¿Para tu esposo? ¿Ese gruñon sigue trabajando, qué no se jubiló? — ambos mayores se rieron animadamente.
— Pues desde que mi hijo llegó, ambos están en el taller, es como si él hubiera rejuvenecido, pero siempre hay algo en contra. — le explicó.
— Los dolores. — afirmó. — A nuestra edad es común, solo nos queda cuidarnos. ¿Pero cómo explicarle a ese cascarrabias? — colocó un frasco y un pote en la mesa. — Tengo en pastillas y en ungüento... —
— Detesta las pastillas. — hablaron al mismo tiempo.
— Ungüento será. Lo envolvere para ti.— En eso alguien más entró a la tienda. — ¿Mmm? Oh hola ¿Que le puedo ofrecer? —
El ciego sintió como la otra persona se puso casi cerca suyo.
— Buenas, estoy buscando un ungüento para quemaduras. —
— ¿Grave? — pregunto el comerciante.
— Oh no no. Es superficial, lastimosamente uno de mis discípulos tuvo un pequeño accidente y mi ungüento se terminó y como llegamos a esta ciudad aproveche en buscar otro. ¿Tendrá? —
— Si, si tengo. ¿Cual quiere? —
— ... ¿Cu-Cuál quiero? —
— Pues si hay muchos. — levantó la ceja. El desconocido quedó pensando.
— El de aloe vera es la mejor opción. — interrumpió el hermoso ciego, el nuevo lo miro curioso. — Sirve para muchas cosas, es muy efectiva en caso de quemaduras. — le hizo una señal al vendedor y este asintió para buscarlo.
Terminaron las compras y el ciego de despidió del vendedor. Ambas personas ya estaban fuera.
— Muchas gracias por su ayuda, mayormente las hago yo pero no pensé que habría otras. — se rió nerviosamente.
— ¿Dijiste que uno de tus discípulos de lastimo? —
— Si, pero cómo dije no es nada grave, fue una dentro de una cueva, se quemó con la antorcha al resbalarse. — dijo el desconocido.
— Oh que susto. — dijo el ciego preocupado.
— Si que lo fue, soy el responsable de que nada les pase pero parece que ya no soy bueno en eso. — se notó por la voz del hombre que estaba abatido.
— Oh cariño, no somos superhéroes para evitar accidentes pero si aprendemos a hacer más cautelosos. De eso se aprende ¿No? — rió suavemente y el otro afirmó que sí.— No seas duro contigo mismo, de seguro tus niños se sentirán mal por verte así. —
— Tiene razón, mi discípulo está afligido porque piensa que arruinó la misión y que estoy decepcionado de él. —
— Pues hazle saber que no. — mete su mano dentro de la manga de su túnica color salmón y saca unos cuantos dulces. El hombre al saber la intención se negaba muchas veces. — Aceptalos. Los alegrará. —
— De nuevo muchas gracias, me hizo bien platicar con usted. ¿Cómo puede ser tan confiado con un desconocido? Sin ofender. —
— Puede que sea ciego pero puedo sentir a través del toque que eres alguien pacifico, inocente y puro. Pero puede que toda ingenuidad traiga muchos problemas. — el desconocido hizo una pausa muy larga ante ese comentario acertado.
— Como si no lo habré pasado... — murmuró muy bajo pero el ciego lo escucho.
— ¡Cierto! ¡Mi hijo ya debe haber terminado de comrprar, oh dioses, no le gusta que camine solo! Me va a regañar. Vete con cuidado, cariño. —
Aunque el desconocido se ofreció acompañarlo, este lo rechazó con gentileza y le pidió que vaya con sus discípulos, entonces se despidieron y fueron por caminos separados. Ciertamente el ciego se sintió mucho mejor ahora, aquel sujeto era tan gentil y educado. Si Xue Yang lo conociera tal vez le ayudaría en formar una relación. Esa es la clase de hombre que quería para su hijo, pero este está empeñado en estar con la persona que le trae locamente enamorado.
Suelta una risa baja mientras niega con la cabeza. Aunque una parte de él también quiere conocerlo y ver a su hijo feliz de una vez por todas.
— ¡Ahí estás! — su hijo se acercó a su madre molesto. — ¿Tienes idea de lo asustado que estaba por no encontrarte? ¡Casi pateó un puesto y el trasero de alguien! —
— Sabes que está mal que hagas eso. ¿,Compraste los bocadillos, hijo? — mostró su sonrisa. Xue Yang lo fulminó con su mirar y termino rindiendose.
— Aiya, Mǔqīn! No me hagas eso. — lo abrazo escondiendo su rostro en el cuello de su madre, este acaricio su espalda suavemente.
— Oh ya ya~. Lamento irme sin avisarte, es que me olvidé pedirte ir por medicamentos. — le susurro.
Su hijo hizo un puchero y se apretujo más a su madre, quien solo reía por su actitud.
Decidieron irse ya, el sol se ocultaban comenzando a teñir el cielo de naranja y salieron de la cuidad con destino a su humilde hogar.
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Pero a lo lejos, la verdad no contaban con alguien quien quedó estupefacto al ver a dicho hombre asesino abrazando a un ciego con tanto cariño. Su boca estaba entre abierta y sus bellos ojos mostraban horror y miedo, no era incapaz de reaccionar por el acontecimiento reciente.
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Después de una charla amigable con el dicho ciego, Xiao Xingchen regresaba a la posada donde descansaban sus discípulos. No se había dado cuenta que sonreía al caminar, fue muy agradable y tranquilizador.
Cuando cruzó el puente para pasar el otro lado se detuvo a la mitad del camino, ya que un sujeto choco contra su hombro y provocó que bolsa cayera de sus manos saliendo pequeño pote que compró de esta. Rápidamente lo cogió y la limpio.
Pero algo andaba mal, porque al leer bien, ese frasco era para dolores musculares y no para quemaduras como le indico.
— Oh no. — se dió cuenta tanto el ciego como él se equivocaron de bolsa. Tenía que volver por dónde vino sino lo perdería.
La caminata del Daozhang fue apresurada, constantemente se disculpaba con la gente al chocarse. ¿Cómo no prestó atención antes? "Ojalá que el hombre no se haya ido." Pensó esperanzado.
Se detuvo, miró de un lado al otro buscando a la persona y para su suerte lo vio al lado de una carrera, su vestir era única y resaltaba su resplandor. Sonrío aliviado y al dar un par de pasos otro hombre se acercó para abrazarlo.
— "Ha de ser su hijo como me contó" — era un acto cariñoso para su vista, al ver que de separaron, la sonrisa de Xiao Xingchen lentamente se borraba de su blanco rostro.
Era Xue Yang. Xue Yang abrazaba a aquel ciego con tanto amor, como si se hubieran conocido desde hace tanto tiempo.
Su boca estaba seca. ¿¡Acaso era otra de sus mentiras?! ¿¡Engañaba a ese pobre ciego para después destrozarlo como lo hizo con él!?
Se suben a la carreta y se van.
A Xiao Xingchen le temblaban las piernas y sus lágrimas empezaban a bañar su preciosas y delicadas mejillas.
— Esto... no es posible... — apenas susurraba.
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Pero algo estaba decidido. No iba a permitir que Xue Yang se saliera con la suya.
No está vez.
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Pidió a los niños que no salgan de la habitación hasta que él vuelva de una pequeña y nada peligrosa misión. Por supuesto que ellos insistieron en acompañarle pero este le negó hacerlo, les dijo que esto lo tenía que hacerlo por su cuenta pero absolutamente nada le pasaría
— Pero, ¿Y su prometido? — pregunto el joven Lan Sizhui al terminar de curar la mano de su compañero Jingyi. — Él nos pidió que lo cuidaramos como tú a nosotros. —
Xiao Xingchen aún no se sintió incómodo ante esa etiqueta. Después de tantos intentos, Son Lan se comunicó telepáticamente.
— Shizun. — hablo con respeto su otro discípulo de los Lan — ¿Que hacemos si Song Lan Daozhang regresa? Estará molesto. —
— No se preocupen, prometo que regresaré. — luego acaricio las cabezas de los dos jóvenes con suavidad. Necesitaba respuestas y está oportunidad de encontrarlo no la desaprovecharía.
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Preguntó al vendedor sobre el paradero del ciego con quién estuvo hace rato en su tienda, obviamente este sospechaba sobre esa interrogación, entonces metió la excusa de que se equivocaron de medicamentos y necesitaba devolverlo.
Respondió que tenía que irse hasta el final de la cuidad, de ahí tiene que caminar recto hasta encontrar una acogedora casa, es la única casa que está apartada de aquí, que mayormente los viajeros se meten ahí para comer y descansar. Xiao Xingchen agradeció su cooperación y se marchó de ahí.
Xiao Xingchen se cubría con una capa muy larga y negra de terciopelo con capucha. Debió haber comprado una linterna, el camino estaba oscuro y la única iluminación era la luna pero muy sombrío para su mala suerte.
Era cierto que esa casa era muy apartada de la cuidad. Temía por esa persona. Se imaginaba cosas horrorosas que Xue Yang había a ese pobre anciano, pero... pero ¿Y ese abrazo que presenció? El señor no mostraba miedo, pavor, nada.
¿Qué estaba ocurriendo?
Detuvo su paso a una distancia favorable, pudo distinguir la casa, aún las luces estaban encendidas pero vio que dos ancianos meter sillas y mesas, uno de ellos era con quién converso en la tienda. No se observaba que corría peligro.
De pronto dió su aparición Xue Yang, esta vez no se quedaría callado, pero a punto de gritarle, vio a el asesino correr hacia el ciego y quitarle de las manos las sillas que sostenía, el ciego rió y acaricio su mejilla. Así fue hasta el último objeto era metido dentro del hogar.
Ahora estaba confundido, no lo lograba entender nada.
Capaz... capaz se hace pasar por alguien que no es, como lo hizo con él desde un principio, le hizo creer que todo era perfecto y al final... sucedió lo que sucedió...
¡No iba a permitirlo!
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No sabe cuántas veces suspiro. Se escondió detrás de los arbustos, lamentaba no tener su espada en mano pero todavía no estaba preparado mentalmente.
¿Cuánto tiempo paso? Ahora las luces se apagaron, era su oportunidad. Se colocó su capucha. Fue con calma, a pasos cautelosos y respiración controlada.
Necesitaba sacar a esas personas de ahí, ¿Pero cómo lo haría?.
Subió las primeras escaleras de la entrada, al pisar se detuvo al escuchar un crujido, sudaba frío, piso a otra parte y continuó hasta llegar a la puerta.
Entendió que al meterse a la casa de alguien estaba muy mal, no era correcto, pero fue por una buena causa. Salvarlos.
Para su suerte la puerta no estaba del todo cerrada, le sorprende que esta gente tenga confianza al vivir en una zona bastante silenciosa.
Entró, divisó que lo primero que vio era una gran sala, las mesas estaban acomodadas, tenía que ir más a fondo, debía suponer que sus habitaciones estarían allí. A cada paso más miedo tenía. Aparto la cortina, se encontró con un pasillo y frente a este estaba un cuarto.
— ”Deben estar ahí." — pensó.
Al andar no sé dió cuenta que pasó por una habitación abierta y oscura, y dentro de esa habitación una cama estaba limpia y sin una arruga.
Xiao Xingchen ya estaba por llegar e iba a empujar lentamente la puerta pero, alguien lo agarro por detrás de su cabello y obligó a caer con brusquedad hacia el suelo boca abajo. El taoísta atontado por el golpe gatea, el ruido fue despertando a los viejos y unos de ellos gritó el nombre del asesino, como si le hubiera pasado algo.
— "¿Dijo Xue Yang? No, no. Están mal... el es malo. Tienen que correr." — pensaba al continuar arrastrándose hacia la puerta principal, sus lágrimas volvieron a aparecer. Debía escapar. Tenía miedo.
— Te atreves a entrar a la casa de mis padres — la voz de Xue Yang le dió un escalofrío por todo su cuerpo.
— "¿Padres?" — Xiao Xingchen.
En eso los viejos salieron, asustados por lo que pasaba.
— ¿Te das cuenta que no saldrás vivo de aquí, sabandija? Haré que pidas piedad por lo que estoy a punto de hacerte. — ahí estaba la risa desquiciada del sujeto, esa risa que escucho antes de quitarse la vida.
— Hijo, no le hagas daño. — el ciego se interpuso y se acercó al ex asesinó agarrando de su brazo. — ¡Deja que se marche, ya aprendió a no meterse en esta casa! —
— ¡Disparates! ¡Si algo le hacía a ustedes yo- — paró de hablar. Si algo le pasaba a ellos... sus padres asesinados, sangre por todas partes, perder a las personas que le brindaban lo que jamás tuvo en tu maldita vida... Miro con rabia al hombre en el suelo.— ¡Te mataré! —
— ¡Xue Yang, no! — grito su madre.
El ex asesino tomó el navaja de su cintura, con una rapidez puso encima de él y le dió la vuelta, elevó el arma hacia arriba y cuando estaba a un centímetro de clavarle la navaja por su frente, la capucha que cubría el rostro del ladrón cayó hacia atrás revelando su identidad.
Todo a su alrededor quedó en silencio, Xue Yang quedó petrificado, su cuerpo tensó, su rostro mostraba angustia, la mano que sostenía el arma casi cerca del rostro del hombre que siempre amó, temblaba.
Lagrima tras otra caiga por el rostro de su Daozhang, este estaba igual. Sus miradas estaban fijas entre ellos.
¿Que mierda estaba por hacer? ¿¡Qué mierda estaba por hacer?!
La realidad fue volviendo.
Su padre se colocó por detrás de su hijo y lo aparto del otro con celeridad, no iba a permitir que haya un homicidio en su propia casa.
— ¿¡Qué rayos pasa por tu cabeza, muchacho!? — lo sujetaba por debajo de sus axilas.
— Yo... Yo... —
— ¡Estamos bien! ¡Reacciona, hijo! ¡Tu madre está asustado! — gritó su Fùqīn cabreado por ver a su esposo en ese estado de desolación. Xue Yang lentamente lo miró, era cierto, su madre nadaba en lágrimas por todos esos gritos y golpes, cubría sus oídos con sus manos suplicando que ya pararan.
Volvió a mirar su Daozhang, este también lo miraba con miedo.
— No me mires así... pensé... yo pensé- —
— Sigues siendo el mismo. — la voz de taoísta era de decepción. Se levantó con dificultad pero no dejó de mirarlo.
— ¡No! — apresuró en hablar. — ¡Estás equivocado! ¡Pensé que querías matarlos, era obvio que yo atacaría! —
Xiao Xingchen sacudió su cabeza en negación.
— ¿Salvar? ¿Tú qué sabes de salvar? ¡Solo juegas con la gente, los utilizas hasta que te aburres y los matas! —
— ¡Ya basta, Xiao Xingchen! —
— ¡Yo quiero salvarlos de un asesino despiadado como tú! ¡No volveré a cometer el mismo error! —
— Xiao Xingchen, te sigo amando... Te sigo amando más ahora. — su voz se quebraba pero sonreía levemente. El taoísta se tragó sus palabras, fue inesperado escucharlo. Lo negó de nuevo.
— A-Ahora es salvarlos de ti. ¡Vine a salvarlos y contarles la clase de hombre que eres! — miró a ambos ancianos. — É-Él es un asesino, mató a mucha gente, no tuvo piedad de ellos y jugo también conmigo cuando no podía ver, me engañó día tras dia. —
— Daozhang... —
— ¡Ya cállate! ¡No mereces mencionarme! — desafortunadamente lloró frente a ellos. — ¡Tú-Tú mereces ir a pagar por tus crímenes, si te sentencian a muerte es mejor para tod- — no sé espero que alguien le diera una bofetada en su mejilla, todos quedaron sorprendidos. Xiao Xingchen pausadamente se fijó en el anciano ciego. — ¿Qué- —
— No permitiré que mi hijo sea sentenciado a muerte. Sé que cometió las muertes más terribles en toda su vida y lo escuché del propio Xue Yang. Lemento todo lo que hizo a gente, pero esa gente le hizo tanto daño, no sé justifica pero todo se paga y a él le enseñaron a ser un asesino, lavaron su cabeza a tan joven edad. Es mi hijo y no permitiré que me lo arrebaten. Lo paga cada día. — sollozó. — merece una oportunidad, nunca supo lo que es amor y nosotros de lo brindamos. Po-Por favor no me lo quites — palmeaba las manos del taoísta y las apretaba fuerte.
No podía creer lo que escuchaba ¿Quienes son? ¿Por qué perdonan a Xue Yang sabiendo sus fechorías?
— Xiao Xingchen... — la voz llamó su atención.
— Ne-necesito salir de aquí... — se soltó y se salió de ahí, no soportaba estar un segundo más en esa casa. Xue Yang se fue detrás de él gritando su nombre repetidas veces. — ¡DEJAME TRANQUILO! ¡DESAPARECE! —
— ¡No me dejes, Daozhang, no me dejes otra vez! — no iba a darse por vencido, no lo dejaría partir de nuevo. — ¡Te amo! — No saben cuánto tiempo estuvieron corriendo hasta que el taoísta tropezó y cayó. Esa declaración lo tomo desprevenido. Xue Yang lo alcanzó y lo tomo por su hombros.
— ¡No te atrevas a tocarme! — intentaba apartar sus asquerosas manos de su cuerpo. — ¡Suéltame! —
— ¡Te amo te amo, Daozhang!— esta vez lo abrazo por detrás. Xiao Xingchen miro a otra parte. — Volviste a mi. —
— ¡Estás muy equivocado, vine a advertirle a esa gente lo que eres en realidad! ¡Pero parece que ellos están manipulados por ti! — lo acusó.
— No, no, estás mal — habló bastante rápido y sonrío — ellos saben quién soy porque les conté la verdad. No he matado gente, Daozhang, te lo juro. ¡Además! Se cocinar, ¿Escuchaste eso? Se cocinar y eso que antes no lo hacía, además limpio, soy de mecero, y algo que no podrás creer, soy un carpintero... hago muchas cosas... — espero que el otro dijera algo, que lo felicitara, lo que sea. — Daozhang, mírame... por favor... mírame — pego su frente contra el costado de la cabeza del taoísta cerrando sus ojos. — Dime que hago las cosas bien, felicítame, Xiao Xingchen. —
Escuchó un sollozó del asesino, Xiao Xingchen también lo quería hacer pero no merecia ni una lágrima más. ¿Que tal si ahora estaba mintiendo? Xue Yang era una caja de misterios, nunca sabía lo que pasaba por su cabeza.
— ¿Po-Podemos volver? — volvió a hablar el ex delicuente. — Están preocupados, fue una noche bastante cansadora. ¿Mm? —
El Daozhang suspiró sin atreverle a mirar.
— Debo volver. — sus ojos estaban pesados y rojos.
— ¿Volver? Oh bueno, te acompaño, nos quedaremos en una de las posadas sino estás cómodo aquí. — beso su hombro, Xiao Xingchen se estremeció.
— Necesito volver con mis discípulos, si saben que estás aqui... — no termino de hablar. — Solo déjame ir. También estoy cansado... No quiero volver a verte —
Xue Yang se alarmó y lo apretujó más.
— Entonces vamos a dormir en pleno camino, no sentirás frío porque no dejaré de abrazarte, soy cien por ciento caliente que una chimenea. — trato de cambiar la tensión en ellos y que mejor que unas de sus bromas, a Daozhang le gustaban.
Xiao Xingchen controlaba en no sacar una sonrisa, eso no tenía sentido pero era fácil reírse. Debía deshacerse de él ahora sino caería.
— Xue Yang —
— Dime. — lo miró esperanzando otra vez aunque esté no lo hizo.
— Me comprometí con Song Lan. — soltó esa bomba. No pasó nada aún pero sintió que el abrazo de deshacía hasta no ver sus brazos envueltos en su cuerpo.
— ... — fue el primero en levantarse, Xiao Xingchen aún en el suelo en rodillas no volteó. — Era de esperarse. — soltó una irónica risa. — ¿Que pasó Daozhang, acaso tiene la polla grande y te engendró un mocoso? —
Eso helo completamente al taoísta. Siguió sin voltear. ¿Cómo estaba enterado?.
— Dime algo, ¿Cuánto lo metas entre tus piernas, pensabas en mi? ¿Imaginabas que era yo quien estaba arriba tuyo? ¿Eh? —
En eso Xiao Xingchen de paró y lo enfrentó.
— No dejaré que me hables de esa manera, ni de mí, ni de Zichen. —
— Ah! ¿Ahora es Zichen? — le dió la gana de aplaudir. — ¡Pues mis felicitaciones a la pareja! — daba pasos hasta estar tan cerca del taoísta, su expresión de altanero cambio, no podía evitar enternecer frente al angelical rostro de su Daozhang. — Sigues de igual de hermoso. — Era como si a Xiao Xingchen le faltó el aire, sus mejillas se sonrojaron y era notado en plena noche.
Xue Yang agarró las delicadas manos de su Daozhang y las llevo a sus labios para depositar unos suaves besos a cada uno de ellos.
— Mereces ser feliz, algo que yo nunca pude darte Song Lan podrá. Lamento lo de recién, debes saber que estoy celoso. — sonrío sin apartar su mirar de las bellas manos de su ex amante. — mi enemigo me ganó y espero que te haga feliz sino no sabe lo que le vendrá. —
Dió un último beso a su mano y las soltó suavemente pero Xiao Xingchen tomó las suyas. Xue Yang lo miró.
— ¿De verdad me amas? —
— No he dejado de amarte. Se que te engañe, mi finalidad era matarte en ese tiempo pero todo cambio cuando dejaste esos caramelos en mi cama. Si, comencé a dudar lo que sentía porque todo era confuzo, nadie me dió nada, siempre lo robaba. Estaba asustado porque no te entendía ese sentir. Xiao Xingchen, cometió el peor error de mi vida, no lo podré remendar, tal vez la muerte me llegará pronto para pagar mis deudas, pero eso no me importa ahora ¿Y sabes por qué? — él lo negó. — porque te estoy viendo otra vez. Con verte y grabarte en mi mente ya no le tendré miedo cuando la muerte toque mi puerta. —
Xiao Xingchen no pudo contenerse más.
— Necesito irme... — apretó sus labios.
— Vas a hacer muy feliz... Por favor no me olvides.— el taoísta al alejarse, alejó sus manos de Xue Yang hasta que están frías por su ausencia.
Xue Yang lo ve alejarse más y más, ya no vio su figura en el camino. Unos pasos lo sacaron de su trance, madre estaba atrás de él.
— Lo he perdido, Mǔqīn, yo lo deje ir. —
El ciego no habló, no había palabras para esta tragedia del amor, solo extendió sus brazos y su hijo se metió entre ellas para volver a llorar. Su padre apareció unos segundos después y palmeó la espalda del menor.
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Cuando Xue Yang ya no lo vio, Xiao Xingchen se dejó apoyar contra un árbol.
— Tampoco dejo de amarte, jamás lo dejaré de hscer, Xue Yang. — volvió a andar pero esta vez con pasos pausados, tenía la esperanza de que el ex delicuente apareciera por detrás para evitar que se vaya de nuevo pero no, eso nunca pasó.
No podía fallar el compromiso con Song Lan, este le demostró paciencia y respeto. Aunque pensándolo bien, no recuerda como pasó para decirle que sí, tal vez necesitaba a alguien quien lo protegiera o le haga olvidar el pasado, pero es como si lo estuviera utilizando porque estaba claro que no podría olvidar a Xue Yang.
— Además sabes mi gran secreto... — acarició su vientre plano y vacío. ¿Lo habrá sabido hace tiempo, cómo?
Tenía que llegar a la posada ahora mismo, tardo tanto que posiblemente todos le deben estar buscando.
Debe alejarlos de dónde vivían Xue Yang y sus nuevos padres, no dejará que les pase algo malo.
Los protegería, de eso estaba seguro.
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