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En esta época del año era jodidamente difícil e insoportable. Entre las fuertes lluvias y el frío intenso, la casa del ataúd se derrumbaba lentamente, las goteras del techo estaban por todas partes y Xue Yang no se molestó en repararlo.

¿Para qué? Esa casa ya no tiene una vida como su corazón porque no tiene su Daozhang aquí.

Tsk. No dejó de pensar en él ni por un segundo. Estaba tan frustrado.

¿Y si destruyera esa ciudad abandonada y se fuera a otro lugar?

Ja

¿A quién está engañando? Nunca se atrevería a destruir ese lindo nido de amor.

Fue loco.

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Ya por la mañana, Xue Yang se dispuso a buscar trabajo de lo que fuera, porque cuando vivía con su maldito ciego y la pequeña ciega tonta, tenía que hacer todas las tareas domésticas; arreglar los techos, reparar los asientos, Incluso construyó un huerto para su amado Daozhang con sus propias manos.

El huerto...

Tsk. Ese lado era una mierda, toda la plantación murió cuando su hermoso dueño se suicidó, y ahora que ha vuelto a la vida no volverá a casa.

Todo gracias a este perdedor.

Agitó la cabeza. No era el momento de llorar, su objetivo era encontrar un trabajo, cualquier cosa que fuera posible.

Tiene demasiada experiencia.

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Xue Yang caminaba por la Yi City, esa ciudad era sacado de su lista, todo estaba muerto, grisáceo. Daba la sensación de que en cualquier momento derrumbaría (exageradamente hablando). No quedaba ni un alma...

- Gracias a mi...-

Suspiro. Merecía estar en la soledad, ese lugar encaja con todo su ser. Su única opción es ir más allá de esta ciudad, quizá la suerte lo acompaña por una vez en su vida. ¿No?.

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Bueno. Había encontrado otra ciudad, algo ruidosa, alborotadora, inquieta prefería quitarse la vida. Los lugares bullangueros no son de su estilo, bueno, no tanto. Podría encontrar trabajo, pero lo malo es que quedaba lejos de su hogar.

No es que alguien lo esperara allí...

Tuvo que tragar su orgullo al hacer esta ridiculez, solo por el hecho de ser alguien mejor y por cumplir principalmente su promesa. Lo haría.

Empezó en puestos sencillos; puestos de comida, puestos de verduras, hasta puestos de dulces pero o no deseaban un empleado o porque veía que la paga era vaga. Lo descartó. Luego va por puestos más complicados; construcción, trabajos de agricultor, o lo muy común y beneficioso, artesano. Aprenderia rápido.

Lastimosamente y para su desgracia uno de los empleados lo reconoció, esto logró alertar a la gente y alejarse de él.

Maldición.

Frustrado, patea muy fuerte un puesto que se encontraba cerca, puso a todos del miedo. ¿¡Tan difícil era tener un trabajo!? ¡Estaba haciendo todo lo jodidamente imposible para ser alguien diferente, pero estos perros no ayudan en absoluto! ¡Deseaba matarlos a todos, eso merecía este maldita ciudad! ¡Dejar de existir!

Tanto fue su enojo que no sintió que algo o alguien le tomó de su hombro. Xue Yang volteó para pegarle, pero al verlo quedó con el puño al aire porque esa persona no lo miraba a él, su mirada no se enfocaba en nada pero una sonrisa adornaba ese delicado rostro viejo y ciego.

Era delgado, tenía pocas arrugas pero lucía hermoso. Su vestir era muy extraño, pues sus prendas eran de finas y llamativas, como si fuese alguien importante, su túnica era de color salmón con bordados florales violetas y blancas, su cabello largo y canoso era recogido de una coleta con un peine blanco como adorno.

Xue Yang miro a todos lados confundido, ¿Qué se traía este?.Quiso soltarse pero este no lo dejaba. Suspiro molesto.

- ¡O me suelta o lo pateo! - exclamó el joven.

- ¿Por qué estas enojado? - preguntó el anciano.

- Mire si no está enterado soy Xue Yang, mejor conocido como Xue Chengmei. Soy un hombre despiadado, asesino y puedo destrozarte en segundos. Así que largo, maldito ciego. - pero eso no fue suficiente para espantar al bello anciano.

- Ya se, has de tener hambre. - aseguró el extraño. - Mi humilde restaurante queda un poco lejos de la ciudad, hice muchas compras pero no puedo llevarlas. ¿Te apiadas de este pobre anciano y me ayudarias en mi pequeño viaje? Prometo cocinarte una rica comida a cambio. - una de sus manos la llevó a la mejilla del joven y la pellizco. Xue Yang se quejó.

- ¡Oye! ¿¡Qué acaso no oíste nada de lo que acabo de decir!? -

- Si, si. Eres un jovencito con mucha imaginación. - acarició su cabeza. - ¿Qué dices? - Xue Yang refunfuño y se hizo soltar bruscamente de la mano anciana.

- Lo haré pero no porque usted me lo haya dicho, sino por la comida que más vale lo cumpla. -

El anciano contento asintió. Caminaron unos cuantos pasos hasta llegar a donde estaban todas sus mercaderías. Eran pocas pero cuando el ex delincuente las cogió pesaban. Así y con un gran suspiro, puso un cesto detrás de su espalda y sostuvo las bolsas en cada mano.

Partieron hacia aquel restaurante, Xue Yang pensó que aquel hombre para ser ciego recordaba muy bien en camino a casa. Le recordaba a su Daozhang. Oh, también recordando, también se fijó en las verduras y frutas que sostenía eran de buena calidad y muy coloridas, las había elegido perfectamente. Su Daozhang era muy idiota con este trabajo.

- Hmp... - soltó una pequeña risilla, llamó la atención del extraño.

- Recordaste algo, jovencito. - no fue una pregunta.

- ¿Y que le importa si lo hice? No es asunto suyo. - contraatacó Xue Yang.

- Bueno... como el camino a mi hogar falta por llegar es mejor si conversamos, el camino de la nada se hará corto sin que lo sepamos. Agregando que me gusta conversar. - aclaró suavemente con su voz. Xue Yang lo pensó.

¿Qué más da? Total jamás lo volvería a ver.

- Cuando vi sus verduras me acordé de alguien. - comenzó a contar. Xue Yang miró de reojo a su acompañante para ver si lo interrumpe con alguna tonta pregunta de curiosidad. No lo hizo. Continuó. - Digamos que cuando vivíamos juntos y a él le tocaba ir de compras, yo me brindaba acompañarlo - encogía sus hombros. - al principio él se negaba porque me decía que no quería causarme problemas, pero al final tuvo que aceptar por mi insistencia. - escuchó al anciano reir. - Cuando estuvimos en el mercado, yo siempre estaba a unos pasos detrás de él, me gustaba verlo humillado o siendo engañado o aparte esperaba que también le dijera al comerciante algo sobre sus productos de mal estado... -

- No lo hizo. -

Xue Yang soltó una risa amargada.

- Obvio que no. Era un tonto e ingenuo comprando. - pateó una piedra que se encontraba por el camino.

- Era ciego al igual que yo, ¿No es así? -

- Si. Bueno. No al principio. Tsk. ¡Volviendo al tema! Cuando lo vi llendose con todas asquerosas verduras y pagando gran cantidad por ellas, me acerqué al comerciante ¿Y sabe que lo hice? - dijo alegremente.

- Dime que hiciste. - acompañó a esa felicidad que irradiaba el joven.

- Me acerqué y lo amenacé. -

- Oh vaya. - contestó sorprendido.

- Entonces llamé a Xiao Xingchen para que regrese, y con solo una mirada al desgraciado, sacó las verduras podridas del canasto y las reemplazó por otras, agregando que también devolvió la mitad del dinero por ellas. Si fuera por mi lo mataba en ese mismo instante sin que Daozhang lo notara. -

- Pero sabes que no es correcto. -

- No me importó en ese entonces, pero cuando veía que se aprovechaban de Xiao Xingchen por su ceguera, me puse loco. Me di cuenta que solamente yo debería ser el único que lo haga y nadie más. Sé que él es ingenuo, amable, sensible, cree que todos tenemos un lado bueno, es inocente, tímido en algunas circunstancias, fuerte cuando se trata de proteger a los débiles, puro virgen - lo último lo dijo en un tono suave y lujurioso.

El anciano levantó una ceja.

- Pues parece que estas describiendo a tu amado, jovencito. - rio.

- Es así. Yo di el primer paso. -

- Ah~ te le declaraste. -

- No, robe su primer beso. - Xue Yang. El anciano carcajeo.

A decir verdad esto no fue tan malo, contaba su historia de manera para desestresarse y ese anciano no lo cuestiona en nada y cuando le había dicho sobre su estatus de maleante y asesino, no le importó.

¿O todavía cree que fue una mentira?

Lo probaría.

- Sobre lo que dije, que soy un asesino y así... es cierto. ¿Acaso no escuchó a la gente gritar y acusar? ¿Eres estupido? - a cambio recibió una jaladera de oreja. - ¡Oye! -

- Lenguaje, muchacho. -le regañó. - Si lo que dices es cierto. Si el gran Xue Chengmei; el despiadado, intimidante, cruel, inhumano y sanguinario como lo escuché de esa gente hablar, ¿Por qué ese Xue Chengmei busca trabajo? Si fuera tú amenazaría y quitaría el dinero con solo mostrar mi daga. Así fácil - chasqueó los dedos. Xue Yang quedó perplejo. - pero me estas ayudando, ¿Qué cambió? -

Xue Yang no sabia que decir o qué pensar. Bajo su mirada, su tristeza reflejada en toda su cara.

- Supongo que por mis errores... hice cosas horribles que ningún humano haya hecho jamás. Pero el error que me carcome todo el tiempo, es el haber destrozado a Daozhang. Me enamoré y lo eche a perder. - apretó las bolsas. - él está lejos, no tengo idea de donde pero si lo supiera, haría todo lo posible por tenerlo una vez más en mis brazos, aunque él ya no me quisiera ver. -

No hablaron más.

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Al llegar a ese humilde hogar, notó que la casa no era tan grande ni tan pequeña; por dentro había mesas bien acomodadas, no había clientes. Por fuera se encontraba un pequeño puesto con manualidades de madera. ¿También se dedica a la carpintería?.

Un hombre anciano salió del restaurante cuando vio al ciego parado allí. Xue Yang se fijó que ese lo tomaba de los hombros y le preguntaba en donde había estado desde esta mañana.

- Como te vi mal, quise encargarme de las compras. - tomo su mejilla y la acarició con su pulgar. - déjame ayudarte de vez en cuando. -

- Lo hago pero, mira si alguien te hace daño. -

El comportamiento de los mayores era raramente íntimo, se notaba que se cuidaban mucho entre ellos.

- Pues no paso porque este jovencito me ayudo mucho y me protegió. - el ciego se lo presentó miembras tomaba la mano del ex delincuente. - se llama Xue Yang y vamos a invitarlo a cenar con nosotros. -

El anciano mayor apretó sus labios pero luego suspiro.

- De acuerdo pero déjame ayudarte, muchacho. Ha de estar muy cansado. - Xue Yang dejó que le quitaran una de las bolsas y el anciano ciego lo jaló para meterlo adentro de la casa. Las compras las acomodó en una de las esquinas y se dispuso a sentarse en una mesa.

El anciano mayor se acercó con un vaso de agua y se lo entregó.

- Bebe, debes tener mucha sed. - se acomodó frente al joven. - Perdona de antemano por las preguntas que voy hacerte, ya que mi compañero nunca trajo a un desconocido a casa... ¿De donde vienes, Xue Yang? -

- Vengo de la ciudad Yi. - bebió un poco de aquel liquido.

- ¿Ciudad Yi? -

- Si, eso fue lo que dije. ¿Algún problema? -

- No, no. Es que tengo entendido que esa ciudad vecina no lo habita nadie desde hace siete o ocho años, dicen que un demonio se encargó de matar a todos por placer o las mujeres dicen que aquel demonio había conocido el amor, pero tanto fue su karma que por obras del destino su amante murió por las almas en pena que el demonio mató, entonces él vaga por esa ciudad llamando a su amado. -

Xue yang no lo podía creer, esta gente si les gusta inventar cualquier mierda que se le ocurriera. apretó su puño por debajo de la mesa.

- Ya deja de cuestionarlo. - era el ciego quien traía una bandeja con la comida lista. Su compañero al verlo, se levantó rápido y le echó una mano.

Así comieron mientras ambos mayores hablan de su trabajo. No era mucho, ambos trabajan juntos, colaboraban en todo y no faltaba nada. El mayor se dedicaba también a la carpintería, pero como ya era viejo lo único que puede hacer son pequeñas manualidades.

El ciego palmeo la canasta de pan y se lo alcanzó al joven, le dijo que comiera todo lo que guste dándole una caricia en su cabeza. Xue Yang ya había tenido esa clase de cariño, su Daozhang por supuesto, pero al recibir esa misma caricia de otra persona, era extraño pero no malo. Sonrió levemente. Se sentía cálido.

- ¡Ya se! - dijo el ciego llamando la atención del resto. - Xue Yang puede ayudarte. Dijiste que buscabas trabajo, ¿No? -

- A-Ah... si, yo busco trabajo de lo que sea, puedo hacer muchas cosas. - no entiendo de donde viene esa pena y timidez al hablar. El mayor canoso dudaba sobre aquella petición.

- Tienes claro que de la ciudad Yi hasta acá es mucho viaje. Nos gusta empezar temprano. -

- No tengo problema en eso. - dijo Xue Yang.

- La paga será buena si eres responsable en este trabajo, me dedicaba a hacer muebles, catres, mesas, etc. ¿Tu podrás con este pesado trabajo? -

- Me fascina los retos. - eso hizo reír al ciego.

- ¿Que dije sobre preguntar tanto? -

- Lo siento. Es que no me gusta vagos, trato de cerciorarme de a quien estaré contratando. - dijo cruzado de brazos.

- ¿Y ya lo decidiste, viejo gruñón? - preguntó de nuevo sonriente.

Xue Yang esperaba algo de buena suerte desde esta mañana, nada de lo que hace sale bien, así que no se sorprenderia que no lo aceptara. Escuchó un suspiro.

- De acuerdo... - Xue Yang y el ciego se animaron. - Empiezas pasado mañana -

- Sin falta - prometió el ex delincuente.

Entre risas y pláticas, así estuvieron en la hora de la cena.

Se hizo tarde y al momento de partir, el ciego detuvo al muchacho, le alcanzó algo de verduras, frutas, y un poco de comida que sobró hace rato dentro de un cuenco con tapa.

- No es necesario que me lo devuelvas, puedes quedartela. Solo promete que comerás bien. -

- Lo...lo prometo... - de nuevo sentía esa calidez en su pecho. - Bueno. Adios. - se despidió y comenzó su marcha.

- ¡Nos vemos pronto, Xue Yang! ¡Ten mucho cuidado camino a casa! -

El mencionado se sonrojo furiosamente.

- T-Tsk. Idiota. - murmuro para si mismo.

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Era de noche y en las afueras de Gusu Lan, Xiao Xingchen fue al punto de encuentro donde Wei Wuxian lo esperaba. No mentiría, estaba algo nervioso por lo que llegarian a hablar.

Al encontrarse, caminaron un poco más lejos hasta llegar a un campo habitados de conejos blancos y negros. A Xiao Xingchen le dio tanta ternura que se acercó rápidamente a ellos, acomodándose al sentar y agarrando a uno de los animalitos. Especialmente uno de color negro.

- Pareces gustarle. - habló Wei Ying.

- ¿Lo cree? Es muy lindo, me gusta su pequeña nariz, me encanta como lo mueve. - lo sostuvo con mucho cuidado posando en su brazo y acariciando su suave pelaje negro. - Ya me había olvidado su apariencia. - sonrió nostálgico.

- Puede quedarse con uno. - sugirió tranquilo el patriarca. Xiao Xingchen lo miró sorprendido. Negó.

- Aunque suene tentador, rechazó la oferta. Aqui esta su familia y si la separamos se pondrán muy tristes. - deja al conejo junto a los demás. - ¿De que quería hablar? -

- Usted lo sabe. -

- ... - Claro que lo sabía. Solamente que no estaba lo suficientemente preparado. - Y-Yo ya sé su historia. -

- ¿La sabes a profundidad?... - Wei Wuxian. Xiao Xingchen quedó sin habla, indeciso por dar una respuesta. Prefirió continuar. - Había una vez un niño pequeño... -

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Sudaba.

Había pasado días desde que lo contrataron..

Las manos estaban llenas de callos, no tenía nada de cuidado en trabajos manuales; como cortar madera, lijarlas, barnizarlas.

Vamos a decir que consiguió un trabajo como ayudante en una carpintería. El dueño no pasaba de los sesenta y pico de años y era obvio que a esa edad para hacer estos trabajos era prácticamente imposible.

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En la hora de descanso, el ciego les trajo la comida a cada uno y se retiró del lugar, no sin antes dándole una caricia al otro viejo.

A Xue Yang le ganó la curiosidad, ¿Eran amigos? ¿Cuál era su historia?

- Se te enfriara la comida, muchacho. - lo habían sacado de sus pensamientos.

- ¿Ustedes se conocen desde hace mucho? - fue directo al grano. El dueño riendo contestó.

- Pues veras... es mi esposo. - dijo sencillamente. Xue Yang dejó caer su cuchara en el plato. - Hahaha~ es una historia muy lar- -

- ¡Quiero escucharlo! - interrumpió el menor.

De tanta insistencia, contó que cuando su padre falleció, le dejó esta carpintería como herencia. A partir de ese entonces no ganaba mucho, no había clientela y había decidido dar en venta esta casa, pero de la nada y en una fuerte torrente de lluvia llegó al lugar un joven tan hermoso que las flores más bellas no se comparaban con su belleza, estaba lleno de lodo y lo encontraba jadeando como si escapara de algo o alguien. Ese joven corrió a él y le pidió que lo escondiera, unos soldados lo perseguían para llevarlo contra su voluntad. No lo pensó dos veces y lo ayudó.

Más adelante ese joven le contó que pertenecería a una familia real, que como hijo único le contrajeron matrimonio con un hombre cruel y ambicioso. Después de ahí nadie lo pudo encontrar.

- ¿Por qué querían casar a su único hijo con ese infeliz? - preguntó enojado Xue Yang.

- Por poder y por-... bueno, ya creo que ya es momento de volver a trabajar. -

- Porque como único hijo real, tenía el poder de concebir un hijo. - sorprendió a ambos hombres. Xue Yang miró a los dos confuso de aquella revuelta conversación.

- ¿Ha? -

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- Pido tiempo, pido tiempo. ¿Estas diciendo que puede concebir-... -

- Podía. - lo corrigió.

- ...Bebés? - levantó la ceja.

- Somos personas diferentes, especiales por así decirlo. Mucho de nosotros desaparecieron o lamentablemente murieron. - dijo con tristeza.

- Aha. ¿Y espera que le crea? -

- Oh no. Tampoco está en su obligación creerme o no, muchacho. - se apresuró en hablar. - Mira... cuando era joven y unos días antes de que me comprometieran con ese sujeto, los sirvientes me contaron que mis padres tuvieron una visita inesperada de una hermosa mujer. Se decía que ella era inmortal, recogía a niños abandonados y se los llevaba a una montaña para que fueran sus alumnos. Pero también recogía a personas especiales, como yo por ejemplo. Ella me buscaba a mi para llevarme a la montaña celestial y darme una protección y educación a cambio de no volver a entrar a la sociedad humana. Quería protegerme porque sabía que estaba en peligro pero, mis padres rechazaron tal oferta. -

- Alto. - lo interrumpió. - Habla de... ¿Baoushan Sanren? -

- ¿La conoces? - los ancianos se asombraron.

- No, no personalmente pero, era la maestra de Daozhang Xiao Xingchen. - rascó su cabeza y frustrado suspiró. - Me confunde demasiado, hombres que pueden quedar embarazados. Ah~, esto me hará pensar que mi Daozhang también pueda ser uno de esos. - apoyó el codo sobre la mesa y se posó en su mano. Luego reflexionó sobre lo que dijo. Meditó por un largo rato. ¿Podría Xiao Xingchen...? No, no, imposible... ¿O si? Tal vez... ¿¡Podría!? - ¿¡Podría ser una persona especial!? - el rostro del delincuente radiaba de felicidad pura. Una pequeña esperanza se apoderó de su cuerpo y mente.

- Tranquilo, muchacho. - el anciano mayor palmeó su espalda.

- La verdad no tengo idea de cómo será tu amado... tal vez...mmm~... ¿Ha dejado que tengan alguna intimidad contigo? - preguntó tímidamente el ciego.

- ¿Habla sobre sexo? Pff~. En momentos que yo quería llegar a más, él siempre metia una tonta excusa; que no se encontraba preparado, que era nuevo en esto, que la tonta niña iba a interrumpir, o que su cuerpo era muy diferente a otros hombres y no quería decepcionarme - contaba con los dedos. Bufó. - Que estupido -

- ... - la pareja de ancianos no hizo falta de responder. El ciego se rió nerviosamente y su esposo se frotó la frente.

- ... ¿Qué? - Xue Yang.

- ¿Quién es el estupido aqui? - preguntó el mayor de todos.

- ¡Oy- ... Oh rayos.-

La cara de Xue Yang pasmo.

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