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En el camino nadie dijo absolutamente nada, bueno, el único que conversó fue Wei Wuxian quien acompañó a Xiao Xingchen, quien se mantuvo callado y solo prestó atención.

Lan Wangji y Song Lan estaban por delante a uno o dos metros de distancia.

El taoísta blanco notó que el segundo de la secta Lan miraba hacia atrás constantemente, como si temiera que algunos de los dos se perdieran.

No, estaba equivocado.

Como si temiera que el joven Wei Wuxian se perdiera.

Ahora se dio cuenta.

Formó una pequeña sonrisa.

— ¿Hmm? ¿Dije algo gracioso, Daozhang? — el ex patriarca interrumpió su pensamiento.

— ¿Eh? Oh. Pido disculpas, solo deambulo por mi mente. —

— ¿Cómo en qué? —

— No es importante... —  rápidamente se arrepintió. —  Bueno, tal vez sí... — dejó aparecer una larga pausa en la atmósfera. — Es lo agradecido que estoy de traerme. Sé que al principio me di por vencido y no quería saber nada. Estaba preparado para dejar el mundo, pero te escuché, te escuché y me dijiste que Song Lan estaba contigo. Estoy feliz de que Song Lan esté conmigo de nuevo y hagamos las paces. — se detiene seguido de Wei Ying. — Y gracias por darle a a-Quin un entierro digno y pacífico. —

— ¿Qué pasa con Xue Yang? ¿Qué opinas de lo que hice? ¿Tienes miedo de que dejarlo vivo vuelva a matar? — se atrevió a preguntar Wei Wuxian.

Xiao Xingchen se quedó sin palabras, no esperaba que ese nombre se pronunciara nuevamente. Se congeló. Puede ser una posibilidad, ya que Xue Yang se entrenó para ser un asesino a sangre fría, para destruir vidas inocentes, y ahora sin ninguna supervisión y sin que nadie lo mire ... Oh no.

— ¡Debemos alertar- —

— Creo que no lo hará. — Wei Wuxian se encoge de hombros con calma.

— ¿Q-Qué? —

— ¡Oh! ¡Estamos cerca!. Créeme, te encantará conocer a mis chicos, son inteligentes pero muy curiosos. No les tengas miedo — se rió. Dejó al taoísta sin palabras y sin comprensión.

Justo en la entrada los esperaban tres niños, uno de ellos se adelantó y cuando llegó hizo una leve reverencia.

Dejaron a los invitados en sus respectivas habitaciones. Cuando Xiao Xingchen entró, escuchó a alguien toser detrás de él, se dio la vuelta y vio a uno de los niños en la puerta, sus manos estaban jugando entre sí y parecía nervioso. Era un joven bajo de ojos grises y su piel era blanca como la suya.

— El gran Xiao Xingchen entre nosotros. He escuchado historias sobre usted, te admiro mucho. —Antes de un lindo cumplido, Xiao Xingchen sonrió.

— ¿Cómo te llamas joven? —  preguntó suavemente.

— ¡Ah! ¡Lo siento, lo siento! — se inclina respetuosamente. — Soy Lan Jing Yi, soy uno de los discípulos de la secta Gusu Lan. — el mayor le devolvió el saludo.

— Joven Lan Jingyi, el placer es mío. Espero que en mi estadía aquí podamos llevarnos bien. —

— Creo que no tengo ninguna duda al respecto, y cualquier duda que tengas, puedes preguntarme. — se señala con orgullo.

— Jing Yi, déjalo descansar. Recuerda que regresaron de un largo viaje. — apareció otro niño de pie junto a él. — Maestro Xiao Xingchen — lo saluda con reverencia. — Lan Si Zhui para servirte. Lo dejaremos descansar. Con tu permiso. —

— Buenas noches, niños. — Daozhang.

El discípulo mayor agarró al otro por los hombros y se lo llevó.

Una vez que Xiao Xingchen se quedó solo, cerró suavemente la puerta, fue hacia donde estaría su cama y se sentó.

Había tanto silencio, extrañaba el parloteo de a-Quin.

— Oh pequeña, sé que donde estés, la paz te acompañará eternamente. Gracias por todo y quiero que sepas que estaré bien a partir de ahora. —

Si.

El taoísta se alegró de poder volver a sentir ese calor en su cuerpo, de poder hablar con otras personas, de poder escucharlas pero sobre todo ... de verlas.  Le era imposible creerlo, ver los colores y las formas.  Seguía siendo un sueño.

Pero no.

Se miró las manos; delgadas, delicadas, suaves pero bien cuidadas, y era extraño porque habiendo estado muerto tanto tiempo tendría que estar descomponiéndose o algo parecido.

Xue Yang lo cuidó como le dijo Wei Wuxian.

¿Cómo cuida un asesino el cuerpo de su enemigo?

No lo creería.

Xue Yang era una caja de misterios, haciéndose pasar por el hombre sin nombre para estar entre ellos. 

A-Quin le dio tantas señales, le advirtió desde el principio que este joven no le daba un buen presentimiento, que era mejor dejarlo al cuidado de otra persona, pero no, Xio Xingchen era un buen samaritano y lo cuidaría hasta el final. 

Ahora la culpa lo consume.

No sabe si se recuperará emocionalmente.

.

.

.

— ¿Ya estás completamente curado? —

— ¡Sí, lo que escuchaste! ¡Puedo moverme perfectamente! — pudo escuchar la risa del chico e imaginó que estaba saltando. Apenas sonreía. — ¿Mm? ¿Te pasa algo, Daozhang? —

— ¿Eso significa que te irás pronto?, no-no es que te estoy echando — se apresuró a decir pero el hombre sin nombre se adelantó.

— ¿Oh~? ¿Daozhang no quiere que vaya? ¿Qué, me vas a extrañar~? —

— ... — Por vergüenza, Xiao Xingchen se cubrió la mitad de la cara con la manga de su traje. Escuchó pasos acercándose, el hombre sin nombre lo agarró por la muñeca, podía sentir la respiración del joven muy cerca.

Tus mejillas y orejas están rojas~.

El pobre taoísta tartamudeó en susurros. Nadie se atrevió jamás a invadir su espacio personal, casi podía sentir el roce de sus labios.

Si no quieres que me vaya, no lo haré. Solo necesito escucharlo de ti~.

Le hizo temblar por el aliento chocando contra sus labios y sus piernas comenzaron a debilitarse.  Reunió coraje.

No-no queremos que te vayas porque nos acostumbramos a que estés con nosotros. Tú nos ayudas para que nadie nos engañe.  Comemos buenas verduras y frutas, y todo es gracias a ti. le estaba rogando internamente que se mantuviera alejado, ¿Cuánto más aguantaría? Ya estaba perdiendo fuerzas.

Hmp. Está bien, no me voy.

Sintió que se retiraba.

Finalmente fue capaz de dar un suspiro de alivio, pero algo andaba mal, todavía sostenían su muñeca y un brazo envuelto alrededor de su cintura perfectamente delgada provocando que chocara con el chico y sus labios atraparon los de él con tanta pasión.

Estaba sorprendido, pero lo más loco es que el taoísta no lo alejó, no quiso alejarlo.

Xiao Xingchen acababa de dejar que ese chico le robara su primer beso y después de unos segundos lo devolvió y lo disfrutó.

Y así quedaron cubiertos por la grande y hermosa luz de la luna.

.

.

.

Xiao Xingchen se tocó los labios con las yemas de los dedos, sonará absurdo pero aún sintió el sabor de sus labios, el sabor de su boca, la lengua traviesa invadiendo descaradamente su cavidad.

Se lamió el labio inferior inconsciente.

¿Eh?

No.

No.

¿Qué acaba de hacer? No fue correcto, fue todo un vil engaño planeado desde el principio por ese cruel asesino. Nada era real, ni el beso, ni las dulces palabras, ni las manos entrelazadas, ni...

Las lágrimas se deslizan.

Ni siquiera el amor que juraste tener por mí. sonrió amargamente. ¿Y sabes lo gracioso, Xue Yang? Es que a pesar de todo eso, estás tan metido en mí que no quiero olvidarte. sollozó. No quiero A-Yang.

.

.

.

Esa fue la hermosa voz del ángel diciendo su nombre y quien lo despertó esta vez de su sueño ligero.

Han pasado dos días desde que Xiao Xingchen dejó la Casa Ataúd. El ungüento que le dejaron estaba a punto de agotarse, pronto tendría que ir a buscar más, aunque ciertamente no lo necesitaba ya que sus heridas sanaron y podía mover su brazo maravillosamente. Entonces, ¿Qué iba a hacer? ¿Podría un asesino o un ex asesino empezar de cero?

Ja.

Dejó de ser un asesino luego de despejar sus dudas sobre sus sentimientos, desde que le robó el primer beso al mayor su mundo entero dio vuelta, recordó que las emociones revoloteaban intensamente dentro de su ser cuando miraba a su Daozhang, sus risas eran hermosas melodías, y a partir de ahí creyó que comenzaba una nueva historia, era como si la secta Lanling Jin, el Sello del Tigre Estigio, el cultivo demoníaco ya no existiera y también se olvidó de la idea de ser el nuevo Patriarca Yiling.

Se escapó una risa.

Ese hombre lo cambió por completo, domesticó al ser más salvaje de todos los tiempos.

Maldito Daozhang, no tienes idea de cuánto te necesito. su única luz se ha ido, esa luz que ilumina su mundo sombrío.

Así que decidió.

Cambiaría de ahora en adelante, si eso traería de vuelta a Xiao Xingchen.

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